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lunes, 31 de julio de 2017

LO IRRACIONAL POÉTICO Y EL SUSTRATO DEL INFINITO

  Algunas reflexiones sobre lo irracional en poesía, para la sección, Pensamiento, del blog Ancile, bajo el título general de, Lo irracional poético y el sustrato del infinito.


Lo irracional poético y el sustrato del infinito poético.Francisco Acuyo


LO IRRACIONAL POÉTICO

Y EL SUSTRATO DEL INFINITO







Al igual que la música, el ritmo –la eufonía- del verso se sustenta en el silencio que, en definitiva, está antes que cualquier sonido. El valor métrico es fundamental en el poema, como también lo será su significado, el cual, a su vez, estará inevitablemente trabado a la ausencia del mismo. Como aquello que es perceptible claramente, lo estará a lo que no es visible.

                EL sustrato lógico racional del discurso lingüístico, así como el del literario obedecen a unos principios de orden (gramatical, sintáctico), sin los cuales su alocución podría ser ininteligible. En el caso de la poesía, estos principios lógico conceptuales y de referencia concreta no son, sino del todo imprescindibles, sí variables y en contradicción real o aparente con ellos. La cuestión es que los significados poéticos, en muchos casos, trascienden la conformación lógico racional del concepto, y se extienden a los ámbitos de lo irracional y lo simbólico.

                De manera análoga a lo que acontece en matemáticas, cuando esta nos dice que: la verdad conforme a la cual nada existe salvo lo que es actual parecería contradicha por una circunstancia: la existencia de los números irracionales[1], sucede en la poesía. El irracional irrepresentable mediante el número entero, parece hijo del azar o, mejor aún del caos. La imposibilidad de representación, nos recuerda al momento irracional del poema, pues se
Lo irracional poético y el sustrato del infinito poético.Francisco Acuyo
sitúa más allá del discurso lógico conceptual, si origen o matriz de una realidad distinta o mucho más amplia.

 La irracionalidad del número dícese que no tiene realidad actual porque no puede ser mostrado el infinito conjunto de todas sus cifras. La irracionalidad poética tampoco puede ser descrita en tanto que se alimenta de la viva realidad de lo inconsciente, lo orgánico, lo vivo, lo simbólico irreductible a una razón actual o referente o a un orden cósmico numérico sujeto a una ley o medida cifrable. La poesía vive el número como la proporción en lo diverso[2] que interacciona entre el límite de lo medido y el infinito de lo creativo inconmensurable, que se resiste a una concreción definitiva.

                El límite y lo ilimitado conviven en la poesía como principio ineluctable, amparado este siempre en lo indefinido, si es que en verdad es potencia creativa, continuo que fluye a través del número (métrico) y la razón gramatical (sintáctica), aunque en realidad sea imposible computar el infinito, si es que el continuo es innumerable.

                Acaso sea la poesía el ámbito en el que mejor se puede contemplar que, la relación es el vínculo de las cosas[3], porque en verdad es el en continuo donde se produce la genuina poiesis y donde la paradoja, la ambigüedad, la relación entre contrarios es más evidente y, al tiempo, más invisible y donde el misterio del infinito se hace más innegable y real, aun cuando no sepamos describirlo con la herramienta de la dialéctica, de la razón y la lógica.

                La palabra poética es la transcripción más genuina del infinito en tanto que aúna la razón delimitadora del número y sus límites, y el símbolo irracional donde lo ilimitado habita y se hace acción. Seguiremos abundado sobre esta y otras cuestiones afines en próximas entregas del blog Ancile.


Francisco Acuyo



[1] Zellini, P.: Breve historia del infinito, Siruela, Madrid, 1991, p. 51.
[2] Acuyo, F.: De la proporción en lo diverso,
[3] Gioberti, V.: Della Protlogia, Nápoles, 1864, p.177





Lo irracional poético y el sustrato del infinito poético.Francisco Acuyo

viernes, 28 de julio de 2017

POESÍA: LOS LÍMITES DEL INFINITO

Para la sección, Pensamiento, del blog Ancile, traemos la nueva entrada que lleva por título: Poesía, los límites del infinito.



Poesía, los límites del infinito.Francisco Acuyo



POESÍA: LOS LÍMITES DEL INFINITO





La naturaleza de la infinitud en poesía se delimita singularmente en el constructo métrico del verso y del poema. Plotino expresa la delimitación de la infinitud –en matemáticas a través del punto, nosotros en las unidades métricas: acentos, pies métricos…- precisamente en su relación armónica entre dos infinidades de dichas unidades, que son en realidad límites que no hacen sino reconocer la naturaleza de su infinitud, y es que, lo que en realidad tratamos de delimitar con el límite es precisamente el infinito, por lo que no podemos sino reconocer que  no hay algo entre lo finito e infinito que pueda acoger la naturaleza del límite.[1]

                Como vimos en entradas anteriores, la potencialidad y la capacidad del límite del punto en matemáticas[2], puede emparentarse con los elementos esenciales rítmicos del verso (sílabas, acentos, pies métricos…), si es que estos son precisamente límites eufónico expresivos que poseen lo ilimitado, ya que lo mismo que el punto en geométrica para la matemática verdadera, estos elementos rítmicos han de hallarse de manera necesaria en la verdadera poesía.

