sábado, 1 de mayo de 2021

A VUELTAS CON EL VERSO TRIDECASÍLABO, POR ANTONIO CARVAJAL

En este A vueltas con el verso tridecasílabo, ofrecemos  nueva entrega dedicada a este verso, porque da para mucha y muy granada reflexión métrica, y en su selección y juicio discurre nuevamente este otro post de la mano maestra de Antonio Carvajal para delectación de propios y extraños, y todo para la sección De la métrica celeste del blog Ancile, y esta vez arropado bajo el título expuesto al inicio, que no impuesto, con el que se inicia este párrafo introductorio.



A vueltas con el verso tridecasílabo, Antonio Carvajal


A VUELTAS CON EL VERSO TRIDECASÍLABO,

POR ANTONIO CARVAJAL


 

Querido Francisco Acuyo:  Me escribió Emilio Ballesteros y me decía: «también adopto el ritmo ternario en los versos de 13 sílabas, con acentos en las sílabas 3, 6, 9 y 12».

Tomo este final de un poema suyo como ejemplo:

Pero escucho en el eco del valle mis versos.

Y sigo con sus palabras: «Cualquier observador astuto habrá notado que, mientras Rubén comenzaba en golpe fuerte (sílaba tónica) en sus Ínclitas razas ubérrimas, para su ritmo ternario, yo, en cambio, invierto la acentuación de modo que, en vez de dáctilos, tenemos anapestos, por utilizar la jerga de la tribu. Y no fue por capricho hacerlo así, sino por mi tendencia, seguramente bastante salvaje y hasta algo primitiva, de tomar modelos antes de la naturaleza que del artificio. En bailes de salón y sus compases, siempre se empieza con el golpe fuerte: tán-ta-tan, tán-ta-tan… Pero si escuchamos correr a un caballo o intentamos imitarlo dando golpes sobre la mesa, como hacen los especialistas en efectos especiales con cáscaras huecas, el ritmo ternario, más bien, sonará así: toco-toc, to-co-toc, to-co-toc ( o sea, con anapestos, mejor que con dáctilos). Un caballo que galopara con el ritmo: tóc-coto, tóc-coto, tóc-coto…, más bien parecería cojo, o un caballito de dibujos animados que anda con un acusado palomasso».

Necesidad de forma propia y uso consciente de la que se elige. Es lo menos que el poeta auténtico debe exigirse. Y saber, también, que toda innovación se produce en el seno de una lengua con muchos siglos de práctica, con grandes hallazgos y clamorosos abandonos. Estamos aún bajo los dictados del buen gusto dieciochesco y su simultánea negación furibunda. Y entre los abandonos, porque los gustos son históricos y los buenos y  los malos varían, está la renuncia a explorar un verso que se ofrece y no se acepta. Sigo con palabras de Emilio Ballesteros:

A vueltas con el verso tridecasílabo, Antonio Carvajal
«En la métrica española el verso de trece sílabas es considerado poco eufónico y, por eso, resulta bastante difícil de encontrarlo utilizado. […] En mi caso, me propuse como reto romper ese tabú, que consideraba injusto, y durante mucho tiempo me dediqué a buscar la forma de incorporarlo al español de manera eufónica y con todo de derecho, hasta que, como ocurrió con el endecasílabo en su día, llegue a naturalizarse su utilización y, si no frecuente, al menos que su uso no sea tan raro. Ya me avisaron de que, cuando fuera eufónico, el peligro es que se le tome como un alejandrino al convertirse la 6ª sílaba en dos, por caer en palabra aguda final de hemistiquio. Pero salvé ese peligro procurando que esa sexta sílaba cayera en palabra llana. Y la manera que encontré de hacer que resultara eufónico fue por dos caminos: uno de ritmo ternario que lleve los acentos rítmicos en las sílabas 3, 6, 9 y 12; el otro, de ritmo cuaternario, con acento rítmico en las sílabas 4, 8 y 12. En mi libro Trece, incluido después en Trilogía del silencio, hay ejemplos de los dos modelos. Y también aparecen en algunos poemas de Mi nombre es Nadie y de En júbilo. […] Siempre están los versos tridecasílabos en la nueva estrofa que creé para el caso: El treceto (o ballestero) que viene a ser un soneto mistérico formado por trece versos de trece sílabas, casi siempre rimando, aunque no es obligatorio. La rima puede ser asonante o consonante. Tiene la peculiaridad de que el verso 13 se separa del resto y tiene entidad por sí mismo como para ser una estrofa de un solo verso. […El 13 se queda justo entre el 12 y el 14, y también está entre el 11 y el 14, que son los números en que se mueve el soneto; con lo que se mueve en una tierra de nadie, en un espacio nuevo, como corresponde a un número mistérico como él.

 

El corazón en paz ve una fiesta en todas las aldeas.

