lunes, 24 de mayo de 2021

LOCIÓN DE LENGUA, LOS MICRORRELATOS LINGUÍSTICO-LITERARIOS DE JUAN RAMÓN TORREGROSA, POR PATRICIA LÓPEZ

 Para la sección Editoriales amigas del blog Ancile, traemos un nuevo post que lleva por título Loción de lengua, los microrrelatos lingüístico-literarios de Juan Ramón Torregrosa, reseña de Patricia López para el libro intitulado Loción de Lengua, del mismo escritor, poeta y buen amigo Juan Ramón Torregrosa, editado en Ediciones de Aquí, y que recomendamos desde nuestro espacio para su adquisición y lectura. 


Loción de lengua, los microrrelatos lingüístico-literarios de Juan Ramón Torregrosa, Patricia López




LOCIÓN DE LENGUA, LOS MICRORRELATOS 

LINGUÍSTICO-LITERARIOS 

DE JUAN RAMÓN TORREGROSA,

POR PATRICIA LÓPEZ



Loción de lengua, los microrrelatos lingüístico-literarios de Juan Ramón Torregrosa, Patricia López





El libro Loción de lengua, escrito por Juan Ramón Torregrosa, se nos presenta como un conjunto de microrrelatos que se desarrollan a partir de conceptos literarios, recursos retóricos y elementos gramaticales. En clave de humor, Juan Ramón Torregrosa crea un microrrelato corto (y muy útil) con cada concepto. Explica conceptos literarios y figuras retóricas de manera que el concepto pueda entenderse y recordarse a través de una historia, lo que facilita que la adquisición de estas nociones se produzca de manera divertida y desenfadada.

Juan Ramón Torregrosa divide en varias secciones estos microrrelatos: “Juego de espejos”, que son microrrelatos en los que resuenan algunas de las obras imprescindibles de la literatura universal (como Hamlet de Shakespeare, El Aleph de Borges, Madame Bovary de Gustave Flaubert, y El viejo y el mar de Ernest Hemingway, entre muchos otros); “Ejercicios de retórica”, donde recoge algunos figura literarias (como la anfibología, la prosopopeya, la écfrasis, o  el soneto, la lira y el estrambote); “Gramaticuentos”, cuentos cuyos personajes son conceptos gramaticales (incluye los eufemismos, el sujeto, los fonemas, las familias léxicas, etc.); y “Etopeyas, homonimias y otros artefactos verbales”, donde crea pequeños relatos a partir de estos mismos conceptos.

Esta serie de micorrelatos funcionan a la vez como juego y como lección, de manera que, por ejemplo, con los relatos que se narran en la sección “Juego de espejos”, leyendo cada pequeño relato uno puede adivinar qué obra suena de fondo. Es como un juego de adivinanzas: el autor cuenta un relato y añade un detalle clave de la historia y uno adivina a qué historia se refiere, o a qué personaje o personajes de esa historia, en caso de que la conozca, claro está. Si se desconoce, siempre puede buscarse los nombres que aparecen, o alguna frase clave para conocer la obra original sobre la que se relata, algo que anima al lector (o a mí personalmente me ha animado) a interesarse por algunas historias de las que uno no sabe demasiado, y a apuntarlas para leerlas más tarde, si se da el caso.

Con los relatos contenidos en “Ejercicios de retórica” y los “Gramaticuentos”, se fijan algunos conceptos de retórica mediante ejemplos frescos y divertidos. Aludiendo al humor, como lo hace el autor, siempre se asientan más fácilmente los conocimientos, y son más fáciles de recordar gracias a la asociación del microrrelato con el recurso que se explica indirectamente.

A veces es necesario (y recomendable) leer dos veces (o más) cada relato, pero merece la pena y es enriquecedor, ya que mediante este juego y modo de narrar, la lectura y el aprendizaje se hacen entretenidos, y el autor hace que el lector participe en el juego de lectura, siendo un lector activo, lo que motiva a seguir leyendo.

Además, la independencia de los relatos y la brevedad de los mismos, posibilitan comenzar y dejar de leer cuando cada cual quiera, de manera que es perfecto para leerlo en cualquier situación, tanto si tienes dos minutos como si quieres entretenerte una hora (aunque no lo recomiendo para irse a dormir, porque te activa el cerebro). El libro en su conjunto invita a la reflexión.