                La magia y la fascinación de la poesía proviene acaso de la aplicación aritmética de su estructura rítmica que es, además, temporal. Los límites del tiempo son susceptibles de subdividirse ad infinitum en la conciencia, con la peculiaridad de que esa sucesión infinita es imposible de limitar en un período determinado de tiempo. Extraordinaria paradoja. Sí, esta es la más genuina paradoja de la poesía en tanto que se vierte con una exactitud matemática en su estructura (la poesía, como ciencia de la paradoja) para dirigirse creativamente a los inmarcesibles reductos del infinito de los que bebe como genuino poder creativo[3]. Por eso en poesía el tiempo es conciencia y se vierte como una suerte de corriente quieta entre esos intervalos de aquella sucesión infinita, por eso (también lo advertíamos en otras ocasiones) el tiempo en poesía se manifiesta como un eterno presente, pues en el
Poesía, los límites del infinito.Francisco Acuyo
poema extraemos la unidad de aquellos intervalos métricos (rítmicos, eufónicos…) supuestamente temporales y que no son sino el acto de contemplación poética que en realidad no puede sujetarse a ningún límite aritmético mínimo.

                A partir de aquí, es donde nosotros ponemos en serias  duda al carácter de ficción de la poesía. Al fin al cabo ella no hace sino ponernos continuamente de forma manifiesta la ilusión de los límites, trascendiendo la representabilidad de la ficción para exponernos al hecho incontrovertible del acto creativo, que se sitúa más allá del tiempo (convencional) y que, paradójicamente, siempre en marcha, muestra el ser de las cosas. El acto creativo que, para ser en verdad creativo, ha de ser nuevo, aparece como surgido de la nada en plenitud para la contemplación e integración en el mundo.

                Quizá por lo anteriormente expuesto sea por lo que el análisis, la observación aséptica del poema y su interpretación exacta resulta del todo imposible. El tejido vivo del poema ha de ser –valga la redundancia- vivido para ser entendido (más allá del escarpelo del juicio razonable y, por tanto, viciado por esta o aquella convención de conocimiento previo), y donde la conciencia –poética- es el fundamento de toda realidad.

                La poesía, concretada en el poema muy bien puede ser considerada un ingenio orgánico singular, cuya característica más genuina será la de realizar incontables e indefinidos procedimientos (medibles, por ejemplo, métricamente) en un intervalo discreto, finito y medible que, no obstante, aspira a la plenitud que paradójicamente está inmersa en lo infinito. El fingere de nihilo[4] en poesía no es aceptable porque el proceso creativo (poiesis) está siempre más allá del discurso netamente intelectivo, racional y abstracto que aspira a cercar formalmente lo inconmensurable. El aspecto irracional de la poesía está anclado a los puntos primitivos, primarios (simbólicos) que son anteriores a cualquier proceso de conceptualización y, por tanto, de formación estructural, pues nos habla de que más allá de la actualidad creativa del poema no hay nada.

                La realidad de las cosas en poesía están en esos sustratos creativos primarios y que acaso son posibles potencialmente en todas partes. Los límites –métricos, gramaticales, lingüísticos, retóricos…- son los que marcan los objetos poéticos que están signados con la plenitud simbólica de lo infinito. Proseguiremos en nuevas entradas este relato tan particular y fascinante de la naturaleza del acto creativo poético.


Francisco Acuyo



[1] Plotino: Enéadas VI, Gredos, Madrid, 1982.
[2] Acuyo, F.:  Ancile,  La cardinalidad del verso, la corriente infinita: https://franciscoacuyo.blogspot.com.es/2017/07/cardinalidad-del-verso-la-corriente.html y El continuo poético  o la imposibilidad mecánica de la poesía.: https://franciscoacuyo.blogspot.com.es/2017/07/el-continuo-poetico-o-la-imposibilidad.html
[3] Acuyo, F.: Fisiología de un espejismo, Artecitta ediciones (Fundación Internacional Artecitta), Granada, 2010, pp, 140. Elogio de la decepción (y otras aproximaciones a los fenómenos del dolor y la belleza), Jizo ediciones, colección El círculo del límite: Granada, 2013, pp, 112.
[4] Como pura ficción.


