Cerrando ya, no por agotamiento del tema, que da para mucho más, la cuestión de las últimas tecnologías de la información en el ámbito del conocimiento, expondré unas pocas aproximaciones al respecto, y lo haré para la sección de Ciencia, del blog Ancile, y bajo el título: El algoritmo del sufrimiento.
martes, 28 de mayo de 2024
EL ALGORITMO DEL SUFRIMIENTO
viernes, 24 de mayo de 2024
LA CONCIENCIA POÉTICA Y SU REALIDAD INMARCESIBLE (MÁS ALLÁ DEL SIGNIFICADO)
Abundando sobre la singularidad del lenguaje poético y la emulación de este por la lA, traemos un nuevo post para la sección de Ciencia, del blog Ancile, bajo el título: La conciencia poética y su realidad inmarcesible (más allá del significado).
LA CONCIENCIA POÉTICA
Y SU REALIDAD
INMARCESIBLE (MÁS
ALLÁ DEL SIGNIFICADO)
Recordamos que en el lenguaje poético toda aquella cadena de significantes que caracterizan dicho lenguaje devienen por la experiencia, razón por la que someterlas al mero cómputo de datos es un propósito que resulta inverosímil, inferimos pues, que la mera emulación de dicho lenguaje (poético) por uno o varios algoritmos seleccionados para tal fin, limitados siempre al manejo de datos, fuera de toda experiencia, queda en eso, en una emulación.
No obstante, la tarea del manejo en el ámbito de la emulación de la IA de este lenguaje singular aunque sea para su imitación, es extraordinariamente compleja, pues, va más
allá de que dicho lenguaje resulte transparente, (no solo pretende es transmitir
una idea), que al estar dirigido hacia sí mismo (Tzvetan Todorov) es opaco. Este lenguaje y sus figuras llegan a situarse más allá del uso común de la lengua,
siendo este desvío el rasgo distintivo del mismo. No hará
falta hacer aquí una descripción de todas u cada una de las anomalías que pueden
detectarse y que provienen de lo más genuino de la experiencia de aquel que las
usa, ya sean anomalías de sonido-sentido, sintácticas, semánticas o las que
tiene que ver con la ruptura del signo y su referente, y esta especialidad será
así, incluso en los casos que intentan una poesía (pura) en la que no aparezcan
figuras (si es que este no es también un ejercicio retórico siempre subjetivo,
personal e intransferible).
Si entendemos el lenguaje como algo vivo, lo será también, aunque de manera muy singular en el lenguaje poético. Y cuando advertimos de que está vivo, lo hacemos atribuyendo las características propias de lo que lo está: su organicidad sistemática está llamada a sostenerse por sí misma y a replicarse y a evolucionar y sobre todo dispuesta para crear.
Así
pues, el lenguaje poético impone su ley de creación que, más que oponerse a la
presencia de las cosas, busca su sustitución abstracta, la cual se sustenta en lo
que se dice o se supone que es ficción, y que yo digo que es conciencia. Conciencia que
está presente en el que concibe el discurso poético, así como en el espíritu avisado que lo lee o
transcribe o interpreta, y que sabe en el fondo le es común, como es común y a la vez
distinta cualquier conciencia y que, no obstante participa del rasgo misterioso
que la hace, aun en su invisibilidad, real e indiscutible, acaso más que cualquiera otra cosa que sobre
el mundo exista.
La
conciencia poética se hace inmarcesible en virtud de que crea y se sustenta en la
consecución de la belleza. Esta se distingue y se crea no solo en virtud del
manejo del tropo, también de la música (métrica) del verso que estará íntima
(orgánicamente) configurada y por tanto viva, y del tratamiento peculiar de su gramática, vinculados
a todos y cada uno de estos elementos a la secuencias experienciales que se
traducen en su peculiar discurso poético.