En conclusión, es un libro muy ingenioso, útil y entretenido, que no deja a un lado los toques humorísticos para explicar lecciones de retórica, literatura y gramática. Puede leerlo cualquier persona interesada en estas cuestiones, pero también quien no sepa mucho sobre ellas, ya que es capaz de despertar la curiosidad de cualquiera.

Por último, como conjunto de relatos independientes entre sí, resulta interesante leerlo varias veces, asomarse de vez en cuando a algunas páginas al azar y volver a pasar por cada relato.

 

Patricia López


Loción de lengua, los microrrelatos lingüístico-literarios de Juan Ramón Torregrosa, Patricia López





sábado, 22 de mayo de 2021

MANUEL Y ANTONIO MACHADO, DESDICHAS DE LA FORTUNA O JULIANILLO VARCÁRCEL, POR JOSE LUIS ABRAHAM LÓPEZ

 Nos complace ofrecer a nuestros habituales y nuevos lectores, para la sección Editoriales amigas del blog Ancile, un nuevo post sobre la obra recién editada Manuel y Antonio Machado Desdichas de la fortuna o Julianillo Varcárcel, en edición y guía didáctica de José Luis Abraham López, para Ediciones Rilke, y que desde aquí recomendamos vivamente a su adquisición y gratísima lectura. Exponemos una sinópsis de la obra, un fragmento de la introducción y algunas imágenes del contenido como sabroso aperitivo de esta muy recomendable edición. También incorporamos el enlace a la página de la editorial (seguidamente a esta nota introductoria, y al final del post) donde podrán obtener más detalles de la obra, así como un vídeo promocional de la misma.



ENLACE A LA GUÍA DIDÁCTICA




Manuel y Antonio Machado Desdichas de la fortuna o Julianillo Varcárcel, en edición y guía didáctica de José Luis Abraham López




MANUEL Y ANTONIO MACHADO, 

DESDICHAS DE LA FORTUNA O JULIANILLO VARCÁRCEL,

POR JOSE LUIS ABRAHAM LÓPEZ




Manuel y Antonio Machado Desdichas de la fortuna o Julianillo Varcárcel, en edición y guía didáctica de José Luis Abraham López



SINOPSIS


Desdichas de la fortuna o Julianillo Valcárcel es la primera obra dramática que Manuel y Antonio Machado firmaron juntos. Independientemente de la historia del hijo bastardo del conde-duque de Olivares y del trasfondo histórico que recorre los cuatro actos, es en su amplia galería de personajes donde los autores ponen en práctica su teoría renovadora del teatro, fundamentada sobre todo en la importancia de los diálogos, monólogos y apartes, si tenemos en cuenta que es a través de la palabra como manifestamos  nuestra auténtica individualidad.

Acompaña al texto dramático una guía didáctica con la que trabajar aspectos fundamentales como la comprensión y expresión escritas, el lenguaje y el estilo empleado por los autores, los personajes, etc., incluyendo actividades enfocadas al análisis, interpretación y debate sobre temas de actualidad que aparecen en la tragicomedia.

Teniendo esta como referencia, se ponen en relación otras expresiones artísticas (literatura, pintura, música y cine) con materias didácticas como la geografía e historia, el arte y la filosofía, la cultura clásica y el inglés, etc. con una visión plural, interdisciplinar e integral.




FRAGMENTO DEL PRÓLOGO



No cabe duda de que los autores tienen más interés en mostrar los efectos del amor que detenerse en los pormenores que hacen cambiar repentinamente la suerte del protagonista. Cada uno de los cuatro actos destaca por una cualidad: la gracia y belleza de la Corte en el primero; el ambiente festivo y los rasgos populares del segundo; la intensidad en la acción del tercero; y el desenlace inesperado y doloroso del último.

En el incesante trajín de personajes destacan los largos parlamentos, sobre todo aquellos en los que los personajes principales exponen su sumisión consentida (Leonor en la escena VI del acto segundo) y la narración de su biografía pasada (Julián en la escena VII del tercer acto), lo que lleva a jugar conscientemente con el ritmo de los hechos y del discurso de los mismos personajes.