Poesía, los límites del infinito.Francisco Acuyo

martes, 25 de julio de 2017

EL CONTINUO POÉTICO O LA IMPOSIBILIDAD MECÁNICA DE LA POESÍA

En las reflexiones sobre el infinito poético cabe esta nueva entrada, para la sección, Pensamiento, del blog Ancile, que lleva por título: El continuo poético o la imposibilidad mecánica de la poesía.

El continuo poético o la imposibilidad mecánica de la poesía. Francisco Acuyo




EL CONTINUO POÉTICO

O LA IMPOSIBILIDAD MECÁNICA DE LA POESÍA







Si en el dominio de la disciplina matemática se sabe que la recta –real- ni ninguno de sus segmentos son numerables (Cantor), siempre me paré a reflexionar sobre si la numerabilidad de determinados elementos –métricos- del verso y del poema no tendría un cierto parentesco con aquellos elementos geométricos no numerables anteriormente  enunciados, ni siquiera en algunos de sus segmentos (como pudieran ser los componentes métricos, los contables por excelencia), amén de que, como todos sabemos el constructo del conjunto de los poemas estará compuesto por los (sub)conjuntos métricos, gramaticales, lingüísticos, retóricos…. Que están estrechamente vinculados a los métricos y que, como deducíamos en anteriores ocasiones, tampoco son ordinariamente numerables.

                Todo parece indicar que el ámbito estructural que impulsa y conforma al poema, si lo tratamos de objetivar, aunque sea en su vertiente métrica, se presenta en realidad como un continuo orgánico ilimitado que, me recuerda aquella idea sorprendente del mismo Cantor en el que hacía alusión a la cardinalidad de un conjunto que, a su vez, hace referencia al número de elementos de dicho conjunto, por lo que cabe colegirse que en realidad no estamos hablando de un número (menos aún de un engranaje en la supuesta máquina del constructo métrico poemático), más bien estamos hablando de una magnitud que pone en evidencia la sucesión continua del artefacto poético, continuidad que, por otra parte, sigue indemostrable a día de hoy en el mismo ámbito de las matemáticas[1].

El continuo poético o la imposibilidad mecánica de la poesía. Francisco Acuyo                Dada mi precaria formación matemática, acaso imagino cosas imposibles de comparar, ya que más proclive a la divagación poético intuitiva, tiendo hacer un ejercicio de hipótesis -quizá- algo extravagante, en cualquier caso me gusta pensar que la poesía es el paso más allá mediante el que al menos se intenta hacer decible la hipótesis del continuo[2]. Radica esto en que la poesía (igual que la matemática, es capaz de manejar herramientas lógicas para la construcción de los elementos que componen el verso y el poema, pero también es susceptible de traer aquellos componentes irracionales (por ejemplo simbólicos) que empujan a otra forma de entendimiento del mundo como totalidad, en donde se integra la conciencia misma del individuo.

                Si bien la física, la cosmología, y la misma filosofía están sujetas a la observación de de lo discreto medible,  en la actualidad exponen irremediablemente cuestiones tan sugestivas como las del infinito, y no ya como expresiones mentales, abstractas de matemáticas potenciales, sino como realidades actuales que no dejan de resultar inquietantes (la indivisibilidad del átomo en la física actual es cosa harto superada),[3] al menos para el sentir común del entendimiento ordinario, ajeno a las teorías del cuantum. Me hace pensar todo aquello que la poesía nos muestra en sus constructos poéticos tan especiales ese continum indecible e infinito que se manifiesta a través de las interacciones numéricas cardinales o puntuales (métricas, por ejemplo). La poesía es una vía de aprehensión organizada, holística de entendimiento e integración de nuestra conciencia y el mundo, que en el poema son mostradas como una singularísima realidad que, mi modesto entender, se sitúan más allá de aquella visión pesimista y negativa del infinito (así lo percibían Hegel o el mismo Leopardi, acaso Cernuda) como mero deseo o juego trivial de la imaginación.

                El límite geométrico en el que descansa del vértigo del infinito el pensamiento mecanicista es la circunferencia (si en verdad esta es el límite de todos los polígonos), el límite imposible de la poesía, es la visión mecánica de los elementos vivos e inagotables que la constituyen. De todo esto y más hablaremos en próximas entradas de nuestro (vuestro blog) Ancile.


