martes, 30 de junio de 2020

GORRIONES, UNDÉCIMO DÍA DE CONFINAMIENTO


Para la sección, Poesía, del blog Ancile, traemos una nueva entrada que lleva por título: Gorriones, undécimo día de confinamiento.



Gorriones, undécimo día de confinamiento. Francisco Acuyo



UNDÉCIMO DÍA



GORRIONES



(Harlequinade)



A Esther y familia,
este gorrión de cuarentena.



    EN la ventana el gorrión
el universo examina.
La carne codicia contra
el espíritu, y codicia,

   así, el espíritu contra
la carne:
    el gorrión aprisa
picotea en el alféizar
y, después, al cielo mira.

   Veloz de un salto al balcón
ahora se precipita
y, más allá del sentido,
el verbo canta la vida.

   Ora está allí, ora aquí,
lejos y cerca, su caída,
si cerca o lejos, persigue
con nuevo salto y confía

 en vuelo al seguro azar
donde, en nueva perspectiva,
el vacío compasivo
se ofrece sin medida.

   El gorrión es, pero nadie
sabe qué es. Sensitiva
criatura que ya entra y sale,
sale y entra del alma mía.

   Quieto un momento el gorrión,
su cabeza hacia mí gira:
aquel que más se conoce
menos entiende la vida.

   La libertad del gorrión
en mi claustro se examina.
Lleno estoy de entendimiento
cuando el alma se vacía.

   En tu luz vemos la luz.
Allí el gorrión atestigua
que este recinto cerrado
abierto está a la alegría.

   El gorrión en la ventana
picotea la pupila
del tiempo que nos observa,
desde siempre, todavía.




Francisco Acuyo






Gorriones, undécimo día de confinamiento. Francisco Acuyo

martes, 23 de junio de 2020

IDEÓLOGOS Y FALSOS DIOSES DE LA INTENCIÓN ÚLTIMA DEL CORAZÓN DE LOS HOMBRES


Siguiendo anteriores reflexiones sobre lo más hondo que habita en nuestros corazones, y cómo se manipula exteriormente, traemos un nuevos post para la sección, Pensamiento, del blog Ancile; esta vez bajo el título: Ideólogos y falsos dioses de la intención última.




Ideólogos y falsos dioses de la intención última. Francisco Acuyo





IDEÓLOGOS Y FALSOS DIOSES DE LA INTENCIÓN

ÚLTIMA DEL CORAZÓN DE LOS HOMBRES





Cuando digo que tratan de robar aquella fuente más profunda de vida en el corazón de los hombres, me refiero a que los intereses generados por los más perversos ideólogos, de manera consciente o inconsciente, hurtan la capacidad, predilección y tendencia a la búsqueda interior de la verdad perenne a la que aspiran los espíritus inquietos. Quieren impedir, como falsos dioses de los cielos, que se levanten las voces de aquellos que habían penetrado más allá de la conciencia misma de los dioses en pos de entender el vacío que es fuente de toda vida y de toda conciencia verdadera.

                Se pone un especial énfasis, ya digo, consciente o inconsciente, en impedir el regreso de los que, habiendo reconocido el poso de verdad que habita muy dentro de nosotros mismos como vía de comprensión de la vida para renovar el mundo, con el fin de dominar a través de la ignorancia de lo más valioso que en cada cual habita. La enajenación ideológica encarece el yo, haciéndonos creer que somos en virtud de las ideas que alimentan (o mejor envenenan) nuestro espíritu, ser partícipes en algo más grande que nosotros mismos, lo cual nos hará prevalecer sobre el que no sea sustentado por sus, en realidad,  falsedades.
Ideólogos y falsos dioses de la intención última. Francisco Acuyo

                Las ideas políticas (qué lejanas de aquella aspiración justa aristotélica, de servicio a los demás) se centran en la consecución del poder (paternal) del Estado. Acaso sea esta ilusa huida de la profunda verdad que subyace en lo más hondo de nosotros, provocada por el humo y artificio de lo ideológico-político, una incompetente evasión de la llamada más honda del corazón y  espíritu humanos.

