martes, 27 de septiembre de 2016

AMISTAD O AMOR

Traemos para la sección, Poema semanal, del blog Ancile, la composición del libro, Mal de lujo (1998), titulada, Amistad o amor.



Amistad o amor, Francisco Acuyo



 AMISTAD O AMOR




«Traspasa el aire todo
hasta llegar a la más alta esfera»

FRAY LUIS DE LEÓN:
«A Francisco de Salinas»




QUIZÁ del verso aquel obrero sea
que en sombra elaboró con luz un alma,
que en la azucena de la miel desea
acerbo cáliz y pasión y calma.

Tal vez el ángel terrenal no vea
la amistad de este dios que amor ensalma
en la flor y el aroma de su palma.
Quizá cansado en el dolor sestea

y desliza un silencio sucesivo
vestido de una tibia fantasía,
de una luz, de un jardín de amores vivo.

Dicen que la amistad no hace al cobarde;
yo digo que el amor camina día
a día, y cuando llega es poco y tarde.





Francisco Acuyo, Mal de lujo (1998)






Amistad o amor, Francisco Acuyo

lunes, 26 de septiembre de 2016

MATERIALIDAD O INMATERIALIDAD DEL INCONSCIENTE. MÁS ALLÁ DE LA RACIONALIDAD DE LO CONSCIENTE

Para la sección, Pensamiento, del blog Ancile, traemos hoy el post intitulado: Materialidad o inmaterialidad del inconsciente, abundando en la interesante temática de los contenidos de la psique humana y su peculiar naturaleza.


Materialidad o inmaterialidad del inconsciente, Francisco Acuyo




MATERIALIDAD O INMATERIALIDAD
DEL INCONSCIENTE. 









Uno de los pilares de la ciencia encuentra fundamento en la relación experimental demostrable de cualquier hipótesis que venga al caso verificar. No es extraño que las corrientes del empirismo, desde finales del XVII, hayan tenido grande predicamento en los dos siglos posteriores, pudiendo establecer sus presupuestos como primordiales en el ámbito positivo materialista de las ciencias del siglo XIX y XX, no obstante, no deja de resultar digno de mención que aquella tabula rasa a la que se refería el influyente John Locke en relación a la mente del hombre (en su nacimiento), hoy no tenga la más mínima justificación, así se encargaron de demostrar Meltzoff,[1] así como el reconocimiento del error de  Piaget[2] (que creía que los neonatos no entienden de manera abstracta y plena la permanencia de los objetos), ignorando la red connatural que organiza el sistema ejecutivo cerebral que va madurando con el paso del tiempo.

Materialidad o inmaterialidad del inconsciente, Francisco Acuyo                Hoy sabemos que el desarrollo cognitivo no es sólo la compilación de recursos, conocimientos y habilidades, es capital para ese desarrollo la represión todas aquellas rutinas y procedimientos que imposibilitan o paralizan la expresión de lo que ya se conoce. No nos extraña tampoco que niños de muy corta edad tengan en su cerebro estructuras básicas matemáticas que en modo alguno han podido ser enseñadas. Y qué decir del lenguaje, ya lo advertía Noam Chomsky[3] y su admonición del rasgo innato que tiene el ser humano en relación a la producción del lenguaje, por lo que el razonamiento empirista habría de ponerse en seria consideración y que decía que todo lo lógico racional y abstracto se adquiere después de la adquisición del lenguaje. En cualquier caso, hoy se reconoce que las resoluciones o determinaciones del individuo pueden ser racionales (conscientes) y otras irracionales (inconscientes). Lo que sí nos parece muy singular de reseñar es que tanto las conscientes como las inconscientes se atribuyan siempre  al ámbito de lo  material y biológico (cerebral), atribuyendo a meras corazonadas el ámbito de las acciones inconscientes, aunque muchas de ellas hayan tenido como resultado la producción riquísima de los mitos y los símbolos ancestrales que han ido arraigando en nuestras consciencias desde tiempos inmemoriales; basan sus conjeturas en experimentos de juegos de cartas y otros artificios y solaces de ingenio que muestran lo más elemental de lo inconsciente como meras pulsiones arraigas a estímulos directos e inmediatos; mas [4] Los estereotipos neuronales son los quieren marcar la realidad última de lo inconsciente cuando, en realidad, no hacen sino convertir –y pervertir- el proceso psíquico para ser descrito como una máquina perfectamente descriptible a través de sus diversos engranajes neuronales y relaciones químico sinápticas, y, por lo tanto, siempre con un marcado carácter material y positivo, por lo que no se cansan de referirse a la mente como una compleja red neuronal que responde a unos mecanismos que explican sus relaciones causales.