Francisco Acuyo




[1] En 1963, el matemático americano Paul Cohen demostró que la hipótesis del continuo es indemostrable en el ámbito de los axiomas de conjuntos.
[2] Relativa a la cardinalidad de los números reales y que fue ofrecida por Cantor, para firmar que no existen números infinitos entre el conjunto de los números reales y los naturales, y que extraigo para el ámbito de la estructura métrica y su peculiar computabilidad.
[3] Es en verdad extraordinario que en el dominio de la mecánica cuántica, las teorías que mejor se adaptan a la descripción del mundo subatómico, tratan a dichos elementos constituyentes, electrones, quark… como interacciones puntuales o lo que es lo mismo como puntos de una recta o como números reales con todo lo que esto conlleva. (Gracián, Enrique, Un descubrimiento sin fin, el infinito matemático, RBA, revistas, 1987)



El continuo poético o la imposibilidad mecánica de la poesía. Francisco Acuyo

lunes, 24 de julio de 2017

CARDINALIDAD DEL VERSO: LA CORRIENTE INFINITA

Cuestiones varias sobre la singularidad del número en poesía, para la sección, Pensamiento, del blog Ancile, esta vez bajo el título: Cardinalidad del verso: la corriente infinita.


Cardinalidad del verso: la corriente infinita.Francisco Acuyo





CARDINALIDAD DEL VERSO: LA CORRIENTE INFINITA










A veces el cálculo o la cuantificación de los componentes rítmicos del verso (por cierto, integrados inevitablemente en los significados y hallazgos expresivos del poema) se tiene de manera habitual por las preceptivas métricas por un ejercicio mecánico, mediante el que contar (sílabas, pies, pausas, acentos….) sus diversos elementos de estructura rítmica y eufónica, ejercicio, como decimos, ubicado en el más elemental y primitivo acto aritmético; mas igual que en su momento se necesitó de una profunda revisión en el dominio de las matemáticas,[1] sobre todo en el ámbito de lo que se denominó teoría de conjuntos, y que sería fundamental para el concepto de infinito relacionado precisamente con el número y su cálculo y computación, en la ámbito de la métrica se precisa de una consideración más realista en virtud de la naturaleza –métrica, y no sólo métrica-  del mismo constructo poemático atendiendo al número con el que se contabilizan los componentes singulares que lo integran y dinamizan.[2]

                Si el matemático era la persona dedicada a nombrar con el mismo nombre a diversidad de cosas,[3] el poeta será aquél que (con un propósito no sólo de generalización, como el que asiste a las matemáticas) atiende a la integración de aquellos nombres desde la conciencia del hombre a la realidad del mundo. Los elementos que constituyen el verso son muchos y muy complejos, aun tenidos en cuenta incluso por separado: lingüísticos, gramaticales, métricos, retóricos…. En su conjunto, como construcción poemática, exige una consideración diferente a la que en muchos casos trata de sustentarse a lo largo de los años y todavía en la actualidad. La generalización o totalización integradora que marcan los nombres de la poesía, puede considerarse infinita en su manifestación material poético expresiva, que necesita una apreciación no solo potencial de ese infinito como entidad abstracta, sino como muy  actual. Pero el conjunto de los elementos poéticos no es una mera consideración simultánea de entes, que diría Bertrand Russel, ya que es relegada al ámbito de las observaciones netamente abstractas o mentales. La entidad poética es algo vivo, activo y dinámico que, insistimos, interacciona orgánicamente y se integra en el mundo actual.

Cardinalidad del verso: la corriente infinita.Francisco Acuyo
         Si atendemos a los entresijos de la construcción o de la estructura poemática, veremos que sus elementos (gramaticales, métricos,  lingüísticos….) no son sólo susceptibles de ser comparados en su[4] por lo que la situación de ese acento adquiere la condición de cardinalidad: Véase también las características rítmicas de la situación de cada acento, se dice que si la acentuación es en 2ª y 6ª, (endecasílabo histórico)[5] se ofrece un ritmo sobrio, certero… si es 3ª y 6ª, (melódico) el ritmo se hace melodioso…., cuando los acentos aparecen en sílabas no autorizadas por la norma preceptiva métrica, suponen un caso extremo, pongamos por ejemplo, si el acento en cuestión se sitúa en un verso endecasílabo en la sílaba novena, produce un elemento perturbador al situarse justo en el acento obligado en décima; sirva como ejemplo:
cómputo e identificación, sino que se pueden establecer correspondencias conjuntivas (como aplicaciones biyectivas o biunívocas), por ejemplo, la utilización de determinados acentos en sílabas determinadas con el fin de incrementar la expresividad precisamente en ese determinado acento y momento del verso y del poema,

Aquí ciega pasión se estrelló fría,
    —2ª–(3ª)———6ª———(9ª) 10ª
aquí mi corazón  golpeó obseso,
——2ª———6ª——8ª——10ª
tercamente insistió, // palpitó opreso.
———3ª———6ª————(9ª) 10ª

 y se dice que estamos ante un caso de desvío de la norma del precepto.