                Se diría que, sin haber navegado en la inmensidad de nuestros ser, pretendiesen los embotados por la idea política hacernos creer que ellos son la verdad que nos asistirá en las necesidades y catástrofes, como si en verdad pudiesen venir y rescatarlo de cualquiera de sus tribulaciones, haciéndolos en realidad en sus prisioneros.

                El mítico o trascendente intento de unir lo divino y lo humano expuestos en el mito y en el símbolo, tratan de ofuscarlos manteniendo una frontera insuperable, cuando en realidad son la misma cosas. El ideólogo es el oportunista que pretende mantener siempre abiertas las distancias para beneficio propio, invistiéndose como el principio necesario para el progreso y para el cambio, cuando en realidad es la negación de la virtud y la muestra más patente de la degeneración humana: el político.

                El don que deviene de las profundidades de cada cual se pervierte y se racionaliza para su anulación y tratar de vender la necesidad del héroe (político) que será quien renueve el mundo. Mas aquellos que denuncian tal tropelía y engaño, serán relegados al ostracismo, cuando no al intento decidido de exterminio. Por eso, hemos de saber, quiénes estamos convencidos de la fatua invención, que estamos sometidos tanto al encuentro como a la separación: encuentro decidido con nosotros mismos, separación de los que quieren hacer imposible dicho encuentro.

                Seguiremos indagando sobre esta y otras cuestiones análogos en posteriores entradas del blog Ancile.


Francisco Acuyo




Ideólogos y falsos dioses de la intención última. Francisco Acuyo


jueves, 18 de junio de 2020

LAS CREENCIAS IMPOSIBLES ANTE LA PRESENCIA DEL MAL Y DE LAS CATÁSTROFES.

Bajo el título: Las creencias imposibles ante la presencia del mal y las catástrofes, traemos un nuevo post para la sección, Pensamiento, del blog Ancile.


Las creencias imposibles ante la presencia del mal y las catástrofes, Francisco Acuyo




LAS CREENCIAS IMPOSIBLES ANTE


LA PRESENCIA DEL MAL Y DE LAS CATÁSTROFES




En los momentos de la posmodernidad, donde todo está en cuestión y la relatividad se supone incuestionable, será, sin embargo, el lugar y el tiempo ideales para el absolutismo y la tiranía de la creencia en el conocimiento. Esto tiene su sentido si aceptamos como hecho incuestionable que sólo podemos creer en aquello que conocemos: la ciencia, la revolución tecnológica, el materialismo político e ideológico… La nueva religión científica, ideológica,…. tecnológica son los nuevos tótems levantados para mayor gloria de la fatuidad de nuestro tiempo. No obstante, el ansia de entendimiento y significado del mal y de las catástrofes en el mundo, nos hacen dudar de la protección del padre conocimiento y del institucional (Estado), hasta hacernos caer en la cuenta de que aquello que necesitamos en lo más hondo de nuestro ser es, muchas veces, inefable, no puede alcanzarse mediante ninguna creencia, sea científica o religiosa. A la luz de esta profunda necesidad, es evidente que no podemos acceder a lo que la realidad sea  mediante el conocimiento que sustentan nuestras creencias.

                Al amparo de la falsa seguridad de nuestro yo alentada por el aliento del padre (Estado) y de la madre creencia (conocimiento), empeñamos lo mejor de nosotros mismos en esa petulante seguridad.  Es de esta seguridad de la que se alimenta toda suerte  de fantasías (utopías) políticas e ideológicas que no reconocen el aliento inconsciente que aspira a algo mucho más profundo que el anhelo de una confianza falsa de indestructibilidad de esos mitos paternos y de creencia, y que quieren, inútilmente, objetivar el mito proyectado en una realidad inexistente.
Las creencias imposibles ante la presencia del mal y las catástrofes, Francisco Acuyo

                La sustitución –inconsciente- de lo religioso expone al autor de este reemplazo, como al héroe que aspira a redimir el mundo por la vía prometeica del conocimiento que es, como decíamos, en realidad una creencia. El elixir del conocimiento, que dará la inmortalidad, si no individual, sí colectiva, se establece en la figura trascendente y siempre vívida y presente del Estado, que nos venden  está aquí para beneficio de todos.

