miércoles, 25 de septiembre de 2019

FERNANDO PARRA NOGUERAS Y SU NOVELA "PERSIANAS"

Nos es muy grato traer a la sección, Narrativa, del blog Ancile, al narrador y profesor Fernando Parra Nogueras y algunos fragmentos de su novela, Persianas, finalista del premio Azorín de novela, editado por la editorial Funambulista, y cuya lectura desde aquí recomendamos vivamente y que se presentará en Granada en breve. Daremos puntual noticia del evento.



Persianas, Fernando Parra Nogueras



FERNANDO PARRA NOGUERAS 

"PERSIANAS"



Persianas, Fernando Parra Nogueras







Fernando Parra Nogueras (Tarragona, 1978) es profesor de Lengua y Literatura Españolas de en Alicante. Desde hace una década, mantiene una columna semanal de carácter literario en el Diari de Tarragona, amén de otras colaboraciones en otros medios de prensa escrita y en revistas literarias, que recoge en su blog: Cesó todo y dejéme. Algunos de sus artículos han quedado entre los finalistas del prestigioso Premio de Periodismo Literario Francisco Valdés y este mismo año se publicará una antología de los mismos bajo el título Acogerse a sagrado. La literatura como salvación (Silva Editorial). En 2020 aparecerá su segunda novela, El antropoide (editorial Candaya)
Persianas, con la que quedó finalista del Premio Azorín en 2017, es su opera prima. 








PÁRRAFOS SELECCIONADOS POR EL AUTOR




“La sucesión perfecta, infalible, de las persianas de mi calle, siempre las mismas, una detrás de la otra, en orden inalterable y a las mismas horas, dotaba a mi mundo de una confortable seguridad donde no había lugar para la sorpresa o la incertidumbre. Las persianas eran la alegre constatación, un ejemplo de tantos, de que todo funcionaba bien, según lo establecido, de acuerdo con esa alianza tácita de no agresión que había rubricado con la vida o con un dios hecho a mi medida a quien rezaba de manera irregular, caprichosa y egoísta. Igual que sabía el orden meticuloso de las persianas, sabía también que mi madre cocinaría ese mediodía gachamigas, que mi hermano estaría ya viendo los dibujos animados matinales o que mis padres no habían muerto durante la noche anterior en su cama. Aunque para esto último no hubiera podido evitar acercarme sigilosamente hasta la puerta entornada de su habitación para escuchar sus respiraciones acompasadas. Y así era cómo la vida o ese dios manufacturado cumplían con las cláusulas de su contrato. Eran los tiempos en que la existencia no estaba sujeta a la zozobra de lo azaroso”


“Aquella acera que de repente moría en un lecho pedregoso de tierra amarillenta tenía algo de finisterre existencial. Con ella no solo terminaban los límites del barrio iniciando, tras su último vestigio de cemento labrado, un páramo de maleza y guijarros; era también la puerta a un mundo inhóspito, repleto de inciertas noticias acerca de los peligros que entrañaba adentrarse en él, mitos forjados por el celo protector de los adultos que nos advertían del pozo oculto por las hierbas que se tragaba a los niños o de las cabañas habitadas por extraños seres malignos. Todo aquel paraje representaba la inseguridad extramuros de nuestra tribu de arrabal, lejos de la protección de nuestros templos de hormigón armado. Solo nos aventurábamos en sus inmediaciones para levantar la hoguera de San Juan como un sacrificio de muebles viejos y cartones que hubiera que  inmolar a los leviatanes del descampado o para jugar a las canicas, irisando el yermo con los destellos que el sol desportillaba en los cristales. En aquellos primeros metros del descampado dejábamos los niños nuestro rastro de agujeros hollados para el gua o una ristra de hormigas abrasadas por el armagedón de las lupas. Pero siempre cerca, al amparo de aquella acera que en su último trecho iba erosionándose, cada vez menos acera, hasta hacerse ruina en su estertor de argamasa”.