                Podríamos en este caso establecer una cardinalidad del orden: Card(A) = Card (N)= 11, teniendo a N como el número de sílabas en cuestión que componen el verso endecasílabo y la situación de dicho acento. Le relación biyectiva o de biunicidad es evidente. Podría pensarse que si bien esta relación es clara, no estaríamos ante un conjunto infinito, ya que el conjunto A son los versos de 11 sílabas (finito), no tiene por qué mantener la relación 1,2,3,…..n, en relación a la situación del acento en determinada sílaba en el conjunto de todos los versos endecasílabo, no digamos cuando el conjunto A es la variación de todos los versos combinables en un poema. Esto se hace aún más evidente cuando establecemos todos los subconjuntos posibles en un verso y en una determinada composición poética y que no son solo el número de sílabas, posición de los acentos en esas sílabas…. sino también todas las posibilidades lingüísticas, gramaticales, retóricas y de significado de los que son susceptibles. Así las cosas podemos afirmar que hay tantos endecasílabos, octosílabos y versos que puedan computarse, como relaciones posibles entre todos los complejísimos subconjuntos que conforman el conjunto A de determinado tipo de verso, o en el conjunto A de los versos posibles y, no digamos, en el conjunto de todos poemas posibles.

                Esto puede parecer una obviedad, pero esta infinitud es de la que participa el verso, el poema y la poesía. La numerabilidad del conjunto de determinado verso o conjunto de versos, será de donde inferimos que no solo aquellos conjuntos discretos de versos, en realidad, lo que nos ofrece es una singular y relevante continuidad que muy bien casa con aquella descripción de Baltarsar Gracián: Todos te conozcan, ninguno te abarque, que con esta treta lo moderado (numerable) parecerá mucho, lo mucho infinito y lo infinito más.[6]

                La reflexión sobe la cardinalidad del número poético es pues harto interesante, ya que nos lleva a la continuidad paradójica en la que la numerabilidad del conjunto de los elementos que conforman el poema no pude ser numerable, al menos en el sentido mecánico de numerabilidad. Seguiremos abundando sobre esta cuestión harto fascinante de la estructura del verso.

Francisco Acuyo




[1] Véase la teoría de conjuntos, esbozada en primera instancia por Bolzano y perfeccionada por George Cantor que propuso la consideración de los elementos de cualquier conjunto de manera abstracta.
[2] Acuyo, F.: Los fundamentos de la proporción en lo diverso: sobre la simetría y la asimetría endecasilábica, tesis doctoral, Departamento de Lingüística y Teoría de la Literatura y Literatura Comparada, Universidad de Granada, Granada 2007; Fundamentos de la proporción en lo diverso: nueva edición corregida y adaptada, Jizo ediciones,  de Ensayo, nº 17, Granada, 2009, 
[3] Así lo expresaba el gran matemático francés Henri Poincaré.
[4] Acuyo, F.: De la proporción en lo diverso, ver nota 2.
[5] Tomás Navarro, T: Métrica española, Guadarrama, Madrid, 1978.
[6] Gracián, B.: El héroe, Espasa Calpe, Madrid, 1968.



Cardinalidad del verso: la corriente infinita.Francisco Acuyo

miércoles, 19 de julio de 2017

LA CUADRATURA DEL VERSO: EL ESPÍRITU RENACENTISTA EN EL CONTINUUM DE LA POESÍA.

Para la sección, Pensamiento, del blog Ancile, traemos una nueva entrada que lleva por título: La cuadratura del verso, el espíritu renacentista en el continuum de la poesía.

La cuadratura del verso, el espíritu renacentista en el continuum de la poesía, Francisco Acuyo


LA CUADRATURA DEL VERSO:

EL ESPÍRITU RENACENTISTA

EN EL CONTINUUM DE LA POESÍA





Cuando Leonardo[1] (y otros grandes genios del renacimiento) reflexionaba(n) sobre el continuo, expusieron posiciones verdaderamente ruptiristas en torno al mismo concepto de infinito y su prejuzgada realidad filosófica, matemática y, desde luego, científica. SI tú músico, me dices que tan sólo las ciencias de la mente no son mecánicas, replicaré que la pintura es de la mente y que, así como la geometría y la música consideran las proporciones de las cantidades continuas y la aritmética, la de las discontinuas, aquélla considera todas las cantidades continuas y las cualidades de las proporciones…[2], es esta consideración en verdad revolucionaria, en tanto que habrían de situar el infinito en el plano de sus representaciones, convirtiendo en actual lo que hasta entonces había sido en geometría algo meramente potencial[3].