                Así las cosas, la inhibición –inconsciente- pasa  a ser siempre producto material de nuestra ambidiestra construcción cerebral (en donde una parte del cerebro establece los argumentos emocionales[5], frente a otra que organiza los racionales),[6] la tuercas de la singular máquina cerebral, en fin, ajustan cualquier parámetro de nuestra actividad de acción y decisión, y donde la cosa inconsciente –más o menos profunda, inferimos, es una cuestión de cultura que se entrelaza con los engranajes bien engrasados de la máquina cerebral, quedando perfectamente claro que hasta la misma realidad participa de dichos acoplamientos, encajes, filetes, arandelas y demás tornillería neuronal. Esto es así hasta el punto de que, con grandes dosis de arrogancia, son capaces de discernir milimétricamente cuando hay o no consciencia en pacientes en coma o en estado vegetativo[7] y es que, como es muy difícil definir lo que es la conciencia- acaso como el tiempo- [8] que dicen es el concepto, la idea, inexistente realidad del alma.

Materialidad o inmaterialidad del inconsciente, Francisco Acuyo
                Así como en un momento la física establece que el calor es un estado de la materia, no cabe duda que también la conciencia –y lo inconsciente – se dice que no es sino un estado material producto de la fisiología cerebral, y todo porque puede describirse –detectarse- a través de escáneres (o resonancias) su funcionamiento expuesta en determinadas áreas del cerebro su actividad neuronal, y esta como única producción de la actividad consciente e inconsciente de la psique. Las piezas independientes –neuronas- que componen el artefacto cerebral son en definitiva el origen y el final de . No entraremos en discusión  sobre las consecuencias que conllevan estas afirmaciones en relación a las acciones humanas y su imposible libertad de decisión (haciendo una superficial y bastante pedestre concepción de la cuestión del libre albedrío), pues prácticamente toda la actividad será compulsiva e inconsciente (en el sentido reflejo y mecánico que esto conlleva), y la conciencia como el corriente y vulgar suplantador que hace su particular exégesis, mediante la cual se pretende explicar las acciones que brotan a nuestra vida consciente e incluso incons ciente. Véase si no cómo hasta la misma componenda onírica de nuestros sueños no es más un proceso material biológico mediante el cual se elimina deshechos y residuos (y demás tornillería superflua) del [10]. A veces me pregunto dónde estará el residuo neuromaterial en donde se forjaron los más bellos poemas, o haciendo uso célebre paráfrasis al respecto de la ilusión de las ideas, y saber de la materia de la cual están hechos los sueños que una vez, gracias a ellos, hicieron bello y verdadero un teorema matemático que, ¡oh divina providencia, antes de ser empíricamente demostrado, ya describía la realidad material de un fenómeno!, o la concepción hermosa de una vida más solidaria para la humanidad, etc… Todos sabemos de la importancia del cerebro en cualquier campo de la actividad humana, pero ¿es la psique humana un fenómeno reductible a un manual de mecánica o de ingeniería mediante el que describir y entender su extraordinario –orgánico- y mucho más complejo funcionamiento? ¿Los complejos comportamientos, las capacidades increíbles, los logros impensables, las aspiraciones de trascendencia, ética y estética y, sobre todo, el inexplicable, o, al menos extraño impulso creativo humano, son necesariamente la génesis del funcionamiento de una máquina fabulosa impulsada por una compleja trama de engranajes neuronales y reacciones químicas? Dejo aquí esbozada muy tosca e impertinentemente esta interrogante, que espero debatir en próximas entradas en este blog.
[9]





                                                                                                        Francisco Acuyo





[1] Andrew N. Meltzoff, psicólogo especializado en la cognición y desarrollo infantil, quien deduce en virtud de sus descubrimientos entorno a las asociaciones propias y ajenas, y entre distintas modalidades sensoriales, demuestra que los neonatos eran capaces de generar abstracciones asociando acciones diversas observadas en el exterior  y de acciones propias.
[2] Jean Piaget, epistemólogo, psicólogo y biólogo, también especializado en la cognición infantil, la cual la describía como diferenciada del adulto, por mor de la serie de patrones que describía como diferenciadores en las diferentes etapas de desarrollo del individuo.
[3] Avran Noam Chomsky, uno de los lingüistas más destacados del siglo XX, cuya gramática generativa indagaba en los aspectos y estructuras más profundos del lenguaje de los que se deduciría el innatismo en la adquisición del lenguaje y en la autonomía de la gramática que bien podría postularse como universal.
[4] Véase las relaciones estudiadas por Jung, véase, por ejemplo, Jung, C. G.: Arquetipos e inconsciente colectivo, Paidós, Barcelona, 2010.
[5] Sigman, M:  La vida secreta de la mente, Debate, Barcelona, 2016, p. 104 .                             
[6] Y todo porque en la corteza frontal y prefrontal se activan diferenciadamente, según cuál sea el argumento a describir.
[7] Peliaguda cuestión que en modo alguno está resuelta, véase: Bossi, L.: Historia natural del alma, A. Machado libros, Madrid, 2008, pp.401-440.
[8] Sigman, M:  p. 123.
[9] Según Freud había tres clase de neuronas Phi (sensoriales, sin memoria ni conciencia), las Psi (receptoras de la historia de las sensaciones que no cambian en el tiempo) y las omega (que sí acumulan en el tiempo la memoria en episodios diferentes y que tienen la facultad de saltar en el tiempo, eso sí, como la maquinaria de un reloj).
[10] Sigman, M:  p. 163.




