Para la sección, Pensamiento, del blog Ancile, traemos una nueva entrada que lleva por título: La realidad de lo bello es la realidad de la conciencia.
LA
REALIDAD DE LO BELLO
ES LA REALIDAD DE LA CONCIENCIA
La
realidad de lo bello es la realidad de la conciencia (que valora y se estimula
en dichos valores), mas, ¿también la realidad de lo físico objetivo es
posible en virtud de la realidad de la conciencia? Cuestión harto debatida y
sin respuesta definitiva por parte de la ciencia de lo infinitamente pequeño (nos
referíamos en notas anteriores a la física de la teoría cuántica), y que a mí
me ha hecho reflexionar sobre la importancia de la conciencia como factor
capital a la hora de dar forma y materia a los valores de la belleza expresos
en la obra de arte, así como en el reconocimiento de dichos valores en la misma
naturaleza. Mas, ¿puede tener la percepción de la belleza un efecto
terapéutico?
A menudo he podido constatar una análoga manera a la
contemplación cuántica del mundo: entenderlo a través del valor de la belleza
(aun cuando muchas veces, en sus variadas representaciones, pueda tener un
marcado carácter simbólico), y es que se caracteriza la apreciación estética
por una conexión no siempre racional (si no intuitiva) a la hora de establecer
sus vínculos con la realidad de los que son sus objetos de belleza. La
vinculación es intemporal y muchas veces universal –arquetípica- y
perfectamente reconocible por muy diferentes culturas. En cualquier caso, la
realidad de lo bello no necesita la objetivación física para ser real y
reconocible. La inducción científica (que deduce de lo particular lo general)
produce problemas lógicos que acaso son superados –irracionalmente- por la
valoración de la conciencia de lo bello
(que, por cierto, no tiene por qué ser consciente). Más será a partir de la
reflexión sobre la belleza más que por la indagación de los planteamientos
extraños de la mecánica cuántica sobre cómo funciona la naturaleza, como llegue
a plantearme la interrogante, hoy en la ciencia de la física ampliamente
extendida, de si: ¿es la consciencia –en su más amplio sentido- el fundamento
vinculador, incluso creador –instantáneo- de lo que acontece en el mundo?
La apreciación de lo bello contiene una visión
inquietante -¿irracional-?- que atenta contra aquella razón incuestionable de
la separabilidad de las cosas, y nuestra percepción y concepción de lo bello:
parece que la belleza no admite separabilidad y realidad a la vez, pero no por
eso lo bello deja de tener realidad perceptible, emocional e intelectualmente apreciable.
Lo
que artistas, poetas, filósofos, místicos… intuían hace milenios en virtud de
su apreciación y entendimiento de la belleza y la ineludible integración de la
mente y la materia, sin la cual la realidad de lo bello no sería posible, hoy
parece querer mostrarnos que la realidad del mundo tiene unas características
similares (y que ofrece el universo como obra de arte), en tanto que es
imposible describir lo que el mundo sea al margen de la inevitable
imposibilidad de la separabilidad, donde los objetos físicos se dice que están
separados del resto (y de la observación consciente –o inconsciente- de aquello
que apreciamos como real) y la realidad de lo que pueda ser aquello que
entendemos como real.
Francisco Acuyo