                Siguiendo el hilo de la anterior exposición[4], la poesía describe indudablemente una realidad que en modo alguno puede considerarse mecánica, ni siquiera desde el estudio mismo de sus estructuras rítmicas y eufónicas. Intuíamos entonces que lo infinitamente divisible es algo estrechamente vinculado al concepto mismo de continuidad. Si observamos la dinámica del verso en toda su complejidad, veremos que los parámetros discontinuos y mecánicos del precepto métrico son, a todas luces, insuficientes para la explanación de sus procesos expresivos; sucede algo muy similar a lo que ocurre en el ámbito de las matemáticas, y más concretamente en el dominio de la geometría, nos referimos al ámbito de las cuadraturas. Mientras todo fuese susceptible de descripción con líneas rectas era más o menos fácil la resolución de dichas cuadraturas, la cuestión se volvía mucho más peliaguda en cuanto que hacían su aparición las curvas, en tanto que su aparición conllevaba ineludiblemente a la idea del infinito, mas no a un infinito abstracto, sino al inquietante infinito actual. Es así que cuando aparecen elementos perturbadores en el verso (desvíos gramaticales, desvíos métricos, usos audaces de determinados recursos retóricos –como por ejemplo el símbolo o la sinestesia, que exceden, por cierto, el juicio lógico y requieren de
La cuadratura del verso, el espíritu renacentista en el continuum de la poesía, Francisco Acuyo
interpretaciones que abundan ya en el ámbito de lo irracional…), es imposible cerrar la cuadratura del verso como también se intentó con la del círculo, y que la viene a conectar desde su misma etimología (poiesis) con el acto creativo, en tanto que somos testigos de la continuidad (e infinitud) del producto poético, capaz, no obstante, de saltar para concretarse en el artefacto poético literario concreto que es el poema.

                El axioma de continuidad de Eudoxo (dadas dos magnitudes entre las que existe una razón, se puede encontrar una de ellas que excede a la otra) puede constatarse con facilidad dicha axiomática en el constructo poético; pongamos como ejemplo, atendiendo al aspecto indiscutible de su excepcionalidad métrica: veremos que el concepto de límite –métrico- en poesía establece una relación precisa y consistente, por ejemplo el verso alejandrino está compuesto de dos heptasílabos, y el heptasílabo es susceptible de subdividirse en verso de cuatro y tres, o tres y cuatro, etc… y todo esto sin tener en consideración las múltiples variables de cada verso en función de los diferentes elementos que la componen e interaccionan dinámicamente (sinalefas, dialefas, diéresis…), de todo lo cual podemos inferir que el cálculo numérico del verso ha de enfrentarse también a los conflictos del infinito, por lo que no sería descabellado atreverse a hablar en el análisis métrico de un cálculo infinitesimal, si es que en verdad, como así parece, las magnitudes (vivas) del verso acaso son susceptibles de dividirse ad infinitum por un método de exhaución y luego utilizarse como elementos indivisibles en un todo y donde cada uno de los elementos constituyentes (sílabas, acentos, pausas, cesuras…) acaban teniendo verdadera densidad dinámica, si entendemos esta como la relación matemático numérica que nos dice que entre dos números siempre hay otro, por lo que la relación métrica como números naturales es insuficiente, ya nos habla de sucesiones infinitas de las que puede ser susceptible cualquier composición poética, por lo que nos habla de magnitudes singulares que requieren cálculos especiales.

                De todas estas apreciaciones sobre el continuum de la estructura del verso seguiremos abundando en próximas entradas.


Francisco Acuyo
               



[1] Da Vinci, Leonardo: Tratado de la pintura, Espasa Calpe, Madrid, 1956.
[2] Ibidem.
[3] Gracián, E.: Un descubrimiento sin fin, el infinito matemático, National Geographic, Edición especial, RBA Revistas, Barcelona, 2017, p.61.
[4] Acuyo, F.: El número poético: sinfonía del infinito, Ancile: http://franciscoacuyo.blogspot.com.es/2017/07/el-numero-poetico-sinfonia-del-infinito.html



La cuadratura del verso, el espíritu renacentista en el continuum de la poesía, Francisco Acuyo

lunes, 17 de julio de 2017

EL NÚMERO POÉTICO: SINFONÍA DEL INFINITO

Indagando en la estructura viva del verso traemos una nueva entrada para la sección, Pensamiento, del blog Ancile, esta vez bajo el título de. El número poético: sinfonía del infinito.



El número poético: sinfonía del infinito, Francisco Acuyo





EL NÚMERO POÉTICO: SINFONÍA DEL INFINITO







MUCHOS colegas y amigos insistían en comunicarme su estupefacción cuando colocaba a George Cantor como uno de mis héroes dilectos en el ámbito del pensamiento alcanzando acaso la cota más elevada jamás descrita por una mente humana[1]. No supone este escrito ningún reproche a tales interrogantes de propios y extraños, acaso porque yo tampoco puse la menor insistencia en justificar esta y otras predilecciones, tenidas por muy extravagantes para una persona cuya humildísima relevancia estaba objetivada en el dominio mal llamado de las humanidades.