SELECCIÓN DE IMÁGENES DEL CONTENIDO


Manuel y Antonio Machado Desdichas de la fortuna o Julianillo Varcárcel, en edición y guía didáctica de José Luis Abraham López



Manuel y Antonio Machado Desdichas de la fortuna o Julianillo Varcárcel, en edición y guía didáctica de José Luis Abraham López



Manuel y Antonio Machado Desdichas de la fortuna o Julianillo Varcárcel, en edición y guía didáctica de José Luis Abraham López













Manuel y Antonio Machado Desdichas de la fortuna o Julianillo Varcárcel, en edición y guía didáctica de José Luis Abraham López

viernes, 21 de mayo de 2021

LA GRACIA DE LA RAZÓN: Y LA ASPIRACIÓN AL INFINITO

 Bajo el título de La gracia de la razón: y la aspiración al infinito, recogemos una nueva entrada para la sección Pensamiento del blog Ancile.



LA GRACIA DE LA RAZÓN:


 Y LA ASPIRACIÓN AL INFINITO

 

 

La gracia de la razón: y la aspiración al infinito,  Francisco Acuyo

 

Es proverbial el reconocimiento de la vía racional para el entendimiento o comprensión o alcance o intuición razonada de lo trascendente. Se deduce que es inevitable la pregunta por esta trascendencia, aunque esta interrogante y potencial sabiduría provenga de lo estrictamente vinculado a una conciencia, en nuestro caso, una conciencia humana que se pregunta sobre la realidad última y primera de la cosas. Desde luego también somos perfectamente conscientes. En este sentido la razón que interroga está investida de la gracia que debe partir de la idea misma de esa Realidad Total. Así lo explican los filósofos y prácticamente cualquier teólogo: la idea de Dios debe provenir de Dios mismo en tanto que está en todos nosotros desde siempre.

                Aun con las limitaciones del conocimiento (que nos impiden acceder a esa Realidad suprema directamente), las aproximaciones y potenciales pruebas racionales de su existencia no hacen sino dar crédito mediante la fe de su posible revelación, inalcanzable para la lógica ordinaria y conceptual.

                Es así que la creencia e incluso la intuición de la Verdad, si tiene su origen en la humanidad (o en cualquier entidad con conciencia) que razona sobre ella, se reconoce ampliamente que esta idea o impronta proviene de lo que en nosotros hay de trascendente, que no es sino lo que pudiere de tener semejanza con aquella Realidad última.

                Al margen de las perversiones de la fe llevada a la idolatría más variopinta (nacionalismos, ideologías políticas, fundamentalismo políticos y religiosos…) que llevan a la sacralización de entidades bien distantes a la sustantividad de lo trascendente (arraigados en supuestas realidades históricas: patria, Estado… –lo veíamos en el anterior capítulo-), no hacen sino dar fe bastante pagana de la necesidad de llenar el hueco inmenso que ha dejado la obliteración de ese instinto de lo trascendente, y que es acaso lo que más me ha hecho, personalmente, mantener una prudencial –en muchos caso radical- distancia con las creencias religiosas institucionalizadas.

                Aquellas realidades que no se perciben directamente son las que abarca no solo la fe, también la gracia de la razón que indaga sobre ellas. Y es que la realidad ordinaria desde donde parte el entendimiento racional de lo perenne tiene su sustancialidad o ser en la Realidad de lo Absoluto.

                Resalto nuevamente el hecho incontestable de las limitaciones iniciales del lenguaje estándar, anclado en las conceptualizaciones gramaticales y de sintaxis de su uso habitual para alcanzar o expresar estas realidades trascendentes, a no ser mediante el especial lenguaje de la poesía que, al igual que las matemáticas hacen, indagan sobre la base de un uso desviado de la norma y en relación directa con una simbología excepcionalmente potente para aproximarnos a este ámbito de lo trascendente. La extravagancia expresiva, la paradoja verbal, las ambigüedades y analogías propias de la poesía que quieren entrar en ese Orden de Realidad de otra forma totalmente inaccesible.

