miércoles, 21 de septiembre de 2011

DIÁLOGOS DETRÁS DE LO VISIBLE: SOBRE LA VERDAD Y LA FICCIÓN: DE TOMÁS MORENO

Diálogos detrás de lo visible: sobre la verdad y la ficción, Tomás Moreno


Me es muy grato presentar en esta ocasión, para ofrecer en una nueva entrada del blog Ancile, a mi muy querido amigo, filósofo y profesor (catedrático) de filosofía, Tomás Moreno. Para quien pueda interesar su personalidad y trayectoria adjunto una breve biobliografía que dará algunas  nociones (y también interesantes aproximaciones) a la excelencia de su pensamiento y labor investigadora. Nos regala con este, trascribo literalmente, Microensayo(s) para Ancile (un blog amigo). Abriremos una sección nueva precisamente con este título, en la cual, tendrán cabida cuantos quiera mandar para nuestra ilustración y seguro disfrute. 



BIOBIBLIOGRAFÍA







Diálogos detrás de lo visible: sobre la verdad y la ficción, Tomás Moreno



Tomás Moreno Fernández es catedrático de Filosofía de Instituto desde 1974 y Profesor de Historia de las Ideas Políticas en la Facultad de Ciencias Políticas y Sociología de la Universidad de Granada (cursos 1990-2005). Realizó sus estudios de filosofía en las Universidades de  Pamplona y Complutense de Madrid y los de Doctorado en la Universidad de Sevilla. Es también graduado en Psicología y Psicotecnia por la Universidad de Madrid y en Sociología por el IESE de Madrid.  Ha escrito medio centenar de artículos y ensayos en diversas publicaciones y revistas de su especialidad entre los que destacan : "De la Utopía al Milenarismo" en "La Teoria política frente a los problemas del siglo XXI", Universidad de Granada, 2004; "¿Qué nos importa la guerra de Troya. En torno a la crisis de las Humanidades" en "Conocimiento y Realidad. Estudios en homenaje a Jorge Riezu", Editorial San Esteban, Salamanca, 2004; "La Historia de las Ideas Políticas: a la búsqueda de una definición", en "Historia y pensamiento politico" Biblioteca de C. P y S. Universidad de Granada, 1993. "Yerma y Antígona: Variaciones sobre un mismo tema", Granada, 1998; "La parapsicología a la luz del método científico. Siete Tesis", Granada, 1982; "Gnosis y novela. Una interpretación de "Abaddon el exterminador" de Ernesto Sábato", Granada, 1983. Sus intereses intelectuales  y lineas de investigación se han centrado en temáticas relacionadas con la epistemología,  la utopía y el pensamiento político renacentista, las sabidurías orientales, el pensamiento de Nietzsche y el rol de la mujer en la tradición filosófica occidental. Ha colaborado en la revista "Extramuros", de Granada.

