jueves, 28 de mayo de 2020

CUARENTENA EN VERSO, DÍA OCTAVO, LA PÁGINA EN BLANCO

Para la Cuarentena en verso, traemos el nuevo poema que lleva por título: Octavo día, La página en blanco, para la sección Poesía, del blog Ancile.


Octavo día, La página en blanco, Francisco Acuyo



DÍA OCTAVO



LA PÁGINA EN BLANCO




A Magda Robles,
en esta cuarentena, con tantas
páginas en blanco.



    LA luz proyecta en la página
en blanco una sombra inquieta.
la rama incide del lirio
sobre el papel sin poemas,

  Sí.  Toda escritura es vana.
La página en blanco apenas
en la luz advierte sombras
que aspiran a la conciencia.

    Un verbo es la luz. Un verbo
nunca dicho representa
en el fruto de la nada
flor de subida conciencia.

   La página en blanco inscrita
quedó y sin palabras llena;
así será, percatándose
de sí mismo luz el poema.




Francisco Acuyo



Octavo día, La página en blanco, Francisco Acuyo


martes, 26 de mayo de 2020

EL COMPROMISO DE LA FE ANTE EL “CORONAVIRUS”

Para la sección Apuntes histórico teológicos, del blog Ancile, traemos una nueva entrada De Alfredo Arrebola que lleva por título: El compromiso de la fe ante el Coronavirus"; interesantes reflexiones sobre una temática que particularmente me fascina: el mal en el mundo.cuestión nada baladí para no sólo las personas de fe, sino para el que cuestiona la existencia de Dios en virtud de esta realidad maléfica en el mundo. No en vano el propio Jean Guitton lo expresaba del siguiente modo: Ni Dios, ni el más allá. Si esto es así, ¿de qué quejarse. Las cosas no tienen ni intención, ni sentido, ni lenguaje.No son en sí mismas ni buenas ni malas,son lo que son y nada más. ¿Dónde está el mal?



El compromiso de la fe ante el Coronavirus; Alfredo Arrebola



EL COMPROMISO DE LA FE

ANTE EL CORONAVIRUS


                                           

Porque dios es mi destino,
son estrellitas del cielo
las piedras de mi camino

 (cf. “Mi cante es una oración”:
 Soleá. Lp de A. Arrebola,1989).


  
      La vida es un proceso de perenne creación, que no adopta dos veces una misma fisonomía, sin ninguna división  de partes y continuo flujo de donde nada existe “in aeternum”. Porque todo pasa y muere, como pasa y muere la ola que va deshaciendo la espuma de los grandes océanos. Nadie, absolutamente nadie, es ajeno al oscuro e incierto destino que no sólo a España, a Europa sino al mundo entero  está  afectando esta  terrible pandemia. Las autoridades gubernamentales y sanitarias, con sus aciertos y errores – yo no emito juicio alguno – están haciendo todo lo posible por extirpar este virus, cuya última razón de su “esencia y existencia” parece que no se conoce bien.

     Ahora bien, como cristiano creyente – convencido por la razón y la fe – me ha parecido oportuno y didáctico aprovechar esta triste circunstancia para confeccionar mis  humildes reflexiones filosófico-teológicas para gozo y meditación de los  que las reciben y, además, las leen : las acepten o no.

     Es cierto: la vida está llena de incertidumbre, de sufrimientos sin sentido, de enigmas y  errores.  La fe en Dios es muchas veces difícil, pero esto justamente es la fe. Ya San Agustín (siglo V) y San Anselmo (siglo XI) nos dejaron escrito: “Cree, para que comprendas; comprende para  que creas”, es decir, la “Fe buscando la razón”, origen de la filosofía escolástica medieval. En la Biblia  hay un libro que revela las desgracias y miserias que  radican en el ser humano: “Libro de Job”, uno de los denominados “Libros Sapienciales” del Antiguo Testamento. Este maravilloso libro  poético-didáctico gira en torno a la tragedia de un hombre justo que fue sometido a las terribles pruebas por Dios para aquilatar su virtud desinteresada.

En realidad, el problema que se plantea, teológicamente visto, es el de la razón del sufrimiento del justo en esta vida. El autor, en lugar de plantear el problema en abstracto, nos ofrece la historia de un justo irreprochable, quien, a  pesar de su acrisolada virtud, sufre las más terribles penalidades: pérdida de la hacienda, de los hijos y de la misma salud. Y sin embargo, acepta resignado la prueba, pues todo viene de Dios: lo bueno y lo malo.

El compromiso de la fe ante el Coronavirus; Alfredo Arrebola

      Desde la perspectiva cristiana, debemos señalar que los designios de la Providencia (Dios) son  misterios, y, por tanto, no deben aventurarse juicios temerarios sobre la culpabilidad de la persona que sufre. El libro de Job deja muchos problemas sin resolver. Solo en el Nuevo Testamento nos acercaremos a una respuesta al problema: Cristo en la cruz fue la única persona realmente inocente.

    El enigma del sufrimiento del justo queda, en Job, sin resolver, ya que no se da la verdadera clave del misterio.Ahora, sí  podemos decir que los sufrimientos de esta vida encuentran su compensación en los premios y gozos de la eterna. Pero esta  perspectiva es desconocida del autor del libro de Job, y no la encontramos en la Sagrada Escritura hasta el siglo II a.C, en el libro helenístico de la Sabiduría.