La IA puede emular este lenguaje, sí, y ofrecer un simulacro más o menos conseguido del mismo en virtud de la complejidad e ingenio del matemático que configure sus algoritmos, e incluso, a través de la emulación métrica y de rima, proponer la ilusión de dislocar el paralelismo fono-semántico del discurso genuino poético, pero jamás sustituirlo, y es que, a diferencia del poeta, o del lector avisado de poesía, jamás podrá tomar conciencia de su propio funcionamiento y advertirlo y sujetarlo a su propia experiencia vital, hacerlo, en fin, autorreflexivo, y como la vida misma moverse en la ambigüedad que acaba por relajar las conexiones lógicas para decantarse por las emocionales y subjetivas, aunque luego tengamos que volver al código para hacerlas inteligibles, aunque se sostenga siempre un aura enigmática que va más allá del significado y que acaso conecta a la poesía con el lado más profundo de lo que la vida manifiesta de manera más enigmática, que es la conciencia misma.
Francisco Acuyo
martes, 21 de mayo de 2024
PINTURA DE UN SATORI*
Para la sección de Poesía del blog Ancile traemos un poema que lleva por título: Pintura de un Satori.
Despliega universal la brisa una distancia
que, a mi mejilla, como un temblor de luz apenas
llegó caricia azul sostenido en su fragancia:
instantes no vividos que serán azucenas
de tiempo en donde eterna es y libre su sustancia.
Así, no distinguía
la tierra que pintaba,
ni el monte de mi mano ágilmente dibujado,
ni el árbol, ni la piedra, ni el cielo, pues quedaba
en mi alma todo como de sí misma conformado:
mas ¿yo, quién era?, ¿y quién el paisaje que pintaba?
Al fondo del paraje:
el monte, el árbol, el cielo,
la piedra, el resplandor de un cosmos jamás hollado
esplende; dibujó entonces mi mente en vuelo:
pintó un retrato o mundo que no supe, llegado
aquel momento, quién pintor era y quién modelo.
Francisco Acuyo
viernes, 17 de mayo de 2024
EL LENGUAJE POÉTICO Y LAS ESQUIZOIDES RELACIONES IRREPRODUCIBLES DE AQUÉL EN EL PROCESO DE DATOS
Para la sección de Ciencia del blog Ancile, traigo un nuevo post que prosigue las indagaciones anteriores sobre el lenguaje y las herramientas tecnológicas de última generación, y todo bajo el título: El lenguaje poético y las esquizoides relaciones irreproducibles de aquél en el proceso de datos.
EL LENGUAJE POÉTICO Y LAS ESQUIZOIDES
RELACIONES IRREPRODUCIBLES DE AQUÉL
EN EL PROCESO DE DATOS
El proceso de datos a través de herramientas sofisticadas y potentísimas como la IA, ha llevado al arte, a la literatura, a la misma poesía, a una situación inédita en la actualidad. El manejo del acervo inmenso de datos, como nunca antes la humanidad había tenido a su disposición en tiempo de vertiginoso, ha llevado a la utilización de estas herramientas de información como emulaciones creativas de aquellas artes, llevando a situaciones de enorme confusión.
Nada tengo que objetar en el uso de aquellos útiles digitales como apoyos para la creación literaria, musical y artística. Pero, ¿podemos atribuir a estos procesos de datos dirigidos por complejos algoritmos, el valor de creativos? En anteriores ocasiones en este mismo medio reflexionaba al respecto. No voy a reiterar los mismos argumentos generales en este debate, pues me voy a centrar en el lenguaje poético y determinadas características del mismo que me parecen lo suficientemente genuinas que, incluso en el proceso de deconstrucción y reconstrucción del lenguaje poético ensayado por las máquinas de cómputo, no pude ser comparable, al menos por el espíritu avisado en este vasto y a veces imprevisible dominio de la lengua poética.