                El planteamiento verbal discursivo al uso es totalmente inútil para el entendimiento y acceso a la realidad, y por eso el lenguaje poético, integrador, paradójico ofrece la posibilidad de esa unión para el acceso al Fundamento de toda Realidad Última

                Abundaremos en estas reflexiones sobre esta cuestión harto interesante y aún en otras no menos fascinantes para los amigos de estas indagaciones sobre lo que en última instancia nos estimula y puede dar sentido a nuestras vidas.

 

 

 

Francisco Acuyo



La gracia de la razón: y la aspiración al infinito,  Francisco Acuyo


martes, 18 de mayo de 2021

LA UNIDAD UNIVERSAL Y EL INDIVIDUO IMPERATIVO: LA PARADOJA DE TODA FE EN UN MÁS ALLÁ

 Para la sección Pensamiento del blog Ancile, traemos un nuevo post que lleva por título: La unidad universal y el individuo imperativo: la paradoja de toda fe en un más allá.



LA UNIDAD UNIVERSAL Y EL INDIVIDUO IMPERATIVO:


LA PARADOJA DE TODA FE  EN UN MÁS ALLÁ



La unidad universal y el individuo imperativo: la paradoja de toda fe en un más allá. Francisco Acuyo


 

Si en verdad todo ser contiene en sí mismo todo el mundo inteligible (Plotino), cabe deducirse una intuición de la unidad como base y principio de todo. En virtud de esta reflexión, no debe resultarnos extraño que la idea (y creencia) en algo más grande que el yo individual, encuentra en la filosofía misma una fuente totalmente natural.

                Todos reconocemos la frugalidad de nuestro yo existencial. Sin embargo, el mismo lenguaje contiene verdades germinales que sobrepasan el discurso racional del mismo. El lenguaje poético es acaso la muestra más evidente el plano oculto o inconsciente o simbólico del mismo. En la división de lo real y la palabra radica esta vía de entendimiento supra e irracional de este lenguaje. La palabra poética participa del significado primordial de las cosas y conlleva en esa idea misteriosa de la unidad del origen. Esa sabiduría original contiene precisamente ese elemento extraordinario o trascendente de la unidad.

                El lenguaje (sobre todo el poético) es capaz de dar cuenta de revelaciones que no se suceden históricamente pues, estuvieron, están, son y serán desde y para siempre, acaso presentes no sólo para el ser humano, para cualquiera otra criatura con conciencia y capacidad de raciocinio. Y es que el lenguaje (creativo) se sitúa más allá del pensamiento netamente analítico, conceptual,  pues se sitúa más allá de la historia intelectual o de cualesquiera otra índole, porque  son en sus contenidos intuitivos trascendentes una  realidad, un fin en sí mismas.

                Es una característica genuina de este ámbito trascendente la intemporalidad (también la aespacialidad) que no responde a ninguna llamada evolutiva razonada o históricamente experimentada. Mas una de las curiosidades más enigmáticas de aquellos lenguajes que quieren aprehender este dominio es su inefabilidad discursiva, conceptual y razonable, si este discurso, este concepto, esa razón ha de estar sujeta al movimiento evolutivo de la historia. No obstante, y esto es lo más significativo, puede ser vivido o advertido por la criatura que intuya la finalidad trascendente de este lenguaje que no aspira sino a aquella unidad original que anunciábamos anteriormente.

                Este apercibimiento excepcional (u ordinario trascendente) adviene en virtud del vigor de este lenguaje para el olvido del sí mismo personal que tiene su fundamento en aquella unidad cimiento original –absoluta-: para muchos Dios, para algunos la nada, para otros la realidad última, que no puede dejar o prescindir de la persona mortal que basa en su mortalidad precisamente su pertenencia a la unidad básica del mundo. Es aquí donde las palabras dejan de ser palabras para ofrecerse como símbolos o intuiciones del logos creador o recreador que a través de nosotros deviene y desdeviene y en el que el que escribe y se comunica mediante esta palabra se convierte en la escritura misma de su ser fundamental que nos advierte que allí éramos ante de nuestra creación misma.

                Seguiremos indagando sobre los aspectos más fascinantes de la inclinación de muchos (acaso profundamente de todos) a esa intuición o entendimiento no entendido que muchos identifican con la fe.