      Por tanto, podemos rechazar las palabras del arrogante, orgulloso, engreído y resentido filósofo Arthur Schopenhauer (1788 - 1860) quien afirmó: “El sufrimiento carece de justificación trascendente. Es simplemente un hecho que define la existencia humana, un cuento contado por un idiota, lleno de ruido y furia, sin ningún sentido”, cfr. “El mundo como voluntad y representación” I, pág. 113 (1818).

    En virtud de la nueva Ley, todo cristiano puede vivir la vida con ilusión y acoger el futuro como una gracia permanente, haciendo de él una persona alegre y confiada. La vida, es verdad, siempre ha sido un desafío. El mundo en el que vivimos no nos facilita una visión optimista de la realidad: en este 2020, la impiedad de un “virus” que arrastra ya más de veinticinco mil muertes, día tras día, sin descanso alguno. Miramos el mañana – observo detenidamente – con mucha precaución, y también con no menos escepticismo, ya que no terminamos de ver la luz. Y cuando el ser humano pierde la esperanza, se precipita ineludiblemente en el abismo del sinsentido. Y no menos cierto es
que muchos de los problemas que vamos creando en nuestra sociedad están surgiendo de una seria y profunda falta de esperanza. “Cuando el futuro no tiene espacio, escribe José María Fonseca, Teólogo, es porque nos está faltando la esperanza. La vida del ser humano tiene mucho de búsqueda en oscuridad”, cfr. Rev. “Evangelio y Vida”, pág. 31 (Marzo-Abril 2020).

El compromiso de la fe ante el Coronavirus; Alfredo Arrebola

      La coincidencia de la segunda llamada del “Estado de alarma”, por parte del Gobierno, con la celebración de la Resurrección de Cristo, me obligó a reflexionar en serio: ¿cuál es el fundamento metafísico y teológico del cristiano para soportar y aceptar los sufrimientos?. Sencillamente la Resurrección de Cristo que es, sin duda alguna, el acontecimiento más sorprendente de la historia humana, que atestigua, además, la victoria del amor de Dios sobre el pecado y sobre la muerte, y da a nuestra esperanza de vida un “fundamentum fidei” tan sólido como la roca. Lo que humanamente era impensable sucedió. Y aún digo más: la Resurrección no es una fe que nace de la Iglesia. No. Es la Iglesia la que nace de la fe en la Resurrección de Cristo. Y pienso que de nada sirve rezar si nuestra oración, dirigida a Dios, no se transforma en AMOR hacia nuestros hermanos: creyentes y no creyentes.

    El  despiedado y veloz  “Coronavirus” debería llevarnos a una  larga y reflexiva meditación para ver, con certeza plena y decisiva, qué podemos ayudar  a cuantos estén en nuestro entorno, y mirarnos siempre en Jesús de Nazaret, que “pasó por este mundo haciendo el bien” (Hch 10, 38).
  Hace tiempo anoté  una frase del escritor ruso Dostoiewscki (1821 - 1881) que nos viene bien,en esta triste  y anómala circunstancia: “Hacer plenamente feliz a una criatura, al menos en algún  momento, durante nuestra existencia debería ser un mandamiento fundamental en la vida de todo hombre con plenitud de fuerzas y sentido”.   
                                                                                       
  Estamos sufriendo difíciles momentos de nuestro cotidiano vivir, pero la esperanza cristiana nos invita mirar al frente, descubrir el futuro prometido de nuestra salvación, completada en gracia y verdad. No hay esperanza si al final la pregunta de la vida no tiene respuesta. Pero  el cristiano creyente encuentra siempre esa respuesta en  Jesucristo, en su oferta  a permanecer en una vida que se mantenga en una feliz eternidad. Por eso, el apóstol Pablo – ante la Resurrección de Cristo – dirá: “Si habéis resucitado con Cristo, buscad las cosas de allí arriba” (Col 3,1).

      No debe, pues, sorprendernos que alguien haya dicho: “El cristiano es un hombre “pascual”, “resucitado”, al que Cristo resucitado comunica su vida nueva, gloriosa y plena”. Y, si es así, tendrá que manifestarlo en la vida de cada día, deberá confesar y vivir que Cristo es el que le impulsa a comportarse de una manera determinada (cfr. Gaudium et Spes 38. Concilio Vaticano II).

      Ante la triste realidad política y social de nuestra querida España, dividida y enfrentada, los creyentes, prisioneros hoy del  mortal Coronavirus, deberían levantar sus ojos al  cielo y decir con Pablo VI (1897 – 1978): “ En Cristo, Dios se revela infinitamente bueno. El nos ama, busca y espera. Él será feliz -si puede decirse así – el día en que nosotros queramos regresar y decir: “Señor, en tu bondad, perdónanos”. ¿Por qué – pregunto yo - ha tratado el hombre tan malamente a la Naturaleza?. Párate, benévolo lector, un momento, y... reflexiona.