Querido Chanquete:
Es imposible escuchar tu acordeón y no sentir que en cada una de sus notas se nos van, como evaporados, trocitos del alma. Algo así como las partículas de agua que quedan suspendidas en el aire tras haber roto la ola en los cantiles. Minúsculas y desamparadas, permanecen unos segundos pendidas de la nada, y luego desaparecen arrastradas por la brisa marina o se esfuman absorbidas por el sol. Tu acordeón es esa brisa de salitre que peina las arenas de la playa o ese sol tibio de la media tarde que dora ya sin fuerza los torsos desnudos de los niños en la orilla y perfila las sombras de las escarpaduras que se adentran en el mar.
La canción de tu acordeón es triste porque la han compuesto las conchas vacías de la ribera, las algas secas adheridas a las peñas, el borboteo de la espuma agonizando en la orilla tras la última ola; el rumor lejano de las gaviotas, la respiración profunda del océano, las ruinas de un castillo de arena. La han compuesto los gemidos del maderamen de los barcos fondeados, el óxido de los cañones de los galeones hundidos, las botellas sin mensaje, las lánguidas sirenas despechadas. La canción de tu acordeón es melancólica y nostálgica porque suena allí donde el cielo se junta con el mar, creando el gran azul donde el mundo se extermina.
Deja, Chanquete, de tocar tu acordeón. Enciérrate en tu camarote y no salgas de él; deja que la pleamar reflote tu barco, abandónate al vaivén de la marea, no opongas resistencia a la corriente, limpia la rémora de la quilla que te retiene aquí, entre los hombres de tierra, y adéntrate con tu acordeón en el abismo infinito del piélago, a la deriva, allá donde tus notas se confundan con el oleaje embravecido, con los embates del viento, con los truenos de las tempestades, allá donde no podamos oírte. Y muere, Chanquete, muere. Muérete con tu acordeón allá lejos, en mitad de los líquidos taludes, y que las nereidas tejan tu mortaja y te entierren  a ti y a tu acordeón, sepultado entre los atolones de las perlas más negras de la mar.


Fernando Parra Nogueras






Persianas, Fernando Parra Nogueras

martes, 24 de septiembre de 2019

MENTE Y EXPERIENCIA SUBJETIVA


Como continuación de los post dedicados a la temática de los conceptos, mente, pensamiento y conciencia, traemos para la sección, Pensamiento, del blog Ancile, la nueva entrada que lleva por título: Mente y experiencia subjetiva.



Mente y experiencia subjetiva. Francisco Acuyo


MENTE Y EXPERIENCIA SUBJETIVA



Sería muy interesante poder explicar qué es ser. Mas también intentar comprender si esta subjetividad del ser es conciencia, mente o pensamiento (recordemos las similitudes y diferencias de estos tres conceptos expuestas anteriormente).[1] El pensamiento está, sin duda, implicado en el proceso de identificación  de nuestro ser. En este proceso de identificación, así mismo, debe estar implicada nuestra mente, si reconoce ésta a través de la  sensibilidad (percepción propioceptiva)  de su ser en el mundo, mas, de dónde proviene dicha sensibilidad? Acaso de la interacción entre la percepción misma –de nuestros sentidos- y  la acción que nuestro ser –subjetivo- lleva a cabo en aquella interacción y también a la integración de aquél en la imagen del mundo a la que es capaz de acceder.

                De aquella interacción e integración acontece el extraordinario y singular reconocimiento del yo en el tiempo. Tiempo y subjetividad son algo más que mente (mi mente) y pensamiento (mi pensamiento): es conciencia. No obstante, es de capital importancia observar que nuestro entendimiento (científico) rechaza que aquella conciencia pueda ser una entidad metafísica, si, como hemos deducido aquella conciencia está basada en fenómenos a los que se puede acceder experimental y sensiblemente y por tanto que son susceptibles de ser atendidos en virtud de la metodología científica apropiada. Es obvio que a tenor de aquel rechazo, aun menos podrá aceptarse una conciencia universal. Nuestra ciencia está exenta de apreciaciones metafísicas.
Mente y experiencia subjetiva. Francisco Acuyo

                Es claro que en la actualidad no se acepta ninguna conciencia que no sea resultado de una certeza demostrable. La frontera establecida para el conocimiento de la conciencia está en la prueba física (y biológica) del cerebro (y la red de su sistema nervioso). Así las cosas, conciencia (mente y pensamiento, en lo que tienen en común) son epifenómenos del cerebro.