DIÁLOGOS DETRÁS DE LO VISIBLE: 
SOBRE LA VERDAD Y LA FICCIÓN



Microensayos para Ancile (un blog amigo)
I. Diálogos detrás de lo visible: Sobre la Verdad y la Ficción
            Aquella tarde me encontraba preparando mi clase de filosofía que había de impartir a la mañana siguiente. Leía a Descartes, concretamente la segunda de sus Meditaciones[1], aquella en la que el pensador francés, en su búsqueda de una primera verdad evidente, utilizaba la inquietante hipótesis del Genio Maligno, ficción que constituía uno de los artificios filosóficos más ingeniosos y sugestivos de toda la historia de la filosofía. Con ella, el padre del Racionalismo filosófico  trataba nada menos que de cimentar el edificio de todo el saber humano, probando la existencia de una primera verdad indubitable: la existencia del sujeto pensante, por mucho  que éste fuera engañado o burlado por ese hipotético y todopoderoso ser[2].   
Diálogos detrás de lo visible: sobre la verdad y la ficción, Tomás Moreno
            Cansado, tras horas de atenta lectura y reflexión, cerré los ojos y súbitamente me sentí trasladado a un luminoso lugar[3] en donde me encontré asistiendo a una especie de Symposium helénico, en compañía -según pude ir comprobando después- de las más señeras figuras del pensamiento y el arte de todos los tiempos y en el momento preciso en que estaba hablando un anciano filósofo griego, de aspecto físico poco agraciado, “calvo, nariz respingona, vientre abultado, ojos saltones”[4], pero cuyas palabras me dejaron fascinado. Cuando terminó de hablar,  todos sus oyentes quedaron sumidos en una profunda reflexión. Uno de sus discípulos, de aspecto atlético -por la anchura de sus espaldas- se acercó él y, ayudándole a descender del estrado, le condujo hasta el lugar que ocupaba entre los asistentes.
            La alegoría pronunciada,  además de bellísima, había resultado clara para todos: los hombres que habitamos en este mundo visible o sensible somos como los prisioneros que, desde su nacimiento, han vivido encadenados en el interior de una caverna sin haber visto jamás la luz del sol. Detrás ellos arde una hoguera y entre ella y los prisioneros existe un muro y un caminillo elevado por el que transitan unos extraños hombres que portan sobre sus manos y hombros una serie de figurillas que representan objetos varios del mundo exterior. Unos van hablando y otros en silencio. Lo único que les es dado conocer a los prisioneros son los ecos de sus voces y las sombras, reflejos, imágenes de esos objetos y estatuillas que se proyectan -gracias a la luz del fuego- en la pared del fondo de la caverna… Ese mundo que captamos con nuestra imaginación, no es más que un mundo aparente, espectral, una simple ficción, simulacro o copia del verdadero mundo, de la auténtica realidad exterior a la caverna. El mundo de la ficción, del arte y de su facultad (eikasia) quedaban así alejados de la verdad, degradados ontológica y epistemológicamente.
            El segundo orador, un viejo bibliotecario ciego -según confesara él mismo al presentarse- de voz apagada y monocorde exposición, suscitó pronto, sin embargo,  el interés de la mayoría. Comenzó recordando uno de sus textos: “Admitamos lo que todos los idealistas[5] admiten: el carácter alucinatorio del mundo. Hagamos lo que ningún idealista ha hecho: busquemos irrealidades que confirmen ese carácter. Las hallaremos, creo, en las antinomias de Kant y en la dialéctica de Zenón”[6]. Tras esta impactante entrada confesó su interés por lo que había expuesto el filósofo griego, enfatizando  sus similitudes con el Hinduismo y, sobre todo, con el Budismo, doctrina a la que había accedido a través de un gran filósofo alemán (Arthur Schopenhauer). Sostuvo, en consecuencia, el carácter ficticio, alucinatorio, ilusorio del mundo de la realidad material y de la experiencia fenoménica, como él mismo ilustraba en sus ficciones literarias[7].
            Seguidamente, un caballero español de ropaje austero,  barba encanecida y aspecto cansado aunque nobilísimo, con gran esfuerzo, pues mostraba paralizado su brazo izquierdo, se levantó de su  asiento para hablar. En su opinión, ficción y verdad, arte y realidad, imaginación y vida no estaban tan alejadas como habrían sugerido sus antecesores en el uso de la palabra. Ciertamente el Barroco, exponente del arte y del pensamiento de su tiempo,  fue sobre todo un intento de sistematizar una teoría del carácter ficticio[8] de todo lo existente, una toma de conciencia de la ficción universal que constituye el gran teatro del mundo, de la sociedad y de la vida. El Quijote, La vida es sueño[9], El Criticón[10], fueron, al cabo, los representantes angulares de esta visión del mundo –ávida de luz entre tinieblas- para poetizar el engaño y la simulación, la vanidad y la vacuidad, el sueño y la ilusión, juntamente con el desengaño final por la inanidad de todas las cosas.