                Lo que acaso desconocen los convencidos de la creencia ciega en el conocimiento es que esta impronta deviene de algo mucho más profundo, que en modo alguno admite trivialización supersticioso ideológica, ya que está anclado a lo más profundo de nuestra psique, a saber, el entendimiento y reconocimiento de la idea de eternidad y su necesaria comprensión, si es que no entenderla trae el mal y el desorden.[1]

                Es claro que las ideas del infinito y la eternidad conllevan potenciar y ampliar nuestros horizontes de entendimiento, y esta actitud propicia lo que es bueno y expone o crea lo que es bello. La mala interpretación de estas profundas intuiciones conlleva a los dioses a la risa cuando mediante la seguridad de sus creencias les piden riquezas y seguridades materiales, que es lo que vienen a entender torpe o interesadamente estos instintos de profunda trascendencia. El suplicante, que cree en la benevolencia y el poder del padre (Estado), portador del conocimiento (ideología), se prostituye porque en realidad a lo que aspira es al beneficio propio, y, por tanto no lo distingue del embaucador patriarcal que quiere imponer sus creencias.

                Acaso agonizamos ante la tiranía de las creencias y del sometimiento a la protección del padre (político), pues impide, al fin y al cabo, romper las limitaciones del crecimiento espiritual más profundo de nuestro ser.

                ¿Hasta qué punto estaremos dispuestos a ignorar esta necesidad interior que nos hace sufrir en su inhibición y nos dejaremos llevar por el fácil, asequible y fraudulento canto de sirenas de la creencia y de los valores paternales de la ideología y de los múltiples rostros del Estado? Seguiremos indagando sobre este otros asuntos en próximas entregas en el blog Ancile.



Francisco Acuyo
               



[1] Campbell, J.: Opus cit. pág. 175.




Las creencias imposibles ante la presencia del mal y las catástrofes, Francisco Acuyo


martes, 16 de junio de 2020

VENTANA ILUMINADA


Para la sección Poesía, del blog Ancile, traemos el poema décimo de la cuarenta, que lleva por título: Ventana iluminada.






DÉCIMO DÍA


VENTANA ILUMINADA


(Loure)



En la madrugada de la cuarentena;
para Rosa María, Alejandro y familia.





   CADA ventana nombre
obtiene de su propia
luz: aquella tan pálida,
tristeza, aquellas otras


   vívidas, esperanza;
de estas tan luminosas,
anhelo, acullá, pobres,
de soledades logia.

   Qué maravilla estar
fuera como en otrora
dentro de la ventana
cuando el albor asoma

exento, donde el otro
en mi ventana  explora,
acaso sin saber
que está en la suya propia.

   Si la luz verdadera
brilla de entre las sombras,
no será conocida,
pues no es de la memoria.

   Ventana iluminada
con la luz viva de otra
esfera: De la nada
nada se sabe, sola-

   mente no quiere ser
nada, advierte el axioma
de la luz verdadera,
que no es de la memoria.

   ¡Ah!, luz de las ventanas
que del silencio toman
el brillo por donde suena
la soledad sonora.

   La nada de la nada
que todo enciende sola,
en la luz interior
brilla interlocutora.

   En amarillos ramos
de amarillas corolas,
las ventanas se extinguen
por morir en la aurora.





Francisco Acuyo






jueves, 11 de junio de 2020

PLEGARIA AL PORTADOR DEL LOTO EN LAS CALAMIDADES

Para la sección Pensamiento, del blog Ancile, traemos una nueva entrada que, siguiendo las directrices temáticas de las anteriores sobre las catástrofes y su gestión colectiva en individual, lleva por título: Plegaria al portador del Loto en las calamidades.


Plegaria al portador del Loto en las calamidades. Francisco Acuyo




PLEGARIA AL PORTADOR 

DEL LOTO EN LAS CALAMIDADES



 Se cuenta que Avalokiteshavara (Bodhisattva Portador del Loto)[1], que representa una de las proverbiales entidades de piedad del mundo, volvió sus ojos al sufrimiento de todas las criaturas y quiso llevarlas a la iluminación. No deja de parecerme sorprendente cómo una apoteosis profundamente interior puede galvanizarse desde la necesidad de lo inconsciente individual hacia la manipulación social para la consecución de intereses espurios.