Materialidad o inmaterialidad del inconsciente, Francisco Acuyo

lunes, 19 de septiembre de 2016

JENIFFER MOORE Y PASTOR AGUIAR: AMOR Y POESÍA

Tenemos el gusto de ofrecer para la sección, Amor y poesía, del blog Ancile, los preciosos y sentidos poemas de amor, seleccionados para la ocasión, de los poetas y entrañables amigos Jeniffer Moore y Pastor Aguiar, desde Miami, cuya comunidad de artistas y escritores hispano hablantes tantas alegrías nos han dado a aquellos que tenemos la fortuna de mantener un trato constante de amistad fraternal y  verdadera literatura.






Jeniffer Moore y Pastor Aguiar: Amor y poesía, Ancile
De Michael Cheval




 AMOR Y POESÍA





Jeniffer Moore y Pastor Aguiar: Amor y poesía, Ancile









CANCIÓN AL AMADO          



                   

¡Allí está!  Mi ruiseñor, mi amado
al sur del ecuador celeste
donde el fulgor de Sirio se avergüenza.
Inclina Antares su tez de espejos
para besar la mano con que escribe
en los rosados círculos del agua.

¡Allí está! Al cancerbero de la noche burla
y entre mis pechos siembra
manojito de lotos que renacen
de un lodazal de lágrimas.

¡Allí está! Se ríe del turbión y crece
cuando despierta el celo en las orquídeas.
Su voz anuncia las lluvias del estío. Silva el ocaso
sobre su sien, eternidad de ave.

Lato en sus corales pétreos,
de par en par lo surco y me navega
con su ondulante ser aguamarina.



Jeniffer Moore









ENAMORADO




 Para Jeniffer en nuestra fecha,
como todos los días que compartimos





De tanto que te amo te reinvento
a cada instante para amarte más
retando a lo imposible, no imagino
un minuto sin darme la noticia
de otro beso en la boca que pronuncia
mi nombre como un himno.

Me han dicho que es el día del Amor
como si fuera el único; yo siento
que el año no me alcanza, no le cabe
tu piel de colibríes a las fechas
ni tu carne amantísima a los versos
que alucinando escribo.

Si antes me quejaba de pobreza
ahora sólo aspiro a la fortuna
de que me dures siempre, mujer mía,
pues lo demás no existe.



Pastor Aguiar
Febrero 13-2013




DIME CÓMO HACES




Cómo haces para ser tan deliciosa,
quién te hizo mujer,
quién naufragó en tus ojos
y te dejó tantos duendes
soñándose poetas.

De qué forma amaneces cada día
dictadora del alba
y te haces pájaro y nube
y me besas en secreto
como dulce ley.

Es más,
no quiero saber tu magia,
porque tengo miedo de que sea muy grave
y me robe la muerte.
Así te veo rosa,
te rescato de la edad de los árboles,
me baño contigo en las tormentas
y te invento hijos furtivamente,
escribiéndote
con mi pluma viva.



Pastor Aguiar
2009




DEJA QUE LLUEVA




Deja que llueva y la lluvia me desborde
con todo el grito mojado.
Yo soy un búho que sólo
se sueña en los aguaceros
de oscura sabiduría.

Que tu piel llueva y me cubra
la desnudez del camino
y en tu boca me cobije,
hasta que nada acontezca
y me duerma en tu saliva
de luz golosa.

Deja que me sienta descubierto
en cada poro que tocas
del páramo que me habita
y que el agua me suceda
desde tus labios furiosos
y tus peces en mí caven
sutiles grutas.

Que llueva, que lluevas toda,
desde tu nube a mi nube
y nos mate un arcoíris
por la carne alucinado
y nos recoja la muerte
como pájaros dormidos.



Pastor Aguiar
2009



Jeniffer Moore y Pastor Aguiar: Amor y poesía, Ancile





viernes, 16 de septiembre de 2016

ESPEJISMO

La composición titulada, espejismo, del libro, Mal de lujo (1998), lo traemos para la sección, Poema semanal, del blog Ancile.


Espejismo, Francisco Acuyo



ESPEJISMO




«La luna gira en el cielo
sobre las tierras sin agua»

F. GARCÍA LORCA: «Thamar y Amón»



PORQUE, como también fingió en la vida,
la vida si un instante retenerte
puede, igual imaginan en la muerte,
la muerte que les pareció fingida.

No sólo a ti te pareciera herida
si en la tierra la rosa se hace fuerte,
pero todo un jardín querría verte
en la flor de esperanza desprendida.

