El problema difícil de la conciencia, como lo define la propia ciencia, es motivo de reflexión e indagación continuos, por eso, ofrecemos un nuevo post para la sección de Ciencia del blog Ancile, esta vez bajo el título: De la conciencia y de la inteligencia al proceso creativo.
DE LA CONCIENCIA Y DE
LA INTELIGENCIA (¿ARTIFICIALES?)
AL PROCESO CREATIVO
Una de las
características más singulares de todo arte creativo es sin duda el tratamiento
e inferencia de las cualidades sobre las que basa su constructo de creación, de
hecho, todo lo deducible cuantitativo y medible (por ejemplo, en poesía, la
métrica) deviene de ese procedimiento, dignidad, cortesía y procedimiento
especiales. La subjetividad de donde procede son claramente estados de
experiencia que son netamente cualidades, y su descripción cuantitativa
exhaustiva no es posible sino de manera aproximada. Es claro que ningún patrón
o parámetro numérico mecánico puede expresar el sentir, la emoción de esta o
aquella percepción, ideación o sentimiento.
Esta apreciación descrita, creo,
es uno de los rasgos más determinantes para limitar a la propia inteligencia
artificial en el proceso de generación de potenciales formas de expresión
artística, no hay manera de reducir a datos lo que se siente al ver un hermoso
cuadro o al realizarlo, Esto es harto interesante porque, en los intentos de la
IA por acercarse al proceso creativo consciente del ser humano, pone de relieve
desde otra óptica no menos interesante, el problema de la conciencia.
Nos parece igualmente claro que la emulación y procesado
de una obra de arte es una representación de dicha obra, pero en modo alguno la
estructura de aquella, o lo que es lo mismo, dice algo de cómo está representada,
pero en modo alguno de lo que el sujeto hubo de sentir y percibir en la
ejecución de la misma. El campo de subjetividad que supone la obra de arte
realizada o por realizar no pueden construir esa subjetividad.
Es muy importante, llegados al caso, no confundir la
inteligencia (artificial) que, en su mensurabilidad es capaz de diseñar
emulaciones mecánicas, con la conciencia que es algo muy diferente
a la realización de una inteligencia artificial. Lo que venimos a decir no es más
que la aparición de inteligencia manifiesta en el proceso de datos, no signifique
que el ingenio informático tenga esa capacidad subjetiva privada, interior.
Una de las razones por la que en la actualidad se tienden
a confundir ambos términos deviene de la idea errónea de que el ordenador es un
organismo virtual[2],
así lo hemos podido comprobar en las apreciaciones de algunos interesados e
incluso especialistas en el tema de la I: el ordenador es una estructura
mecánica que responde a patrones mecánicos en virtud de los datos que dispone.
Un organismo es cosa muy diferente, es estructura viva íntimamente entrelazada
en sus componentes y de cuya complejidad se deduce una interrelación con el
entorno y en un intercambio de materia y energía y, en algunos casos, capaces de
experimentar privadamente sus percepciones y compartirlas con el entorno
conscientemente.
Productos de proceso de información extraordinariamente
potentes como los deducidos de la IA, los ChatGPT, han contribuido a la
ilusión de la interacción experimental privada de estos ingenios.
Hablaremos y reflexionaremos sobre todo esto en próximas
entradas del blog Ancile.
Francisco Acuyo
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