Para la sección Amistad y poesía del blog Ancile, traigo un nuevos post que lleva por título Semblanza del agua, dedicado al entorno del agua y jardines del Aljibe del Rey y las personas que con tanto cuidado y cariño cuidan de su mantenimiento.
Fotografía de Juan Enrique Gómez |
SEMBLANZA DEL AGUA
Fotografía de Alejandro Martínez |
Estos jardines, estas fuentes,
estos aljibes; esos mirtos, esa
alberca, aquellos vivos, lueñes o cercanos cauchiles; todos para modular cantos
nacidos, o para cantados, ser entre las criaturas que hubieron de surgir de las
aguas como de sus propias cenizas, recobrando lo vital del universo mundo para
regocijo de cualquiera conciencia que se distingue entre lo vivo. Y es que el
agua ha sido cantada en los festines y los santos días, y en aquellos cantos,
los que atentamente los hubiesen oído, hubieron de alzarse, edificarse, levantarse, porque su objeto es
hacer a las almas virtuosas y más maduras a la belleza, para, luego, ser gastadas como fuego que se consume en
provecho del espíritu sublime. Esa es el agua, dueña de todo lo evidente, mas
también de lo oculto en el más oscuro de
los enigmas.
¿Cómo no va a sentir el influjo enigmático del agua cualquiera espíritu sensible que en ella apreste la atención? Verla, oírla, y aún tocarla, olerla o gustarla es constancia de una presencia que infunde por doquier una inmensa y delicada alegría: los astros todos en constelada asamblea hubieron de dotar al agua con sus más excelentes y misteriosas perfecciones. ¿Quién no desea probar en este entorno mirífico la fruta de su árbol celeste?
Fotografía de Alejandro Martínez |
Es
el agua de estas fuentes y estanques, delicado y cristalino piano y, nuestros
sentidos, el transparente teclado que pertoca intuitivo en la música de su luz
celeste. ¡Cómo me gustaría quedar, aunque fuese con el fulgor melancólico de la
palabra, para siempre grabado a fuego en los muros que observan de consuno el
fulgor divino de tus aguas!
Quisiera,
a tenor del riguroso edicto que propaga el mandato del agua entre tanta
belleza, permanecer mi alma con estos y otros versos diluida entre tus aguas y
floreciendo en tus jardines, y es que mi alma está confiada a vuestra
discreción en sus acciones y pensamientos más entrañables o escondidos,
quisiera, en fin, al ver la divina proporción de tu belleza, mezclar mi aliento
y mi sangre entre tus aguas, si es que del agua recibimos el ser y la vida,
pues veo y siento en tus límites y cercanías una morada apacible y un hogar
sereno.
Son
estas aguas líricos espejos donde muy bien pudieren aprender las almas
sensibles el arte del poético tocado entre sus arcanos reflejos, con los que
halagar el gusto en la más próspera belleza, y es que estas fuentes
proporcionan en forma de delicioso testimonio serenidad, armonía y afecto que
no envidia a los grandes y no desprecia a los pequeños. Ved, oíd, oler, tocar, gustar el agua en estos
patios y jardines en todo el orgullo de su gloria y poético apogeo.
Francisco Acuyo
Fotografía de Alejandro Martínez |
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