 



Francisco Acuyo




La unidad universal y el individuo imperativo: la paradoja de toda fe en un más allá. Francisco Acuyo


 

viernes, 14 de mayo de 2021

SIN HALCONES NI AZORES, POR ANTONIO CARVAJAL

 Para finalizar la serie de apuntes y reflexiones sobre el verso tridecasílabo, el poeta y profesor Antonio Carvajal, nos regala con un nuevo post, para la sección De la métrica celeste del blog Ancile, que lleva por título, Sin halcones ni azores.


Sin halcones ni azores. Antonio Carvajal


SIN HALCONES NI AZORES

 


Querido Francisco Acuyo: Me llamó Rafael Juárez, quedamos para tomar café y me preguntó si corregiría el verso tridecasílabo que se me había colado en la Silvestra de sextinas. Le dije que no, que lo dejaba en su ser, pues era la aplicación de la teoría de Miguel Agustín Príncipe de que añadiendo dos sílabas átonas al comienzo de un verso no varía su compás. Además, había otra razón: “sumergidas en ella”, heptasílabo de acentos en 3ª y 6ª (anapéstico para no entendernos, melódico para complicarlo más), me daba una impresión de movimiento pausado del que carecía la redacción primera, un pentasílabo yámbico que me producía el repullo de un chapuzón inesperado. Nos reímos un rato mientras terminábamos el café. Y muy seriamente convinimos en que una de las aportaciones del versolibrismo es la aparición armónica de variantes de los metros seculares, sobre todo del endecasílabo, que suenan a verso aunque los teóricos híspidos lo nieguen.

Los teóricos híspidos niegan todo lo que no tiene su bendición. Príncipe negó la combinación del decasílabo anapéstico (acentos en 3ª, 6ª y 9ª) seguido del dodecasílabo de anfíbracos (2ª, 5ª, 8ª y 11ª tónicas), que era la demostración palpable de su compás uniforme y de su aserto de que la unidad rítmica es la estrofa, porque percibió los guarismos con los ojos de ver y no con los oídos de oír, pues tomó las dos líneas de escritura por dos versos separados por pausa (que podía ser) y no se percató de que eran dos heterostiquios escindidos por cesura (que es lo que era y sigue siendo, un verso de 22 sílabas constituido por siete cláusulas agudas, llamadas anapésticas). ¡Y tan cesura, como que la primera sílaba de la cuarta cláusula queda desgajada de las dos siguientes por la respiración!

Sin halcones ni azores. Antonio Carvajal

Sin embargo, el maestro musiquísimo de la versificación que fue don Gerardo Diego, a la hora de transmitirnos su interpretación de un nocturno de Chopin, recurrió a la combinación de cláusulas anapésticas continuas, solo que duplicó los grupos de cuatro cláusulas, o sea, hizo dos versos autónomos de trece sílabas, les añadió un quebrado de tres cláusulas, el decasílabo, estableció las rimas consonantes correlativas (ABC/ABC) y nos legó esta exquisitez innovadora:

Todo calla en la noche aterida de hielo.

La campiña está muerta en su blanca mortaja

bajo el pálido y frío antifaz.

No se ven los senderos. Se asoma en el cielo

una estrella temblando. La nieve no baja.

Todo duerme en la noche de paz.

 

Los arbustos nevados de copo y de luna

nos ofrecen brinquiños, luceros de pascuas

de un Noël ilusorio, infantil.

Se aproxima una negra silueta lobuna.

Fosforecen sus ojos, reliquias de ascuas

arrancadas a algún fogaril.

 

Se agazapa medrosa la humilde cabaña.

Tiene así menos frío. Al amor de la lumbre

que crepita y que chasca en el llar,

el abuelo relata una vieja patraña,

un romance remoto. Con qué dulcedumbre

su voz suena en la paz del hogar.

Espantados los ojos, las bocas abiertas,

los rapaces escuchan, escuchan temblando:

«Un pastor que cuidaba la grey...»

Una ráfaga brusca estremece las puertas.

Los rapaces se duermen, se duermen pensando

en las tres blancas hijas del rey.

