Siguiendo con el mito de la Caverna de Platón, El profesor Tomás Moreno, para la sección, Microensayos, del blog Ancile, trae la entrada que lleva por título: La alegoría de la caverna. Hermeneútica.
HERMENÉUTICA DE LA ALEGORÍA
DE LA CAVERNA
II. LA ALEGORÍA DE LA CAVERNA. HERMENÉUTICA
La riqueza de la
"alegoría" platónica de la caverna no se reduce a esta única
interpretación, que antes hemos expuesto. Las claves interpretativas son múltiples. Veamos algunas posibles:
En el "mito de la caverna" vemos representada, en clave ontológica, la concepción metafísica de Platón con su
división de la realidad en dos regiones
o mundos ontológica o entitativamente diferentes: el mundo visible o sensible (cosmos aiszetós o caverna) y el mundo inteligible
(cosmos noetós, exterior a la
caverna). El mundo de las apariencias y el mundo de la verdadera realidad
ontológica. El fuego que produce las sombras tiene un poder
similar al del Sol en nuestro mundo de apariencias: su luz
nos permite conocer el mundo. El exterior de la caverna es el mundo
inteligible al que accede nuestra alma mediante la razón.
La Idea fundamental del mundo inteligible es la Idea del Bien que
tiene una función semejante a la que tiene el Sol en el mundo sensible: su luz
nos permite conocer el resto de las Ideas. Además el Sol del mundo visible es
la causa de los seres y la Idea del Bien da el ser a las demás Ideas. Así,
la Idea
de Belleza recibe su ser de participar de la Idea del
Bien.
El relato puede
interpretarse en clave epistemológica
–en conexión con el pasaje que precede inmediatamente a la alegoría de la
caverna (libro VI, 509d - 511e)- los grados de conocimiento en relación con los
grados del ser, representándolos sobre una línea cortada en segmentos. A partir
de la distinción entre los dos ámbitos de la realidad: Mundo visible (o de la génesis y el cambio) y Mundo Inteligible (o de la ousía, verdadera realidad esencial),
Platón señala cuatro grados de
conocimiento posibles o escalones para ir ascendiendo y progresando en
sabiduría, delimitados espacialmente con precisión, y que se corresponden fiel y
geométricamente con los distintos géneros de ser existentes en cada zona del
espacio interior o exterior de la caverna: En primer lugar, la zona de las
sombras o imágenes del mundo proyectadas en la pared del fondo de (ámbito de la EIKASIA,
imágenes-conjeturas, mundo del Arte,
grado inferior de la DÓXA u OPINIÓN).
En segundo lugar, la zona que se extiende entre los prisioneros y el fuego
(ámbito del conocimiento sensible, de las PISTIS, sensaciones, mundo de la Física, de los seres o cosas naturales).
El prisionero es liberado y obligado a volver su cabeza hacia
el fuego y
los objetos transportados,
pero no los puede ver con claridad por causa del deslumbramiento (515 c 4-c 5). Este otro nivel se
corresponde con el grado superior de la DÓXA u OPINIÓN), la creencia, que se
corresponde con la Física.
Es, podríamos decir, la boca o abertura de la caverna.
El espacio del mundo exterior, visible a la luz
nocturna de la luna o las estrellas al que el prisionero liberado es
llevado y en donde percibe las
sombras
y reflejos de esos objetos o seres (515e 6-516a 7) se corresponde con el primer nivel de la (EPISTEME o
CIENCIA), el estudio de los objetos matemáticos (ámbito de la DIANOIA,
Razón discursiva, de las Matemáticas,
"ideas” o “conceptos” matemáticos, números y figuras,). El espacio
exterior a la caverna iluminado por el cielo diurno o la luz del Sol (ámbito de la NOESIS, Razón intuitiva, de las “Ideas
en sí” o verdaderas realidades: (516
a 8). Es el mundo de la Dialéctica. “Y después de esto, colegirían ya
con respecto al sol que es él quien produce las estaciones y los años y
gobierna todo lo de la región visible, y que es, en cierto modo, el autor de
todas aquellas cosas que ellos veían” (516 b 4-c 2). Este es el conocimiento de
la Idea Suprema, la Idea del Bien.
El mito es también explicable desde
una interpretación ético-pedagógica como una alegoría de la educación del alma ("paideia")
en su búsqueda de la verdad y del bien o
la virtud. El logro del conocimiento y de la virtud exige un esfuerzo ascético
(ascender dificultosamente, con esfuerzo, por el "camino escarpado"
que lleva al mundo exterior, que nos hace ascender/progresar desde la simple
apariencia de las ideologías imperantes y de sus informaciones (sombras,
reflejos) hasta ir alcanzando grados de saber superiores: el conocimiento
y la sabiduría).
Es la filosofía o la dialéctica la encargada de educarnos
para ese objetivo.