Cuando se dice que el uso desviado del lenguaje usado por el poeta supone una ruptura con la convención del mismo, se sugiere acaso mucho más que una trasgresión de aquel, porque, además, propone una sutilísima manipulación en el proceso que lo constituye conceptualmente . Este procedimiento singular de por sí, es ya un enorme reto para el ingenio emulador de poemas, ya que su organización sutilmente reglamentada(rítmica, sintáctica y retórica) ofrece una estructura que expone una relación entre los términos (lingüísticos) que la componen extremadamente singular. Dicha relación es el componte genuino que trasciende el significado común y lo lleva al mundo de la analogía y la metáfora y cuyo valor connotativo es el que primará sobre el denotativo o prosaico.
Ahora bien, de lo expuesto lo anteriormente, cabe decir que aquellos términos entendidos como poéticos lo serán en virtud de su singular entrelazamiento, pues aisladamente no podrán ser nunca poéticos. Serán precisamente aquellas infracciones del código (lingüístico) interrelacionadas las que serán imposibles de reducir a un proceso mecánico cuantitativo, ya que basan sus significados singulares en la reestructuración de otro orden que nos conceptual denotativo, sino plenamente connotativo y motivado por la emoción, la experiencia vital, el pensamiento profundo o la indagación de lo intuitivo trascendente, que será, en fin, lo que llevará a adquirir un nuevo sentido, ligado subjetivamente al que lleva a cabo su discurso.
Serán estas afasias (Jakobson) de semejanza (metáfora), contigüidad (metonimia) o trasposición de sentidos (sinestesia) los que la máquina de cómputo no podrá relacionar, porque para ello ha de tener conciencia de su propia experiencia sensorial para poder establecer estas ¿extrañas? relaciones entre lo semejante o lo contiguo, o, la no menos rara relación, reunificación o trasposición entre las diferentes percepciones sensoriales (propio de la sinestesia), que pueden ser llevas al ámbito mismo de la abstracción (estas últimas, mal denominadas abstracciones sinestésicas).
Como vemos estas complicaciones del uso del lenguaje poético llevan a la máquina poética (y sobre todo al que tiene que construir los algoritmos que describen su funcionamiento) a una situación en la que el dato se muestra insuficiente para construir aquellos patrones vivos que interaccionan creativamente y que no pueden ser emulados en el proceso de datos al uso, pues este está sujeto a su procedimiento mecánico.
Veremos algunas apreciaciones más en este ámbito del lenguaje poético y la realización de algoritmos de las máquinas de creación de versos, será en la próxima entrada de este blog Ancile.
Francisco Acuyo
martes, 14 de mayo de 2024
CONCIENCIA Y TRANSEXPERIENCIA: O LA CONFUSIÓN DE LA HERRAMIENTA CON EL SER CONSCIENTE QUE LA UTILIZA
Es muy posible que el instinto o intuición de lo trascendente, en una sociedad del imperio de lo material y del avance tecnológico, haya llegado al punto de no distinguir la propia tecnología y su indiscutible utilidad, con la propia conciencia que hubo de crearla, esto se relata en el siguiente post para la sección de Ciencia del blog Ancile, y todo bajo el título: Conciencia y transexperiencia: o la confusión de la herramienta con el ser consciente que la utiliza.
CONCIENCIA Y TRANSEXPERIENCIA: O LA
CONFUSIÓN
DE LA HERRAMIENTA CON EL SER
CONSCIENTE QUE LA UTILIZA
Visto y entendido lo expuesto en
anteriores entradas, será de mucho interés que la búsqueda para la generación
de entidades sintientes artificiales por parte de la IA, teniendo como
sustrato básico de configuración la materia inanimada en la que tratan de
sostenerse las ordenes algorítmicas y los datos que manejan, debemos de reconocer
que será reducidos a una suerte de abiogénesis, mas si es posible la generación
de vida artificial, debemos entender que esto será al fin biología y no meras
emulaciones computacionales.[1]
Mas, ¿esto implica que puedan ser susceptibles de tener conciencia?