Así se ve el amor que transparente
y a vista de los ojos se perjura,
mas, por no ver la luz la sombra alienta

y el corazón se enciende en el engaño
y, ajeno del latir su voz oscura
verá el aliento propio en pecho extraño.






Francisco Acuyo, Mal de lujo (1998)





Espejismo, Francisco Acuyo

martes, 13 de septiembre de 2016

CONCIENCIA: ¿MÁS ALLÁ DE LA MATERIA? ANGUSTIA EXISTENCIAL Y EL SENTIDO DEL ESPÍRITU

Conciencia: ¿más allá de la materia? Angustia existencial y el sentido del espíritu, nueva entrada para la sección, Pensamiento, del blog Ancile, abundando sobre cuestiones que atañen a la idea del alma, psique o espíritu tratados en anteriores post.



Conciencia: ¿más allá de la materia? Angustia existencial y el sentido del espíritu, Francisco Acuyo



CONCIENCIA: ¿MÁS ALLÁ DE LA MATERIA?
ANGUSTIA EXISTENCIAL Y EL SENTIDO DEL ESPÍRITU








Los nihilismos actuales se complacen en establecer las motivaciones humanas satisfechas a tenor de la complacencia y reparación de las necesidades e impulsos instintivos, la homeostasis necesaria para mitigar las tensiones internas que aquellas pulsiones acaban provocando en el individuo. No creo que sea discutible el incremento alarmante de la angustia existencial basada en la contemplación del sórdido vacío que contempla la vida de los hombres, dando igual si lo detectamos en sociedades capitalistas o social comunistas y que, en modo alguno, resulte extraño que pueda culminar en profundos vestigios de perturbaciones psíquicas (y físicas) que incidirán inevitablemente en el comportamiento social de nuestras colectividades humanas.

                Parece, además, que el adocenamiento de la ciudadanía aleccionado por ideologías y doctrinas descarriadas por la visión material reduccionista amparadas por un mal entendimiento de la ciencia y las nuevas tecnologías, si es que el hombre es catalogado en su especie como una máquina netamente biológica activada por más o menos complejos mecanismos bioquímicos, acaba concluyendo en comportamientos pasivos, automatizados y no pocas veces profundamente cínicos. A todo lo cual la ciencia, incluso la misma psicología, cuando trata de explicar comportamientos que de degradar y despreciar la humanidad del ser humano,[1] y que no pocos avisados especialistas han llegado a diagnosticar como la tríada neurótica de las masas[2], a saber: la depresión, la adicción y la agresión, a juicio de no pocos, acreciendo a la sombra de la frustración existencial.

Conciencia: ¿más allá de la materia? Angustia existencial y el sentido del espíritu, Francisco Acuyo

                Se lleva relegando a un olvido ¿imposible? la Imago Dei,[3] el De Caelesti Hierarchia[4] o la divina inteligencia continentur agustiniana y, desde luego, el Eidos platónico, paráfrasis del Archetypus (arquetipo) junguiano. Esas representations collectives, que incluyen también el alma y sus derivadas representaciones simbólicas y de la cosmovisión primitiva,  que abarcan mitos y leyendas, las cuales reflejan la singular naturaleza de la psique humana, ya no sirven y merecen excluirse de cualquier estudio serio científico sobre la conciencia del hombre, ya que esta es sólo un patrón biológico (neurológico) descriptible y previsible de los seres humanos en su acontecer psíquico, obviando, así parece inferirse de estas aproximaciones, los contenidos inconscientes profundos de nuestra mente y todas las imágenes y símbolos que han nutrido durante siglos los mitos, y cuyas experiencias primeras de la divinidad no son más que una ficción explicativa de la realidad positivo materialista del mundo, acaso obviando una realidad incontestable, la creación del ser humano de imágenes protectoras y benéficas que permitían expulsar el drama anímico hacia el espacio cósmico[5] que protegieran –inhibieran-de la vida lo inquietante de las simas de la psique humana. Esta pobreza espiritual indiscutible de nuestros días es el sacrificio necesario en el tabernáculo de la razón y la ciencia positiva para mejor ofrenda al materialismo rampante e indiscutido e indiscutible de los tiempos que nos ha tocado vivir, aunque sus presupuestos estén basados acaso no ya en conjeturas sobre la inexistencia de las potencias del espíritu (de la conciencia y lo inconsciente que lo integran), sino en ridículos prejuicios que veremos componen sus presupuestos.