Alberto Lista negaba la posibilidad de que en español hubiera versos tridecasílabos. Como le ocurrió a Príncipe, lo engañó la vista y se le taponó el oído. Fíjate en estas sus palabras:

Generalmente se cree que el verso de 8 sílabas es el hemistiquio del árabe de 16, que los conquistadores de España nos dejaron. Esta opinión es muy probable; pero no esplica por qué este metro es común á la poesía francesa y á la italiana. Los que han observado que los hexámetros latinos acaban casi todos en versos de 8 silabas, han dicho que este procedió de los leoninos de la edad media, imitados, aunque con suma rudeza, en las primeras poesías de nuestro idioma. En el poema del Cid se encuentran estos versos:

De los sos oios tan fuerte mientre lorando

E sin falcones é sin adtores mudados»

y otros muchos de esta medida.

Medida que debemos enunciar así: tridecasílabos compuestos de un pentasílabo y un octosílabo, con cesura tras 5ª.

Estoy seguro de que, escondidos en libros que no se leen, mirados por ojos que no los ven y negados a los oídos de los sordos preceptivos, tiene que haber en el rico ámbito de la lengua española (más de quinientos millones de hablantes, de los que los españoles no llegamos al diezmo y a este paso apenas seremos medio chavico) poemas bellísimos en versos tridecasílabos. A las nóminas reiteradas en manuales de uso general he agregado versos del poema del Cid y poemas de Gerardo Diego, Emilio Ballesteros y José Antonio Ruiz Reina. Podría haber aportado también algún poema tuyo, algún que otro mío; no lo hago por aquello de lo feo que resulta el autobombo. En cambio, después de mucho pensarlo, y como gesto de cariño hacia él, corregí el tridecasílabo que Rafael Juárez me señaló en la sextina “Relación de la aurora”, cuya penúltima estrofa quedó así:

Soledad como el agua de un arroyo

neutra en la luz, que no suena a palabra,

que el calor y el color borra a las manos

en ella inmersas, plenitud futura

que cubrirá de acero todo el cielo,

que colmará de lágrimas la aurora,

y no las manos, el cuerpo entero zambullí en el pentasílabo yámbico.

En fin, un desocupado lector me ha remitido una muy graciosa lección gráfica para que quienes nos leyeren y no sean muy versados en patología métrica perciban por los ojos lo que quizá les vede el oído por falta de costumbre. Te la adjunto con un abrazo, a diez de mayo del año 2021, recordando estos versos de don Francisco de Trillo y Figueroa, exegeta del Parayso de Soto de Rojas, desde

donde soberbio el Mar Mediterráneo,

[…]

de un monte y otro a las robustas plantas

que desde la alta punta de Carchuna

al fértil Magalite se dilatan,

[aquí,] donde entre rocas y pensiles

yace Motril,

 

                                   quedo siempre tuyo,





                                   Antonio Carvajal







Sin halcones ni azores. Antonio Carvajal

martes, 11 de mayo de 2021

UN PEDAZO ROTO DE LA MEMORIA, DE PASTOR AGUIAR

 Para la sección de Narrativa del blog Ancile, traemos este relato impresionante de nuestro querido amigo y colaborador de este espacio, Pastor Aguiar, y todo bajo el título, Un pedazo roto de la memoria.




Un pedazo roto de la memoria.



UN PEDAZO ROTO DE LA MEMORIA

 


Ahora recuerdo a mi madre, cuando el tiempo está tan lejos como aquellos dirigibles que pasaban por el Norte, sobre la arboleda, cual enormes melones de papel. Llevaban detrás una fila de pájaros que trataba de picotearle el trasero, semejando la cola de un papalote. Desde la panza le colgaba una cajuela negra colmada de sucesos donde trataba de soñarme.

He repasado tanto aquel pedazo de tiempo, que parece un trapo de cocina. No sé por qué todos mis recuerdos comienzan por la misma imagen; pero aquella tarde de Julio era diferente. El zeppelín hacía mucho que no sobre-rayaba el lomerío de los frutales. Cuando miré hacia allá, un nubarrón, mucho más grande, iba emborronando el cielo hacia el Oeste. Era la única mancha en aquel rostro de cristal incendiado.