Proverbio indio

 

EL CORAZÓN EN DANZA

 

Pongo a danzar mi corazón en una fiesta.

Siento la luz, como un clamor por los caminos,

que se derrama en su quietud de espigas ebrias.

Si la tristeza viene a mí yo la acurruco.

Duermo con ella. Al despertar es una amante

que se marchó sin despedirse y que me deja

sabor a zumo de cerezas en mi almohada.

Te doy mi cruz. Dame tú un beso y caminemos.

Cuando el dolor anide en ti, ten mi regazo.

Y así los dos en el vaivén seremos viento

que se escapó de su prisión entre los álamos.

Voy a subir a los oteros a gritarlo:

La vida estalla y nadie nunca va a evitarlo.

La vida estalla, sí, y con ella el arte, una de sus manifestaciones más rigurosas y más satisfactorias y más contradictorias, tanto que exige amor. En fin, como me dijo Paco del Pino entre sonrisas, “cada loco con su métrica”. Ay, qué tiempos aquellos en que la tema era de género femenino y número singular. Ya no se enseñan en las escuelas los cinco géneros gramaticales que yo sí alcancé. Y la métrica, como de costumbre, cada vez se enseña menos y peor, y así estamos todas y todos. Corrijo, todas y todos, no, que aún hay quienes se matriculan en Filología clásica, y la cursan con general provecho. Son vocacionales y, a semejanza de lo que ocurre en religión, donde cada vez hay más monjes y menos clero secular, desde Palma a Las Palmas y de Cariño hasta Níjar, surgen de vez en cuando quienes, conscientes o no de ello, escriben estupendos tridecasílabos, como el alpujarreño (de Laujar del Andarax) Francisco Villaespesa, a quien el opio le produce un ensueño oriental, y el asturiano (de Noreña) Rodrigo Olay quien, además de estudiar con rigor y buena prosa la teoría y la práctica del endecasílabo en Jovellanos, cierra un delicioso poema de su libro Vieja escuela (Rialp, colección Adonais, 2021) con estos tres versos:

Solo quiero una cita.

Solo verla una vez,

Solo verla otra vez a mi abuela Jovita

Oído a la acentuación: 1-3 /4-6 / 9-12. Ojo al esquema: ó u ó / ó u ó / u u ó / u u ó . Demos más importancia a verbo y nombre que a indefinido y adverbio, marquemos con más fuerza ver y vez que solo y otra, y el compás ternario progresivo /3-6-9-12/ se impone frente al ternario regresivo que podría iniciarse si intensificamos las sílabas 1ª y 4ª; pero no, los monosílabos agudos suenan demasiado. Para colmo, habituados a la combinación culta y secular de heptasílabos con endecasílabos y la no menos vieja pero sí más popular y cantada de los decasílabos de marchas, himnos, arias y retahílas, en cuanto llegamos al acento de 6ª o saltamos a 10ª o, si nos esquiva, nos vamos de golpe adelante, mejor a 12 que a 11 porque el compás nos lo pide. Así que si alguien, a la primera, lee este verso como alejandrino, comuníqueselo a Miguel d’Ors y, de paso, comuníquemelo a mí para incluirlo en mi colección de raros.

Y, hablando de raros, recibo de José Antonio Ruiz Reina, desde Ventas de Zafarraya, metricista vocacional, este estupendo poema con notación rítmica al título. Esta es la nota: «Soneto compuesto por versos tridecasílanos polirrítmicos. El primer verso tiene un primer hemistiquio hexasílabo anfibráquico y un segundo hemistiquio heptasílabo anapéstico (o ó o o ó o / o o ó o o ó o). El segundo verso comienza con un heptasílabo anapéstico y va seguido por un hexasílabo anfibráquico (o o ó o o ó o / o ó o o ó o). Esta alternancia se conserva a lo largo de todo el poema». He aquí el poema:

Trivial

 

Un signo de agua sobre un rito de fuego

en el aire palpita al son del tambor.

Princesas ocultas disimulan su ardor

que entrelaza en sus manos un cínico ciego.

 

La lluvia desliza su monótono ruego

a través de una luz de incierto color

y alumbra desnuda las ofrendas que amor

en su vuelo inconstante dejó para luego.

 

Navega este invierno por detrás del jardín

de la niña que fuiste al sol de Rubén

y roba los besos que te dio un paladín

 

en las noches prohibidas de blanco satén...

La historia de siempre se dirige a su fin

y no deja otra cosa que hastío y desdén.

Mi propósito era dirigirte tres cartas; lo he sobrepasado y  he decido que la sexta sea la última. No quiero hastiarte ni que me desdeñes, que duele mucho.

Un abrazo desde Motril, a veintiseis de abril de 2021, CXXIII aniversario del natalicio de don Vicente Aleixandre.




A vueltas con el verso tridecasílabo, Antonio Carvajal


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