miércoles, 24 de abril de 2019

El LEGADO DE LA ALEGORÍA PLATÓNICA EN LA FILOSOFÍA, SEGUNDA PARTE


Entregamos la segunda parte de, El legado de la alegoría platónica de la caverna, del profesor Tomás Moreno, para la sección, Microensayos, del blog Ancile.

El legado de la alegoría platónica de la caverna, Tomás Moreno




El LEGADO DE LA ALEGORÍA PLATÓNICA

 EN LA FILOSOFÍA, SEGUNDA PARTE




El legado de la alegoría platónica de la caverna,Tomás Moreno



Por último y por centrarnos únicamente en las interpretaciones y filósofos que han reflexionado en la segunda mitad del XX y principios del XXI podríamos referirnos a dos representantes del pensamiento filosófico germano Hannah Arendt, Hans Blumenberg y a un joven pensador italiano, D. Fugaro. Para la discípula de Heidegger e ilustre pensadora política, el mito de la caverna representa una especie de “biografía concentrada” del filósofo, el “hombre liberado de sus cadenas”, que presentaría tres estadios en su proceso de conversión total o “cambio de todo su ser”. En el primero de ellos, el prisionero de la caverna descubriría, en la parte trasera de ésta, un fuego artificial mediante el que podría conocer “lo que las cosas son en sí mismas”, sin tener en cuenta las opiniones (doxai) de la mayoría: meras sombras e imágenes proyectadas en el telón del fondo de la caverna. El segundo, se corresponde al momento del ascenso de “este aventurero solitario” quien, insatisfecho por la escasa iluminación del sombrío antro, encontrará una salida del mismo que le llevará al exterior de la misma,  a “cielo abierto”, a una región nueva iluminada por el Sol, la idea suprema: el reino de las Ideas o Esencias eternas de las cosas perecederas y en devenir. Allí, donde alcanza su felicidad va a gestarse también su tragedia: no puede hacer de tal lugar celeste su residencia permanente. Comienza entonces un tercer estadio, de descenso, que le hará retornar de nuevo a la caverna junto a sus antiguos compañeros de infortunio, a su situación originaria, con mayor padecimiento y malestar que antes. Su ascensión al reino de las ideas le ha hecho perder el sentido de la orientación en el interior de la caverna mostrándose, por ello, a los ojos de su entorno como un personaje torpe y risible, inepto para moverse entre las sombras.
El legado de la alegoría platónica de la caverna,Tomás Moreno

