Nuevamente insistiendo sobre el mal del sufrimiento traemos un nuevo post para la sección Pensamiento del blog Ancile, bajo el título Sentido y sufrimiento.
SENTIDO Y SUFRIMIENTO
La inanidad del ser
existencialista (Camus y Sartre) está sugerida en buena parte por el dolor al
que se ve abocado el ser humano, en principio, sin ningún sentido. En última instancia, el
sentido del mundo o el de nuestra existencia misma, nos resulta inaccesible
racionalmente. El dolor como constante en la vida de las criaturas acaso no
debiera considerarse filosóficamente como algo del todo físico, si viene a considerar
la imposibilidad de dar lógica al sufrimiento, y sobre todo, si el sentido de
ese sufrimiento apunta más que al ser, al deber ser.
La
realidad del sufrimiento debe asumirse. Esta asunción es vital cuando la
entendemos como la acción de trasformación del que sufre y cuya acción es
amarga labor para la construcción del ser en el mundo, y la cual nos hace reflexionar sobre el para qué del sufrimiento que, en principio nos ha de
llevar a otra aceptación fundamental, y es la de nuestra incapacidad intelectual
de dar sentido al dolor, lo cual no significa que no lo tenga.
Este
suspense racional sobre el sentido del dolor implica necesariamente una
proyección más allá de los sentidos y de la razón misma de su sentido último. Se dice que la trascendencia se sitúa entre el ser y la nada del dolor, para hacernos intuir que si nos trasciende es posible que sea. Aquí se nos plantea la naturaleza
singular del tiempo como requisito básico para su comprensión, y es que el
sufrimiento está siempre custodiado por el pasado, y en sus actas se refleja el
carácter cíclico del mismo, y que la superación del tiempo será la superación
del sufrimiento.
Estas
cavilaciones son las que nos llevarán, en nuestra insuficiencia, al fundamento
del pensamiento trascendente (Wittgenstein) en el que creer en Dios es creer
que la vida tiene sentido. Es
natural, siguiendo esta directriz de pensamiento, entender que si Dios es amor,
y el amor es sufrimiento, el sufrimiento es la vía de percepción para una
conciencia de lo trascendente.
No debe resultar extraño establecer con esta disyuntiva de razón y pasión identificada en el sufrimiento, una genuina ontología del dolor, que a su vez nos impulse a un intuitivo conocimiento que nos trasciende en nuestra vulnerabilidad, endeblez e incluso en nuestra casi inconsistencia.
El
sufrimiento no puede considerarse como un epifenómeno de la conciencia, sino el
sustrato capital de la misma conciencia que nos habla de la realidad hasta sus
márgenes más diluidos o más oscuros e inaccesibles. Es verdad que con la contemplación
del sufrimiento de las criaturas es desde donde la compasión más
sincera se hace evidente como conocimiento que trasciende el materialismo azaroso darwinista, donde todo carece de propósito, significado, conciencia e intención.
Nos habla de
leyes naturales que acaso pueden sintetizarse en otras más profundas y que
tienen que ver con lo más genuino de la conciencia, que se extrae del mismo
sufrimiento universalque la conciencia interpreta, y en cuyos
patrones más íntimos se edifica lo verdaderamente creativo, que viene a
identificarse con los símbolos más arraigados de nuestra mente, no solo para
dar sentido, sino para crear un mundo mejor en el que realizarnos como
entidades conscientes. Resorte sincrónico que conecta el mundo más allá de las
convenciones físicas del tiempo y el espacio.
Convenciones
que habría que añadir a las del pensamiento discursivo a la búsqueda de
utilidad frente a la importancia de la quietud y la contemplación, que
conlleva la recepción ya aceptación del sufrimiento. El análisis lógico y el cálculo
de resultados se ven destruidos ante la irrupción del sufrimiento que suplica
por una contemplación que nos lleve a una estimación profunda del significado
de la existencia, y que no quiere resultados finalistas, porque esa aspiración a
entender el sufrimiento es un fin en si mismo.
Francisco
Acuyo
Gracias, Francisco. Un gran abrazo.
ResponderEliminarJeniffer Moore