Alfredo Arrebola





                                    
Villanueva Mesía-Granada, Mayo de 2020





El compromiso de la fe ante el Coronavirus; Alfredo Arrebola





viernes, 22 de mayo de 2020

ACERCA DE LOS DÍAS, DE FERNANDO DE VILLENA


Traemos en este nuevo post del blog Ancile,  como primicia editorial el libro de poemas, Acerca de los días, del poeta, narrador y ensayista Fernando de Villena. Se trata de la recopilación de los últimos seis libros de poemas del poeta, cuatro de ellos inéditos. Tenemos el placer de ofrecer en este medio una brevísima muestra de lo que el lector atento y avisado de poesía puede encontrar en estas pulcras y cuidadas páginas tan amorosamente editadas por Ediciones Carena, por lo que recomendamos sinceramente la adquisición de este libro, tan hermosamente, que hará las delicias de aquellos que gusten del arte de la buena edición.


Acerca de los días, Fernando de Villena





DE FERNANDO DE VILLENA



Acerca de los días, Fernando de Villena






EN POS DE UNA AURORA




Esta angustia de un día que se escapa,
otro día sin alma ni grandeza,
bajel a la deriva en la tristeza
de un vórtice sin límites que atrapa;

esta angustia tumbal por todo mapa
sin un solo horizonte de belleza
es tormento infernal que siempre empieza :
lluvia de alquitrán que nos empapa.

Mas yo espero la gracia de una aurora,
 de un rojo incendio, de una Zarza ardiente
 que llene de sentido mi existencia.

No sé dónde buscar ni sé la hora,
mas sé que para verla frente a frente
de nada me valdrá toda mi ciencia.










El almez, este almez bajo la lluvia,
con sus ramas desnudas a la tarde
en todo semejantes a raíces,
y la tierra a sus pies
cubierta  por hojas amarillas,
 en todo parecida
a una enramada
me  han hecho imaginar
un árbol al revés.

Indiferentes pasan los viandantes
y ahí queda el almez
con su tesoro expuesto por vez última,
ajeno al torbellino de los autos,
explicando en silencio,
sin pedir nada a cambio,
su lección de belleza
y de fugacidad.





LA VALLA Y EL ESTRECHO




Esos hombres que aguantan en la valla
hora tras hora de calor y angustia
y desgarran su carne por un sueño.. .,
esas gentes sin pan
que ni a las olas temen
ni a las torvas corrientes del Estrecho,
 y a balsas de papel su vida fían...,
esos desventurados,
fugitivos de todas las miserias,
tienen tu misma sangre,
amasados han sido de igual barro
que nosotros, los hartos, los felices.

Yo no entiendo esa valla ignominiosa,
ese muro de miedo y egoísmo,
 pues nadie es ilegal en este mundo
 ni tenemos derecho a privilegios
 los que puso el azar a este otro lado.




POÉTICA



Cada día con más convencimiento
antepongo el vivir a la escritura.
Las Letras me han robado con usura
 fuego, tiempo y a veces el contento.

Mas también otras muchas veces siento
que un poema bien hecho me procura
un sentido en un mundo sin cordura,
una voz ante tanto sufrimiento.

Y asimismo me brinda un sutil lazo
a fin de retener a la Belleza,
aunque sea por un muy breve plazo.

En suma: la escritura no es recreo,
sino lucha titánica, dureza
y rectificación de cuanto es feo.





EL GATO



En el lento silencio de la siesta,
sobre las sobrias tumbas
de siervos y monarcas de otros siglos,
 pasea un gato blanco.

Si puestos de costado,
atentos a lo eterno
con las vacías cuencas de unos ojos
que antaño devoraron las hormigas,
iguales son al fin grandes y humildes,
el poder de la vida
o el triunfo de la luz
hoy corresponde al gato.





EL POETA



Tormenta de verano que nos deja
 un olor de nostalgias
 y de tierra mojada...

Van los veraneantes
en busca de un refugio improvisado;
se apresuran muy torpes
y apenas si reparan
en la fiesta del mar que se ilumina
con los raudos relámpagos
y las sierpes de luz que son los rayos
sobre la piel oscura de la noche.

Tormenta de verano
y yo regreso a casa
con todos mis sentidos
abiertos al prodigio.



Fernando de Villena





Acerca de los días, Fernando de Villena


martes, 19 de mayo de 2020

LEGADO Y VIGENCIA DE ANTÍGONA


Para la sección Microensayos, del blog Ancile, traemos la segunda parte dedicada a la figura de Antígona, de la mano del filósofo Tomás Moreno, esta vez bajo el título: Legado y vigencia de Antígona.



 Legado y vigencia de Antígona. Tomás Moreno



II. LEGADO Y VIGENCIA DE ANTÍGONA



Pocas obras han tenido tanto eco e influencia en la literatura occidental como la Antígona de Sófocles. De ella se han hecho innumerables versiones y su temática y protagonista(s) han dado origen a las más diversas variaciones poéticas o dramáticas, siendo representada en los más distintos lugares del mundo --tanto en Atenas como en Berlín o París, en Granada como en Los Ángeles o Ciudad del Cabo-- y a lo largo de todos los tiempos e interpretándose en cada uno de ellos desde un prisma epocal y ambiental específico y concreto. De ahí el significativo título de la obra a ella dedicada de George Steiner, Antigonas. Una poética y una filosofía de la lectura, la más lúcida y penetrante interpretación de esta tragedia  que se haya escrito a lo largo del siglo XX, en nuestra modesta opinión.

