LA ENERGÍA DEL VACÍO
CÓSMICO Y LA NADA
, La nueva cosmología conjetura que los procesos inflacionarios que dan
origen al universo y la vida tal y como los conocemos muy bien pudieren
estar produciéndose a partir de nada, como si en realidad el universo de fondo
fuese estacionario pero con innumerables burbujas en inflación[1],
las cuales producen universos en creación o crecimiento. En cualquier caso lo
que parece claro es que la energía debe considerarse a la luz del
comportamiento del vacío cuántico de manera ambivalente: como energía de
movimiento –positiva- detectable y medible, y la energía potencial –negativa-
reconocible en el ámbito cuántico solo
mediante el cálculo de probabilidades y en el cosmológico reconocible en el
cualquier cuerpo que esté influido por la gravedad. De todo esto cabe inferirse
que la nada –vacía- del mundo de lo físico, aunque se acerque mucho
energéticamente al cero, nunca es cero absoluto. Se ha tratado de explicar esta
extraña conclusión mediante teorías diversas como la de cuerdas[2],
cuya singular naturaleza pudiere explicar tan raro comportamiento.
El
universo creatio ex nihilo, mediante
cuya concepción pudiésemos situar a la nada, no es fácil de encontrar en la
cultura y mitología humana, de hecho el cristianismo –judaísmo- es la de las
pocas tradiciones que la abraza de manera casi natural; en otras, el cosmos es
una suerte de universo estacionario que existió siempre, u otras que aceptan
una visión cíclica del mismo. Esta creación, que no formación, justifica la Potencia
divina, si es que la creatio divina
es superior a cualquiera otra incluida la artística.
Si
la matemática ha servido para demostrar la realidad física –material- de los
fenómenos y realidades físicas de la naturaleza, también ha sido y es fuente de
no poca controversia, y desde luego en el ámbito de lo vacío o de la nada
también lo será, es por eso que la matemática puede hacer existir prácticamente
cualquier cosa, incluida la nada o el vacío absoluto, aunque esto no explica
nada de la nada misma.
Aunque en
física se sepa que la ausencia de la
energía de vacío permite una panoplia de posibilidades abierta para almacenar
información[3] que permita la creación y perpetuación de
vida en el universo, tampoco ofrece una respuesta a lo que esta ausencia –nada-
sea. No obstante, sí que podemos establecer un curioso nexo entre esta nada y
la información. Nos atrevemos a afirmar que la nada muy bien puede tenerse como
verdadero antagonista o sombra de la materia que, sin embargo, propicia la
información. Creo que este será el momento oportuno para que haga acto de
aparición otro fenómeno no menos misterioso como es el de la consciencia, si
este es, al fin y al cabo, el que reconoce el conocimiento que aporta toda la
información reconocible. Podemos concluir que en verdad la nada no es nada de
lo que parece. Incluso podemos hacer una declaración -¿de intenciones?- que
pudiere resultar perturbadora, a saber: la nada es el sitio del cosmos, pero en
el cosmos no hay sitio para la nada.
El vacío enorme
aceptado y reconocido en el mundo del átomo –entre electrones y el núcleo del
mismo- y de que todo y todos estamos constituidos de átomos, resuelve este hecho
la decisión ineludible de reconocer que en realidad todo –incluido nosotros- no
es, no somos tan consistente(s), de hecho consistimos en muy poca materia y
mucho vacío, es así que el mismo Max Planck,[4]
concluía: …después de haber estudiado el átomo, te aseguro que no hay materia
entre sí. La velocidad de la luz será el
límite de la materia. ¿En la nada – o el vacío- existen esos mismos límites? ¿O
la nada forma parte de todo, aunque lo que conforma ese todo no conforme a la
nada? ¿Estamos hablando de la nada cuando afirmamos que, si está fuera del
tiempo y del espacio, de un perpetuo aquí y ahora? ¿Qué papel juega la
conciencia en el ámbito de la nada, si parece que en esta puede persistir o ser
fuente información para el conocimiento? Estas y otras cuestiones debatiremos
en las próximas entradas del blog Ancile.
Francisco
Acuyo.
[1] Barrow.
J.H.: op. cit. p. 303.
[2] La
teoría de cuerdas establece que las partículas fundamentales son en realidad
vibraciones de objetos aún más básicos, filamentos o cuerdas que, en su
minúscula urdimbre de cuerdas vibran en un espacio de más de tres dimensiones.
[3] Barrow.
J.H.: op. cit. p. 351.