                Cuando el profundo y extraordinariamente complejo mundo de lo infinitamente pequeño descrito por la física actual, ya había sido mucho antes propuesto por la sabiduría antigua con expresiones poéticas que se hacían verdad en virtud de la belleza de su lenguaje, parece no hacernos reflexionar lo más mínimo sobre una cuestión que en modo alguno ha sido superada, a saber: la realidad de la consciencia[6] como vía de entendimiento –e integración- del mundo. Naturalmente que atender a esta conciencia es mirar detrás del espejo para trascender cualquier celaje y mirar allí donde casi nadie mira por terror de ver más allá de la máscara, de vislumbrar su propia sombra, pues será lo primero que requiera cualquier conocimiento de sí mismo, a fuer de saber que, perdida la conciencia –como entidad controlable y racional-, sólo queda la posesión, mas como diría Jung, desde que las estrellas cayeron del cielo y nuestros más altos símbolos se desvanecieron, rige la vida secreta en lo inconsciente[7]. Pero en verdad sucede algo increíble cuando, al albur de la ridícula suficiencia de unos principios de supuestamente valor indiscutibles, la ciencia y todo su despliegue metodológico racional positivo, no son capaces de explicar todo lo que deviene e importa al hombre a la búsqueda de su sentido, decimos, que se rechazan o se someten a un olvido imposible toda una rationalis increada, si es espontánea en la vida psíquica, pero quizá sea porque el ánima entra en el reino de lo numinoso, y así mismo da tanto terror –inconsciente- porque lo que en la actualidad hemos desterrado de nuestro reino de luz racional para siempre, es un imposible, y aunque hay justificación para temer el caos que puede suponer este ánima vital, madre de todo sin sentido y de toda tragedia,[8] sin embargo también será el psychopompos (conductor del alma, que indica el camino hacia el más alto significado.[9]

Conciencia: ¿más allá de la materia? Angustia existencial y el sentido del espíritu, Francisco Acuyo
                El empecinamiento de que cualquier movimiento psíquico puede expresarse mediante el juicio racional, intelectual, fisiológico, neurocientífico… es no entender ese Élain vital bergsoniano, cuyo impulso encierra una sabiduría profunda, cuya secreta intención diría pretender comunicarnos algo que no se puede por semejantes herramientas. Se precisa de una hermenéutica que, incluso ante la vorágine y el desconcierto, nos muestre las leyes del caos a las que, no obstante, lo más arbitrario acaba encontrado sujeción permanente. En cualquier caso, con aquella acta de defunción del alma anteriormente anunciada, no se ha caído en la cuenta de que esta no es sino un producto netamente empírico y no una producción mito teórica y cuya negación no es sino un claro prejuicio ante una realidad incontestable, no en vano cualquier descripción de cualquier acontecer físico ha de estar sometido a un proceso psicológico; cuestión esta de muy amplio y complejo debate en el ámbito de la denominada física cuántica,[10] todo lo cual expone una falta de audacia, pero también de humildad, en relación a lo que sabemos de la conciencia y sobre todo del alma (del espíritu, de la psique…) como el factor integrador de lo consciente e inconsciente, cuya naturaleza no tiene por qué regirse por los mismos parámetros de los procesos materiales físico-químicos.

                Dejamos para posterior entrada cuestiones que atañen a lo ya expuesto y que se refieren elementos psíquicos arcaicos que permanecen en nuestra mente y que se vierten al mundo expresadas como una suerte de magia simpatética[11] que, en realidad, no son sino proyecciones de lo inconsciente, las cuales muestran que cualquier apreciación o representación del mundo conlleva una idea, un sentido, una significación superior, igual da que sea agnóstico, ateo o religioso.





Francisco Acuyo




[1] Frankl, V.E.: El hombre en busca del sentido último, Paidós, Barcelona, 1999, p.125.
[2] Weisskopf-Joelson E. y otros: Realtive emphasis on Nine Values by a Group of College Students, Psychological Report, 24 (1969), p. 299.
[3] De Filón de Alejandría: Opif Mundi.
[4] De Dionisio el Aeropagita
[5] Jung, C. G.: Arquetipos e inconsciente colectivo, Paidós, Barcelona, 2010, p. 24.
[6] EL concepto de conciencia (y espíritu y alma) que manejo incluye el ámbito profundo del universo de lo inconsciente psíquico.
[7] Jung, C. G.: opus cit. P. 42.
[8] Ibidem, p. 51.
[9] Ibidem.
[10] No será necesario recabar información y bibliografía al respecto de la importancia capital de la conciencia del observador en los resultados de los experimentos en el ámbito de la física de lo infinitamente pequeño.
[11] Era la magia donde lo similar produce lo similar, y aquellas cosas que han estado en contacto una vez siguen teniendo una influencia mutua una vez separadas.



Conciencia: ¿más allá de la materia? Angustia existencial y el sentido del espíritu, Francisco Acuyo

viernes, 9 de septiembre de 2016

LA VENUS DEL ESPEJO, O EL ESPÍRITU EN VELÁZQUEZ

Para la sección, Poema semanal, del blog Ancile, traemos la composición titulada, La venus del espejo o el espíritu en Velázquez, del libro, Mal de lujo, (1998).



La venus del espejo, o el espíritu en Velázquez, Francisco Acuyo




LA VENUS DEL ESPEJO,
O EL ESPÍRITU EN VELÁZQUEZ




«Verás cuánto mejor te vence armada
la que desnuda te venció primero»

LOPE DE VEGA: «Venus y Palas»



TODAVÍA la tenue transparencia
parece de tus labios, todavía
la luz que vibra sobre la sombría
silueta soslayada con prudencia.