           Sin embargo, no interpretó el artificio, la ficción artística, como algo despreciable, superfluo, sino como una categoría esencial de la inteligencia  y de la creatividad humanas, como un insustituible instrumento de conocimiento de lo real, fecundo en el descubrimiento de nuevas realidades desconocidas sin su utilización, posibilitando a través de una laboriosa industria[11] la epifanía de las verdades más profundas acerca de la  paradójica e insondable condición humana. Su gran obra Don Quijote de la Mancha[12] era ilustración paradigmática de todo ello: si en la Primera Parte su protagonista, Don Quijote, interpretaba la realidad en clave de ficción  y en la Segunda Parte era la ficción y las variadas representaciones fictivas las que se interpretaban en clave de realidad y verdad, en ambas  se evidenciaba la difusa frontera entre la verdad y la ficción, la vida y el arte, la vigilia y el sueño, la verdad y la apariencia, así como el carácter ambiguo, perspectivista, relativo y oscilante de la realidad toda.
            Finalmente, un venerable patriarca chino taoísta (Chuang Tse, dijo llamarse), levantó su mano solicitando intervenir. Sus palabras fueron breves, sencillas, enigmáticas. Pero al meditar en ellas todos comprobaron su extraordinaria lucidez: “Una vez soñé que era una mariposa y revoloteaba por aquí y por allá a discreción. Pero cuando desperté, volvía a ser Chuang Tse, el sabio, cargado de miles de dudas y problemas. Y ahora me pregunto quién era yo de verdad: Chuang Tse que soñaba que era una mariposa, o acaso una mariposa que soñaba que era Chuang Tse”[13].
Cuando desperté, la  mariposa ya no se encontraba allí[14].

                                                                                                                  Tomas Moreno




[1] René Descartes, Meditaciones metafísicas con objeciones y respuestas, tr. de Vidal Peña, Alfaguara, 1977.
[2] Ibid. Descartes formulará así su gran descubrimiento de la existencia indubitable del Ego cogito: “Yo soy, puesto que me engaña: y por mucho que me engañe nunca conseguirá hacer que yo no  sea nada, mientras esté pensando que soy algo” (Meditación Segunda. De la naturaleza del espíritu humano, que es más fácil de conocer que el cuerpo).
[3] Podría ser la Arcadia, no lo se con certeza, aunque reunía todas las características del clásico locus amoenus. Este recurso al sueño, como el del manuscrito azarosamente encontrado, es un fácil y tópico recurso literario nada original y harto conocido, pero aquí, estimamos, oportuno dada la temática específica tratada en este ensayo. Recordemos además que uno de los “motivos de duda” que desarrolla Descartes en estas memorables páginas es, precisamente, el de la inexistencia de un criterio absolutamente seguro para distinguir la vigilia del sueño.
[4] Así lo describirá Jenofonte en sus  escritos socráticos. Cfr.Jenofonte, Recuerdos de Sócrates. Apología. Simposio, traducción, prólogo y notas de Agustín García Calvo, Alianza Editorial, Madrid, 1967.
[5] Una larga tradición filosófica la idealista, desde Parménides hasta Berkeley o Kant, para quienes la conciencia es estructurante de la realidad, de tal modo que la realidad que percibimos con nuestros sentidos es pura ficción. Doctrina no muy alejada de la que han sostenido los místicos de todos los tiempos y culturas (cristianos como Eckart, Suso, Juan de la Cruz, orientales como los taoistas, hinduistas y budistas) para quienes la materia y la conciencia son solo aspectos de una misma realidad óntica. Sorprendentemente algo que hoy apoyaría los físicos de la Teoría Cuántica (desde W. Heisenberg y Niels Bohr hasta E. Schrödinger o John A. Wheeler)  para los cuales no hay realidad objetiva, sólida  o permanente: el observador altera lo observado por el mero acto de su observación. Materia y conciencia son un continuum en el que la conciencia juega un papel estructurante y configurador. La relación mente-realidad no es objetiva ni subjetiva sino omnijetiva (ambas se crean recíprocamente: observador y realidad objetiva son autorreferentes, constituyen una unidad). Véanse al respecto Fritjof Capra, El Tao de la Física. Una exploración de los paralelos entre la física modena y el misticismo oriental, Luis Cárcamo Editor, Madrid, 1984; Bruce Rosenblum y Fred Kuttner, El Enigma Cuántico. Encuentros entre la física y la conciencia, TusQuets, Barcelona, 2010.
[6] Jorge Luis Borges, Otras Inquisiciones, Alianza Editorial, Madrid,1976.
[7] Este efecto, lo conseguía Borges  en sus escritos y cuentos haciendo alternar personajes reales con los personajes ficticios, desdoblándose él mismo en autor y personaje, mezclando filósofos imaginarios con reales y, finalmente, citando obras y tratados apócrifos o resumiendo libros que no existían, confundiendo así al lector desprevenido, envolviéndolo en un juego donde lo real y lo ficticio se yuxtaponían hasta confundirse. Y sobre todo medianteinversiones que sugieren que si los caracteres de una ficción pueden ser lectores o espectadores (Don Quijote lector del “Quijote” y Hamlet espectador en “Hamlet”), nosotros, sus lectores o espectadores podemos ser ficticios” (Ibid).
[8] En tiempos de Cervantes se utilizaba el término  ficticio (vocablo procedente del latino fictio)  no sólo con el significado de “falso”, “no verdadero” o “fingido” sino también y sobre todo con las siguientes acepciones: “simulación”, “artificio”, “arte”, “técnica”, “ardid”, “treta”, “maña”, “dolo”, “engaño”, “maquinación”, “estratagema” o “industria” (que podrían utilizarse en sentido bueno o malo).. En tanto que arte pertenece a la categoría de la vida y a la esfera de los valores como la moral, la religión y la filosofía.
[9] Cfr. Pedro Calderón de la Barca, La vida es sueño, Edición, estudio y notas de Enrique Rull, Clásicos Alambra; Madrid, 1988. Recordemos las famosas palabras de Segismundo (jornada II, escena 18): “¿Qué es la vida? Un frenesí / ¿Qué es la vida? Una ilusión, / una sombra, una ficción, / y el mayor bien es pequeño; / que toda la vida es sueño / y los sueños, sueños son”.   
[10] Cfr. Baltasar Gracián, El Criticón, ed. de E. Correa Calderón, 3 vos., Espasa calpe, Madrid, 1977.
[11] Industria, etimg..: intus struo  (“maquinar en el fuero interno”). En Cervantes industria se utiliza como sinónimo de ficción con el sentido de artificio artístico, narrativo-literario o técnico (“Naturalmente, sin industria ni arte”, dice en Viaje al Parnaso, VII). Como instrumento epistémico se utilizará no sólo en el campo del arte sino también en el del derecho (fictio jurídica, constructos teóricos como los del contrato social), la política (ficciones utópicas) e incluso en las matemáticas (invención de losnúmeros imaginarios y las geometrías no euclídeas) con una gran fecundidad cognoscitiva. En la ciencia moderna será utilizada heurísticamente como hipótesis, modelo o metáfora metodológicas. Se prolongará su uso más tarde en la filosofía Kant (Ideas regulativas y metafísicas o trascendentales) y en la filosofía del “como si” (als ob) de Vaihinger.
[12] Cfr. Miguel de Cervantes, Don Quijote de la Mancha, Edición del IV Centenario. Real Academia Española (ed. y notas de Francisco Rico) Madrid 2004.
[13] Hans Magnus Enzensberger, Diálogos entre inmortales, muertos y vivos, Galaxia Gutenberg, Círculo de Lectores, Barcelona 2001, p. 19.
[14] Permítaseme este modesto homenaje a Augusto Monterroso,  uno más entre los cientos de versiones que se han hecho de su microrrelato. La mejor es la de José María Merino que versiona así el famoso cuento: “Al despertar, Augusto Monterroso se había convertido en un dinosaurio. “Te noto mala cara” le dijo Gregorio Samsa, que también estaba en la cocina”.





