jueves, 28 de noviembre de 2019

LA REALIDAD Y LA CIENCIA: CONCIENCIA DE LA REALIDAD


Para la sección, Pensamiento, del blog Ancile, traemos una nueva entrada que lleva por título: La realidad y la ciencia: conciencia de la realidad, fragmento del trabajo, Lógica de la decepción, de próxima aparición en libro.


LA REALIDAD Y LA CIENCIA: 

CONCIENCIA DE LA REALIDAD


La realidad y la ciencia: conciencia de la realidad, Francisco Acuyo




Cada vez son más los que (sobre todo en el ámbito de la ciencia) concurren en una misma idea: la conciencia[1] tiene mucho que decir sobre la realidad (aletheia) del mundo. Así lo han comunicado hombres apasionados en esta materia, y aun otros ignorantes de ella pero receptivos a los límites de nuestra ciencia, y de todos se ha hallado una complaciente aprobación. Al albur de esta intuición son inevitables muchas preguntas: ¿Hay una conciencia primera, o es nuestra conciencia la única conciencia? ¿Acaso, la ascensión que ha supuesto esta capacidad de discernimiento (¿original?) de algún modo –como integrante del proceso mismo de creación-  cae, y diríase que engendra la materia y con ella el mal del sufrimiento? ¿Nos recuerda el dolor y la pérdida el genuino germen de aquella subida conciencia (que abarca cualquiera información y manera de entendimiento) y que es, además, culminación y al tiempo origen de toda realidad, ya que antes de ella (de esa conciencia que observa creativamente), aquella otra, la nuestra, es inconsistente?

                 Los dados –einstenianos- de Dios, ¿no son, en muchos casos, los dados con los que juegan su destino los seres conscientes? Así debemos reconocerlo en no pocos casos.  Está en nuestras manos el designio de muchos. Que tomen buena o mala dirección nuestras resoluciones será porque, a nuestro sabor o error, tomemos decisiones, y en esta correcta o errónea (y libre) elección aparezca o no el mal del sufrimiento,  siendo este un mal inferido y entendido de manera razonable, pues cada uno es hijo responsable de sus obras.

                Parece que el problema del mal, si es en verdad un problema, acaso forme parte de ese espejo distorsionador del que a duras penas interpretamos un trasfondo de realidad, la cual (salvo en los casos expuestos por nuestras incorrectas acciones y que reconocemos racionalmente), en verdad sea, en su sustancialidad, del todo incompresible. Creemos que percibimos no lo que está ahí, sino lo que creemos que allí está.
La realidad y la ciencia: conciencia de la realidad, Francisco Acuyo

      ¿Nos sugiere, en cualquier caso, ese necesario ethós (ética), proveniente  del problema y aparición del mal, bien sea origen del sin sentido azaroso, o bien de una indescifrable razón divina, que somos presa de un sueño, de una ilusión que proviene de la separación, en nuestras apreciaciones, del sujeto y el objeto? ¿No será que la necesidad de reconocimiento de la realidad es en verdad sólo una, y que esa única realidad sea la de la participación, la de la integración en el mundo, y que todo lo que fuese forzar esta realidad por otra dividida conlleve necesariamente abrir la herida a la unicidad (del ego,) y con ella infringir la escisión de la totalidad de donde, en fin, surge el mal –que reconocemos- mediante el dolor?

                  Es claro que una de las fuentes más demoledoras de sufrimiento es la muerte. Ya sea (en potencia) la propia o la ajena. Así es para el vulgo como para los escogidos, que todos quedan ayunos en entender su sacrificio. Aquello de, como no me he preocupado de nacer, no me preocupo de morir,[2] no es un koan –zen-[3] (aunque la muerte fuese una de las obsesiones de quien, de forma casi inopinada y despreocupada hablaba en entrevista), no es más que una impostura, un signo de rebelión contra el supuesto mal de la aniquilación y del sufrimiento que conlleva la pérdida de la vida y de la conciencia (propias y ajenas). O, acaso sea una muestra intuitiva de humildad hacia lo desconocido que (intuimos) vive siempre: en tanto que no podemos demostrar la inmortalidad de aquello innombrable que nos sobrevive, si así fuese. Tampoco nos permite demostrar su mortalidad, si es que en realidad comprendemos lo que es la vida y la supuesta e inexplicable consecuencia de aquella, que es la muerte.





Francisco Acuyo



[1] Invitamos al acercamiento de los interesados a los presupuestos científicos y sus consecuencias de la mecánica cuántica y el papel fundamental del observador en la configuración de la realidad.
[2] García Lorca, F.: Treinta y una entrevistas a Federico Garcia Lorca, Entorno Gráfico Ediciones, Granada, 2017.
[3] El Koan es una cuestión o problema planteado en la filosofía zen con el fin de observar el maestro los progresos del discípulo.


La realidad y la ciencia: conciencia de la realidad, Francisco Acuyo



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