         En dicho ensayo el pensador austriaco lleva a cabo una minuciosa catalogación de las distintas Antígonas representadas a lo largo de la bimilenaria historia de la cultura occidental, así como un exhaustivo y sugestivo análisis de sus múltiples y heterogéneas variaciones, versiones e interpretaciones, desde la Antigüedad greco-latina y el Renacimiento, hasta el Barroco y la Ilustración, pasando por el Idealismo filosófico alemán y el Romanticismo, tanto alemán como inglés y francés. Las paradigmáticas obra y  figura de Antígona, han servido de modelo y fuente de inspiración a grandes escritores (A. Gide, M. Yourcenar, H. Böll); dramaturgos (J. Racine, J. Anouilh, B. Brecht); poetas (V. Alfieri, Matthew Arnold, Hölderlin, Goethe, W. B. Yeats, E. Pound, Salvador Espriu); pensadores (Hegel, Kierkegaard, Heidegger, Lacan, María Zambrano); músicos (Mendelssohn, Saint-Saëns, Honegger, Carl Orff, Mikos Theodorakis) de todos los tiempos y lugares así como de diversas obras maestras de la iconografía, la ópera o el ballet. 

            Merece la pena que nos detengamos, aunque sea brevemente, en recordar alguna de esas versiones literarias de la  Antígona de Sófocles, realizadas a lo largo del siglo XX, casi todas en clave política, que no desmerecen por su valor literario, moral y aleccionador de las llevadas a cabo durante los siglos anteriores desde otros códigos hermenéuticos. Y es que el pasado siglo es especialmente apropiado para la más adecuada comprensión de la tragedia. El gran escritor francés Roman Rolland fue el primero que en su A l’Antigone eternelle de 1916, en plena guerra europea, apela a las mujeres -las madres, las hermanas, las esposas, las hijas de los muertos en combate-, las únicas que podían en esos desdichados momentos salvar a la Humanidad de las manos de los hombres, detener la matanza fratricida y llevar a cabo las debidas sepulturas: “Sed la paz viviente  en medio de la Guerra, Antígona eterna que se niega a odiar y que cuando ellos sufren ya no sabe distinguir entre sus hermanos enemigos”, escribía Rolland.
 Legado y vigencia de Antígona. Tomás Moreno 
            En Antígona, la pieza de Jean Cocteau, representada en 1929, la joven tebana aparece como símbolo de la libertad inconformista y rebelde. Marguerite Yourcenar, en Antigone, de 1936, recordó también a la adolescente heroína griega. Pero fue, sin duda, Jean Anouhil, el gran dramaturgo francés, quien en 1944 durante la ocupación alemana estrena su Antígona en París con enorme éxito, convirtiendo así a la heroína griega, para una parte de su público, en todo un símbolo de la resistencia. Otros, por el contrario, interpretarán la obra como una especie de rehabilitación de la figura del mariscal Pétain, en la medida en que el dramaturgo pretendía explicar su actuación en el gobierno de Vichy desde una fría raison d'état, a la manera en que actuó el rey Creonte en el gobierno de Tebas.

            La rebelión frente a la autoridad tiránica es también la interpretación que nos ofrece Bertold Brecht en su Antígona (1948), presentándonos una versión teatral con un comienzo intrigante, que se irá desplegando -desde su peculiar "distanciamiento"- como todo un drama de resistencia antifascista. En 1958 Rolf Hochhuth, en Die Berliner Antigone, también utiliza el modelo femenino sofocleano para una trama de rebelión política contra la opresión: Anne --la Antígona berlinesa-- se siente impulsada a dar sepultura al cadáver de su hermano, ahorcado por su implicación en la conspiración contra Hitler de 1944 y destinado a la disección en uno de los departamentos de anatomía de un hospital berlinés habilitado a tal efecto. Tras una incursión aérea sobre el mismo, sus restos fueron retirados, trasladados a través del fuego y las ruinas y amorosamente sepultados. Anne, descubierta por haber enterrado a su hermano, será decapitada y su cuerpo destinado a ocupar el lugar del hermano en el mismo hospital[1].

            En 1967 se llevó a cabo una versión anarco-pacifista y feminista de la obra de Sófocles, la representada en Berlín por el Living Theater de New York. Basada  en los textos de SófoclesHölderlin y Bertold Brecht, la figura de Antígona se alza en ella valiente y decididamente contra la barbarie masculina, contra el reino viril de la guerra y de la muerte. La tesis de la obra venía a decir lo siguiente: es hora ya de que las mujeres obren e impongan una cierta vida anárquica frente a las convenciones masculinas expresadas en guerras, capitalismo y principio de realidad. Sólo unas nuevas relaciones hombre-mujer fuera del orden social tradicional, romperán el círculo infernal al que está sometida la mujer y su persistente relegación al oikos y a la imbecilitas.