Diálogos detrás de lo visible: sobre la verdad y la ficción, Tomás Moreno

sábado, 17 de septiembre de 2011

POESÍA: DE JENIFFER MOORE

Jeniffer Moore, poesía, Ancile



Tenemos el muy grato placer de ofrecerles en las páginas de nuestro blog Ancile, el libro de poemas publicado por la editorial Pelícano: Poesía, de Jeniffer Moore. Desde aquí recomendamos vivamente su lectura, se trata de un poemario con una  fuerza vital y emotiva arrolladoras y de una grandísima y profunda intensidad lírica. Llevamos aquí una exigua muestra de lo que encontrarán en la bella totalidad que completa este hermoso libro de nuestra estimada y entrañable poeta Jeniffer Moore.


Jeniffer Moore, poesía, Ancile


POESÍA: DE JENIFFER MOORE





1



No sé quién eres
 pero te percibo estrella,
constelación en danza
 la extraña expresión de la utopía.

¿Qué faro te alumbró la noche,
qué olas enervadas te encallaron
entre mi orilla de fantasmas
y aquel oscuro puerto
donde tus naves se deshacen?

No sé quién eres
pero te percibo estrella
en la honda conciencia del que sabe
que hay ofrenda especial para el cautivo:
una canción purísima y maldita
que vuela en el ave, sin respuestas
y da contra tu pecho.


