Para la sección de métrica del blog Ancile, De la métrica celeste, traemos una nueva lección magistral del poeta y profesor de Métrica Antonio Carvajal sobre las sutilezas del verso endecasílabo, y que lleva por título Primera carta a Dolaria.
PRIMERA CARTA A DOLARIA,
Mi querida Dolaria, este año se adelanta la humuvia y, en vez de fruir tan delicioso aroma, tememos lo que recelan viejos labradores, pues lluvia por san Juan quita vino, aceite y pan. Retumba el trueno, golpetea la lluvia en los cristales y distraigo mi encierro con la lectura del prólogo que Pedro de Cáceres puso a los poemas que recogió de Gregorio Silvestre y, en especial, atiendo a las palabras que me subrayaste. Una afirmación hay que me hace sonreír: Gregorio Silvestre descubrió el ajuste del endecasílabo por yambos y, al ser el primero que lo hizo, los españoles le debemos más que los griegos a Homero y los latinos a Virgilio, pues se encontraron los hexámetros ya ajustados. “Raro inventor” podemos decir con Cerbantes. Y tan raro. Si el propio prologuista limita el alcance de su afirmación con un “tan comúnmente”, supongo que quiere decir que no todo son yambos. Silvestre los tiene en mayor cantidad que otros, es cierto, son más escasos que sus endecasílabos acentuados en 2ª, 4ª, 8ª y 10ª sílabas, alternando con los que tienen los acentos dominantes en 6ª-10ª y, por lo que he visto, sin acentuar en 5ª y con poquísimas contracadencias de 7ª, acentuaciones estas dos últimos que hace siglos que nuestros metricólogos más campanudos tachan de antirrítmicas. Lo que va a pares parece que Pedro de Cáceres lo asimila al yambo, pues nada dice de las frecuentes acentuaciones con dominante en 6ª y presencia de 1ª y 3ª tónicas. Y hace bien para lo que le interesa, pues el 1 y el 3 son marcas de troqueo, 3-6 del espondeo y 1-4-7 del dáctilo, entendidos tales términos en uso romance, no clásico. Al prologuista parece interesarle distanciar el endecasílabo yámbico de toda posible concomitancia con el arte mayor castellano, verso que, si suprimimos su primera sílaba como propone Nebrija, da el endecasílabo dactílico (no sé por qué gaitas hay quien lo llama anapéstico), y si suprimimos la primera sílaba del segundo hemistiquio, también a la nebrisense, no nos resulta un precioso sáfico, sino otra vez el verso gaitero. Claro que si marcamos todos los acentos en las pares que no los llevan no rompemos el compás aunque nos resulte el bodrio con el que ejemplificó su llamado “acento intelectual” un metricólogo autor de este contradiós: “el dúlce lámen tarde dóspas tóres”.
Dante, Petrarca, López de
Mendoza, Laso, Hurtado, mezclan versos con dominante en 7ª a los “yámbicos”.
Don Íñigo López de Mendoza hizo sus sonetos al itálico modo un siglo antes que
su pariente lejano Garcilaso, antes de que el Bembo, amigo de Garcilaso,
editara con primor a Petrarca, antes de que su biznieto Diego Hurtado de
Mendoza anduviera de embajadas por Roma y Venecia y de chicoleo y puterías con
Bembo, Aretino y otras gentes postineras. Poco antes de la muerte de Gregorio
Silvestre recalaron en Granada Hernando de Acuña y, desterrado, don Diego Hurtado;
vivos ellos, no sé si hubieran tolerado la afirmación de Pedro de Cáceres;
quizá sí si entendieron que el ajuste de Silvestre lo era de compás binario
progresivo, con posibilidad de mezclarlo con el tiempo doble (peón 4ª), y sin
mezclar con el dactílico. Dicho de otra manera, en el endecasílabo español
moderno es indiferente que haya acentos previos a las dominantes si estas
recaen en 4ª (los llamados comúnmente sáficos) salvo en 3ª, pero esta sílaba sí
puede acentuarse si la dominante es la 6ª, que excluye la tonicidad de 5ª y 7ª.
No sabemos leer los sonetos de López de Mendoza, marqués de Santillana, ni
sabemos cómo los leía él, pues lo acusaron de hablar como extranjero al volver
a Castilla tras servirle copas al rey de Aragón, pero los de su biznieto y
colegas no nos presentan demasiadas dificultades, salvo alguna aspiración, tal
hiato, la imprevisible errata o la pedante ultracorrección de algún editor
actual (o próximo pasado).
Van ejemplos de Silvestre: Y empiezo por este, que es un verso
deficiente a todas luces y sones, por el acento en 5ª y el hiato para ajustar
la medida: “Con verdad tan clara, y tan patente”( p 383v), verso cojo al que no
le hace falta prótesis de ripio sino un delicado toque: “con tan clara verdad,
y tan patente”. Pero nótese cómo fluyen los tercetos de su “Epístola a doña
Mayor, hermana de doña María”:
Salud de mi salud-y bien del mío, 2-6-8-10
2 si puedo yo, teniendo
tú la mía, 2-4-6-8-10
envïarte salud, yo te la envío. 3-6-7-10
Mi vida, y mi salud, y mi alegría, 2-6-10
5 y todo mi contento está
en tu mano 2-6-8-10
por ser el alma tú de mi María. 2-4-6-10
¿Por qué, pastoras mías, de Silvano 2-4-6-10
mudanza imagináis, fundáis olvido 2-6-8-10
y faltas en amor tan soberano? 2-6-10
10 Pensara que olvidarme
habéis querido 2-6-8-10
si viera ser posib!e el olvidaros, 2-4-6-10
de quien nunca memoria habéis tenido. 3-6-8-10
Todos los versos tienen acento
dominante en 6ª que, con el definitorio en 10ª, garantiza la “sensación
yámbica” aunque solamente el verso 2 es un yámbico pleno, diez versos tienen
acento en 2ª, seis en 8ª, cuatro en 4ª. Solamente el verso final y el tercero
escanden sus seis primeras sílabas en dos anapestos (3+3) y solamente el
tercero presenta diéresis necesaria para el ajuste de su primer tramo y una
cadencia adónica, acentos en 7ª y 10ª, que no solamente no es antirrítmica sino
que sirve para enfatizar la dádiva del poeta que, como buen músico, sabía que
la eufonía reclama al menos un tiempo débil entre dos fuertes, y que tal tiempo
débil puede ser un silencio como el que presenta este su verso tras la 6ª.
Aunque he modernizado la ortografía hasta donde el buen sentido me lo permite,
he mantenido el comeo del cuarto verso para detener el paso rápido del
polisíndeton y subrayar el énfasis que propician las cesuras.
Antonio
Carvajal
Motril, 20 junio 2022