Para la sección, Editoriales amigas, el blog Ancile trae en esta ocasión al gran poeta peruano Carlos Germán Belli (Lima 1927), con motivo de la publicación de su libro, Entre cielo y suelo, editado tan bellamente como acostumbra la editorial Point de lunettes, de Sevilla, en su colección, Los abisos de point, número 1, que, junto a su edición en rústica, ofrece una tirada limitada en edición especial en rama para suscriptores, y con el que se inaugura dicha colección, dedicada a la literatura hispanoamericana y que cuida con gran dedicación Inmaculada Lergo. El diseño corre a cargo de Mª Jesús Casermeiro, quien, con mano maestra custodia y preserva los diseños de la editorial -e impecablemente impreso por Entorno gráfico Ediciones-. Traemos para la ocasión unos pocos poemas (tres de ellos: A mi madre farmacéutica, A la memoria de mi hija mariella y Alma y Orión, como mínima muestra de tan hermoso conjunto y) de dicha selecta publicación, y todo con el fin de recomendarles la adquisición de este libro imprescindible en el que desfilan inseparables la belleza poética y el impulso vital, siempre tan enérgico, que caracteriza a poeta tan singular.
CARLOS GERMÁN BELLI,
ENTRE CIELO Y SUELO
A MI MADRE FARMACÉUTICA
Suprema descendiente, oh madre mía,
eres de los mayores alquimistas,
porque temprano fuiste farmacéutica,
que así la vida humana prolongaste
en virtud de tu ciencia en ti divina,
y en fin menos dolor y más salud,
por donde tú anduviste
de continente a otro continente
preparando tu gran farmacopea
como para escudar
con un medicamento al mundo entero.
Dotada con el don de la sapiencia,
con el cual tu existir iluminaste
de la cuna a la tumba día a día,
colocándolo en el central paraje
de la galaxia en donde radicabas,
que la tornaste en clara estrella fija,
y por cierto también
pensaste en los queridos seres tuyos,
a quienes elevaste con tus luces,
desde el terrenal suelo
hasta el cielo a la mano por ti solo.
El amor filial todopoderoso
y el materno dechado similar
allí entre tantas perfecciones tuyas,
que por tu madre fuiste cumbre humana,
y por mi padre igual, tu amado esposo,
y tus hijos, tus seres entrañables,
pues gracias a ti todos
disfrutamos el sumo sentimiento,
palpitante en los átomos de uno,
y por ello pasamos
como bajo un escudo por el mundo.
Canción, sin duda alguna,
por mi madre te encuentras aquí ahora,
y por ti ella renace
con sus mil atributos plenamente,
y yo y tú y ella juntos
por siempre en este espacio terrenal.
A LA MEMORIA DE MI HIJA MARIELLA
Eres el sol que en nuestra casa brilla
en tu perpetuo estado terrenal,
bella e inteligente tú no más,
con la beldad de tu semblante único
y esas tus mientes que entran en el mundo,
que tu faz y tu mente soberanas
son entre cielo y suelo,
porque estos dones nunca se presentan
juntos ante la vista general
tal si fuera muchísimo
fulgor para los ojos del humano,
ue mente acá y beldad allá por siempre.
Cultivas el amor de Eva y Adán,
y por igual el de hija y el de madre,
he aquí tu corazón latiendo ahora
en uno y otro punto cardinal,
como probando de que es infinita
esta visible fuerza del espíritu,
que a cada cual nos une,
y acompañados por la vida vamos,
exactamente como tú, Mariella,
tal madre, hija y esposa
no obstante tu edad terrenal no larga,
¡ejemplo de amor dejas tras de sí!
Estás en la memoria de los tuyos
como recuerdo fiel que no se borra,
sin duda lo mejor de ti por cierto
seso y beldad allí muy juntamente
hasta ser una sola cosa siempre
bajo el estado del variado amor,
que estas palabras mías
están demás del todo ahora aquí,
porque entre cielo y suelo terrenales
tus dones palpitando,
como en el grato ayer cuando tú estabas,
hoy igual y también mañana. Amén.
Canción, he aquí por fin
beldad y mientes juntas bajo el cielo,
indivisiblemente,
por primera vez en el vasto mundo,
ambos lustres
brillando
al unísono por doquier ahora.
EL ALMA Y ORIÓN
En la edad prolongada al fin se yergue
todo un largo
camino de palabras
desde el terrenal
mundo acá creado
a los astros de la celeste bóveda,
que lo uno y lo otro conectados quedan
por vez primera y
por siempre ya,
en el sumo universo,
justo como la palma de la mano
para estrecharla qué efusivamente
mañana, tarde, noche,
lo cual en buen romance significa
que esta alma oriunda de la baja Tierra
con alto Orión es una sola cosa.
Pero en honor a la verdad confieso
que las palabras en la mente yacen
y ni un instante salen hacia el cielo,
en pos del reino sideral ignoto,
que son un pensamiento inamovible,
encaminado a las alturas máximas,
paradójicamente
no en la grey toda, sino en solo uno,
y además solitario para siempre,
que en vigilia y en sueño
con uña y dientes piensa muy fielmente
en esa Vía Láctea nunca oscura,
como el Edén de la infinita vida.
Pues sea como fuere el ir a Orión,
acá y allá lo unimos con palabras
que directas van a posarse raudas
en cada astro en el firmamento fijo,
en donde proliferan cien mil veces,
tal una y otra constelación clara,
y el reino interior próximo
ya no está codo a codo nunca más,
y en cambio todo el éter infinito
en primer plano acá,
que justamente allí empieza la vida
después del auroral materno claustro,
y astro a astro enseguida escudriñarlos.
Carlos Germán Belli, de Entre cielo y suelo