                Cabría pensar que la teoría del conocimiento (y la neurociencia, en particular)  ha(n) investido a este órgano peculiar de un carácter ¿religioso? que ¿faculta al hombre para conocer a Dios?[2] La materia (fisiología) biológica del cerebro es la prueba física de su existencia y la verificación del origen de la conciencia. Pero, ¿realmente sabemos qué es la materia? Los estudios e investigaciones de la ciencia física del dominio de lo infinitamente pequeño (mecánica cuántica), parece poner en tela de juicio las certezas sobre lo que realmente sabemos de aquello que denominamos materia, y lo que es más preocupante, el papel esencial que juega el observador en la realización efectiva e aquello que denominamos materia.

                En consecuencia, ¿será la materia, como todos creemos a priori que es algo del todo cognoscible y experimentalmente verificable? ¿No estaremos hipostasiando –metafísicamente- un concepto que creíamos demostrado y no resulta ser más otra hipótesis sobre la realidad del mundo? ¿No estaremos si no representando a través de otro símbolo la realidad de lo que creemos que debe ser real?

                Nos no parece que estemos invitando al lector a la aceptación de un nuevo  solipsismo, por el contrario, exhortamos amigablemente a una reflexión que nos parece muy necesaria. El concepto de conciencia incita (como el de mente y pensamiento) a una terminología que, si bien ha sido útil para describir formas de experiencia subjetiva unificada y coherente, en el exceso de su utilización ha generado una grande confusión[3]. En todo ello abundaremos en la próxima entrega de este blog Ancile.





Francisco Acuyo




[2] Jung. C.G.: Op. Cit, pág. 147
[3] Godfrey-Smith, P.: Op.cit. pág. 125.

Mente y experiencia subjetiva. Francisco Acuyo


lunes, 23 de septiembre de 2019

LA MENTE CONTINUA


Para la sección, Pensamiento, del blog Ancile, traemos una nueva entrada que lleva por título: La mente continua.




La mente continua. Francisco Acuyo






LA MENTE CONTINUA
                       




Mente, pensamiento, conciencia. ¿Qué tienen en común estas terminologías? ¿Qué las diferencia? A mi juicio, y dada la importancia que en los estudios modernos de la conciencia adquiere a través de la neurociencia, sería más que conveniente trazar algunas nociones sobre el repertorio terminológico al respecto, sin olvidar que otros ámbitos del saber humano tiene mucho que decir al respecto.

                La mente (men, mentis) es término que relaciona su acepción originaria –etimológica- a los procesos que reconocemos a través del pensamiento, siendo la potencia intelectual del alma,[1] adquiriendo carácter sinónimo con pensamiento,[2] aunque observando  una más que interesante vinculación con el propósito, el designio y la voluntad. La mente entendida como proceso cognitivo[3] la enlaza con la psicología y así mismo la sitúa más cerca de la enunciada neurociencia.

                El pensamiento (pensare), coloca su término dentro del campo semántico de la comparación, la estimación, el examen, la semejanza, la analogía; la facultad de pensar[4] lo sitúa en el dominio activo de la acción –y efecto- de pensar,[5] para conectarlo con el mundo de las ideas[6], singularmente del eido (yo vi) del territorio de las formas y las apariencias.
La mente continua. Francisco Acuyo

                La conciencia (conscientia) –estar consciente del bien y del mal, supone etimológicamente: con (unión, conjunto, todo) y scientia (cualidad del que sabe), una significación acaso más compleja: de aporte ético[7], racional y de conocimiento[8] (espontáneo) de la realidad[9] y por tanto como especial percepción que  vincula al mundo a aquél que la tiene y la contiene.

