Bajo el título de: Entre el el rito y la ciencia: pansiquismo poético, ofrecemos una nueva entrada para la sección de Ciencia del blog Ancile.
ENTRE EL RITO Y LA CIENCIA:
PANSIQUISMO POÉTICO
No me resulta extraño que la poiesis, en cierto modo, a través de sus palabras, de sus giros, de sus acepciones, de su número poético formen parte de un ritual que trata de ofrecer las realidades vivientes (¿también conscientes?) de todo aquello que forma parte de la naturaleza, en una suerte de singularísimo pansiquismo. En virtud del funcionamiento de fenómenos retóricos como la sinestesia podemos constatar la forma alucinante de vincular los sensible, sensorial, sensitivo y concreto con la abstracción; entre lo visible y lo invisible, entre la razón de lo inmanente y lo inexplicable de lo trascendente.
Acaso también es muy reseñable algo de lo que parece olvidarse incluso el mismo poeta (muchos son los llamados, pocos los elegidos)[1]: la poesía es, sobre todo, renuncia. Renuncia a cualquier finalismo, de renuncia a lo útil, haciendo esta vertiente de abandono una realidad única. Esta renuncia poética, a veces me pregunto, si no es el ejercicio creativo que expone el límite que quiere comunicar lo incomunicable, que se sitúa entre el logos y la gracia, ya que, en la poesía, conviven misteriosamente la palabra secular y la divina. Me recuerda el número poético aquello que Plotino decía cuando hablaba de que: el número existía en el ser sin ser número, ya que el ser era todavía uno, pero al venir a la existencia la fuerza del número fraccionó al ser e hizo que pareciese, por así decirlo, la multiplicidad.[2]
No debe extrañar que el poeta intuya en el número (como lo hacía Zellini) poético la encarnación de un acto de amor divino.[3] La poesía en boca del que sabe decir se emparenta con el dictamen del profeta que previene de la restitutio ómnium, que nos lleva al reconocimiento del origen, por lo que es paradójico, no contradictorio, que el número poético (dominado -inútilmente- por el cálculo) sea el último reducto de la magia -sobre todo de la alquimia- en el mundo.
La iteración métrica no debe reducirse a un proceso mecánico y automático por las razones aducidas con anterioridad.[4] Los modelos y algoritmos deducibles de los diferentes tipos de versos son siempre dinámicos y no siempre se pueden describir en un continuum métrico que se ajuste necesariamente al criterio de efectividad y cálculo.[5] La naturaleza deíctica (deixis) del número poético se atiene y adapta a las características del proceso lingüístico. Pero, ¿qué designan estos números poéticos? No sólo el número y lugar de sílabas o pies métricos mediante el que establecer un catálogo, de cuyo orden métrico extraer conclusiones eufónicas y expresivas del verso, ya que dicho número está informando de la deixis de la expresión poética. Este número es fundamental para reconocer(se) y encontrar(se) (en) el lenguaje poético para fundar una forma de conciencia que puede trasgredir incluso el aspecto referencial como acto lingüístico, ya que no solo define y describe objetos, ideas, pensamientos, sentimientos… sino intuiciones imposibles de describir e identificar mediante un lenguaje ordinario.
El algoritmo
puede emular el procedimiento mecánico de construcción del verso. Pero también,
en sus limitaciones, nos avisa que intentar un escrutinio exacto de lo que hay
en su naturaleza con los instrumentos de la razón es una empresa vana. Por eso
se deduce de la ambigüedad esencial de la poesía los límites mismos del
discurso, pero también los de la propia ciencia.
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