Es rigurosamente cierto que la IA ha abierto horizontes tecnológicos verdaderamente insospechados, pero también ha servido para abrir un debate que trasciende a la misma IA, tiene que ver con la necesidad de reflexionar de nuevo sobre el fenómeno de la conciencia, de esta suerte, traemos para la sección de Ciencia del blog Ancile, un nuevo post que lleva por título: Conciencia y arquitectura de redes neuronales, que quieren ser conciencia.
CONCIENCIA Y ARQUITECTURA DE REDES
NEURONALES, QUE QUIEREN
SER CONCIENCIA
Cuando Pentti Haikonen construía su arquitectura (de
conciencia) informática, basada en principios cognitivos que, según su creador,
tenían capacidad de percepción, amén de idoneidad para aprender y tener
recuerdos a través de procesos de asociación, tratando de emular las redes
neuronales y su método sináptico de conexión, abrió por esta revelación un amplio y profundo debate. Así, según Haikonen, la máquina
era capaz de percibir su interior, tener imaginación e incluso emociones, todo lo cual llevaría por tanto a dicha máquina a tener conciencia.
Para que
todo esto fuese posible, la codificación de dicha máquina no debería ser la habitual
de símbolos binarios arbitrarios al uso, y para ello debe preservarse la fuente
semántica de las señales de entrada, así mismo su arquitectura debe estar
estructurada a base de circuitos de retroalimentación que le permitan llevar a
cabo una supuesta introspección re-representando su propia actividad
computacional. Dicho
esto, debemos preguntarnos, si aquella representación introspectiva anunniada por la IA es la que
nos lleva a la conciencia. La interrogante principal parte del supuesto difícilmente comprobable
de que, para saber si la máquina es consciente, habría que ser la máquina misma.
En cualquier
caso, aquellas fascinantes re-representaciones de ingeniería informática, a lo
máximo que pueden aspirar es a trazar y enrevesar la elaboración de manera compleja de las experiencias ya existentes, no a crearlas desde fuera del propio contexto
experiencial, todo lo cual, a nuestro juicio, lo que ofrece es una ilusión de conciencia.
Una de
las cuestiones más interesantes que plantea toda esta rica controversia entre
los
ingenios cibernéticos, la IA y los avances de la ingeniería aplicada de la
ciencia de la información, es la que propone que la conciencia es de por sí
un fenómeno que no necesita de ninguna introspección para existir, o lo que es
lo mismo, ¿la experiencia manifiesta en los
qualia es ningún fenómeno
real?
Debatimos
aquí algo del todo fascinante: que el mundo de las sensaciones experimentales y
la dimensión cualitativa que conllevan no son una realidad conceptual y
abstracta, de todo ello pude tener clara constancia en el estudio sobre el fenómeno
sinestésico aplicado a las artes, y sobre todo, a la literatura y, particularmente, a la poesía. Las abstracciones numéricas conforman una realidad
útil para la explicación de fenómenos abstractos y también físicos (campos
cuánticos), pero también son susceptibles en muchos casos (véanse las mal
denominadas abstracciones sinestésicas) de participar con el fenómeno de la
conciencia, entendida esta como la que atiende a las cualidades, no solo a las
cantidades.
En los dos siguientes párrafos estableceremos unos juicios que son complejos y difícilmente de expresar sin llevar a equívoco, no obstante, intentaremos explicarnos. Que hay
realidades conceptuales que son o pueden ser inmediatamente sentidas, nos da
buena cuenta de ello, decía, el fenómeno sinestésico que, amparado e incluso oculto en
la palabra (poética), nos ofrece la dimensión más estremecedora y bella de lo
que la conciencia sea, aun siendo o pudiendo ser aquella una ilusión, (cosa que no creemos), pues su experiencia sentida es lo que es aunque pudiera parecer falsa, porque en realidad, impone lo importante: es algo
que persiste por sí mismo: es decir, que es, y a esto que es, lo denominamos conciencia.
La
abrumadora cantidad de datos que puede manejar un artefacto inteligente
concebido a través de complejos y potentes algoritmos, es acaso una fuente de
conocimientos indiscutible, y que son procesados a velocidades imposibles para un
ser humano dotado de conciencia, también lo es, pero, ¿no es esto lo que hace que desvirtuemos
lo que es propio de una conciencia creativa (cualitativa) del proceso de análisis y
computación de datos que siempre es cuantitativo?
Seguiremos
indagando en relación entre las interacciones entre la IA y su mundo
extraordinario, y el no menos fascinante y misterioso del fenómeno de la conciencia.
Francisco Acuyo