Traemos para la sección Editoriales amigas del blog Ancile, una entrada especialmente hermosa y a un tiempo divertida, llevamos a nuestro blog la versión de poemas y obra de (El libro de buen amor y otros poemas) del imprescindible Arcipreste de Hita, en versión singular y preciosa de nuestro amigo, poeta y profesor Juan Ramón Torregrosa, editada para la ocasión por la editorial Iglú, en su colección Clásicos 12 +, y que lleva por título Don Carnal y Doña Cuaresma y otras historias del Arcipreste. Edición que recomendamos para infantes, jóvenes y público en general, amantes todos de la buena literatura. Esta versión, que no se adapta a otras más modernas inscritas en cuaderna vía y prosa, obtiene un resultado vívido, alegre, exquisito, más adaptado a las preferencias del que versiona (no olvidemos que es un selecto poeta) y que hará las delicias de sus lectores, y todo acompañado de bellas ilustraciones de la obra de Peter Brueghel el viejo (portada) u otras extraídas de códices medievales. Hacemos una selección de algunos de los textos para disfrute de nuestros incondicionales, reiterando nuestra recomendación para adquirirlo.
DON CARNAL Y DOÑA
CUARESMA
Y
OTRAS HISTORIAS DEL
ARCIPRESTE
PROPÓSITO
DEL LIBRO DE BUEN AMOR
En el siglo catorce,
en
Hita destinado,
un
risueño Arcipreste,
Juan
Ruiz tal vez llamado,
fizo
un largo poema,
por
todos muy loado,
Libro
de Buen Amor
años
después nombrado.
A
Dios Padre y al Hijo
y al Espíritu Santo
les
pide que iluminen
con
la gracia su canto,
y
pueda así rimar
un
libro con encanto
que
los cuerpos alegre,
las
almas otro tanto.
Promete
no mentir,
pues
lo que va a contar
en
versos bien compuestos
y
fermoso trovar,
para
que todos puedan
con
placer escuchar,
es
lo que la gente hace
y
vemos sin parar.
No
se trata de un libro
necio
de devaneo;
alejarnos
del loco
amor
es su deseo.
Igual que un buen dinero
se guarda en vil correo,
así,
en un feo libro
se
halla saber no feo.
Otros
ejemplos pone,
con
tino,
el Arcipreste,
pues
quiere que su libro
a
errores no se preste.
Entre
espinas se oculta
la
noble rosa agreste,
así,
bajo la burla,
el
Buen Amor celeste.
EL ARCIPRESTE Y LAS MUJERES
I
De cómo humanos y animales, por naturaleza,
desean la compañía del
sexo contrario.
Aristóteles dice
que
por dos cosas
todos
los seres vivos
luchan
e imploran.
Una
es por el sustento
y
lo segundo
por
haber descendencia
para
el futuro.
Cuando
llega el buen tiempo,
en
primavera,
los
animales buscan
a
su pareja.
El
hombre y la mujer,
con
gran deleite,
sin
control ni medida
siempre
que pueden.
Como
todos los hombres
el
Arcipreste,
libre
del Loco amor
vivir
no puede.
Así,
por ser humano
y
pecador,
por
las mujeres siente
un
gran amor.
Probar
todas las cosas
puede
ser bueno
si
después lo mejor
coger
sabemos.
DON MELÓN Y DOÑA ENDRINA
Y LA VIEJA TROTACONVENTOS
I
Don Melón enamorado
Como
cuenta el Arcipreste
que
fue de Hita, y así nombran,
don
Melón, perdido el seso,
flaco,
a doña Endrina adora.
Viuda
en plena juventud
y
de don Melón vecina,
es
su muerte y su salud,
por
ella pierde la vida.
Lozana
y de alto linaje,
cortés,
graciosa y muy rica,
apenas
sale de casa,
su
madre guarda y vigila.
Cuando
don Melón la ve
aún
crece más su herida,
no
puede ocultar su daño,
para
sí exclama y suspira:
“¡Ay, Dios, cuán fermosa viene
doña
Endrina por la plaza!
¡Ay,
qué talle, qué donaire,
qué
alto cuello de garza!
¡Qué
cabellos, qué boquita,
qué
color, qué buenandanza!
Con
saetas de amor hiere
cuando
los sus ojos alza!”
Unas
palabras de amor
decirle
tiene pensado,
con
tanta gente en la plaza
por
otras las ha cambiado:
“Allá
en Toledo casarme
con
una rica doncella
querían
unos parientes,
mas
esta fue mi respuesta:
que
mi cuerpo no sería
de
nadie más que de aquella
que
ya mi corazón tiene
y
me hace morir de pena.”
Cuando
todos se han marchado
y
están solos en la plaza,
don
Melón a doña Endrina
sus
quejas de amor declara:
“En
el mundo non hay cosa
que
yo ame si no es a vos.
Dos
años son ya pasados
que
peno por vuestro amor.
Ni
me suelta ni se aleja,
ni
sé vivir sin él yo;
por
vos sufro, peno y muero
y
os adoro más que a Dios.
Otra
razón no se atreve
a
exponer mi corazón
hasta
que de vuestros labios
tenga
yo contestación.”
Doña
Endrina, con enfado,
de
este modo respondió:
“Vuestros
dichos y palabras
no
los aprecio un piñón.
A
engañar a otras Endrinas
podéis
iros sin temor,
que
escarmentada me tengo
en
cabeza ajena yo”.
“No
todos somos iguales
ni
los dedos a la par;
los
justos por pecadores
suelen
a veces pagar.
Ante
Dios juro, señora,
que
solo digo verdad.
Si
no me creéis, conmigo
otro
día vos quedad.
Mis
razones os diré
y
yo de vos sabré más;
si
hombres y mujeres hablan
crece
mucho la amistad.”
“Honra
es, dice doña Endrina,
con
cordura conversar,
pero
estar sola con hombre
la
mujer no debe estar;
si
lo hiciere, mala fama
entre
la gente criará;
ante
testigos podemos
sin
temor alguno hablar.”
Don
Melón, con tal promesa,
ve
colmado su deseo,
mas
otro allí solicita
a
doña Endrina con miedo:
“Señora,
yo sólo os pido
que
cuando juntos estemos,
si
hubiese tiempo y lugar,
vos
y yo nos abracemos.”
Doña
Endrina le responde:
“Lo
que pedís no concedo,
puesto
que es cosa probada
que
los hombres, con sus besos,
a
las mujeres engañan;
esto
tenedlo por cierto,
que
no hay dama que resista
con
tan grande encendimiento.”
DE DON CARNAL Y DOÑA CUARESMA
En
su libro llamado
de
Buen Amor
el
Arcipreste de Hita,
con
fino humor
y
deleite para ojos
y
paladar,
la
lucha que cada año
tiene
lugar
entre
doña Cuaresma,
ética
y flaca,
y
el grueso don Carnal
con
sus mesnadas,
a
todos nos presenta
con
gran detalle,
al
tiempo que parodia
serios
combates.
En
lenguaje más simple
y
cortos versos
esta
jovial historia
yo
aquí te ofrezco.
Espero
que te guste,
y
si así fuere,
el
Arcipreste de Hita
te
lo agradece.
En
su Libro hallarás
otras
historias
igual
de divertidas
y
tan sabrosas.
Versión de Juan Ramón Torregrosa