V




Tú, sentado a las puertas del verso
olvidaste el canto del árbol,
los acordes que brincan en teclados de picos y plumas.

Tú. que abriste y sellaste caminos
y resuelves en jaque las cruzadas de reyes intrusos,
del ladrón que no tiene otro rostro detrás de la máscara.

Tú, curtido de lunas que alumbran
sin paga ni horario,
has perdido la aguja
y no ves, no buscaste
en el ancho pajar de tu lengua.



VII





Ven. Entremos ajuicio.
Tú y yo, con el sol de testigo
y el sinsonte que canta en la rama.

Ven. Hay descanso de tanta miseria.
No miremos al Norte.
Ni dejemos que el Sur nos engañe.

Hay un mar sin orillas
con espumas eternas,
hay silencio anterior a las voces,
un silencio eludiéndonos
sublime y necesario.

Ven. Estamos desnudos.
En las manos llevamos la marca
de un árbol perenne
que florece una vez, en la vida.


I





Una se cansa de tanto laberinto
y se  sienta a soñar.
Hasta que al fin, se pudran
las puertas, las ventanas
y sus barrotes.


V





Nos soñé entre los mangles
en la tarde de lluvia.

Nos soñé abrazados
hacia el mar que ondulaba
con el ritmo que tú haces
nacer en mis caderas.

Y mi falda mojada
y tus cálidas manos.

Silbaba una canción el viento.

Las aguas restregaban
su lomo en las orillas.

Y no había en el mundo
otros dos, semejantes.



PERDERLO TODO





Perderlo todo.
Y conservar la vida y el dolor de los recuerdos.
Sentir que somos lacerados
por lo que fuimos y tuvimos.
Y ser ausencia.
Quedamos en el fondo de una sombra perpetua,
en un latir que nos anuncia la muerte.
O más aún. Sentir la muerte en la piel
sobre los ojos, bajo la lengua.
Convertimos en hueso que deambula
sin agua y sin poder apoyar nuestras pisadas.
Es que el hacha de Dios
cae de pronto, impredecible
al doblar aquella esquina.
Ahora, sólo eres tú, madera que resiste
y en cada golpe de tala, fructifica.
Rebelde renaciendo de impotencias.
lnconforme aún, en el dolor más hondo.
y así, en cada pérdida, tus alas victoriosas
nos rescatan a todos, en la altura.


Jeniffer Moore





Jeniffer Moore, poesía, Ancile


martes, 13 de septiembre de 2011

SÓLO QUEDA LA NOCHE: DEL POETA FRANCISCO BASALLOTE

Sólo queda la noche: Francisco Basallote, Ancile



SÓLO QUEDA LA NOCHE


Sólo queda la noche, es la última publicación del poeta, investigador y crítico (y desde luego querido amigo), Francisco Basallote, VII Premio Noches  del Baratillo (Sevilla, 2011). De esta primicia poética, y a modo de celebración por este nuevo alumbramiento, ofrecemos algunos de los poemas que constituyen la preciosa edición que dan cuerpo al libro. Desde aquí invito a los   lectores y habituales de este blog a que se hagan con esta exquisita publicación.



I



De tus manos, la noche
y el don
de sus constelaciones.


La noche y su magia
encendida
en el juego estelar
de sus espejos.

De tus manos, la noche
y su negrura.




XXXI





Sólo queda la noche: Francisco Basallote, AncileNo es ira;
pero su viento
como certera guadaña
asola el esplendor
de las bignonias.

 
No es fuego;
pero de su altura desciende
como lengua de ardiente magma.

No es nieve;
pero en su seno
el frío asi1a sus venablos
en espera de los designios
de la c1epsidra.

Es ira y viento,
incandescencia de la noche,
imprevisible,
y tan silente
                        y negra dama.










XXXVII





Algo tan bello
como inasible
surge celeste
entre las sombras.

Su belleza triangula
las constelaciones
en fragmentos de luz
mientras entre vestigios
de sombra apuras
el estéril momento
de espectador
que siempre evocarás
en acíbares de nostalgia.






                                                                 Francisco Basallote




Sólo queda la noche: Francisco Basallote, Ancile

sábado, 10 de septiembre de 2011

EL FANTASMA DEL TRADE WORD CENTER DE NUEVA YORK.