 Legado y vigencia de Antígona. Tomás Moreno

            Más crítico contra el establishment político se muestra Der Herbst in Deutschland (Alemania en otoño, 1977), un film colectivo de diversos cineastas alemanes en el que se trata de denunciar el clima de represión institucional ejercido en un momento extremadamente conflictivo de la República Federal Alemana, en circunstancias seriamente amenazadoras por un inclemente y sangriento terrorismo. En uno de sus episodios, un grupo de productores de televisión reflexiona sobre la pertinencia o no de emitir una versión televisiva de Antígona, en adaptación de Heinrich Böll (que interviene en el film interpretándose a sí mismo). H. Böll y su personaje se enfrentarán a los dirigentes televisivos que dudan en programar la obra. Antígona es presentada en ella como una revolucionaria radical que se opone a las instituciones de la comunidad y a la ley del Estado. En la parábola o versión de H. Böll, la protagonista encarcelada y casi literalmente sepultada en su aislada celda, encontrará trágicamente la manera de suicidarse. Su amante y compañero lo hará un año después y el Estado se negará a entregar los cadáveres a sus familias[2].

            Otra versión cinematográfica memorable fue la llevada a cabo, siete años antes, por Liliana Cavanni en I Cannibali (1970), en donde nos presenta una Antígona agresiva, participativa, liberada. Antígona hija de un "coronel" de estilo "griego" o "latino-americano", que tiraniza al país, trata de promover una insurrección popular. Junto a ella está el misterioso y casi asexuado hippie que representa a Tiresias, pero Antígona está fatalmente adelantada a su tiempo. Los "milaneses" --ciudadanos de la moderna metrópolis-- prefieren la seguridad del despotismo a los riesgos de la libertad[3].

            Entre las últimas versiones del mito sofocleo debemos destacar la obra teatral The Island (1973), de Athol Fugard: la acción se sitúa en Robbens Island, el particular infierno del estado policial de la Sudafrica del apartheid, donde unos prisioneros preparan el escenario para la representación de Antígona en el día de Navidad. Y, en segundo lugar, la novela de Grete WeilMi hermana Antígona[4], testimonio en el otoño de su vida de una mujer que ha vivido los horrores de la persecución nazi y que reflexiona sobre la emblemática figura de Antígona.

            En España, el gran poeta catalán Salvador Espriu, Antígona (de 1939, aunque publicada en 1955), y la ilustre pensadora andaluza María ZambranoLa Tumba de Antígona (1967) se unirán a toda esa pléyade de grandes dramaturgos y novelistas, poetas y pensadores, cineastas y músicos antes evocados, sirviéndose de esta figura mítica femenina como expresión de la piedad religiosa debida a nuestros muertos –un universal cultural antropológico presente, sin duda alguna, en todas las civilizaciones conocidas-- y como símbolo de la aspiración a la libertad y a la lucha por los derechos de la conciencia individual de todo ser humano frente a todo tipo de leyes e imposiciones tiránicas del poder político que traten de someterla, anularla o aherrojarla.

TOMÁS MORENO




[1] La sustitución del cuerpo de su hermano por el suyo propio intensifica así el tema establecido en el original griego de la sepultura conjunta, aunque en este caso no lo sea con el amado Hemón como en el caso de Antígona,  sino con su propio hermano.
[2] Sobre el affaire y el enconado debate periodístico desencadenado en la Alemania Federal con motivo de un artículo en Der Spiegel (1972) de Heinrich Böll en defensa de Ulrike Meinhof –anterior, pues, a esta también polémica representación televisiva de la versión de la trágica muerte de la heroína griega, escrita por el premio Nobel de literatura alemán--, véase el interesante dossier periodístico del mismo publicado y seleccionado por Frank Grützbach en 1972: Heinrich Böll: Ulrike Meinhof. Un artículo y sus consecuencias, Seix Barral, Barcelona, 1976.
[3] Para la presencia de este mito en el cine contemporáneo véase: Jordi Balló y Xavier Pérez, La semilla inmortal. Los argumentos universales en el cine, Anagrama, Barcelona, 1998, p. 104-114
[4] Existe traducción al castellano en Seix Barral, Barcelona, 1992




 Legado y vigencia de Antígona. Tomás Moreno

viernes, 15 de mayo de 2020

ESPACIOS VACÍOS, DE PASTOR AGUIAR

Para la sección de Narrativa, del blog Ancile, traemos este nuevo relato de nuestro amigo y colaborador Pastor Aguiar, esta vez con el título, Espacios vacíos.





ESPACIOS VACÍOS




Faltaban detalles para completar un cuadro real: espacios vacíos donde pudo haber muebles, o personas, una pared color carmelita oscuro. Quizás tantas noches de trabajo al hilo con apenas tres horas de descanso diurno, y no todas las veces, porque tenía un trabajo extra martes y miércoles.
Imagina, salir después de doce horas como técnico de pruebas de sueño y trasladarme a la oficina donde, a las nueve AM, comenzaba con los electroencefalogramas a pacientes terminales, hasta las cinco PM. Llegar a casa, recostarme un rato, y de vuelta al hospital. Me duele la cabeza de recordarlo. Tal agotamiento debe ser la causa de las lagunas mencionadas en el departamento de admisión. Allí registraban mis casos para las pruebas de sueño. No había tenido tiempo para verificar cuántos serían, pero supuse que dos. La joven detrás del escritorio era nueva, estaba nerviosa con el ajetreo, el teléfono a cada rato, en fin, que tuve que alcanzarle una carpeta desde el piso.


_ Gracias, ¿cómo dijo que se llamaba? … ah, ya recuerdo, Pastor.


_ Así es, señorita. Por favor, revise el file del laboratorio de sueño para ver mis casos de esta noche.
Ella tomó un manojo de papeles y se puso a buscar.