Para
dar respuesta a esta interrogante, acaso deberíamos indagar en los ámbitos de
la psicología evolutiva o de la misma paleopsicología, desde donde inferir los
orígenes mismos de la conciencia a través del estudio de la mente y su
evolución. O tal vez, en una aproximación mucho más audaz, si la propia existencia
es un producto de la conciencia como fenómeno, o lo que es lo mismo, que bien
puede ser que la conciencia sea algo que de por sí ya esté ahí fuera[2]
que trascienda lo que entendemos como conciencia personal. Aunque esto puede
sonar a cierto misticismo, bien pudiera ser que exista transpersonalmente una
conciencia universal que acaso explique muchas cosas del ámbito de lo
estrictamente físico que de otra manera no se puede sin caer en serias
contradicciones, en cualquier caso, sabemos, con Schopenhauer, que el
entendimiento de la naturaleza debe partir de un aprendizaje que parte de nosotros
mismos y no a la inversa, es decir conocernos a nosotros a partir de la naturaleza.
Uno
de los grandes temores que ofrece la IA es que con el tiempo, su gradual desarrollo,
lleve a potenciar un mundo en el que las personas acaben por diluir sus
capacidades cognitivas y de interacción social, dependientes de la IA, lo que
pone en evidencia la enorme diferencia de interacción del ser
consciente con su entorno que, a su vez, pone de relieve quién tiene conciencia
y quién maneja datos para favorecer y hacer más cómoda una existencia sin
esfuerzo (acaso sin dolor), siendo esto(s) aspectos fundamentales de la entidad
consciente, para olvidar al fin, que la IA es una interesante herramienta, pero
eso, nada más (y nada menos).
¿Seremos
los humanos capaces de entender esta distinción primordial entre la
inteligencia como útil importante y la conciencia misma que hubo de crear
aquella sofisticada herramienta?
Indagaremos
sobre todo esto en próximas entregas del blog Ancile.
Francisco Acuyo
viernes, 10 de mayo de 2024
LA SUSTANCIA DE LOS ÁNGELES
Para la sección de Poesía del blog Ancile, traemos un nuevo poema del libro inédito Criaturas de frontera, que lleva por título: La sustancia de los ángeles.
LA SUSTANCIA DE LOS ÁNGELES
IMAGEN era de
inmortal legado,
pues, sin espejo, el universo todo
tuvo en la misma nada reflejado.
Era el instante
modo
de eternidad que tiende amable el puente
entre carne y espíritu, luciente
vínculo que entre el ser y toda forma
consistente en la nada se conforma.
Era, en fin,
todavía
entre la sombra luz innominada
u origen sin principio;
era estrella fugaz en rebeldía
que encontrase en la nada
cualquiera participio.
De la luz era
vívida sustancia,
era la voz del pino o del magnolio
cuando el viento no sopla,
era exquisita y límpida fragancia
que canta flor dormida en el expolio
del otoño, era el ritmo que no acopla
en el silencio siempre luminoso
la música callada
que suena en el reposo
del ser que forma el cuerpo de la nada.
Era, en fin,
sin espejo, el leal modo
de la imagen en inmortal legado
que el universo todo
tuvo en la misma nada reflejado.
Francisco Acuyo
martes, 7 de mayo de 2024
COMUNICACIÓN, TRANSFERENCIA DE DATOS Y POTENCIAL CREACIÓN DE LA IA
Para esta nueva entrega, incluida en la sección de Ciencia del blog Ancile, seguiremos reflexionando sobre la IA, desde los ámbitos de la comunicación y la transferencia de datos, a los potenciales procesos de creación que pudieran capacitarla como creativa, y todo ello bajo el título: Comunicación, transferencia de datos y potencial creación de la IA.
COMUNICACIÓN, TRANSFERENCIA DE DATOS
Y POTENCIAL CREACIÓN DE LA IA
En la anterior entrada
resaltábamos una tendencia, a nuestro juicio errónea, al confundir conceptos en relación con los
procesos de transferencia de datos (a través de ingenios informáticos como los
ChatGPT) con organismos genuinos, al denominarlos por algunos entusiastas de IA como organismos virtuales. Es innegable que el proceso de datos es un
mecanismo más o menos complejo, pero en modo alguno se comporta de manera tan singular a como lo haría
un organismo vivo, en virtud de la estructura especial y la interrelación con el mundo exterior de estos últimos.
