A vueltas con la una semiosis de la realidad traemos un nuevo post para la sección de Ciencia del blog Ancile que lleva por título: La superposición (cuántica) y la teoría de signos: el sentido de la paradoja, la analogía y la metáfora.
LA SUPERPOSICIÓN (CUÁNTICA) Y LA
TEORÍA DE SIGNOS:
EL SENTIDO DE LA PARADOJA,
LA ANALOGÍA Y LA METÁFORA
SI de un naipe ideal, de pie sobre su borde, en perfecto
equilibrio, nos dicen que puede caer en ambos sentidos -a la derecha y a la izquierda- a la vez[1]
(superposición cuántica) es claro que no dejaría de causar asombro en nuestro mundo convencional donde rige la causa y efecto en los ámbitos del espacio y del tiempo; esta realidad, que no metáfora, que funciona y se aplica a la perfección en el dominio de la física cuántica, ofrece el reto
mayúsculo (se dice constantemente en el ámbito de la ciencia física) de alcanzar o de explicar un significado -si lo tuviera- ante estas inauditas superposiciones[2] (y otros fenómenos no menos extraños ) que no veamos en el ámbito de la realidad ordinaria; pero no sólo es un
desafío para la ciencia física, lo es también para cualquier sistemática de
signos que quiera establecer una relación coherente entre aquellos signos y la rara singularidad que expone esta realidad manifiesta en estos fenómenos de la materia de lo infinitamente pequeño que, además, sustenta la realidad que todos percibimos de manera bien diferente..
El
pasmo para el sentido común que atiende a la realidad como algo inamovible, lineal y
perfectamente objetivable en el tiempo y en el espacio, es en verdad de grave
pronóstico, mas no tanto por la verificabilidad y aplicación científica de los
mismos, que son incontestables, sino sobre lo que esto comporta para nuestro entendimiento habitual sobre realidad y de los significados extraíbles de esta extraña sustantividad cuántica, que muchas veces nos
invita a la estupefacción cuando no al extravío imaginativo.
Insistimos que la sorpresa se extiende también al ámbito lingüístico, sobre todo si queremos establecer un juicio acorde referencial. Sin embargo, bien mirado, entramos directamente en un ámbito que, para los que nos movemos en el dominio del lenguaje literario y ante todo poético, en el fondo, acaso no resulta tan disparatado: andamos acostumbrados a indagar los significados a través de la paradoja, la ambigüedad, la analogía y la metáfora. De hecho, esta última, la metáfora, no hace sino cuestionar nada menos que el carácter referencial del mismo lenguaje.[3] El signo lingüístico en poesía (gracias a instrumentos trópicos como la metáfora) traspasa (como así lo hace el signo matemático en el cálculo que propicia la abstracción para la descripción del hecho cuántico), el fundamento mismo lógico-racional para la representación de la realidad, que nos es otro que el de la referencia comúnmente aceptada de aquella, que puede perder, y de hecho así sucede en muchos casos, cualquier sustento espacio temporal convencional, adquiriendo per se una realidad, vida y dinamismo propios.
Sucede
algo en verdad asombroso cuando queremos buscar significados ante los hechos
incontrovertibles, y a la vez incomprensibles a la luz del sentido común de estas manifestaciones cuánticas, y
tratamos de buscar significado, como en el caso de la superposición brevemente apuntado: el signo matemático
adquiere rasgos paradójicos e incluso metafóricos que invitan a establecer nuevos significados sobre
la concepción de la misma realidad; decíamos: El sentido y la imagen no son ya
diferenciables, pues posibilita al ser (metafórico) como un auténtico principio
psíquico capaz de incrementar y modificar la conciencia[4], y añadimos ahora, y no exageramos, de
modificar el mundo.
El
signo matemático adquiere rasgos similares al signo (lingüístico) poético: establece un discurso
que trasciende las cotizaciones semánticas convencionales por otras creativas (recuerden que en la realidad cuántica se hace posible sólo
cuando medimos a través de la observación, y se decanta la realidad de la superposición): nos encontramos con algo mucho más que un mero signo convencional, nos ubicamos en un
ámbito semiótico distinto que ya clama más que por el signo mismo, acaso por un icono singular que dé materia a su lenguaje y se conforme estableciéndose como el
medio mediante el que la realidad se enfrenta a la otra realidad que, en poesía
denominamos poema, y que en el ámbito matemático estimamos como probabilidad (y con las() que se ha(n) de materializar . Las consecuencias de esta
singular analogía que establecemos puede tener, y tendrá de hecho, derivaciones verdaderamente
asombrosas a la hora de extraer significados profundos sobre la naturaleza de
la realidad que constituye los fundamentos de la otra realidad que, al fin y al cabo, es en la que
de consuno nos movemos, sin preocupación sobre la verdadera y profunda naturaleza sobre la que se edifica.
En
entradas inmediatas a esta podrán seguir en el blog Ancile el discurso de esas y otras
no menos impactantes aproximaciones.
Francisco Acuyo
[1] Naipes cuánticos, en Investigación y Ciencia (Scientific American), nº especial La interpretación de la mecánica cuántica, pág. 34. Un naipe permanecería , según la física clásica, en equilibrio indefinido, mientras que para Schrödinger, caería al poco tiempo y lo hará en ambos sentidos (derecha e izquierda) en superposición. Véase también el célebre experimento mental del gato de Schrödinger.
[2] La
superposición cuántica es un principio fundamental en el que un sistema físico
(como una partícula) puede,
simultáneamente, poseer dos o más valores observables de una determinada
cantidad objetivamente observable (como la energía o la posición), pero será
cuando trate de medirse cuando manifiesta sólo una de las posibles
configuraciones.
[3] Acuyo,
F.: Blog Ancile, Lenguaje terapéutico: metáfora y poesía, https://franciscoacuyo.blogspot.com/2018/02/lenguaje-terapeutico-metafora-y-poesia.html