Plegaria al portador del Loto en las calamidades. Francisco Acuyo
                La verdad es que será desde la manifestación de  los terrores que nos asaltan durante la existencia desde donde se obtendrán los frutos de la infama más hipócritas y fariseos, cuando en realidad responden a necesidades profundas  e ineludibles del ser humano. La ignorancia de esta fuerza, energía o potencia que nace en el afrontar nuestras calamidades, será la que nos haga dudar de su realidad individual, buscando fuera lo que siempre estuvo vivo y muy preciso dentro de nosotros. Es el político e ideólogo sin escrúpulos el que mejor partido saca a ese desconocimiento interior  ante el horror que conllevan las catástrofes sin el apoyo de algo más grande que nuestra limitada conciencia de la realidad del mundo.

                La tragedia se transfigura en la necesidad del padre a quien debemos toda suerte de respeto y complacencia, aunque tengamos que hacer la guerra como medio simbólico inconsciente para destruirlo. El padre que da la vida (y también la quita) es necesitado, temido y amado en nuestros días en forma de Estado, que será capaz del ejercicio (consentido) de la violencia pública y sobre todo individual. He aquí el culto al tótem, a la bandera y al partido[2] como representación inequívoca de ese despropósito que anunciábamos.

                El discurso político (en su acervo ideológico) es el tósigo que ha de envenenar lo más profundo del ser de manera regresiva, en pos de amedrentar el espíritu y dar alimento a la devoción totémica del estado, manifiesto en el dominio de lo político. Los arquetipos universales que nutren lo más profundo de nuestra conciencia son manipulados exitosamente gracias a la ignorancia de sus receptores.

                El símbolo o símbolos que se tergiversan desde lo inconsciente son sin duda mucho más democráticos que cualquiera ideología política. El entendimiento de esta sabiduría redentora y salvífica interior es la que desde el inicio de los tiempos (antes de la consecución de nuestro pecado original, al olvidar nuestras raíces primigenias y quererlas hacer valer en nuestro ignorante delirio,  para fines fuera de su naturaleza) nos habla de la paz y de la igualdad de todos y cada uno de los seres que conforman nuestro mundo. Pero sobre todo, nuestro sufrimiento se acrecienta y se hace patente en las catástrofes, sobre todo cuando olvidamos que el Padre, el Señor genuino que nos habita no es el sucedáneo obsceno de cualquier Estado y olvidamos, digo, desde la aceptación y el afrontamiento del dolor, que aquél nos mira desde arriba – o desde dentro- con piedad.

                Será desde ese reconocimiento interior de la verdad profunda que habita en cada cual, desde donde no podremos engañar o engañarnos. Ese reconocimiento es la iniciación misteriosa que, desde la amenaza o la realidad de la aniquilación, toma forma –aunque es el vacío- definitiva lejos del engaño de aquello que habíamos tenido como real. Será imprescindible reconocer los signos y símbolos por los que podemos engañarnos o entender la realidad última de nuestros sufrimientos sin ser manipulados.


Francisco Acuyo



[1] Om mani padme hum, es la célebre plegaria que se traduce como La joya está en el Loto.
[2] Campbell. J.: Ibidem, pág. 146.




Plegaria al portador del Loto en las calamidades. Francisco Acuyo


martes, 9 de junio de 2020

LA CATÁSTROFE Y LA BENEVOLENCIA DEL PADRE

Prosiguiendo con la cuestión de las catástrofes y la respuesta del ser humano ante ellas, traemos una nueva entrada para la sección Pensamiento, del blog Ancile, esta vez bajo el título: La catástrofe y la benevolencia paterna.




La catástrofe y la benevolencia paterna. Francisco Acuyo




LA CATÁSTROFE 

Y LA BENEVOLENCIA DEL PADRE




He aquí que, cuando los impropiamente iniciados asumen el papel del padre redentor, pero indulgente (el Estado) pero indulgente, de forma inevitable adviene el caos.  El sometimiento a su condescendencia y misericordia es así mismo inexcusable. Es fundamental la conciliación consciente o inconsciente con la benevolencia del padre, padre que, sustituto positivo de Dios, acabará transformándose en el padre Estado benefactor de todos.