                Cantor fue un personaje que, como matemático, pensador y ser humano siempre me causó fascinación, tal vez porque vi entre sus inquietudes de genio, las menesterosas, limitadas y escasas mías, que venían a confluir con mis groseras e ignaras intuiciones sobre materias y controversias en dominios impropios pero que en verdad para cualquiera con un mínimo de curiosidad intelectual resultan altamente fascinantes.

                Como poeta y modesto estudioso del constructo poemático,  y siguiendo siempre los parámetros propios de persona con mucha imaginación y pocos conocimientos, estuve viendo gigantes donde acaso no hubo más que molinos de viento. Es el caso que, cuanto más atendía a la estructura del verso y la comparaba con los tratados concienzudos de metricistas
El número poético: sinfonía del infinito, Francisco Acuyo
y expertos de la lengua, más lagunas encontraba en las que pretendían ser rigurosas percepciones, sobre todo porque su ámbito singular de ser y funcionar parecía a la luz de sus convenios y preceptivas una compleja máquina de relojería que funcionaba en virtud de su resolutiva mecánica. A mi juicio, nada más lejos de su especial realidad.

                La cuestión es que a mí, reconociendo la indudable certeza del número en la organización rítmica y eufónica del verso, nunca me pareció un conjunto de engranajes y tuercas puesto en marcha para la idoneidad del discurso literario y menos aún para el poético. Algunas reflexiones he dejado al respecto[2].

                Cuando meditaba sobre las diferentes combinaciones numéricas en el ritmo del verso en nuestra lengua (también en otras, no románicas incluso), comenzaba a pensar que el cómputo silábico o de pie métrico eran descripciones del todo mecánicas e insuficientes para servir de modelo siquiera aproximado a la realidad orgánica de funcionamiento expresivo en el verso, primero, y en el poema, después. No era una mera cuestión de combinación o permutación matemática, según la importancia que le demos a la ordenación de sus diversas acentuaciones estrictamente delimitadas por el precepto métrico al que debiera estar sometido, y según qué tipo de verso. Era una visión extraordinariamente ordinaria y simplista de la realidad de la estructura dinámica, viva, del verso.

                Si las combinaciones de acentos, clases de versos, combinaciones de los diversos y complejos elementos del verso (licencias, pausas, cesuras,….), desvíos contrastables en el uso de la lengua y en el del propio precepto métrico, nos hablan de números enormes en las posibles combinaciones de todos sus elementos estructurales, cuya naturaleza dista mucho de la realidad comprendida en los estudios al uso de la materialidad poética, y cuya infinitud deja de ser potencial para ser contemplada como actual.

                Volviendo a Cantor, esta reflexión inmediatamente expuesta, está muy relacionada con las nociones numéricas de infinitud que describía y maneja el genial matemático de San Petesburgo[3], mas también con la electromecánica cuántica, en el que cualquier escenario mental al respecto de la infinitud de la materia a estos niveles  se mueve hacia una realidad material netamente contrastable. Entraremos de lleno en próximas entradas sobre esta interesante cuestión.



Francisco Acuyo



[1] Véase también como ejemplo muy particular el caso de mi admiración hacia Emmy Noether en relación a los modelos de simetría expuestos por la matemática, ver en Ancile: Belleza y simetría al albur de la genialidad matemática de Emmy Noether: http://franciscoacuyo.blogspot.com.es/2016/11/belleza-y-simetria-al-albur-de-la.html
[2] Acuyo, F.: De la proporción en lo diverso, Los fundamentos de la proporción en lo diverso: sobre la simetría y la asimetría endecasilábica, tesis doctoral, Departamento de Lingüística y Teoría de la Literatura y Literatura Comparada, Universidad de Granada, Granada 2007.  Fundamentos de la proporción en lo diverso: nueva edición corregida y adaptada, Jizo ediciones,  de Ensayo, nº 17, Granada, 2009.
Fisiología de un espejismo, Artecitta ediciones (Fundación Internacional Artecitta), Granada, 2010, 
 Elogio de la decepción (y otras aproximaciones a los fenómenos del dolor y la belleza), Jizo ediciones, colección El círculo del límite: Granada, 2013
[3] Otro de mi más admirado matemático también oriundo de esta maravillosa ciudad: Grigori Perelman, véase en Ancile, Acuyo, F. : El efecto Perelman: http://franciscoacuyo.blogspot.com.es/2014/06/el-efecto-perelman.html




El número poético: sinfonía del infinito, Francisco Acuyo

miércoles, 12 de julio de 2017

LA VIDA INVISIBLE DEL INFINITO EN POESÍA

A vueltas con el infinito traemos una nueva entrada para la sección, Pensamiento, del blog Ancile, que lleva por título: La vida invisible del infinito en poesía.