                Esta aproximación y diferencia terminológica tiene una gran importancia si queremos saber de qué hablamos cuando decimos: conciencia. Las tres terminologías indican en cierto modo una función psíquica (aunque, paradójicamente no sepamos muy bien lo que es la psique),[10] cuya referencia al alma (psy-c-khé) abriría más incógnitas que soluciones, ante todo porque el alma es el principio de la vida[11], por lo que intentemos arreglárnoslas con la idea de mente (y pensamiento). Así las cosas, ¿podemos decir que la mente es un producto de la evolución? ¿Qué es lo que evoluciona, el sistema nervioso y el cerebro, si la mente (y el pensamiento) es un epifenómeno de aquellos (sistema nervioso y, sobre todo, cerebro)? 

               La mente, se dice, que ha evolucionado en respuesta a otras mentes[12] en tanto que crea oportunidades y exigencias para otros. En cualquier caso no debemos ignorar que no son pocos los que piensan que es nuestro cuerpo y no tanto el cerebro, el responsable de buena parte de la inteligencia con la que manejamos el mundo (cognición personificada o corpórea).[13] En cualquier caso, ¿debemos aceptar la afirmación de William James de que la conciencia, como corolario de la mente (y del pensamiento) de que esta no surge de manera espontánea o repentina? Se diría que esta continuidad evolutiva exige de una aproximación distinta en cuanto que atendemos al fenómeno de la experiencia subjetiva. De todo ello hablaremos en próximas entradas de este blog Ancile.







Francisco Acuyo



[1] RAE, primera acepción.
[2] RAE, segunda acepción.
[3] RAE, tercera acepción
[4] RAE, primera acepción.
[5] RAE, segunda acepción
[6] RAE, cuarta acepción.
[7] RAE, acepción primera y segunda.
[8] Rae, acepción tercera y cuarta
[9] RAE, acepción quinta y sexta.
[10] Jung, C.G.: Escritos sobre espiritualidad y trascendencia, Edt. Trotta, Madrid, 2016, p.145.
[11] RAE, acepción primera y única.
[12] Godfrey-Smith, P.: Otras mentes, Taurus, Madrid, 2017, p. 53.
[13] Clark, A.: Estar ahí, Cerebro, cuerpo y mundo en la nueva ciencia cognitiva, Paidós, Barcelona, 1999.




La mente continua. Francisco Acuyo

viernes, 20 de septiembre de 2019

COMPLEMENTARIEDAD MÉTRICA (FRAGMENTO)


Para la sección, De la métrica celeste, del blog Ancile, ofrecemos un fragmento de la totalidad dedicada al desvío de la norma métrica, y que lleva por título, Complementariedad métrica.




COMPLEMENTARIEDAD MÉTRICA (FRAGMENTO)


Complementariedad métrica. Francisco Acuyo



                Es en verdad algo notable constatar que el principio de complementariedad[1] -que fundamenta el funcionamiento de lo orgánico (vivo) y  es especialmente apropiado al discurso de la poesía-, sea capaz de aunar, en el gran poema, el dinamismo, fluidez, complejidad y vida de sus contenidos con la operación de registro o contabilidad que conforma su estructura métrica. Vida y número remiten al movimiento o flujo simbólico en la vida (y la muerte, esta entendida como fin de lo conocido y vía para la expresión de lo nuevo) que caracteriza la poesía. Que el flujo vital, continuo del organismo poético se vea complementado necesariamente con el número es algo en verdad prodigioso, y somos testigos de ello cuando entendemos la compleja (y fantástica) relación entre ambos, porque en muchas ocasiones es tanto el contento como la admiración de pensar de dónde podía venir aquella armónica y expresiva complicidad.