                Esta ha sido y es la vía para la disipación ante los miedos de las catástrofes y terrores de toda índole que pueblan la vida de los hombres en nuestros días, que buscan amparo en la inmortalidad o trascendencia de su poderío. Los mecanismos de aceptación inconsciente del individuo a la superioridad paternal del Estado son una muestra clara de las sociedades marxistas que una vez existieron (y en las que aún persisten).

                La manipulación del individuo está garantizada por la vasta magnitud del padre Estado que se arraiga, más que la realidad política o social de una comunidad, en los instintos inhibidos de sometimiento del hijo al padre sol (como diría Campbell) en lo más profundo y subterráneo del ser humano. El héroe paternal, ya no divino, sino vilmente profanado por el ideólogo sin escrúpulos, es el sustento ante lo imprevisible fenoménico del mundo que a todos aterroriza.
La catástrofe y la benevolencia paterna. Francisco Acuyo

                A mi humilde entender, creo que todas las potencias creativas del individuo acaban sometiéndose ante la catástrofe al arcano primero, básico que origina el mundo, que nos es otro que el progenitor germinal del mundo, el Dios creador, sustituido ahora por el recurso positivo y racional de la patria estado, donde deben permanecer bajo su protección indispensable.

                Este desconocimiento de la inmensidad inconsciente de nosotros  mismos es la que nos lleva a toda suerte de sometimiento, bien institucional religioso[1], o político e ideológico. El sentido o significado profundo que puede  inferirse de las catástrofes y tragedias que pueblan el devenir existencial del hombre, y que a pesar de todo, hace permanecer la generatriz creativa del mundo, nos es otra que la del Ser enigmático que anima el universo, y que en la actualidad se pretende, torpemente,  identificar con la ridiculez interesada y codiciosa del poder político que aspira al poder paterno estatal.

                El inexcusable problema del mal en el mundo, manifiesto en estas hecatombes siniestras que inundan nuestras vidas, trata de ser resuelto por la vía de la heroicidad supuestamente individual dirigida por la mano maestra que gobierna a los hombres en forma del Estado, resultando, con la inhibición profunda del problema, una nueva y más perniciosa contrariedad, la realidad de que no podemos saber la enigmática razón o sentido del devenir y designio de los hechos que tantas veces nos castigan injustamente y nos aterrorizan con su desafuero.

                Acaso seguimos sin entender que el verdadero héroe no es el Padre  (Dios institución o la institución del Estado), sino cada cual afrontando los terrores de su existencia, y no cae en la cuenta de que aquellos son el espejo dónde han de mirarse para contemplar el rostro del verdadero Padre creador y creativo, que en verdad nos mira con piedad.

                Abundaremos sobre esta y otras cuestiones en próximos post de este blog Ancile.




Francisco Acuyo



[1] Obsérvese que digo, institucional, no estrictamente religioso, ya que la intuición de los trascendente en el ser humano es uno de los más enigmáticos sustentos de condición particularmente humana.



La catástrofe y la benevolencia paterna. Francisco Acuyo

jueves, 4 de junio de 2020

SÍMBOLOS DE MISERICORDIA Y LA COVID 19


Para la sección, Pensamiento, del blog Ancile, traemos un nuevo post que lleva por título: Los símbolos de misericordia y la COVID 19.



Los símbolos de misericordia y la COVID 19. Francisco Acuyo



 SÍMBOLOS DE MISERICORDIA 

Y LA COVID 19




Ante momentos catastróficos del mundo se hacen precisas más que nunca las imágenes de misericordia. Los símbolos de este jaez ante la potencial destrucción de lo que conocemos y su energía protectora se hacen más patentes. Acaso se ofrecen de manera más o menos inconsciente los encantos más primitivos como componendas de magia simpatética más diversas. Es así que el mago (institucional, político de turno), ofrece al compungido ciudadano toda una suerte de registros simbólicos –divinos o ideológicos, según se avenga el caso- mediante los cuales el héroe individual se inviste de héroe universal y el ciudadano en cuerpo ecuménico, cuyo esfuerzo es imprescindible para la superación de la catástrofe.