Apenas corazón, apenas ciencia
que pulsa con razón la lejanía
del amor y la luz de cada día:
La transparencia, amor, la transparencia.

Miró en tu frente el fin que el tiempo inicia,
la eternidad se vio desnuda al paso
y hoy el rostro del ayer codicia.

Dejó para inscribir aquel regazo
de luz donde el espíritu propicia
lienzo, pincel y transparente trazo.




Francisco Acuyo, de Mal de lujo (1998)





La venus del espejo, o el espíritu en Velázquez, Francisco Acuyo

miércoles, 7 de septiembre de 2016

OMELIO, DE PASTOR AGUIAR

Traemos un nuevo y sugerente y entretenido y espléndido relato de nuestro muy querido amigo y siempre sorprendente colaborador, Pastor Aguiar, en esta ocasión para la sección, Narrativa, de nuestro -siempre vuestro- blog Ancile, que puebla ya con algunos relatos de excepción; en este caso traemos la onírico y sugestiva narración que lleva por título, Omelio.


Omelio, de Pastor Aguiar, Ancile



 OMELIO




Omelio, de Pastor Aguiar, Ancile



_ Omelio, qué hace aquí, ¿no te habías ahogado atravesando el río? Te conozco de un cuento de Mima, eras uno de sus primos. Cuando lo del trueno que mató a mi padre, la muerte, no satisfecha, cargó contigo al tercer día, después de llevarse a Juana la loca. No pareces fantasma, aunque sí un poco pálido, ¿serán la sombra de tantos años en espera de que alguien te mencione?

_ ¿Río? ¿De qué hablas, muchacho? Fíjate que hasta el agua la tomo de a buchitos, no sea que se me vaya por el camino viejo. ¿Yo a caballo? Menos que menos, no le presto mis pies a nada ni nadie… ja ja ja, morirme yo, carajo, oigan lo que dice este cabroncito.
Pero no vi que alguien oyera. Estábamos sobre la acera, junto a la entrada al reparto donde yo vivía con Alonsa. Aquello de la finca, los truenos, los ríos y Omelio, de haber sido realidad, había sucedido cincuenta años antes, para colmo en otro siglo. Decir el siglo pasado duplica distancias.

_ Te dejé sin palabras, pero para que veas que no soy cruel, te voy conceder la ilusión de haberte visto en un antes lejano, claro, sin necesidad de ahogarme_ Continuó Omelio mientras se escondía detrás de un tronco.
Yo también me protegí, porque un grupo de niños lanzaba mazorcas de maíz tierno sobre nosotros. Jugaban al otro lado de la avenida, los pude ver mordisqueando el maíz como ratones y después apuntar con las mazorcas chorreando mezclas de pulpa y saliva. Tenían una puntería de francotiradores, a tal punto que uno de los proyectiles me siguió, y si no hago un giro brusco hacia otro árbol, me raja la cabeza.

_ Se salvan porque por acá no hay una cabrona piedra. Hubiera necesitado par de ellas para asesinarlos. Hijos de puta, en vez de rascarse las nalgas. No tienen idea del lugar a donde los voy a mandar como no paren.

_ Entonces te moriste alguna vez, Omelio. Hablas como si conocieras el más allá.

_ Debe ser tu imaginación. Ni sé la edad que tengo. Siempre he sido el mismo, así como me ves. Mira, para darte un chance, porque veo tu desesperación, puedes pensar que me has
Omelio, de Pastor Aguiar, Ancile
inventado. Al fin y al cabo creo que andas más perdido que yo.
Cuando los chiquillos fueron a buscar más balas, nosotros aprovechamos y corrimos reparto adentro rumbo a casa.
Empujé la puerta de la cocina y se apareció mi madre con la edad de cuando yo era un adolecente, sin arrugas, con su risita nerviosa de romperle el lomo a alguien. Detrás de ella, Alonsa mi mujer, como si nada, lo más natural del mundo, coño, y pensar que no conocía a Mima.

_ Te mereces una buena tunda; pero dejémoslo para mañana, cuando tu esposa se vaya. Ahora tenemos el cafecito recién hecho, el que te gustaba tanto, pícaro.

_ ¡Mima!, ¿cuándo llegaste?, ¿cómo? ¿Y eso de que Alonsa se va mañana?

_ Muy fácil, malcriado, llegué de sopetón, ni yo puedo decir cómo, quién sabe si el deseo de verte; pero a ella ni la imaginaba, y es que desde que escapaste a los países casi nunca hablamos. Le dije que se fuera de vacaciones hasta que yo te enderezara un poco, hasta que cumplieras los veinte.

_ ¿No ves que ya paso de los sesenta, vieja? No me desorganices la vida. Mira a quién he rescatado de la muerte, a Omelio.