                En la rareza del desvío constamos la conversión (metastophé) en la que está implicada la totalidad del poema, sostenida por la unidad del verso que, como reflejo singular del vórtice, tantas veces atropellado de su origen y posterior existencia, viene a reflejarse en lo más íntimo de sus estructuras. De la semilla de la invariancia y la fijeza numérica que se supone constituye la estructura métrica del verso, surge la paradoja de su modificación –que no puesta en duda-, y coloca en extraña tesitura su propia taxis estructural en muy determinados casos; estos son los que exponen momentos del verso que parece no mantenerse sujetos a la rigidez numérica, y en cuyo supuesto errar se manifiesta la ambigüedad esencial que caracteriza el desvío métrico.
Complementariedad métrica. Francisco Acuyo

La representación numérico cuantificadora al uso métrico habitual –véase el caso en matemáticas con la aparición de los números irracionales- (y en lingüística, con el uso desviado de la norma) no es que no sea posible, es que, en ocasiones, gracias a aquél puede adaptarse más óptimamente a la ocasión señalada o incluso mejorarse. La analogía que se pretende significar es de carácter complejo y dinámico y se extiende a ámbitos que pueden ir desde el cómputo –calculo- métrico-matemático, hacia dominios que lo exceden y que pretenden de algún modo adaptarse, dominios decimos como el emocional, el mítico, el trascendente… y que necesitan, no obstante, de una aproximación representativa lo más exacta, o lo que igual, lo más expresiva posible y riquísima por todo extremo de significados.

                Si la métrica poética sigue las directrices del cálculo que proponen la pertenencia a secuencias (tipo de versos, de ritmos métricos, de acentos…) recursivamente numerables, no deben entenderse aquellas como un corpus preceptivo de normas rígidas para un fin exclusivo taxonómico y descriptivo de sus estructuras. Tratan en realidad de proponer los útiles idóneos para adecuarse a la dinámica viva de la poesía que, como tal, ha de adaptarse a la sustancialidad que es propia de su naturaleza, y donde en algunos casos suceden momentos de grande expresividad y excelente admiración representativa. Es preciso reconocer que la  invariabilidad –métrica- ha de superarse algunas veces para navegar por el muchas veces proceloso mundo de representaciones de la vida y de la existencia, sobre todo del que se maneja en este ámbito con fines estético, éticos y expresivos, si es que quiere en verdad  entender, atender e integrar(se) en aquellas de forma congruente y profundamente creativa, que son las que construyen y mueven la poesía. [...]




Francisco Acuyo


[1] Entendemos como complementariedad referida, en principio, al verso, y después al poema, a la capacidad del discurso poético para completar y equilibrar los supuestos elementos que faltan con otros que equilibren el defecto. Así, podemos constatar, por ejemplo, que cuando hay una carencia de acentos, se suple expresivamente con el sentido o significado del poema, o cuando se colocan dichos acentos en lugares que no son los habituales del tipo de verso, para genera más énfasis expresivo. Véase para esta cuestión las casuísticas traídas para la ocasión en este conjunto métrico o en Fundamentos de la proporción en lo diverso, nota 1.




Complementariedad métrica. Francisco Acuyo

lunes, 16 de septiembre de 2019

NOTAS Y APROXIMACIONES MÉTRICAS NUEVAS SOBRE EL DESVÍO DEL PRECEPTO


Para la sección, De la métrica celeste, del blog Ancile,  incorporamos un nuevo texto que lleva por título; Notas y aproximaciones métricas nuevas sobre el desvío del precepto; es un fragmento de un apartado de la métrica que estoy preparando y que espero editar a no pasar mucho tiempo.



Notas y aproximaciones métricas nuevas sobre el desvío del precepto; Francisco Acuyo