Únicamente los que conocen la Idea del Bien están preparados para gobernar,
desprecian el mundo de la política y sólo desean permanecer dedicados al
estudio y la verdad hasta los cincuenta años. La educación tiene un
carácter liberador: debe curar del
error (función de la ironía socrática) y dirigir hacia
la luz (función de la mayéutica). Sólo eso: no pretende
infundir el saber (como los sofistas), sino únicamente orientar al
discípulo en la buena dirección, para que uno lo descubra por
sí mismo.
Cabe
también una Interpretación Político-social y otra Antropológico-Escatológica. Se nos indica en el relato cual debe ser la misión y la función política del filósofo en la sociedad.
Sócrates, el narrador, es consciente de que una vez en el mundo real de la
ideas el filósofo preferiría morir antes que volver a tener que sufrir
una vida semejante: a los que han conocido la verdadera realidad
(las ideas, el Bien) les costará mucho
descender de nuevo a la caverna.
Sin embargo, al regresar a la
caverna y desenvolverse en el mundo de las sombras ya no será capaz de ver en la oscuridad, ni de desenvolverse
en ese oscuro mundo donde lo que importa no es la verdad sino la mentira. El mundo de las sombras se les aparecerá como extraño: y contemplará con
cierto escepticismo todos los “honores y elogios” que dentro de la caverna se
tributan unos a otros. Si intentase acostumbrarse de nuevo a las tinieblas
terminaría por hacer el ridículo y considerarían que se ha estropeado los ojos.
Si al filósofo se le ocurriese desatarlos y conducirlos hacia la luz lo
matarían (Sócrates, Monseñor Romero, Ignacio Ellacuría, Gandhi, Martin Luther
King serían un buen ejemplo de tal tipo de conducta y de sus trágicas
consecuencias).
Por otra parte, la distinta actitud de los prisioneros de
la caverna puede mostrarnos las diversas formas que tienen los individuos de
instalarse en su medio político-social: unos mostrarán un evidente conformismo
con su situación, asumiendo con naturalidad sus cadenas, su pasividad
ante la opresión, su espíritu de rebaño y sumisión, su miedo
a la libertad (Erich Fromm), su "bienestar" y "felicidad"
en un mundo social que es una prisión. No faltan, en este sentido, aquellos que
interpreten esa situación de los encadenados como a la espera resignada de un
mesías salvador, de un elegido, que los salve de su opresión y los libere de sus cadenas. Otros, por el contrario, harán gala de su rebelión y de su lucha por liberarse por sí mismos de las cadenas y de los muros que los aprisionan y
por acceder a la libertad del mundo
exterior sin esperar que nadie los redima de su esclavitud o de su aceptada
“servidumbre voluntaria” (La Boetie). Y ello sólo será posible mediante la
"paideia": la educación, la cultura.
La existencia además otros enigmáticos personajes en el
relato, sugiere también alguna reflexión política: ¿Quiénes son, por ejemplo, los
"porteadores"? ¿A quién o a quienes sirven? ¿Qué pretenden
con sus engaños? ¿Son ellos, a su vez, también manejados por otro/s manipulador/es? Se trata de las ideologías hegemónicas
en una determinada sociedad que tratan de imponer sus visiones de la realidad a
todos los habitantes de la sociedad-caverna; representan el Sistema, lo políticamente correcto que
trata de imponerse a todos mediante los medios más efectivos en cada época:
escuela, universidad, ideologías religiosas/metafísicas, instituciones etc.. Son sin duda, pues, los ideólogos de todas las
sociedades, la clase epistémica
monopolizadora en cada época del saber y del sistema establecido: chamán,
mandarín, sofista, filósofo, teólogo, imán, investigador científico, profesor
moderno, intelectual orgánico, la comunidad científica y los escritores y
comunicadores de los mass media[1]).
En la alegoría o mito se
ilustra perfectamente la concepción antropológico-escatológica
de Platón, su concepción dualista del hombre: el hombre como ser dual,
constituido por dos sustancias irreductibles entre sí: cuerpo-alma, "soma-sema", "cuerpo-prisión" del alma. El alma sólo puede liberarse
de ella a través de un camino de "purificación". A esta categoría
pertenecerían también algunos intérpretes que han visto en la alegoría de la
caverna una ilustración del "Mito órfico" del "Alma
caída" y aquellos otros que, desde el psicoanálisis, han utilizado para interpretarla el símil de la
expulsión del útero materno en la que se realiza a la perfección la clásica
dialéctica entre sombra y luz, el mundo intrauterino velado y en penumbras, en
el que se escuchan sólo los ecos de las voces y el mundo extrauterino, lleno de
sonidos, ruidos y de luminosidad. Presentan no obstante importantes
diferencias: el nacimiento es más una expulsión que una liberación y el
retorno o regressus ad uterum es inviable, absolutamente imposible
(cont.).
TOMÁS MORENO
[1] Carlos París, Ética radical. Los abismos de la actual civilización, Tecnos,
Madrid, 1912, p. 220.
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