Para la sección de Pensamiento del blog Ancile, traigo a nuestros habituales lectores y amigos un nuevo post que indaga sobre las exóticas cuestiones que acostumbramos a indagar de vez en cuando, para curiosidad de algunos y caso para fastidio de otros, en este caso lleva por título: La sustancia de la nada, brevísima introducción. Se trata de un breve fragmento de la que puede ser una nueva publicación o tratado nada menos que sobre la nada
LA SUSTANCIA DE LA NADA,
BREVÍSIMA INTRODUCCIÓN
Ruego al lector que se acerque a mí o a estas páginas, que será la misma cosa, como a un espejo, pues mirarlas a ellas será mirarme (mirarse) a mí (a sí) mismo como reflejo, y quizá de esta manera pueda mostrarle lo que existe en el espíritu del lector que acaso del todo ignorase, y también puede que vean en esta nada tan torpemente referida algo tan profundo que pese y se vea como cualquiera material o fisonomía evidente, es así que ¿la sustancia de la nada? tal vez quede dispuesta a través de estas páginas, como maleable metal, a ser forjado para constatación verídica de su entendimiento.
Estimo sin presunción, que este asunto, siendo nada, os conmueva acaso hondamente porque, a mi juicio, estremece sin ser y conmueve en masa los cimientos del cosmos mismo como cosa en extremo vacilante. Verán de la nada surgir como fantasmas errantes lo más nutrido de material constancia, y cómo, aquello que, por más veraz por sustancioso se tenía, abandona el ser y los atributos de su producto ymercancía, y que todas aquellas cosas tenidas por indiscutiblemente veraces transfiguran su forma, su ser indiscutido, y las tenidas por cualidades primigenias, por otras tan extrañas que apenas dará de ellas, tenidas por reales, singular constancia.Ved pues, aquí, sin embargo, no tanto el valor indiscutible de la rigurosa ciencia, tampoco el atavío intelectual cierto y la profundidad imprescindible de una sistemática filosófica, como la indagación limitada, insegura, perpleja y fluctuante de un alma que no ceja en asombrarse ante una realidad tan duradera y fértil, que hace crecer como fruto cierto desde la nada misma todo lo que en la conciencia y en el mundo mismo se tiene por verdadero. Es así que quiero mostrar cómo, a tenor del detenimiento en la nada, el espíritu y los sentidos parecieron asamblea inaudita celebrar, y esta humilde, menesterosa conciencia que les habla, sufre desde entonces una extraña transformación de la que quieren hacerse eco estas páginas jalonadas acaso por la comprensión, o, a lo peor, conjuradas por lo inefable.
Francisco Acuyo