Una semana antes mi madre había malogrado el último embarazo. Fue en la madrugada, cuando se sentó en el orinal y se le salió un coágulo que desbordó a la vasija y le subió por las piernas.

_ ¡Pepee!

Mi padre saltó de la cama y yo me quedé, al otro lado de la pared de tablas, en puro temblor, rezando todas las Ave María y Padre Nuestro que están en los cielos.

_Acuéstate, que voy a buscar a Bernardo mi hermano.

A los pocos minutos el tractor lo estremecía todo con la bronca de sus ruidos.

Cerca del medio día regresaron. Mima estaba pálida como la leche y daba unos pasos que no atinaban las losas. Estaba tan débil, que mi padre trajo a la prima Estrella para que ayudara en la casa.

Así fueron pasando los días y ella sonrojándose como en los amaneceres; pero aún Estrellita le lavaba la ropa y baldeaba los pisos.

Y esa tarde de la nube, tío Bernardo convidó a todos los hermanos para la siembra de pastos.

Era un campo enfangado al otro lado del Callejón Hondo, bordeado por la guardarraya que comunicaba ambas fincas.

Había pasado el bochorno del almuerzo y Mima, a escondidas de Estrellita, lavaba unas ropas manchadas de sangre vieja en la batea, a la sombra de la casita de los aperos de labranza.

La nube iba cubriendo toda la arboleda, ahora echada sobre los huecos del Oeste.

Un pedazo roto de la memoria. Pastor Aguiar

Yo jugaba a los escondidos con mi hermano menor, cuando oí la voz de ella con un temblor parecido a las veces en que contaba sus raros sueños de aparecidos.

_ ¡Pepito, recoge a tu hermano y vengan!

Cuando entramos a la sala las primeras gotas estallaron sobre el polvo de la guardarraya.

_Siéntense ahí. No se muevan, que no me gusta esa nube.

Entonces el silencio era una gran masa caliente que apretaba los pulmones.

Mi madre, recogida en su taburete, desandaba un rosario invisible entre índice y pulgar.

El trueno fue abriéndose paso como un puñetazo, hasta que restalló por el otro lado del Callejón Hondo y dejó regado en el desmayo de la tarde un eco de latones vacíos.

_ ¡Santa Bárbara bendita!

_ ¿Qué pasó, Mima?

_ ¡Cállense la boca! ¡Estrella, asómate; no quiero saber nada!

Cuando aún el aire olía a pólvora, un galope desesperado pasó por el camino espantando gatos de polvo rojo.

_ ¿Qué pasó Lupe? Oí la voz de Estrellita, que se me pareció al grito de una puerca cuando es apuñaleada.

_ ¡Fueron Juan y Valentín!

_ ¡Dios mío, no; yo sé que fue Pepe! _ Era Mima en puro temblor.

Tía Teresa llegó con la blusa abierta como en los tiempos en que le sobraba leche y me daba las tetas por un rato. En una mano elevaba la estampa de la virgen gritando.

_ ¡Mójate virgencita! ¡Bendícenos!

Entró como un rabo de nube, achicándolo todo con su inmensidad de vaca jíbara.

_ ¿Sabes algo María?

_Siéntate mujer. Yo sé que fue Pepe.

_ No seas ave de mal agüero, coño.

Fue el único trueno de aquella tarde. Después la nube se deshizo y un sol de vidrios rotos se ensañó con toda la comarca.

Recuerdo cuando llegaron los hermanos de mi madre y le secretearon algo, teniendo que sostenerla con ayuda de Tía Teresa.

_Llévate a los muchachos para casa de Mamá.

A duras penas nos arrastraron hacia casa de mis abuelos, a más de un kilómetro, por donde la nube estuvo un rato antes.

Al día siguiente fue el entierro, pero en la mañana Tío Pedro nos llevó de regreso, para que viéramos aquel gentío desbordándose por el portal y todo el llanto de cuanto motivo hubiera para llorar. Nos fueron halando hasta el centro de la sala, donde un largo cajón de tablas de pino custodiado por cuatro velas enormes, dejaba ver por una diminuta ventana el rostro vacío y lejano de mi padre.