NOTAS Y APROXIMACIONES MÉTRICAS

NUEVAS SOBRE EL DESVÍO DEL PRECEPTO



Si, como advertíamos,[1] nuestro concepto de estructura métrica del verso pasaba por ser orgánica, compleja, dinámica, no lineal…,[2] y si el movimiento y vivacidad forma parte de su naturaleza, hemos de considerar, en virtud de esta, su singular albedrío como potestad verdaderamente abierta, vivaz y decididamente imprevisible. El cómputo estructural del verso, si bien se rige por el logos racional de su contabilidad, este puede operar irracionalmente de manera, si no excepcional, sí muy especial, esto lo comprobamos cuando nos encontramos ante o violación o la ruptura de la norma perceptual del verso que de consuno se tiene como reglada para una óptima eufonía del verso. La operación de recuento y selección de los componentes que estructuran cada verso (número de sílabas, pausas, acentos…) conforman el conjunto característico de cada unidad que compone el poema (insistimos, el verso) y que tienen un papel crucial en la conexión y eufonía del mismo; como decíamos, pueden verse (singularmente) superados o conculcados por necesidades expresivas o de ampliación del campo semántico y de pensamiento que, en un momento preciso, y para la mejor elocuencia del conjunto poemático, el instante poético diría exigir. Así, el verso, mantiene una rara armonía que pone en evidencia que el ser estructural del mismo es uno y múltiple en su cantidad rítmica y armónica, aunque esta sea, por la configuración y preceptiva métrica cerrada estrictamente (como es el caso de composiciones que utilizan el mismo tipo de versos, por ejemplo el soneto y su composición endecasilábica del mismo en sus distintas y muy ricas variedades).[3]
Notas y aproximaciones métricas nuevas sobre el desvío del precepto; Francisco Acuyo

                El acto de reunir y contar en poesía (métrica), decíamos, es deudor del logos racional del cálculo, de la medida y la relación, acción que lo emparenta de manera evidente con la misma matemática y, por tanto, debe necesariamente ser incluido como objeto peculiar de episteme, de conocimiento. Sin embargo, el desvío[4] de la norma –de cálculo y contabilidad- expone un hecho (que asumido por la disciplina científica y también) por el arte y ciencia métrica, habla de la enigmática y paradójica armonía entre ese logos racional de exactitud, y aquella otra frontera, nada clara, desordenada, irracional, que diría la vincula (en su rara demarcación) con el mundo hondo y oscuro del mito y de las emociones más profundas (que, a su vez. lo relacionan con el lenguaje recóndito y enigmático mediante el que hablan de manera insondable los dioses más antiguos), vínculo, decimos, mediante el cual, acaso, el número obtiene una especial realización (en poesía es clara) armónica o eufónica vinculado al lenguaje poético.[5]

                La organicidad del poema se obtiene, al igual que su estructura eufónica, de la complejidad de la vida misma que lo configura, y que puede expresarse de manera única en la diversidad y multiplicidad creativa que la potencia. Por eso no es extraño encontrar en grandes maestros esa dilación o relajación o tensión extremas en casos singulares de desvío en el número que construye las diversas relaciones métricas del verso y que rompen la norma o la preceptiva de su uso[6]. Es así que, con no rara frecuencia, sobre todo en la alta poesía, encontramos que los significados estén en relación numérica (o razón matemática) con los componentes estructurales métricos del verso o versos que conforman el poema. [...]




Francisco Acuyo



[1] Acuyo, F.: La proporción en lo diverso…. Universidad de Granada; Edt. Jizo, versión corregida y aumentada; Las cuentas del perenne poético…. (en prensa).
[2] Ibidem.
[3] Véase la casuística traída al caso en la anterior bibliografía.
[4] Decíamos sobre el concepto de desvío: (Acuyo, F.: La proporción en lo diverso, p.85:)
 «El isomorfismo poético es una prueba palpable de que el mundo que acontece no funciona al albur de una dinámica equiprobable6 en cuya realidad se manifiesten un conjunto vacío de leyes, las cuales se vendrán a traducir como restricciones que llaman la atención para advertir finalmente que no todo vale para acceder a la realidad de su naturaleza. Pero no deben entenderse aquellas prohibiciones como simples normas deterministas que puedan anticipar o predecir la realidad especial del fenómeno poético. La necesaria incertidumbre que cabe observarse, por ejemplo, en la transgresión de la norma métrica —desvío—, en momentos concretos del poema (intensidad emocional, lírica) nos avisa de un grado de inexcusable incertidumbre, mas no significando forzosamente la conculcación general de aquellas leyes que garantizan la conservación de aquellas magnitudes que dan cuenta de la globalidad —u organicidad— del fenómeno poético».