_ ¡Solavaya! Con los muertos no se juega, hijo. Voy a tener que hacerte un despojo.
Cuando fui a halar a Omelio hacia el interior, lo que hice fue agarrar un trozo de vacío. En vez de Omelio una piedra se estrelló contra el marco astillándolo.

_ ¡La madre que los parió! Entraron al barrio esos degenerados chiquillos.
Retrocedí cerrando la puerta, en el preciso instante que Mima me alcanzaba la escopeta de dos cañones de mi padre.

_ Está cargada, párteles las molleras para que escarmienten de una vez y por todas.

_ Un fusil para matar canallas, ¿no era una canción?_ Fui a preguntar, pero Mima se había llevado a Alonsa hasta la sala, donde se morían de risa. Sospecho que para ellas no había muchachos lanzando piedras, y puede que lo que más cosquillas les hacía era imaginarme entrándole a tiros a las visiones, capaz que matara a cualquier vaca de un vecino, y entonces sí que la cosa iba a ser en serio.

_ ¡Nada de esto puede ser! Estoy soñando… ¡Omelio!... ¡Mima!

Y vino Alonsa desde los cuartos con un bulto de ropa para lavar.

_ ¿A quién llamas viejo? ¿Otra vez los recuerdos? ¿Tomaste las pastillas?

_ Qué pastillas ni ocho cuartos. Todavía ese tiempo no ha llegado, lo que necesito es un buen trago de ron.




Pastor Aguiar
Junio 5-2015




Omelio, de Pastor Aguiar, Ancile


martes, 6 de septiembre de 2016

EL AMOR: PERPETUA CREACIÓN Y LA SUPERACIÓN DE LA MUERTE

Siguiendo con la línea argumental de otras entradas anteriores recogidas en la sección, Pensamiento, del blog Ancile, traemos ahora nueva reflexión bajo el título: El amor: perpetua creación y la superación de la muerte.



El amor: perpetua creación y la superación de la muerte, Francisco Acuyo




EL AMOR: PERPETUA CREACIÓN

 Y LA SUPERACIÓN DE LA MUERTE








CUANDO la medicina moderna afirma que la muerte es una serie de enfermedades que se pueden prevenir,[1] muy bien puede considerarse más como un fracaso de la medicina[2] que de un acontecimiento inevitable, pese a lo cual seguimos muriendo y anhelando durar siempre. ¿Pero qué es lo que se revela ante el hecho inevitable? Los ritos funerarios de nuestros primitivos ancestros pretenden decir que acaso los muertos no están realmente muertos, y parece que es la conciencia –nosotros creemos que más allá del yo condicionado- la que se revuelve contra la extinción de la misma. Acudimos siempre a la razón para recabar cualquier fundamento de verdad a aquello que proponemos como posible, sin embargo, este anhelo de vida eterna no puede provenir de la razón, era esta una admonición muy interesante de Schopenhauer, siendo la voluntad ciega[3] (irracional) que impulsa la vida la que nos arrastra ilusoriamente a desear vivir siempre. Hoy día, al pairo de los avances tecnológicos y científicos, no le parece a nuestra sociedad positivo materialista nada descabellado la posibilidad de vivir siempre[4]. La cuestión es que bien al amparo del mito o de la epifanía religiosa o bien de la misma ciencia, el ser humano no deja de aspirar a ese anhelo de durabilidad infinita.

El amor: perpetua creación y la superación de la muerte, Francisco Acuyo                El papel primordial en el imperio de la conciencia en asuntos que conciernen directamente con el alma, el espíritu e incluso la misma materia,[5] nos hace intuir al menos el relieve e importancia de la misma en la cuestión de la muerte y el anhelo de supervivencia más allá de aquella. De la misma consciencia hemos aprendido a valorar una de las potencias más increíbles cual es el de la misma creación, de ella parte cualquier proceso creativo de la índole que sea incluida la idea misma de inmortalidad. Pero no es menos curioso que, cuanto más creativa es una invención, más alejada del yo condicionado parece contemplarse y que, por tanto, en cierto modo, el proceso de creación es un morir a lo sabido por condicionado, aquí diríase acrecentarse el concepto de conciencia personal egotista por uno más amplio que nos conecta con la totalidad del mundo más allá del pensamiento y acaso de la misma muerte.

