viernes, 7 de marzo de 2025

ENGAÑOS DE LA PERCEPCIÓN Y EL SILENCIO DE LA NADA

 Bajo el título de: Engaños de la percepción y el silencio de la nada, traemos un nuevo post para la sección de Pensamiento del blog Ancile.


Engaños de la percepción y el silencio de la nada. Francisco Acuyo


ENGAÑOS DE LA PERCEPCIÓN

Y EL SILENCIO DE LA NADA


Muchas veces he pensado que la percepción no sólo puede engañarnos, sino que a través de aquella alcanzamos sólo representaciones de una supuesta realidad, aunque intuyamos que hay cosas que tienen presencia en el mundo. La poesía, nos muestra de diversas maneras (como la sinestésica) que de aquella presencia puede inferirse el silencio de la nada y el reconocimiento de lo distorsionado por la representación como prueba de que en su discurso poético estamos en el límite del mismo lenguaje, a un paso del silencio de la nada. En cierto modo, la sinestesia poética, en su singular percepción, hace que sepamos de aquello que nos rodea porque está nosotros, y no porque está fuera, en lo que nos rodea. 

La indagación poética, dada su rara singularidad, me enseñó que el silencio de la nada que advertimos andando por los límites del concepto y por tanto del lenguaje, que este tiene que ser antes que el ser mismo que constituye el concepto. En realidad es el impulso creativo que se mantiene vivo en particular potencia, es una nada que es conciencia y que siempre es y que se haya fuera de toda categoría para poder posibilitar todo lo posible.

A través de la música del verso pude entender que el silencio de la nada, aunque no pude ser escuchado, es posible sólo en virtud de su consistencia esencial, ya que es posible porque nace de aquel silencio potencial de cualquier música, el fondo inaudible o silencioso desde el cual podemos distinguir cualquier ritmo, cadencia o armonía. Pude así comprender que el silencio de la nada no es lo mismo que el vacío espacial (que no contiene materia), porque el silencio de la nada persiste aún sin el espacio que constituye el vacío. Pero también que la nada silenciosa está en todo lugar donde algo es o puede ser. El incógnito misterio de cómo o por qué surge el ser de esa silenciosa nada, es el que la poesía ronda constantemente, y es el marco inaudito sobre el que se debate el ser de la nada que es la conciencia, si es ver el ser mismo como el silencio de la nada instituido plenamente en su nanidad e intuido por la música del verso, que lo que hace es vaciarse de sus conceptos para imbuirse de la incertidumbre del conocimiento y relegar su conciencia en pos del culmen de la conciencia silenciosa en la que se sustenta cualquier conciencia personal. Pude concluir, en fin, que la poesía indagaba en la conciencia del silencio de la nada, ya que este silencio vacío es el origen de la misma música del verso, del número que es uno y posibilita los números que cuentan los ritmos que constituyen la eufonía del verso, porque en realidad el silencio de la nada es el que sostiene cualquier música



Francisco Acuyo


Engaños de la percepción y el silencio de la nada. Francisco Acuyo

martes, 4 de marzo de 2025

SI NO VEO MI ROSTRO, DE JUAN JOSÉ MARTÍN RAMOS

Para la sección de Editoriales amigas del blog Ancile, traemos un nuevo post dedicado al libro, Si no veo mi rostro, de mi querido amigo, editor, poeta y escritor,  Juan José Martín Ramos. Promotor de esa editorial madrileña  admirable en todos los sentidos, Polibea. Incluye en ella este título en su colección, El levitador, cuya cifra capicúa (palíndromo singular) 101,  augura signos de venturosa bonanza a esta iniciativa editorial. Traemos para la ocasión un breve fragmento de las palabras preliminares de José Ángel Cilleruelo, que pueden servir de óptima semblanza de nuestro autor. Decir, que este un libro de aforismos (recogemos una brevísima muestra)  que en verdad no tiene desperdicio y recomendamos vivamente desde nuestro blog, porque hará las delicias del lector inteligente y del amante del ingenio que exige este género tan particular.



SI NO VEO MI ROSTRO, 

DE JUAN JOSÉ MARTÍN RAMOS








ANTES de empezar a leer Si no veo mi rostro, tal vez merezca la pena evocar los diversos rostros de Juan José Martín Ramos (1961). Filólogo de formación, entre las opciones que la historia literaria le ofrecía al joven estudioso, detuvo la mirada en el Modernismo desde el principio. Leyó los poetas celebrados y descubrió otros en viejas ediciones cen­tenarias. Con el tiempo alcanzó a rescatar algunas páginas en el olvido de los periódicos de la época, reflexionó sobre sus secretos y las editó con primor.

El impulso que le animaba a estas tareas filológicas poco a poco le fue alejando de la figura del erudito impasible para conducirle hacia el espejo que mismo. Quiero decir, en sus lecturas y devociones literarias Juanjo Martín Ramos fue desvelándose. Su admirado Joris- Karl Huysmans (1848-1907) le había ofrecido, en La-Bas, la clave de bóveda del proceso. Lo supo cuando le escuchó decir que todos los fin de siglo se parecen. Y el joven Juanjo, por espíritu y vocación, se descubrió finisecular. Y en el espejo modernista aprendió el difícil arte de fundir opuestos: locura y elegancia, exceso y contención, belleza y sabiduría. Características que se pueden rastrear en todo lo que firma, sea un texto creativo o la cubierta de un libro en proceso de edición. Uno de los poemas fundacionales de su obra arranca con un principio amoroso alzado sobre un inquietante oxímoron: «Esta es la historia de dos personas que están juntas pero hacen y dicen cosas que las separan».




AFORISMOS



La vida transcurre sin mí.


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A mí me ha tocado ser yo.


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Cuando el intruso no es el otro.


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La vida entendida como memorial de agravios.


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¿Para qué vivir en un amor nuevo la inevitable vieja rutina?


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Bien mirado, entre las fechas de nacimiento y muerte de una persona, el pequeño guión que las separa es toda la vida.


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Cultivamos la desgracia con fervor acólito.


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Le gustaba la Gramática como extensión de su propio orden obsesivo.


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Cuando alguien dice «dios» yo pienso en el horóscopo.





Juan José Martín Ramos