11 de septiembre: aniversario del del ataque al Trade Word Center de Nueva York, El fantasma del Trade Word Center , Francisco Acuyo

He querido sumarme con toda modestia al recuerdo del décimo aniversario del ataque al Trade Word Center, de la ciudad de Nueva York, con un poema escrito hace ahora precisamente diez años, concebido justamente cuando se produjo dicho ataque. El poema fue escrito entre la consternación, el horror y la perplejidad por tan terrible acontecimiento. Así, el poema fluye en unos versos fantasmales, oníricos, que pretendían vindicar el estado de estupefacción y profunda incomprensión ante la realidad de los hechos que no dejaban de sucederse como un terrorífico sueño. Valga pues, como humilde homenaje personal para todos aquellos que perdieron la vida en los atentados, así como para las familias y amigos que dejaron con su pérdida parte de si mismos anclados para siempre en aquel fatídico once de septiembre.





EL FANTASMA DEL TRADE WORD CENTER



                                    Todo el que lleva luz se queda solo»

                                                                                                José Martí


              AL fondo, vertical,
            acorde, cada arista que levante
            la ciclópea silueta,
            contempla musical
            la línea que, hasta el firmamento, atlante
            formidable, sus brazos de cristales
            templa y sostiene iguales
            la luz inmóvil y la sombra inquieta.


               Las ciudadales perspectivas son
            del tiempo gigantescas:
            pináculos que emergen
            discurriendo
            por aristas de ríos
            helados que se yerguen.
            La razón
            caótica que entre fríos
            pasos muestra esquinales
            gargantas donde advierte
            la gárgola siniestra
            que, donde sonorosa luz
            hubiera, ahora la testuz
            anuncia de la pétrea sombra tan
            grotesca, la inocencia
            en el reino que su alma
            negra para siempre defenestra.

               Entonces, lejos,
            veo transcurrir
            hacia el azul absorta
            la música divina que os transporta,
            ingrávidos espíritus, y al ir,
            venir y regresar, vuestros reflejos
            importunan con su tesón anfibio
            un instante a la muerte;
            aquí, donde recorta
            vuestra fisionomía ensombrecida
            toda suerte
            de trémulas siluetas.

               Allí pude su luz tocar:
            y allí estreché la mano de la muerte.

              Me es dado reposar en vuestro seno,
            no en la rotunda faz donde
            la piedra
            canta; no en el sereno
            lecho que el corazón esconde
            tras el pulso real de lo que fue
            visto un instante apenas; no en la fe
            de lo una vez tocado
            y, ahora ausente;
            no, no en el ámbar que aromado
            tiene
            el labio eterno en carne temporal
            y beso transparente.
                                                                       
                La misma luz, la misma
            lasciva ausencia, la
            misma sombra si eleva
            lejana su presencia.
            Aureola cenital se va
            acorde encaramando esencia
            en blancos ramos
            (y flores negras),
            de unas frondas celestes y doradas
            coronados.
                                                           
               Entonces el fantasma aviene como gamo
            de constelada luz y perfumadas
            malvas rodeado.
            Llega el ángel de la
            luz, como sobre el néctar llega
            solícita la abeja hasta ganar
            dulcísimo reclamo.
            Rostro ardiente es su amor, si espejo afuera
            observa, rutilando al corazón
            luz de otra esfera;
            y de entre su figura
            inquieta, se reflejan desmayados
            cuerpos, ánimas
            presurosas y aladas,
            ingrávidas violetas,
            espejos desdoblados
            en tímidas siluetas.

             Espíritu feroz,
            humeando todavía
            las garras y colmillos del ardiente
            tigre que triza por la herida y fía
            su jadeo un instante por mi frente
            y, mientras lame ahíto
            su zarpa, en nueva víctima
            sueña y la tierna víscera que arranca
            cuando: embriagado de malicia y de
            sangre, descuida el flanco en un desliz
            y, aquí deslavazando
            mi verso hundo puñal de cielo
            en su infernal garganta;
            y mi mirada, presto, sobre su
            humillada cerviz,
            con el gesto severo se levanta.





Francisco Acuyo
(del libro inédito, El jardín de los espíritus)







11 de septiembre: aniversario del del ataque al Trade Word Center de Nueva York, El fantasma del Trade Word Center , Francisco Acuyo