_ Aquí hay uno, mire, ya lo vi sentado allí en el saloncito, es aquel en la silla de ruedas.


Me pareció raro que el hombre de la silla tuviera un suero conectado a su antebrazo, por lo que me acerqué para preguntarle.


_ ¿Viene para la prueba de sueño?


_ ¿Cómo dice? No, claro que nada que ver con eso. Estoy esperando para una diálisis, señor. ¿Usted me va a atender?


_ Disculpe, me equivoqué, ya lo atenderán en pocos minutos.


_ Así mismo me dijeron hace media hora, coño.


Entonces regresé a donde la oficinista.


_ Óigame, la persona que usted me señaló está para diálisis, nada que ver con lo mío.


_ Ay, me equivoqué… entonces no hay nada por ahora.


_ Está bien, eso quiere decir que tengo la noche libre.


Ya me iba cuando las portezuelas batientes hacia el interior de emergencias se abrieron para dar paso a un hombre corpulento, de mediana edad, quien salía rumbo al parqueo seguido por tres o cuatro pacientes con caras risueñas, pasándose una botella de wiski.



_ Esperen, suave, que nos van a descubrir_ Dijo el que venía delante, vestido de chofer de ambulancia.


Como yo estaba saliendo, el tipo me miró con cara de cómplice.


_ ¿Te gusta la pesca?


_ Me encanta, amigo, pero el mar está lejos de donde vivo_ Le respondí.


_ Pues nos vamos a la costa. Yo soy el de la ambulancia y estos compinches se escapan de sus salas, son fanáticos de la pesquería y del alcohol.


_ Pero cómo, ¿se ha vuelto loco?


_ Síganos, que ya le cuento.



Ya en el parqueo y a diez pasos del vehículo con la cruz roja, me confesó entre risas.

_ En verdad soy ambulanciero, sin embargo, estaba leyendo un libro sobre esquizofrenia, y lo que son las coincidencias, hermano, acabo de descubrir que es mi debut de locura, lo sentí allá dentro, mirando las enfermeras, los enfermos aburridos; fue como un flash en el cerebro, una iluminación feliz. Al carajo esta mierda, me dije, y una voz me fue guiando. En par de minutos recluté estos pescadores y encerré bajo llave a las enfermeras. Somos libres, y vamos a vaciar el océano. Dese un trago.

El tipo tenía carisma, y sin dudarlo me di un gran buche al tiempo que nos acomodábamos en la parte trasera del vehículo.

_ ¡Agárrense, que voy a poner la sirena y a fundir este cacharro!

El auto enfiló por la autopista apuntando a las aguas del golfo de Méjico, apenas a cincuenta kilómetros, en pleno anochecer.

Mientras nos pasábamos la botella muertos de risa, yo iba tratando de reordenar mis pensamientos, y esta vez no me faltaron espacios que rellenar.




Pastor Aguiar





martes, 12 de mayo de 2020

ANTÍGONA O LA ACTUALIDAD DE LOS CLÁSICOS


Para la sección Microensayos, del blog Ancile, traemos un nuevos post (en dos entregas) sobre una temática de candente y muy trágica actualidad, la de dar sepultura a los muertos con dignidad, la figura de Antígona centra su desarrollo; el profesor y filósofo Tomás Moreno nos da cuenta puntual y certera de este asunto bajo el título de: Antígona y la actualidad de los clásicos.



 Antígona y la actualidad de los clásicos. Tomás Moreno


ANTÍGONA O LA ACTUALIDAD DE LOS CLÁSICOS    



                                                               “Outoi synechtein, alla symphilein epphyn"  (Antígona, Sófocles)[1].   

I. Escrita entre el 443 y 442 a. C., representada en las grandes fiestas dionisíacas del 441 a. C.[2], en una época en la que los valores de la piedad religiosa de la Polis van oscureciéndose por el avance de los ideales profanos y secularizados de demócratas y sofistas, la obra de Sófocles refleja a la perfección el clima social, cultural y moral de la Atenas de su tiempo, y significa la más lúcida manifestación de la reivindicación de la conciencia religiosa y piadosa en la Atenas de Pericles (V a. C.), constituyendo además, sin duda, una de la cimas de la tragedia griega y de la literatura universal.

            La polis ateniense se encuentra, por ese tiempo, en el cenit de su genio en todo tipo de realizaciones filosóficas, poéticas y artístico-urbanísticas, pero también ---tras sus victorias sobre los Persas (Salamina 480 a. C.) y el irresistible impulso de su Thalasocracia--- en una situación de hybris o ensoberbecimiento que dará lugar, poco tiempo después, a la fratricida guerra del Peloponeso contra Esparta y Corinto, a la Peste y al inicio de la crisis de la Polis. Recordemos sucintamente su argumento. La tragedia se inicia en el momento en el que Creonte, gobernante de Tebas victorioso en cruenta guerra civil, tras proclamar un edicto por el que ordena dejar insepulto y ser pasto de las aves y animales carroñeros el cadáver de Polinices --traidor a la patria y fratricida--, y sepultar con las debidas honras y honores el de su víctima y hermano Eteocles, heroico patriota, es informado por uno de los guardianes, encargado de velar por su cumplimiento, de que dicho edicto ha sido transgredido: al parecer ha habido un intento de sepultar al traidor Polinices, contraviniendo así la prohibición. En su relato, el guardián declara que alguien, ocultamente, había esparcido "polvo sediento" (arena) sobre el cuerpo de Polinices, sin dejar en el lugar en que se encontraba huella alguna, ni de ruedas ni de herramientas, ni tampoco haber en él señales de que aves o perros se hubiesen acercado al cadáver.
 Antígona y la actualidad de los clásicos. Tomás Moreno

