Para la sección, Pensamiento, del blog Ancile, Traemos una nueva entrada que lleva por título: Poesía, recurso singular de canalización de la ansiedad y la angustia.
POESÍA: RECURSO SINGULAR
DE CANALIZACIÓN DE LA ANSIEDAD Y LA ANGUSTIA
La poesía, a través de los diversos recursos (retóricos, métricos,
lingüísticos…), pone en evidencia que la angustia, la ansiedad, el miedo… es
necesariamente un estigma que se grabará a hierro y fuego. También que fuera de
ella se llega a estimar, además, como una flagrante muestra de debilidad del
individuo en el entorno convencional de la sociedad (¿del progreso?), como una
enfermedad excluyente y repudiable. Se diría que existen sólo dos maneras de
evaluar esta supuesta problemática, y siempre a la luz del dualismo
antropológico anteriormente enunciado –y denunciado-; por una lado: proviene
del mal funcionamiento de la incuestionable realidad de nuestros cuerpos –y su
realidad neurobiológica-, que se encuentran totalmente diferenciados de
nuestras mentes (anomalías neuroquímicas, genéticas…); por otro: se llega a la
conclusión de que a través de la contemplación inevitable de nuestro deterioro
y extinción, es inevitable angustia y ansiedad, que ha de manifestarse,
ineludiblemente, de manera psicológica con sus repercusiones físicas. Para la
poesía esta drástica diferenciación es insostenible. La poesía nos ayuda a
entender que estas manifestaciones de sufrimiento son acaso las que nos hacen
más profundos, más despiertos, más humanos.
Sin pretender
exagerar y resultar reiterativo debo insistir en que en esta lucha sin
cuartel contra la angustia (y –o- la ansiedad) nos olvidamos de que estas
inquietudes son las que acaso nos hacen más empáticos y por tanto más
conscientes con el dolor del resto de criaturas que comparten con nosotros el
dolor de ser vivos y que, como
adelantábamos líneas atrás, posibilitan la capacidad de superarnos y
evolucionar hacia un estado de conciencia superior), además que, en muchos
momentos, nos hablan de que algo dentro (y puede que también fuera de nosotros
mismos) no funciona como debiera, siendo esta la primera fase para una solución
a esa anomalía correcta y duradera. El supuesto exterminio de estas respuestas
naturales del espíritu (mediante la medicación o las terapias conductuales
cognitivas o de cualquiera otra especie que no evalúe el factor natural de las
mismas –no incapacitante-) puede que esté poniendo en peligro la capacidad para
evolucionar, crecer e incluso ser creativos ante las adversidades, que sin duda
llegan y llegarán a nuestras vidas de muy diferentes maneras. La poesía nos
enfrenta de manera integradora, sutil y, a un tiempo, natural a las
problemáticas inevitables del sufrimiento.
Con Foucault, no
estaría mal plantearse hasta qué no debiéramos sugerir al menos, si el fenómeno
moderno de la ansiedad (la angustia, prefiero) no responde, en muchos aspectos
a, la Historia de la locura [1],
si es que esta, la locura (refleja, acaso también en la angustia y la ansiedad)
una experiencia límite en estrecha
vinculación con lo irracional y planteada como, si el diálogo entre la locura
(la ansiedad, la angustia…) y la razón no fuese posible. Este diálogo es, sin
embargo, bastante frecuente, yo diría fundamental, entre los elementos
retóricos (y no retóricos) que componen el discurso poético.
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