Para la sección, Pensamiento, del blog Ancile, traemos la entrada nueva que lleva por título:
Mística del lenguaje poético.
MÍSTICA
DEL LENGUAJE POÉTICO
Decíamos
anteriormente[1] que
hablar de poesía es hablar de Lo oculto se
ofrece para ser aprehendido no de manera analítico reductiva, sino integradora,
sintética, creativa. Será por eso que cuando hablamos de poesía (fuera de la
música y el símbolo del verso) poco se dirá que ver tenga con su singular y
genuina sustancia, acaso sólo derivaremos sobre la ilusión de lo que decimos
tenga que ver con ella. Merced a esta
reflexión podemos constatar que la verdadera experiencia poética es una
experiencia nunca antes vivenciada, que no es conocimiento, si es que adviene
como algo inesperado, nunca antes visto u oído,
o al menos ofrecidos para el entendimiento de algo que acaso siempre
estuvo allí y que no supimos acceder a ello a no ser por la vía del
entendimiento poético. Así, cuando queremos explicarlo no hacemos sino sumir en
la confusión en cualquier intento de análisis a aquel que quiera comprender
fuera del seno mismo de la poesía. Es por eso que la flor, la fuente, el árbol,
antes de ser nombradas por la poesía eran lo que son: flor, fuente, árbol. La
explicación dl lenguaje poético hace en su nombramiento, que dejen de ser flor,
fuente, árbol; reconocer este hecho hace que gracias a la poesía sean de nuevo
y de forma genuina, flor, fuente, árbol.
Es cierto
que el verbo poético invoca a la naturaleza de lo genuino, autenticidad que no
hace sino liberar a la conciencia de lo ilusorio (representativo) que envuelve
al lenguaje en su significación común –y en el uso habitual del mismo-. El
poema encierra en su expresión singular no tanto un hecho contrastable
objetivamente como una sustantividad subjetiva o psíquica con una existencia
anímica indubitable. De todo ello podemos inferir que en el ejercicio
genuinamente poético el menester intelectual no es conditio sine qua no para su realización completa. Estamos ante un
lenguaje para el recogimiento interior que, sin embargo, aspira a una
interioridad más profunda que la del mí
mismo, para ser en un estado de conciencia nuevo que aspira a un no yo que
se mira ya en el sí mismo. Este
contemplar, en la más alta poesía, invoca a una transformación que provoca
asombro, una extraña e inefable emoción que convulsiona al que la experimenta
en su contemplación. A través de la poesía genuina vemos las mismas cosas, pero
son vistas de una manera muy distinta: habitamos la dimensión poética –y creativa- del mundo.
Las
limitaciones conceptuales -y convencionales- del lenguaje no limitan en poesía,
al contrario, esta nos hace libres de la lógica y del intelecto que impiden ver
la genuina naturaleza de la cosas. Se precisa para ello la pasión por un saber
creativo que nos pone en contacto de nuevo con la realidad del mundo, es la
filosofía que ya es catástrofe y engendra el pensamiento –que nos pensamiento
sino destrucción- poético sin ataduras intelectuales para la posibilidad de
transformación y apoteosis que toman fundamento en la más radical paradoja: se es cuando no se es, porque su
potencia proviene de la individualidad más extrema y la concepción expresiva
del lenguaje más iconoclasta. El poema verdadero se ofrece como acción
expresiva fieramente paradójica, por eso es tan propio del lenguaje poético
encontrar interpretaciones que se ciñan a un vínculo racional satisfactorio. El
proceso anímico en el que integra el poema rechaza muchas veces el enlace
conceptual y lógico que cabría esperar en el lenguaje, y pone en entredicho no
solo los presupuestos racionales del constructo lingüístico, también los de su
posible interpretación lógica. Esta ruptura supone la liberación de cualquier
antecedente intelectual con el fin de adentrarse en una realidad, a mi juicio,
netamente trascendente y, paradójicamente, extraída de lo más íntimo y profundo
de nosotros mismos que donde a su vez
descansa toda mitología, filosofía y saber que crea y da forma a la vida y a la
conciencia plena.
A colación
de todo lo antecedido traeremos nuevas aproximaciones en relación al fenómeno
de la expresión poética y su singularidad, eso será en próximas entradas del
blog Ancile.
Francisco Acuyo
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