            Antígona[3], hermana de ambos jóvenes -que mutuamente se han dado muerte en batalla- llena de profunda indignación por el edicto de su tío el rey Creonte, e impelida por piedad fraternal, se rebela contra las órdenes del tirano y se dispone a dar sepultura a su hermano Polinices. Considera que la ley de Creonte, viola sacrílegamente las leyes divinas ("leyes no escritas", sagradas e inviolables) muy superiores a las leyes políticas, escritas y cimentadoras de la propia comunidad política. Tras solicitar infructuosamente la ayuda de su hermana Ismene para poder trasladar el pesado cadáver del hermano, Antígona emprende en solitario el piadoso y fraternal objetivo de su enterramiento. Por la noche, aprovechando un descuido de la guardia, cubre de tierra el cuerpo de Polinices. Seguidamente se produce la intervención del corifeo, que marca el paso de unas horas, en un famoso pasaje en el primer estásimo (332-375), conocido como Oda sobre el Hombre, que se inicia con las palabras: "Muchas cosas hay admirables, pero ninguna es más admirable que el hombre"[4], y que constituye un himno memorable, de insondable profundidad, que ha inspirado las más profundas reflexiones metafísicas a muchos de sus intérpretes y comentaristas, Hölderlin y Heidegger[5] entre ellos.

            A continuación aparece un guardián que trae atada a Antígona, tras haber sido sorprendida en su delito, al tiempo que llega el rey Creonte. Según el centinela, tras  el primer intento fallido de sepultar a su hermano -los guardias ya habían procedido a quitar la arena del cadáver y después se había originado una tempestad- Antígona había regresado por segunda vez al mismo lugar, para cerciorarse de que el cuerpo de Polinices estaba en efecto cubierto de arena. Los guardianes la vieron, efectivamente, con las manos llenas de arena cubriendo de nuevo el cuerpo de su hermano y haciendo las piadosas y tradicionales libaciones al efecto, por si éstas no se hubieran realizado durante su primera intentona tal vez por un descuido, debido a su prisa y nerviosismo.            Es de notar la evocación que hace el guardián del grito de Antígona ante el cadáver de nuevo insepulto de su hermano, semejante al de un ave que regresa a su nido y no encuentra a sus polluelos. Un grito salvaje, desgarrador, ajeno a la razón cívica y a la lógica de la Polis, algo animalístico, expresión de un dolor insoportable. Tras un denso, complejo y largo diálogo con Antígona --núcleo esencial de toda la tragedia-- Creonte ordena encerrarla viva en un antro de piedra o caverna. Con ella, sin saberlo el tirano, se ha encerrado Hemón, su propio hijo, enamorado y prometido de la joven doncella. Las consecuencias de la muerte de Antígona van a ser funestas para la familia descendiente de Edipo, y especialmente para la de Creonte. Cuando el viejo adivino Tiresias le reconviene con terribles palabras, el rey Creonte, inquieto, ordena abrir la cueva. El espectáculo que contempla es inenarrable: Antígona acaba de ahorcarse y Hemón se quita la vida ante los ojos de su padre. Eurídice, madre de Hemón y esposa de Creonte, incapaz de soportar el dolor por la muerte de su hijo, se da muerte a su vez.

       
 Antígona y la actualidad de los clásicos. Tomás Moreno
     Creonte, tras un diálogo con el coro, se culpabiliza por la muerte de su hijo y, consciente de que el fatal destino le ha marcado con sus trágicos designios, se retira tambaleante hacia el palacio. Dos pajes tratan de sostenerlo y, mientras, el coro recita estas palabras: "La prudencia es primera condición para la felicidad; y es necesario en todo lo que a los dioses se refiere, no cometer impiedad; pues las insolentes bravatas que castigan a los soberbios con atroces desgracias, les enseñan a ser prudentes en la vejez".

            No es Antígona un texto clásico cualquiera, sino "uno de los hechos perdurables y canónicos de nuestra conciencia filosófica, literaria y política"[6], como ha escrito George Steiner –recientemente fallecido-- en el prefacio de su magistral ensayo sobre la figura y significación de la heroína griega. El momento de máxima tensión dramática de toda la obra y núcleo conceptual de la misma tal vez sea el diálogo central entre sus dos máximos protagonistas: Creonte y Antígona. En efecto, una vez finalizado el relato del guardián, toma la palabra Creonte para interrogar a Antígona. En esos versos y en los que siguen (hasta culminar en el diálogo entre Creonte y Hemón, padre e hijo) se van a expresar y mostrar los conflictos o enfrentamientos más característicos de la condición humana.