 

 

 

Pastor Aguiar

 

Un pedazo roto de la memoria. Pastor Aguiar



viernes, 7 de mayo de 2021

EL DEVENIR EXISTENCIAL ORDINARIO Y LA CREENCIA INAUDITA EN LO TRASCENDENTE

 Siguiendo el hilo argumental de la anterior entrada, y para la sección de Pensamiento del blog Ancile, traemos bajo el título El devenir existencia ordinario y la creencia inaudita en lo trascendente, este nuevo post.



EL DEVENIR EXISTENCIAL ORDINARIO

Y LA CREENCIA INAUDITA EN LO TRASCENDENTE

 

 


El devenir existencia ordinario y la creencia inaudita en lo trascendente, Francisco Acuyo

 


El devenir cotidiano de la existencia humana diríase ofrecer una perspectiva opaca a aquella aprehensión que nos inclina a atisbar, el umbral al menos, de la dimensión donde habita aquel algo que acaso se advierte más allá de dicha experiencia ordinaria y que hoy, quizá más que nunca, yace abotargado e insensible, a no ser bajo circunstancias muy especiales.

            No puedo dejar de insistir en el interés de aquellos personajes de la historia del pensamiento y de lo más extravagante de la conciencia humana (místicos de enorme relevancia en cualquier ámbito o disciplina que se pretenda acometer su entendimiento), como uno de los repetitivos intelectuales (y algo más que intelectuales) leitmotiv con los que justificar mi obsesión por comprender la singular cuando no extraña inclinación devota que raya en tantas ocasiones un paso más allá de un razonamiento lógico o científico de aquellos personajes excepcionales.

            La excepcionalidad de tantas figuras sobresalientes, dignatarias de lo más alto de la intelectualidad del ser humano certifican la realidad de esa búsqueda trascendente como algo en verdad trascendental para la conciencia de esas celebridades que se acaban por considerar creyentes, estableciendo o al menos poniendo seriamente sobre la mesa del pensamiento más profundo de la humanidad, si no lo innato (como acaso es el deseo en sus diversas manifestaciones), sí la inclinación del ser humano al debate sobre la cuestión de lo trascendente, sobre todo, si esta inclinación se ve respaldada por la razón, y si está en verdad está iluminada por la gracia.[1]

            La hondura traída al caso por no pocos místicos y creyentes devotos altamente relevantes nos habla, no sólo de una intuición más o menos razonada y razonable de lo que escapa a los sentidos y muchas veces a la razón misma, también o sobre todo de aquello que trasciende, pero que también integra y se hace realidad dentro del que intuye lo divino, pero también todo lo que fuera de él mismo da fe y constancia material de su veracidad en el mundo

            Es claro que la intuición de aquella unidad (esotérica y exotérica) acabará por manifestarse como la base y el principio de la multiplicidad que reconoce la filosofía, y aun la propia ciencia natural.[2] Que figuras excepcionales (reales o míticas), afirmen o nieguen la individualidad de lo trascendente, no ponen en duda, aunque rehúsen hablar de ello (el budismo) la realidad fundamental de lo trascendente en la vida de los seres conscientes, crean o no (si esta impronta permanece en cada cual aunque sea de manera inconsciente), para manifestar, finalmente, que aquellos que se sitúan más allá del tiempo de lo que es trascendente, una política siempre pacífica.

            Pero, para finalizar este capítulo, debemos destacar que esta penetración profunda de las cosas no será solamente propia del santo o del espíritu refinado en los saberes de la mística o la filosofía perenne, pues acabará por ser reconocida por todo aquella criatura con capacidad de discernimiento. Prueba de ello será la muestra más genuina de inteligencia como es el lenguaje.

            De esto daremos cuenta en la próxima entrada del blog Ancile con argumentos varios y expuestos en reflexiones apropiadas a la ocasión

 

 

 

 

 

Francisco Acuyo



[1] Estrada, J.A.: op. cit. pág. 25.

[2] Huxley, A.. La filosofía perenne, Edhasa, Barcelona, 1996, pág. 19.




El devenir existencia ordinario y la creencia inaudita en lo trascendente, Francisco Acuyo