[5] Recordemos que el uso normal -y su razón lógica gramatical- de la lengua, también advierte de una posible deriva semántica y que afecta y manifiesta en el lenguaje poético, en forma de desvío -el lingüístico-, lo cual hace de la poesía un lenguaje especial, que acaba también revelándose fuertemente vinculada a la especialidad de su número métrico.
[6] Acuyo, F.: Fundamentos de la Proporción en lo diverso, Ejemplos y casuística, p. 337 en adelante. Ejemplos con versos con un grado de desvío considerable en Garcilaso, Góngora, JRJ, Aleixandre o Lorca. Véase unos cuantos caso en Garcilaso, con la dura colisión de algunos de sus endecasílabos.

por vos he de morir // y por vos muero.
—2ª—(3)ª——-6ª————[9ª-10ª]

Basten las que por vos // tengo lloradas.
1ª———————[6ª-7ª]————-10ª

Mi vida no sé en qué // se ha sostenido,
———2ª—––[5ª–––6ª—][–––7ª]——–10ª
si no es  en haber sido  yo guardado
———2ª—–—[5ª-6ª]—8ª———10ª



Notas y aproximaciones métricas nuevas sobre el desvío del precepto; Francisco Acuyo



martes, 10 de septiembre de 2019

LA POESÍA SABE ESPERAR, DE ENRIQUE VILLAGRASA

Para la sección, Noticias, del blog Ancile, traemos ahora la segunda entrega relativa a las dos primicias poéticas anunciadas del poeta y amigo Enrique Villagrasa González. En este caso damos cuenta del libro titulado, La poesía sabe esperareditado por Igutur, para su colección,  Poesía; también con tres  poemas de muestra del excelente quehacer poético de su autor les dejamos en este segundo post.


La poesía sabe esperar, Enrique Villagrasa




LA POESÍA SABE ESPERAR, 


DE ENRIQUE VILLAGRASA



La poesía sabe esperar, Enrique Villagrasa




INTROITO



Aquel brincar sin dolor, 
aquella loca alegría 
¿por qué acabó?

Rosalía de Castro 

(traducción de Mauro Armiño) 

A Rosa Lentini




Con prados silenciosos, en la orilla
de mi siempre Jiloca avanzo libre, 
por lenta senda del ribazo oscuro
a beber en la fuente del regreso.

Sin mucha sed bebemos tu silencio
y dejamos palabra tan corriendo
que parece metáfora del gesto 
trágico, con mirada alzada al cielo.

El límpido azul no responde: grito, 
quiero saber si te sorprende a mano
alzada este querer verso no poema.

El texto las fronteras buscar debe
de la palabra; sí, el límite blanco
sonoro, del lenguaje del silencio. 









Burbáguena camina tan despacio
por las sonoras calles los recuerdos:
Es de noche: tus manos delicadas
estrechan el sentir: verso callado.

Incertidumbre recreada. ¿Posverdad?
La relación contigo es la esencia
del poema no dicho. Sí dictado.
Un vulgar drama sin lenguaje poético

el niño que en la escuela frente al río,
las lecturas sustentaban sus tardes
y el camino de la viña era el momento:

cual remanso oculto en Jiloca turbio.
 Después brisa de mar en verano cálido.
 Por resurgir en esplendor el poemario.

Otro verano se reflejó en la poza del río
 y los cuerpos le hurtaron al sol su luz.





SI HAY DOLOR HAY VIDA, DICEN




Si con los mismos ojos que leyeres
las letras de este mármol no llorares
amargas fuentes y copiosos mares,
tan mármol, huésped, como el mármol eres

Francisco de Quevedo




Desde Burbáguena a Tarragona
 te ilumina la inmensidad del mar.
Ese mar que noche tras noche
está en y con los recuerdos idos,
tal vez momentos, con la boca rota
y las manos en silencio. Nunca
he estado tan apegado a ti, mi vida.
A mis 60 años, nunca nadie sabrá
cómo me ilumina la sombra negra
de mi tesis. Rosalía espera cuando
ya, ni él, nadie nada. Todo es
la prisión oscura de la verdad.
Un golpe de escarcha en la flor
 del azafrán, donde el dolor y la vida.


Enrique Villagrasa




La poesía sabe esperar, Enrique Villagrasa