martes, 24 de septiembre de 2019

MENTE Y EXPERIENCIA SUBJETIVA


Como continuación de los post dedicados a la temática de los conceptos, mente, pensamiento y conciencia, traemos para la sección, Pensamiento, del blog Ancile, la nueva entrada que lleva por título: Mente y experiencia subjetiva.



Mente y experiencia subjetiva. Francisco Acuyo


MENTE Y EXPERIENCIA SUBJETIVA



Sería muy interesante poder explicar qué es ser. Mas también intentar comprender si esta subjetividad del ser es conciencia, mente o pensamiento (recordemos las similitudes y diferencias de estos tres conceptos expuestas anteriormente).[1] El pensamiento está, sin duda, implicado en el proceso de identificación  de nuestro ser. En este proceso de identificación, así mismo, debe estar implicada nuestra mente, si reconoce ésta a través de la  sensibilidad (percepción propioceptiva)  de su ser en el mundo, mas, de dónde proviene dicha sensibilidad? Acaso de la interacción entre la percepción misma –de nuestros sentidos- y  la acción que nuestro ser –subjetivo- lleva a cabo en aquella interacción y también a la integración de aquél en la imagen del mundo a la que es capaz de acceder.

                De aquella interacción e integración acontece el extraordinario y singular reconocimiento del yo en el tiempo. Tiempo y subjetividad son algo más que mente (mi mente) y pensamiento (mi pensamiento): es conciencia. No obstante, es de capital importancia observar que nuestro entendimiento (científico) rechaza que aquella conciencia pueda ser una entidad metafísica, si, como hemos deducido aquella conciencia está basada en fenómenos a los que se puede acceder experimental y sensiblemente y por tanto que son susceptibles de ser atendidos en virtud de la metodología científica apropiada. Es obvio que a tenor de aquel rechazo, aun menos podrá aceptarse una conciencia universal. Nuestra ciencia está exenta de apreciaciones metafísicas.
Mente y experiencia subjetiva. Francisco Acuyo

                Es claro que en la actualidad no se acepta ninguna conciencia que no sea resultado de una certeza demostrable. La frontera establecida para el conocimiento de la conciencia está en la prueba física (y biológica) del cerebro (y la red de su sistema nervioso). Así las cosas, conciencia (mente y pensamiento, en lo que tienen en común) son epifenómenos del cerebro.

                Cabría pensar que la teoría del conocimiento (y la neurociencia, en particular)  ha(n) investido a este órgano peculiar de un carácter ¿religioso? que ¿faculta al hombre para conocer a Dios?[2] La materia (fisiología) biológica del cerebro es la prueba física de su existencia y la verificación del origen de la conciencia. Pero, ¿realmente sabemos qué es la materia? Los estudios e investigaciones de la ciencia física del dominio de lo infinitamente pequeño (mecánica cuántica), parece poner en tela de juicio las certezas sobre lo que realmente sabemos de aquello que denominamos materia, y lo que es más preocupante, el papel esencial que juega el observador en la realización efectiva e aquello que denominamos materia.

                En consecuencia, ¿será la materia, como todos creemos a priori que es algo del todo cognoscible y experimentalmente verificable? ¿No estaremos hipostasiando –metafísicamente- un concepto que creíamos demostrado y no resulta ser más otra hipótesis sobre la realidad del mundo? ¿No estaremos si no representando a través de otro símbolo la realidad de lo que creemos que debe ser real?

                Nos no parece que estemos invitando al lector a la aceptación de un nuevo  solipsismo, por el contrario, exhortamos amigablemente a una reflexión que nos parece muy necesaria. El concepto de conciencia incita (como el de mente y pensamiento) a una terminología que, si bien ha sido útil para describir formas de experiencia subjetiva unificada y coherente, en el exceso de su utilización ha generado una grande confusión[3]. En todo ello abundaremos en la próxima entrega de este blog Ancile.





Francisco Acuyo




[2] Jung. C.G.: Op. Cit, pág. 147
[3] Godfrey-Smith, P.: Op.cit. pág. 125.

Mente y experiencia subjetiva. Francisco Acuyo


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