Dicho
esto, nos parece, por muy esmerada que se exorne su exposición, una ilusión establecer un parentesco serio (al menos por ahora) con un organismo vivo, pues, al definir el prompt inicial
de condiciones para una conversación con uno de estos mecanismos de IA, más o
menos elaborado en sus algoritmos de respuesta (extensión, estilo, tono, o
cualquiera otro aspecto que al diseñador se le ocurra), estemos, digo, ante un organismo
que interacciona orgánicamente, en realidad, cuando lo que hace es tratar e intervenir
datos (muchísimos datos) que pueden acabar por generar la fantasía de mantener una relación viva con sos ingenios informáticos. Este
espejismo o delirio se acrecienta cuando re-formulamos, o regeneramos una
respuesta a la misma pregunta, y si modificamos algunos de los parámetros de
nuestra interrogante (decíamos, extensión, estilo, tono…). Sin embargo, la
extraordinaria potencia de la IA nos lleva un paso más allá para aumentar la
ilusión de una interacción con un organismo vivo, a saber: la capacidad de
aquellos ingenios de discusión de aceptar datos nuevos que pueden incorporarse
a su ya ingente base de datos, ya que todo lo cual produce la fantasía de aprendizaje.
¿Hasta qué punto esta extraordinaria capacidad de la IA puede hacernos perder de vista la realidad de su formidable capacidad de tratar datos? En un principio todos convenimos en que la IA no tiene emociones, intencionalidad o conciencia, entonces ¿de dónde proviene esa ilusión inquietante de que tratamos con un ser vivo, no solo inteligente, sino incluso consciente? Acaso de nuestra propia capacidad creativa de ficción y de creación manifiesta en ingenios de la más diversa índole, que incluye a la propia IA.
Hay
otro relato que potencia todavía más esa fantasía de relación viva con la máquina:
a saber, una posibilidad: la generación
de ordenadores cuánticos capaces de potenciar, aún más si cabe, la capacidad de procesos de datos, y lo haría de manera exponencial. La superación del bits (en su procedimiento
de 1-0 para la computación de datos) que nos llevaría al cubits que, supuestamente
(según establece la propia mecánica cuántica) es capaz de cosas increíbles. Por ejemplo: dichos cubits pueden estar en el
estado 0 y 1 simultáneamente (superposición cuántica) o en combinación de ambos.
Esta interconexión enigmática, extrañísima pero real en el mundo cuántico ha
extrapolado toda una suerte de ficciones más o menos sugestivas que llevan a
una realidad también muy sugerente: cada vez se depende menos del hardware y más de
los algoritmos y datos de los que, en definitiva, se nutre la IA.
Una duda no menos relevante (e inquietante) sobre la posibilidad de la gestión de datos a
través de ordenadores cuánticos surge cuando se los pone en análoga disposición a un
cerebro humano y sus singulares redes neuronales. Esta posibilidad, al fin, nos llevaría a la
creación de los denominados robots blandos, capaces, supuestamente, de adaptarse,
aprender y autorreplicarse; dichos artefactos, además, ponen de relieve
nuevamente (y esto es lo más fascinante que nos proporciona la IA) las grandes
interrogantes sobre qué es la vida y qué la conciencia. Esto es deducible de
nuestra capacidad de crear máquinas cada vez más sofisticadas emulando los
procesos inteligentes y de la vida.
Acaso
todo ese despliegue tecnológico de última generación, anima, sin duda, a la reflexión
para poner en evidencia que la ciencia sabe de la estructura y comportamiento
de la naturaleza, mas no tanto sobre la naturaleza intrínseca que constituye el mundo físico. De todas formas, lo
que hemos aprendido es que nuestra percepción nos da noticias indirectas del
mundo, y no necesariamente de su estructura, y que refleja a este siempre análogamente,
pero no nos dice la realidad del sujeto mismo que da muestras de entendimiento, por lo que solo la conciencia y
las entidades organizadas y vivas que la contengan pueden ser, no virtualmente, sino realmente conscientes. Al
menos por el momento esto no incluye a los ingenios de la IA.