            El mito de la caverna simbolizaría, pues, para la discípula de Heidegger, la alegorización del conflicto abierto entre el filósofo y la Polis: la caverna representa un espacio social caracterizado por la ausencia de la política. El conflicto entre filosofía y política, dos auténticos modos de existencia mas que disciplinas teóricas, se resolvería por la soberanía de la política sobre la filosofía, por la preminencia del “bios politikos” en detrimento del “bios theoretikos”, reconociendo así democráticamente- la competencia y capacidad política a todos y a cada uno de los ciudadanos frente a los partidarios del “gobierno de los filósofos”, de las elites, que consideran mejor el gobierno de los filósofos que el del pueblo, la soberanía política de “aquellos que saben sobre aquellos que no saben”[1].
            Entre las interpretaciones más recientes que se ubican ya en el siglo XXI, destacamos las de Hans Blumenberg y la de Diego Fugaro. Ya nos hemos referido en entregas anteriores a la significación del pensador alemán a este respecto. Añadamos únicamente que  Hans Blumenberg nos recuerda cómo la alegoría de la caverna ha sido utilizada e interpretada de las formas más heterogéneas y políticamente interesadas. Nos recuerda en su monumental obra cómo, por ejemplo, la crítica contra la Reforma y contra la Ilustración llegó a resolverse con un regreso a la caverna de la tradición y del autoritarismo religioso: “La caverna comenzó a engendrar monstruos, dedicándose a meter en la cabeza de los seres humanos algo que deberá significar para ellos más que sus vidas y sobre lo que nunca pudieran pensar pacíficamente. Con Platón y su teoría de las Ideas, la nadería se eleva a ser existente, incluso a verdad absoluta. Cuando estos monstruos salen de la caverna empiezan las idolatrías, las disputas y fanatismos, anatemas y quemaderos. El ser humano pone en práctica lo que estos modernos profetas de la caverna han pensado para él”[2]  .
            Más recientemente, el filósofo italiano Diego Fusaro en su ensayo “Idealismo o Barbarie. Por una filosofía de la acción[3], ha incidido también en este mito o alegoría singular para explicarlo desde una clave inequívocamente política, pero de signo contrario. Desde un marxismo redivivo,  el joven pensador italiano considera que no existe metáfora o relato que aborde mejor que esta alegoría platónica el proceso de emancipación de la humanidad como objetivo esencial y orientación fundamental de la teleología filosófica, del filosofar mismo. Platón describe desde este relato alegórico el proceso de ascensión (Anábasis) del filósofo/hombre que se libera de sus cadenas ignorancia hacia el conocimiento de la verdadera realidad iluminada por el Sol y de descenso o regreso de nuevo (Katábasis) hacia la falsedad organizada del mundo de las sombras, con el único objetivo de ayudar a los prisioneros de la caverna a emanciparse todos Juntos de sus cadenas. Esto es: saliendo de la caverna para que ellos también a su vez sean libres de la esclavitud de la ignorancia y de la opresión impuesta por la fuerza y coerción de las cadenas.
            Podría decirse que, en su opinión, en el relato platónico verdad y libertad se mueven en sintonía unidas indisolublemente: aquél que ha contemplado la verdad –la verdadera realidad de las ideas- genera también, por tanto, el anhelo de la libertad y emancipación de la humanidad. Se trata de uno de los temas más notables que atraviesan diagonal o transversalmente toda la tradición filosófica occidental, que aparece, incluso, en un texto evangélico -“La verdad os hará libres”, en expresión (casi platónica) de Jesús- y que constituye el eje vertebrador del ideal del proyecto ilustrado de emancipación total y definitiva del hombre.
El legado de la alegoría platónica de la caverna,Tomás Moreno             Sin embargo, para Diego Fusaro en los últimos cuarenta años la metáfora de la caverna platónica ha sido sustituida por otra, hoy hegemónica, la de la Jaula de hierro de Max Weber, que, a diferencia de la platónica, no permite ningún tipo de fuga o salida; que no posibilita ya éxodo o liberación alguna, ni siquiera posibilidad de  trascender el horizonte presente (capitalista): una sociedad con libertades individuales, con politeísmo de los valores incorporados y concebida como destino ineludible tal y como el sistema neoliberal capitalista nos advierte y promueve,  pues este es, quién puede dudarlo, el mejor de los mundos posibles (F. Fukuyama). Renunciad a salir de la Jaula y seréis felices –nos repiten con insistencia los voceros de la ideología dominante, los sofistas de hoy-. Aprovechad las oportunidades de emancipación que el sistema permite. Comportaos como un Robinson Crusoe, como individuo antagónico desde el punto de vista intersubjetivo. Esta situación se parece un poco al escenario actual en el que hemos pasado de la caverna de Platón a la Jaula de hierro de Max Weber, que no representa más que al modo de producción capitalista –del que hablaba hace más de un siglo Karl  Marx- pero  concebido sin conflicto social, sin lucha de clases.
            En su libro, D. Fusaro nos invita a construir una razón utópica capaz de vencer a la ideología que entroniza lo existente (el mercado global del neocapitalismo liberal) transfigurado en forma de Jaula de Hierro weberiana. Bebiendo en las fuentes del Idealismo alemán, concretamente en Fichte, donde encuentra inspiración para una “filosofía de la acción”, y ahondando esta idea de la mano de Marx y Gentile e inspirándose además en las ideas de Gramsci y Bloch, el joven pensador italiano plantea una alternativa acuciante entre Idealismo o Barbarie. Ante la apología del fatalismo imperante y frente al desencanto nihilista y resignado -que postula la imposibilidad de trascender todo horizonte presente- el programa de una nueva filosofía de la praxis que propone Fusaro, atribuyendo la primacía  ontológica al sujeto que se objetiva en la temporalidad histórica, exhorta a despertar del sueño dogmático de la praxis contemporánea y de la pesadilla posmoderna y neoliberal.
             Solo desde ella hará posible la emancipación anhelada del género humano, siendo conscientes, además, de que no hay otra liberación que la colectiva o conjunta, esto es: la de ¡Salir todos juntos”, como preconizara en su opinión, el prisionero liberado de la caverna platónica instándonos a bajar de nuevo al mundo de las sombras de la política para liberar a sus conciudadanos de las cadenas que los oprimen. Hasta aquí, todo bien en la propuesta de Fusaro, pero nada nos dice de cómo se configurará ese nuevo mundo idealizado, una vez destruida la Jaula weberiana liberal-capitalista que, en su opinión, tanto nos aherroja y oprime. De ese nuevo mundo que hará surgir supuestamente el hombre nuevo y avistará una nueva sociedad mejor, bajo la guía indiscutible y la égida todopoderosa de un guía o filósofo visionario, queda sin describir ni explicitar sus principios y patrones de organización productiva, económica, socio-política e institucional (cont.)

TOMÁS MORENO




[1] Miguel Abensour, “La lectura arendtiana del mito de la caverna. Contra la soberanía de la filosofía sobre la política”, wwwalmargenonline.com. Vid. también “Hannah Arendt: Pensadora en tiempos de oscuridad”, Revista Al Margen (nº. 21-22, marzo-junio 2007). Pretensión que se vio desmentida por la propia experiencia utópica de Platón ante los tiranos de Siracusa y, posteriormente, por tantas otras experiencias totalitarias inspiradas por “sabios consejeros áulicos”, filósofos” o “intelectuales “–desde Marx a Heidegger, desde Mao a Pol Pot- quienes, desde una voluntad mesiánico-salvífica incuestionable y pretendidamente benéfica, o apoyados en una ingeniería social global científica y técnicamente fundada, trataron de inspirar la realización de regímenes políticos perfectos o de instaurar utopías paradisíacas y solo alcanzaron a construir desafortunadamente verdaderos infiernos sobre la tierra.
[2] Hans Blumenberg, Salidas de caverna, op. cit., p. 425.
[3] Hans Blumenberg, Salidas de caverna, op. cit..



El legado de la alegoría platónica de la caverna,Tomás Moreno

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