miércoles, 11 de abril de 2012

SEFARAD, DE ANTONIO MUÑOZ MOLINA, POR TOMÁS MORENO

Adjuntamos con mucho gusto estas reflexiones del profesor Tomás Moreno, sobre la novela de Antonio Muñoz Molina titulada Sefarad. Es interesante observar la huella que determinadas lecturas hacen en determinados momentos de la vida, y este trabajo da cuenta de manera singular y muy amena de estas impresiones lectoras que pueden extrapolarse a tantos otros libros que en un momento de nuestras vidas marcaron de manera especial el rumbo de nuestros pensamientos e incluso de nuestras actividades personales. Así pues, les dejo con Sefarad de Antonio Muñoz Molina, según nuestro habitual y avisado colaborador Tomás Moreno.


Libros que debemos leer, Sefarad, Antonio Muñoz Molina, Tomás Moreno



LIBROS QUE DEBEMOS LEER: SEFARAD, 
DE ANTONIO MUÑOZ MOLINA




Libros que debemos leer: Sefarad, de A. Muñoz Molina[1]
Hay libros que marcan, que dejan huella; libros a los que, de tiempo en tiempo, volvemos sin saber por qué, que releemos con fruición y en los que, con cada lectura, encontramos nuevas enseñanzas, nuevos hallazgos expresivos, nuevos aspectos temáticos o literarios pregnantes y enriquecedores antes no revelados, y que nos invitan a descubrir dimensiones de lo real antes inadvertidas, caminos de reflexión no transitados en su primera lectura. Uno de ellos, leído por mí por primera vez hace casi diez años, es Sefarad, la gran novela de Antonio Muñoz Molina, sin duda, una de sus mejores narraciones del autor y uno de los libros más importantes escritos en castellano el la última década.
Libros que debemos leer, Sefarad, Antonio Muñoz Molina, Tomás Moreno
            En esta novela de título evocador -Sefarad, es el mítico nombre que los judíos daban a España: un término hebreo que aparece en el Antiguo Testamento y que el judaísmo utiliza, a partir de la diáspora, para referirse a la Península Ibérica- Antonio Muñoz Molina ofrece al lector un texto complejo (y empleamos conscientemente el término en su sentido etimológico, como tejido de historias) de ambiciosa y armónica arquitectura, que exige una atención muy persistente dada su profundidad. Sin embargo, se trata de una obra que, ya desde sus primeras páginas, nos capta y no sólo por la calidad literaria a la que su autor nos tiene acostumbrados, sino por el interés de lo que se nos cuenta.
            No hay duda de que representa un poderoso testimonio de la madurez técnica, expresiva y temática de su autor y de la vitalidad de la actual novelística española. Su cuidada articulación narrativa, su dominio impecable del oficio, el amplio catálogo de tonos, emociones, sucesos que la componen, desde lo absolutamente dramático o trágico hasta las historias más cotidianas o más fascinantes que podamos imaginar, pasando por otras alucinadas, eróticas, grotescas e incluso ridículas. Su piedad en el tratamiento de esta amplia galería o catálogo de tipos anónimos, que en ella aparecen, sorprendidos por la mirada del autor en unas vidas humildes y desconocidas, pero también poseedoras de una secreta dignidad, hacen de la novela no sólo una obra maestra de la literatura española contemporánea sino, sobre todo, un encomiable ejercicio o testimonio de responsabilidad ética y de ejemplaridad moral (a los que su autor nos tiene, por otra parte, acostumbrados como publicista e intelectual de probada honestidad y valentía cívicas).
Libros que debemos leer, Sefarad, Antonio Muñoz Molina, Tomás Moreno
            La obra consta de casi seiscientas páginas, divididas en 17 capítulos o episodios, en los que las historias se multiplican y entrelazan, como en los cuentos de las Mil y una noches, y en las que se entrecruza la propia biografía del autor, su aventura vital, así como su reflexión permanente sobre cómo se ha escrito esta, en expresión del propio Muñoz Molina, novela de novelas (reflexión que representa el metarrelato que sirve de hilo conductor de los relatos e historias que van engarzándose a lo largo de la obra, sin solución de continuidad). Desde el punto de vista estético-formal, en Sefarad se combinan elementos de procedencia dispar y heterogénea: lo autobiográfico, lo ficcional, la meditación de carácter ensayístico, la reflexión filosófica y aún la investigación histórica, la