La vida invisible del infinito en poesía, Francisco Acuyo





LA VIDA INVISIBLE DEL INFINITO EN POESÍA









Cuando el poeta intuye, aun anclado en la realidad de lo visible a la realidad invisible (tan juanramoniana, por cierto)[1] está acaso describiendo ese mundo de lo indeterminado capaz de abarcar totalmente lo decible e indecible que en tantas ocasiones sugiere lo infinito. Encontrar analogía entre lo fable y lo discreto matemático o físico, es muy propio de poeta, no en vano el que suscribe estas líneas aventuradas e inseguras intenta serlo, seguro de que su amor a la poesía, no ofrece ninguna duda (como extraña vocación que se manifiesta pertinaz e incomprensible); decíamos pues que lo discreto es lo fable, pues separado del todo del mundo que conforma, se presenta como algo acabado, cerrado, inamovible. Lo inefable, sin embargo, es una suerte de continuidad inabarcable que, al no tener “bordes” sobre los que asirse, compromete al entendimiento con su inefable (inabarcable) densidad.

                Si en matemáticas el número natural es susceptible de enmarcar entidades numéricas discretas (y aplicadas posteriormente a la ordinaria realidad): 1, 2, 3, 4, …,  los números fraccionarios encaran, sin embargo, una realidad continua que no tienen ni advierten los naturales, y es que todos sabemos que entre el 2 y el 3 no hay más entidades numéricas, sus cantidades discretas, acabadas, únicas, son evidentes. No sucede así con la fracción, cuya singularidad radica en que entre una y otra cantidad hay infinitos números. Esta continuidad del número fraccionario racional le inviste de un grado especial de inefabilidad contable que le relaciona con el infinito.

                Así las cosas, a fuer de divagar en lo inabarcable, como buen poeta, encuentro un parentesco muy sugerente entre el texto literario, cerrado, abarcable, determinable en virtud de su aristotélica fórmula fabulística (un principio, un nudo y un fin en desenlace) y siempre sujeto a la norma lingüística común, como sustancial evidencia discreta del lenguaje que, como número natural, no deja margen a otra visión que la de su círculo perfecto y acabado, no hay nada entre este y otro discurso perfectamente acabado. No es así la poesía (verdadera) que, siempre abierta, está interaccionando con el mundo de lo material (corporal) y con el mundo de la conciencia (emociones, aspiraciones inmanentes y trascendentes), su supuesta unidad (discreta) lingüística está en continua
La vida invisible del infinito en poesía, Francisco Acuyo
interpretación y en perpetua lucha con las partes discretas que conforman su entidad literaria y lingüística, mas no solo eso, se diría ir y venir de lo continuo (indefinido, infinito) a lo discreto que crea.

                Las unidades fonéticas, lingüísticas, métricas, gramaticales, lógicas… muestran el ámbito discreto de la poesía. Su potencia como energía creadora nos sitúa en el dominio inevitable de la paradoja, de la ambigüedad esencial, en la indeterminación de lo que es infinito. La visión parmenidea  justificada por el gran Zenón de Elea a través de sus paradojas (insistimos en que la poesía es la ciencia de la paradoja[2]), nos compromete a una revisión de las partes como conformidad de un todo, y es que en el ejercicio creador las partes tienden a sumar más que el todo que supuestamente las compone. La poesía (si es en verdad poiesis) es mucho más que una magnitud diferenciada (gramatical, métrica, lógicamente…), es la realidad del continuo que vive y se embaraza en la totalidad indivisible, inefable e infinita de la fuerza que genera todas la cosas. En cierto modo, la poesía tiene una vinculación metodológica con la reductio ad absurdum, en tanto que es acaso la forma proverbial de conciencia que va en contra del sentido y del pensamiento común (puede constatarse perfectamente desde la óptica de la misma argumentación lingüística de la palabra poética),[3] manifestando, no obstante, una lógica –poética- impecable.

                Desde una óptica lógico matemática, el infinito poético es una muestra en verdad de la superación del denominado infinito potencial (abstracto, mental ajeno a la actualidad) en favor de un infinito en acción, plenamente actual. Seguiremos esta línea de argumentación en próximas entradas de esta sección del blog Ancile.


Francisco Acuyo



[1] Jiménez, J.R.: El trabajo gustoso, Aguilar, Madrid, 1961, p. 58.
[2] Acuyo, F.: Fisiología de un espejismo, Artecitta ediciones (Fundación Internacional Artecitta), Granada, 2010.
[3] Acuyo, F.: Ancile: Roman Jakobson: Sobre Lingüística y poética: http://franciscoacuyo.blogspot.com.es/2010/10/roman-jakobson-sobre-linguistica-y.html 



La vida invisible del infinito en poesía, Francisco Acuyo