Para la sección de Narrativa del blog Ancile, traemos un nuevo post con un texto de nuestro querido y admirado amigo Pastor Aguiar, en este caso con un relato titulado: El saludo.
EL SALUDO,
DE PASTOR AGUIAR
Lo voy a saludar, a Rótulo el
sonso voy a saludar de manos, saludo de hombre como en los buenos tiempos. Es
mejor que decir hola, qué tal, porque un apretón de manos es más decidor que
cualquier palabra. No mano blandita, ni sudada hipocresía; mano de hierro que
hiere por sincera y callada, carajo.
Allá voy, sé que no escucha mis
pasos ni mi sofoquina, a causa del trote por esos caminos interminables. Él se
entretiene en sus canteros de flores a ambos lados de la puerta, como cada
tarde. Ahora remueve el suelo, después les echará agua dulce. Le disuelve dos
cucharaditas de azúcar a cada balde de agua, pues según él, así los perfumes
enamoran a las vírgenes. Y todo el que huele termina siendo poeta. Le dicen el
sonso los ignorantes, creen que su lentitud silenciosa es sinónima de
estupidez, y Rótulo lo sabe y se alegra; no le gusta socializar, perder el
tiempo con mentecatos. En eso nos parecemos.
Y heme aquí en los preámbulos del
saludo. Estoy a diez pasos de él.
Me he parado en seco como por
arte de magia; mejor dijera la punzada en el cráneo. Me doy cuenta de que no
estoy firme, soy una torre tambaleándose, mierda, se me quitará en cuanto
apriete la diestra de Rótulo, sin palabra por medio. No soy amigo suyo, creo
que no los tiene por lo cabal que es. Nos hemos visto raramente en la tienda
del moro, y ni un sí ni un no. Ahora mismo se romperá el hielo con este pacto.
Llevo más de cinco minutos
tratando de levantar el brazo derecho, ya lo tengo casi horizontal, coño, que
la mano me pesa tres arrobas de plomo. Dicen que lo mismo es una arroba de
algodón que de plomo; no lo creo.
Ya estoy listo para avanzar,
aunque desconozco si lograré mantener el brazo recto hasta que llegue a su
lado. Me está costando una fortuna el primer paso, la rodilla se me resiste
como diciéndome que si se dobla nos iremos a tierra. Déjame intentar el desplazamiento
sin flexiones, con las patas rectas, así, según me lo imagino. Pareceré una
momia, qué ataque de risa me amenaza. No quiero que él me oiga, la sorpresa es
lo principal.
He logrado empujar un pie par de
pulgadas, a esta velocidad llegará la noche antes del encuentro. Para colmo
estoy a punto de caerme, la vertical me juega a los escondidos. Tengo un sueño
que ni te digo, como una laguna de manteca, me voy a pique, y diría que gozo
con ello.
Si Rótulo me siente caer,
entonces vendrá, y cuando se incline, lo saludaré a boca de jarro, sin palabra
por medio, como había planificado, menos mal, porque me he quedado sin voz,
intento gritar rumbo a esas piedras delante de mí, y no puedo.
Pastor Aguiar
Muchas gracias querido amigo, por publicar algo mío en estas páginas que son clásicas por su calidad y enseñanza. Siempre he disfrutado escribiendo, como inventando mundos a partir de vivencias, sueños, repuntes de locura quizás. Un gran abrazo.
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