            G. Steiner confiesa, en este sentido, que no conoce ningún otro texto literario en el que se "realice" como en éste, cada una de las cinco categorías conflictivas fundamentales que determinan el enfrentamiento entre los seres humanos desde que el hombre es hombre. El primero es el conflicto entre los sexos, ocasionado por la tensa relación de dominación y subordinación entre el  hombre y la mujer; el segundo, el conflicto político, determinado por la dialéctica ethos versus polis o por el enfrentamiento entre la conciencia individual y el bien público, o entre las leyes divinas y las leyes positivas o políticas; el tercero, el conflicto entre vivos y muertos, derivado de nuestros deberes y responsabilidades para con nuestros antepasados y todos cuantos nos precedieron en la vida; el cuarto, el conflicto religioso, resultado del encuentro entre lo inmanente existencial y lo divino-trascendente o de la confrontación entre la secularidad política y la piedad religiosa; y el quinto, finalmente, el conflicto generacional, provocado por el choque entre miembros de distinta edad y generación, entre jóvenes y viejos,  padres e hijos[7].

 Antígona y la actualidad de los clásicos. Tomás Moreno            Es cierto que, aisladamente, cada uno de esos conflictos han sido tematizados o planteados en otras grandes obras literarias, pero en ningún otro momento una creación literaria ha alcanzado dicha totalidad e integración, por la presencia y simultaneidad de todos ellos en una misma obra. Creonte y Antígona chocan y se enfrentan, pues, como hombre y mujer; como personificación del poder y de los derechos de la comunidad política y como expresión de la conciencia individual; como representación de la laicidad de la razón de estado y como encarnación de los sagrados derechos de la  piedad familiar; como protector de los vivos y como defensora de los muertos; como hombre frío, maduro y conservador y como joven rebelde y apasionada, respectivamente. Por todo ello, y por la intensidad y belleza dramáticas de la obra, no es exagerado afirmar, como algunos han sostenido, que la Antígona de Sófocles es no sólo la más excelente de las tragedias griegas sino la obra de arte literaria más cercana a la perfección que cualquier otra producida por el espíritu humano. Coinciden con esta apreciación numerosos e ilustres lectores e intérpretes de la misma desde Hofmannsthal o D'Annuncio hasta Shelley o Charles Peguy.

            En 1843 el dramaturgo alemán Friedrich Hebbel aseguraba que Antígona era “la obra maestra de las obras maestras, con la cual no puede compararse nada de lo antiguo ni de lo moderno”. Hegel -que mostró su fascinación por la heroína en la sección v (C, a) de su Fenomenología del espíritu, aunque sólo la nombre en ella dos veces- se refería a la tragedia considerándola una de las obras de arte más sublimes en todos los aspectos, más consumadas que el empeño humano haya  jamás creado y en sus Lecciones de Historia de la Filosofía llama a la heroína "la celestial Antígona, la más notable de las figuras que haya aparecido en la tierra". Para Hölderlin, autor de una célebre versión de la tragedia, Antígona es no solo la suprema obra de arte sino la opus metaphysicum por excelencia. Y, finalmente, André Gide confesará en su Diario que no se ha escrito nada más hermoso que el Prometeo de Esquilo y la Antígona de Sófocles. Valgan estas cuatro citas y valoraciones, elegidas entre varias docenas de elogiosas opiniones para hacernos una idea de la grandeza de la obra y del reconocimiento universal del que ha gozado a lo largo de los tiempos. (continuará).

TOMÁS MORENO
           





[1] "No he venido al mundo para odiar sino para amar" o también: "Mi naturaleza me dicta unirme en el amor, y no en el odio". Entre las versiones de Antígona en castellano véanse: "Tragedias de Sófocles" traducción de I. Errandonéa, Alma Mater, Barcelona, 1959-65; Sófocles, "Tragedias", trad. Luis Gil, Guadarrama, Madrid, 1968; Sófocles, "Tragedias", trad. Mariano Benavente, Biblioteca Clásica Hernando, Madrid, 1971;  Sófocles, "Tragedias", trad.  Assela Alamillo, Biblioteca Básica Gredos, Madrid, 2000. Para una penetrante interpretación de la obra véase: Marta C. Nussbaum, cap. 3: "La Antígona de Sófocles: conflicto, visión, simplificación" en  La fragilidad del bien. Fortuna y ética en la tragedia y la filosofía griega, Visor, Madrid, 1995, pp. 89-128.
[2] Se cuenta que esta tragedia fue representada en Atenas treinta y dos veces sin interrupción y que los atenienses quedaron tan entusiasmados en la primera representación que ofrecieron al autor el gobierno de Samos.
[3] Fruto de la unión incestuosa de Edipo y su madre Yocasta, se considera "víctima" inocente de una maldición originada por la culpa que ella no cometió.
[4] El hombre es calificado con el vocablo "deinós" (admirable, terrible, pavoroso, monstruoso, siniestro, y también extraño o violento, porque sobrepasa los límites de lo normal o familiar y desemboca en la hybris),
[5] Cfr. Martin Heidegger, Introducción a la metafísica, Gedisa, Barcelona, 1995.
[6] George Steiner, Antígonas. Una poética y una filosofía de la lectura, Gedisa editorial, Barcelona, 1991, p. 13.
[7] Cfr. George Steiner, Antigonas. Una poética y una filosofía de la lectura, op. cit., pp. 179-210. Podría aún añadirse un sexto conflicto: el que se establece entre hermanos (Eteocles-Polinices) y/o hermanas (Antígona-Ismene).




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