                Si es cierto que toda voluptuosidad desea la eternidad,[6] será porque una de las más poderosas manifestaciones creativas de la conciencia es el amor, que es una forma muy singular de creación. No en vano el ethos que acaba ordenando (ordo amoris)[7] la vida del sujeto superior es siempre el amor, y en su equitativa jerarquía de valores ha de sobresalir siempre en su prescripción y advertencia vitales  que, al fin, acabaría haciéndolo coincidir con el acto divino -creativo-  de amor humano en un mismo punto del mundo de los valores[8]. Mas la contraposición a la pérdida inevitabledon d’amour) y su enigmática relación con el acto creativo como fecundidad espiritual que acaba ofreciéndose como expectativa fundamental y, desde luego como una necesidad de vida, mas también como conditio sine qua non de la presencia[9] divina.[10]

                Todo parece indicar que la frontera, el límite inexorable de la muerte admite trascendencia y es que en verdad, incluso empíricamente, el amor es la fuerza del destino, ya sea vista con los ropajes de la nuda concupiscentia o como espiritualísima afección.[11] En cualquier caso, ¿qué hemos de pensar del amor, si Dios ha muerto, y del alma, como decíamos en anteriores entradas, se ha firmado su acta definitiva de defunción?[12] No parecería probable, a la luz de las afirmaciones neopositivistas inmediatamente reseñadas, de que el donum amoris posea la potencia extraordinaria que, consciente e inconscientemente, desde siempre se le atribuye. ¿Cuál será la siguiente negación que, por no cuantificable en sus presupuestos, habrá que desecharse: la compasión, la solidaridad, tal vez?  No solo negamos evidencias éticas y simbólicas de necesidad individual y social incuestionables,  también la realidad psíquica profunda (consciente e inconsciente) del ser humano, o como ya advirtiera Jung, y todo por el ensalzamiento –acaso fuera de toda realidad demostrable- del conocimiento –científico-, se trata menos de una encarnación del logos que de una caída del anthropos o del nous en la physis.[13] Despojamos al hombre de sus dioses y también de su alma. Aquella energía y potencia que emanan del interior del hombre y cuya realidad es incuestionable, ya no tiene importancia ante la gloriosa y dogmática hegemonía de lo material externo.

El amor: perpetua creación y la superación de la muerte, Francisco Acuyo                No será una tarea baladí volver a interrogarnos si realmente lo que denominamos como conciencia (siempre racional, lógica, conceptual y consciente), cuando acude al amor para superar la angustia existencial, no está barajando lo intuitivo –e irracional- sobre algo que está ahí en potencia, escondido, que nos habla más allá de lo racional y que ya no es posible inhibir en nombre de lo unum necesse (lo único necesario)[14] ya se manifiesta imperativamente, ajeno a cualquier instinto disparador innato mecánico-biológico, a guisa de instinto ético que es capaz de realizar a la conciencia en pos de la unicidad de su objetivo; el objetivo del ser amado es en verdad la verdadera conciencia. Sí, es más que probable que ahora estemos dando muestras de una nociva potentia inconsciente en un acto de la consciencia[15], aunque sólo sea para salvaguardar nuestra salud mental, sin traer a colación cómo en las simas de nuestro inconsciente –donde habite el olvido, que diría el gran Luis Cernuda- es en donde se realizan y tienen lugar los fenómenos más extraordinarios del espíritu (la creación, el amor, la conciencia última que da sentido a la existencia…) y que acaban de incidir en nosotros y en la realidad más íntima del universo mismo. El amor humano no hace sino mostrarnos la vía de un sentido potencial que va más allá del de la expresión física del sexo, su metasexualidad, al fin y al cabo, es la que hace que sea aquél una experiencia altamente gratificante y hace del amor capaz de un entendimiento prelógico y premoral superador de cualquier significado viciosamente estipulado, y todo para una superación de nuestras insuficiencias e impericias mostradas en el estar y el ser en el mundo.

                Para siguientes post dejo la reflexión en torno si es siquiera razonable negar lo que parece evidente: ¿hay vida –y realidad- más allá de lo que somos capaces de marcar bajo patrones racionales y netamente materialistas?




Francisco Acuyo








[1] Schwartz, W.B.: Life without Disease, Berkeley, Univ. California Press 2008.
[2] Bossi, L.: Historia natural del alma, Antonio Machado Libros, Madrid, 2008, p. 433.
[3] Schopenhauer, El mundo como voluntad y representación,
[4] La criogénesis, la inteligencia artificial y la informática avanzada (como vía de recepción de la conciencia humana), o incluso la posibilidad de un algoritmo inmaterial mediante el que pueda accederse al mantenimiento de dicha conciencia (Eco)
[5] Véase la mecánica cuántica y el papel primordial de la conciencia en la naturaleza de la misma materia.
[6] Nietzsche, F.: Así hablaba Zaratrusta,
[7] Scheler, M.: Ordo amoris, Caparrós editores, Madrid, 1996.
[8] Ibidem, p. 23.
[9] 1 Jn 4, 16: Dios es amor: y el que permanece en el amor, permanece en Dios y Dios en él.
[10] 1 Jn 4, 12.
[11] Jung, C.G.: Símbolos de transformación, Trotta, Madrid, 2012, p. 78.
[13] Jung, C.G.: nota 11, p. 91.
[14] Frankl, V. E.: El hombre en busca de su sentido último, Paidós, Barcelona, 1999, p.51.
[15] Ibidem, p.55.




El amor: perpetua creación y la superación de la muerte, Francisco Acuyo