En anteriores entradas dedicamos de manera exclusiva una entrada a los versos, también de arte menor, heptasílabos y octosílabos, y los tratamos pues, de manera independiente. En esta ocasión el resto de versos de arte menor los veremos de forma conjunta.
ARTE MENOR: LOS VERSOS TETRASÍLABOS,
PENTASÍLABOS Y HEXASÍLABOS.
El verso de cuatro, normalmente se dice que es la unidad mínima versal en la poesía española (aunque el verso bisílabo es aceptado por algunos metricistas como verso más corto),[1] junto con el verso de cinco y seis sílabas, en tanto que pueden considerarse con entidad rítmica propia (es fácil confundir estos supuestos versos mínimos en realidad con las cláusulas rítmicas determinadas –trocaica o anfibráquica, según tenga dos o tres sílabas-). Esto versos tienen unas peculiaridades comunes por las que merecen ser estudiados de manera conjunta. De hecho, su precisa y menor complejidad acentual, hacen que mantengan unas cualidades que les hacen muy adecuados para determinadas combinaciones estróficas y, cuando son utilizados como única medida, se distinguen unas características en verdad muy singulares; de hecho el verso denominado de arte menor está basado en la tendencia fonética a emitir entre dos pausas un número de sílabas (grupo fónico)[2] que oscila entre un mínimo de ocho sílabas y un máximo de once. Una de las características que lo hacen peculiar es que no somete a norma[3] la regularidad de los acentos en el interior de los mismos, sólo siendo la última sílaba de obligada acentuación; la otra singularidad: si se detecta alguna disposición regular será por voluntad (de estilo) del autor.
EL VERSO TETRASÍLABO: Es aquel que contiene cuatro sílabas con acentuación obligatoria en tercera. Este verso no se comienza a utilizarse de forma independiente hasta el neoclasicismo y romanticismo. Con anterioridad era reconocido como pie quebrado de versos octosílabos.[4] Los acentos están en primera sílaba (aparte del obligatorio en 3ª) por lo que se dice que tienen ritmo trocaico.
A una mona
muy taimada
dijo un día
cierta Urraca: […]
Tomás de Iriarte
Veinte presas
hemos hecho
a despecho
del inglés, […]
José de Espronceda
EL VERSO PENTASÍLABO: Verso de cinco sílabas que lleva acento obligado en la cuarta sílaba. Puede llevar acentos anteriores en primera o segunda sílabas. Será dactílico si porta el acento anterior a la obligada, en la primera sílaba y yámbico (o trocaico)[5], si lo lleva en la segunda, además de llevarlo en la cuarta sílaba. Si aparecen mezcladas ambas acentuaciones se le denomina pentasílabo polirrítmico.[6]
Nada te turbe,
nada te espante,
todo se pasa.
Santa Teresa de Jesús
Y siente luego
su pecho ahogado,
y desmayado,
turbios sus ojos
sus graves párpados, […]
José de Espronceda
EL HEXASÍLABO: Verso compuesto por seis sílabas que lleva acento en quinta sílaba obligatoriamente. Se dice que es el verso en la lengua castellana que tiene auténtico valor poético por sí sólo.[7] Aparece en composiciones características como son los romancillos, letrillas, endechas y serranillas. La posición de los diferentes acentos que anteceden al obligatorio darán lugar a los siguientes tipos de hexasílabos: hexasílabo anfibráquico, cuando porta el acento en segunda y quinta sílabas (dactílico, según Navarro Tomás) Ejemplo, el segundo poema. Trocaico si se acentúa solamente en sílabas impares (de uso culto). Ejemplo, el primer poema. Polirrítmico (Navarro Tomás) cuando mezcla los ritmos anfibráquicos y trocaicos (es la combinación más frecuente) Ejemplo, el último poema.
Ella se complace
en hollar odiosa
la virtud gloriosa,
y el sagrado honor.
Juan Meléndez Valdés
Entonces su madre
la parda señal
que por término puso
de gracia y beldad,
do clama el deseo
al verse estrellar.
Juan Meléndez Valdés
Deslizante tiende
de sus miembros limpios
a sacar del agua
el carmín antiguo:
Deshizo el intento
el sol cristalino,
desnuda, vistiendo
con rayos de amigo.
Tras ramas de sauce,
desnuda de río,
los brazos vistiendo,
vistiendo tobillos,
y ella el arco que era,
ya rauda en su brillo,
la arena cual flecha
cruzó siendo el silbo.
Murmullos de brisa
entrañan zafiros
de ver en las gotas
azul ciclamino.
Vestida desliza
el paso sigilo,
por ver quien se esconde
soñando en los lirios;
la voz examina
para el iris tibio
que timbre titila
un sol cristalino:
–Qué vive en presagio
de rosas el mirto!
–Qué oscuro el aroma,
y el viento qué frío!
En hilo el presagio,
porque el sueño es hilo
en filo de espera
cuando no respiro.
Mi vivo presagio
se pierde consigo
y encuentra la luz
estando perdido.
– Qué vive en presagio
de rosas el mirto.
¡ Qué oscuro el aroma.
El viento. Qué frío !
Francisco Acuyo
[1] Baehr, R. Manual de versificación española, Gredos, Madrid, 1984.
[2] Quilis, A.: Métrica española, Ariel, Barcelona, 1984.
[3] Domínguez Caparrós, J.: Métrica española, Síntesis, Madrid, 1993.
[4] Domínguez Caparrós,J.: Diccionario de métrica española. Alianza, Madrid, 1999.
[5] Navarro Tomás, T.: Métrica española, Guadarrama, 1978, Madrid.
Francisco muito interessante o estudo sobre a métricas na poesia. Não falo em espanhol, mas consigo ler razoavelmente. Abraços.
ResponderEliminarEdvaldo Albino- Salvador-Bahia -Brasil
Excelente entrada, Francisco! Muy útil parar tener como referencia. Muchas gracias!
ResponderEliminarAbrazos!
Jeniffer
excelente
ResponderEliminarFrancisco
EliminarMuy útil y muy agradable entrada.
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