indagación metaliteraria, hasta formar una mezcla que tiende a ensanchar los siempre amplios y movedizos límites del género. Consciente de ello el autor afirma que “el escritor debe romper los códigos de la ficción”. Y, en efecto, la novela se caracteriza por su original planteamiento narrativo, por sus hallazgos técnicos, por sus rupturas con respecto a las costumbres y expectativas con las  que un lector tradicional de novela se acerca normalmente al género, y, en fin, por la sorprendente habilidad con la que el autor ha conseguido que la acumulación de materiales heterogéneos, del más diverso origen que la constituyen (la ficción, el ensayo, la reflexión, el reportaje, el diario íntimo, el relato breve, la vida y vivencias propias, las vidas y vivencias ajenas) se transformen en historia personal y se incorporen, como parte integrante e indivisible, a la experiencia vital de la instancia narrativa, con lo cual adquieren una estructura y un sentido unitarios.
            Se trata, por consiguiente, de una novela ensayo que combina vida, historia y ficción (como ocurre en otras novelas coetáneas del panorama narrativo español: Soldados de Salamina de Javier Cercas y El nombre de los nuestros de Lorenzo Silva, por poner algunos ejemplos) con un equilibrio y economía de medios admirables. Desde el punto de vista temático-narrativo, esta novela de novelas va entretejiendo todo un mosaico literario formado por multitud de fragmentos disímiles en los que la memoria individual y la memoria colectiva son protagonistas. Hay, en efecto, muchas historias en Sefarad, casi todas reales, unas más conocidas como la de Primo Levi, el autor de Si esto es un hombre (1947) o Los hundidos y los salvados (1986), suicidado un año después de escrita esta última, en donde describe su terrible experiencia de los campos de exterminio nazi (Auschwitz); o los encuentros de Kafka y Milena, en la legendaria Praga de entreguerras y el paso de la muchacha por uno de esos oprobiosos y letales campos; la impresionante odisea de la escritora Eugenia Ginzburg, comunista convencida y de firme ortodoxia, que se ve acusada de traidora y trotskista por la policía política de Stalin; la trágica peripecia de Walter Benjamin, el gran filósofo germano de la Escuela de Frankfurt, que encontró la muerte en el exilio del Pirineo español, en Port Bou en 1944, cuando supo que las autoridades españolas iban a reenviarle a la Alemania nazi; o la kafkiana experiencia de Nadiezhda Mandelstein, esposa del gran poeta soviético torturado y ejecutado por Stalin: Osip Mandelstein.
Libros que debemos leer, Sefarad, Antonio Muñoz Molina, Tomás Moreno
            Otras, menos conocidas, pero igualmente dramáticas, como la de otro disidente soviético Willi Münzerberg, o las angustiosas experiencias de otros intelectuales judíos perseguidos por los nazis: las de Margarete Buber-Neumann, las de Víctor Klemperer, autor de los famosos “Diarios”, relato y descripción descarnada de la vida cotidiana bajo el infierno de la Alemania nazi o, finalmente, las desgarradora radiografía de la tortura y la deshumanización en los Lager nazis que Jean Amery nos narrara en su Más allá de la culpa y la expiación. Algunas anónimas, como las del señor Salama, un entrañable y tímido judío sefardí, enamorado de una mujer inalcanzable que se salvó del campo de exterminio gracias a un diplomático español, otras ficticias, como la de aquellos oscuros y frustrados empleados de provincias que consumen sus rutinarias y grises vidas con ensoñaciones que nunca van a poder cumplir, o, en fin, aquellas otras a las que el autor denomina las de los muertos en vida, como la desgraciada historia de los heroinómanos que pululaban por el madrileño barrio de Chueca, tan vívidamente descrita en el episodio titulado Doquiera que el hombre va.