No
obstante, seguiremos en próximas entregas del blog Ancile discurriendo sobre
las aportaciones interesantes que puede hacer la IA para el mejor entendimiento
de la conciencia misma.
Francisco Acuyo
jueves, 2 de mayo de 2024
DE LA CONCIENCIA Y DE LA INTELIGENCIA (¿ARTIFICIALES?) AL PROCESO CREATIVO
El problema difícil de la conciencia, como lo define la propia ciencia, es motivo de reflexión e indagación continuos, por eso, ofrecemos un nuevo post para la sección de Ciencia del blog Ancile, esta vez bajo el título: De la conciencia y de la inteligencia al proceso creativo.
DE LA CONCIENCIA Y DE
LA INTELIGENCIA (¿ARTIFICIALES?)
AL PROCESO CREATIVO
Una de las
características más singulares de todo arte creativo es sin duda el tratamiento
e inferencia de las cualidades sobre las que basa su constructo de creación, de
hecho, todo lo deducible cuantitativo y medible (por ejemplo, en poesía, la
métrica) deviene de ese procedimiento, dignidad, cortesía y procedimiento
especiales. La subjetividad de donde procede son claramente estados de
experiencia que son netamente cualidades, y su descripción cuantitativa
exhaustiva no es posible sino de manera aproximada. Es claro que ningún patrón
o parámetro numérico mecánico puede expresar el sentir, la emoción de esta o
aquella percepción, ideación o sentimiento.
Esta apreciación descrita, creo,
es uno de los rasgos más determinantes para limitar a la propia inteligencia
artificial en el proceso de generación de potenciales formas de expresión
artística, no hay manera de reducir a datos lo que se siente al ver un hermoso
cuadro o al realizarlo, Esto es harto interesante porque, en los intentos de la
IA por acercarse al proceso creativo consciente del ser humano, pone de relieve
desde otra óptica no menos interesante, el problema de la conciencia.
Nos parece igualmente claro que la emulación y procesado
de una obra de arte es una representación de dicha obra, pero en modo alguno la
estructura de aquella, o lo que es lo mismo, dice algo de cómo está representada,
pero en modo alguno de lo que el sujeto hubo de sentir y percibir en la
ejecución de la misma. El campo de subjetividad que supone la obra de arte
realizada o por realizar no pueden construir esa subjetividad.
Es muy importante, llegados al caso, no confundir la
inteligencia (artificial) que, en su mensurabilidad es capaz de diseñar
emulaciones mecánicas, con la conciencia que es algo muy diferente
a la realización de una inteligencia artificial. Lo que venimos a decir no es más
que la aparición de inteligencia manifiesta en el proceso de datos, no signifique
que el ingenio informático tenga esa capacidad subjetiva privada, interior.
Una de las razones por la que en la actualidad se tienden
a confundir ambos términos deviene de la idea errónea de que el ordenador es un
organismo virtual[2],
así lo hemos podido comprobar en las apreciaciones de algunos interesados e
incluso especialistas en el tema de la I: el ordenador es una estructura
mecánica que responde a patrones mecánicos en virtud de los datos que dispone.
Un organismo es cosa muy diferente, es estructura viva íntimamente entrelazada
en sus componentes y de cuya complejidad se deduce una interrelación con el
entorno y en un intercambio de materia y energía y, en algunos casos, capaces de
experimentar privadamente sus percepciones y compartirlas con el entorno
conscientemente.
Productos de proceso de información extraordinariamente
potentes como los deducidos de la IA, los ChatGPT, han contribuido a la
ilusión de la interacción experimental privada de estos ingenios.
Hablaremos y reflexionaremos sobre todo esto en próximas
entradas del blog Ancile.
Francisco Acuyo