                El dirigente reconoce y pulsa todos los resortes inconscientes del individuo para sobreponer y manipular cualquier intento de oposición a la gestión de recursos materiales y humanos, por muy desastrosos que sean los resultados en el cometido de sus funciones. Es curioso como el  ideólogo maneja estos resortes con gran agilidad y diligencia, aun pensando que los mecanismos llevados a cabo son estrictamente ideológicos (en algunos casos como resultado de la belicosa acción de determinadas clase), cuando en realidad son parte del organismo psicológico más profundo del ser humano.
Los símbolos de misericordia y la COVID 19. Francisco Acuyo


                La misericordia hacia el que sufre se manifiesta mediante la voz del Padre (trascendente –divino-  o político – Estado-) que avisa, advierte y finalmente conmina a aceptar sus recomendaciones. Es pues el ogro, el monstruo simbólico del Padre, desde lo más hondo de nuestra consciencia, el que nos lleva a aceptar la admonición de sus argumentos. Es así que Campbell decía que el individuo debe tener fe en la misericordia del padre y debe confiar en su misericordia.[1]  Es así por lo que en tantas ocasiones el ser humano se somete sin sentir, en momentos de catástrofe, a los poderes político paternales que, sin escrúpulos, sojuzgan, suprimen y dominan no tanto al individuo racional y consciente, como al más bajo e soterrado habitante de nuestras consciencias, invistiendo esta debilidad nuestra como la fuerza y el poder de su capacidad regidora hasta en los momentos más críticos, quedando en realidad el ropaje político ideológico como una mera máscara de su simulacro que aspira en realidad al sometimiento y al dominio.

                El sectarismo de algunos partidos -gobiernos- políticos se manifiesta precisamente en la necesidad que tiene el Padre de ser en extremo diligente y cuidadoso a la hora de admitir en su munificiente casa solo a aquellos que han sido (ideológicamente) probados, así serán objeto de las prebendas, beneficios y regalo del padre, y sus hijos estarán siempre dispuestos a toda obediencia en pos de la voluntad sagrada del padre. Sobra decir que este es el origen de no pocos autoritarios, intransigentes y sanguinarios absolutismos.

                ¿Hasta qué punto estaríamos dispuestos a reconocer en estos tiempos de desventura, escasez e infortunio, nuestro papel individual en el mundo como meras comparsas de nuestros Estados en la gestión de las catástrofes, si es el caso?

                Trataremos de dar respuesta a esta y otras interrogantes que nos afectan, desgraciadamente con tan cruel actualidad en nuevas entradas de este nuestro, vuestro, medio de reflexión y entendimiento que quiere ser el blog Ancile.



Francisco Acuyo



[1] Campbell, J.: ibídem, pág. 122.




Los símbolos de misericordia y la COVID 19. Francisco Acuyo

lunes, 1 de junio de 2020

CUARENTENA EN VERSO. NOVENO DÍA, SILENCIO

Bajo el título Noveno día, Silencio, traemos para la sección  Poesía, del blog Ancile, un nuevo post, que se incluye en Cuarentena en verso.


Noveno día, Silencio, Francisco Acuyo



NOVENO DÍA


SILENCIO



Para Antonio Piedra,
en el silencio
del confinamiento



    EN donde el olvido habita,
sin las criaturas humanas,
el silencio sabe de algo
que solo Dios sabe, y el alma.

   En este páramo de
ausencia, como callada
música oí que florece:
era el fruto de la nada.

   Un modo sin modo, un ser
sin ser que, causa sin causa
en este silencio sube,
sube, remonta, levanta.

   A las sombras de la noche
¡oh silencio!, invoco, pálidas
presencias que en soledad
y olvido al sueño acompañan:

    árbol, tierra, piedra, cielo,
son espíritus que callan
y son silencio que brilla
como presencia lejana.

    El que logra su propósito,
siempre en silencio lo alcanza
y nos enseña el camino
con silenciosa palabra.

   Silencio o luz que, sin modo
ni medida, nos embarga,
sí, silencio que profundo
recoge profunda calma,

    donde la naturaleza
del saber reside en la nada,
sin  espejo, sin reflejo,
ni imagen, ni semejanza.

   El silencio, sí, es la luz
que ciega por siempre el alma
y que se escucha observando
en su música callada.






Francisco Acuyo




Noveno día, Silencio, Francisco Acuyo