Libros que debemos leer, Sefarad, Antonio Muñoz Molina, Tomás Moreno            ¿Qué es lo que tienen en común tan dispares personajes y situaciones? ¿Qué puede conectar vidas y personalidades tan disímiles, tan diferentes, tan alejadas en el espacio y el tiempo? ¿Qué tienen que ver entre sí los diferentes, los enfermos condenados a una muerte segura, los solitarios, los desengañados, los desaparecidos, los exiliados por todo tipo de regímenes inhumanos (desde la Inquisición Española a los Estados totalitarios del siglo XX)? ¿Qué semejanza encontrar entre los burócratas frustrados en su existencia inauténtica, los heroinómanos alojados en la basura urbana, en donde -como en el infierno dantesco- no habita esperanza alguna, los judíos perseguidos y masacrados por los inquisidores españoles o por los nazis, los disidentes del comunismo soviético, convertidos por mor de la ortodoxia estaliniana en dementes o en deshumanizados espectros del Gulag siberiano, los marginados, humillados y ofendidos de la tierra?  Lo que tienen en común es: su condición de víctimas, de débiles e inocentes, de desarraigados y exiliados de la tierra, de la vida, de la felicidad, de la esperanza. Se asemejan entre sí por lo que tienen de vulnerables y de indefensos (cabezas de turco o chivos expiatorios) por el simple hecho de estar situados en la frontera: de la enfermedad, del desamor, de la soledad, de la sociedad o de la humanidad. Esto es, lo que tienen en común: es lo que tienen de humanos.
Libros que debemos leer, Sefarad, Antonio Muñoz Molina, Tomás Moreno
            El libro de Muñoz Molina es, pues, la historia de seres humanos enfrentados a una serie de situaciones límite: a la enfermedad, al absurdo, a la soledad, al desengaño amoroso, a la frustración existencial (en palabras del autor: al exilio inmóvil) o condenados a lo que denomina exilio móvil: la persecución, la expulsión, el desarraigo, la exclusión, la discriminación, la proscripción, el interdicto. Es decir: todo un descarnado epítome de los horrores de nuestro siglo XX, tal vez el más bárbaro y brutal que ha conocido la Humanidad en su milenaria existencia. El autor rescata del olvido las vidas truncadas por los totalitarismos del pasado siglo, las vidas rotas por las ideocracias mesiánicas, que hace no más de setenta años asolaron Europa: nazis, comunistas estalinistas, fascistas, cuyos denominadores comunes fueron el desprecio al individuo singular, el odio a la diferencia y a la libertad, la propagación la delación y del miedo, el adoctrinamiento omnipresente, el resentimiento y la sospecha como pilares de la “convivencia” social (?). Sin olvidar su evocación de la terrible experiencia de los judíos sefarditas expulsados por los Reyes Católicos de las tierras españolas, poco antes del descubrimiento de América, a los que dedica un emocionado y dramático episodio.
            Cualquiera de ellos pudimos haber sido nosotros, podemos ser nosotros: “Es una novela -declaraba su autor en una entrevista- de judíos en el sentido de que son una construcción de aquellos que quieren expulsarlos de los sitios. En este sentido todo el mundo es judío o puede ser judío en cualquier momento. Es la historia del siglo XX, la historia de gente tradicionalmente perseguida porque, como los judíos, son culpables de lo que hacen en los sueños de otros. Cualquiera puede tener su Sefarad. Todos somos posibles condenados”. Muñoz Molina añade al final de la novela una Nota de lecturas, como homenaje a los autores y a los libros que le han inspirado y como una llamada para que los lectores sigan buscando otras vidas destrozadas a lo largo del fatídico siglo XX por todo tipo de dictaduras o ideocracias salvíficas e inhumanas; entre ellos destacan tres libros que no nos resistimos a citar: Los verdugos voluntarios de Hitler. Los alemanes corrientes y el Holocausto (1997), de Daniel Jonach Golhagen; El Libro negro del comunismo (1997), obra colectiva dirigida por Stephan Courtois y El pianista del gueto de Varsovia, de Wladyslaw Szpilmann, que con tan gran éxito fue llevado al cine por Roman Polanski. Un libro, en fin, que merece leerse, que debemos leer.

                                                                                                    Tomás Moreno




[1] Antonio Muñoz Molina, Sefarad, Alfaguara, Madrid, 2001. (Iniciamos con esta reseña -dentro de la etiqueta Microensayos- un apartado o subsección en la que, de vez en cuando, iremos dando cuenta, no como expertos (que no somos) sino como simples y curiosos lectores, de los libros de pensamiento, novela, poesía, historia, ensayo, filosofía etc. que más nos hayan impresionado o gustado. La titulamos: “Libros que debemos leer”). 





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