domingo, 7 de mayo de 2017

EL SUEÑO DE LA MATERIA PRODUCE MONSTRUOS

El sueño de la materia produce monstruos, es el título de la última entrada para la sección, Pensamiento, del blog Ancile, la cual sigue incidiendo en el mundo de lo que sea aquello que entendemos como la realidad.

El sueño de la materia produce monstruos, Francisco Acuyo





EL SUEÑO DE LA MATERIA PRODUCE MONSTRUOS









Si las matemáticas (y la lógica) se puede(n) considerar como vía(s) de conocimiento diversa(s) a la(s) que es (son) propias de las ciencias de la naturaleza, y si se dice que las realidades sobre las que trabaja(n) aquella(s) (matemáticas y lógica) se fundamentan en verdades que no pueden ser consideradas propias de lo que entendemos como mundo real (físico, químico, biológico….) y, por tanto, las pruebas axiomáticas recogidas en sus teoremas exigen sólo que dichos teoremas, estén basado en axiomas verdaderos, se nos plantean dos dudas que, a mi humilde juicio, puede convertirse en serias objeciones al concepto mismo de verdad y de realidad; a saber: ¿por qué las verdades matemáticas, no obstante de ser distintas de las obtenidas por la ciencia de la naturaleza, casan (¿misteriosamente?) e incluso fundamentan las verdades fenoménicas de la ciencia (véase la física, la química, la biología…)?, recuérdense los famosos juicios sintéticos a priori kantianos; y, ¿qué debemos entender por verdad o por realidad en relación al mundo en el que existimos y sobre el que se supone que versa la ciencia natural si aquellos juicios matemáticos –a priori- son posibles en la realidad fenoménica?

El sueño de la materia produce monstruos, Francisco Acuyo            El naturalismo metodológico sobre el que se basa la ciencia dícese que descarta cualquier fenómeno no natural para su estudio (lógico o teológico). Pero, ¿la realidad matemática (y lógica) no son naturales por ser hijas –abstractas- de la mente (como acaso también puede estimarse la poesía, aun cuando muestran estar implicadas –¿enigmáticamente?- en la construcción de la realidad? O, ¿debiéramos acogernos al denominado empirismo metodológico que encuentra sus pilares de procedimiento sistemático en la comprobación experimental de la fenomenología del mundo? ¿Cómo explicamos entonces la incidencia inevitable del mundo de la abstracción racional, lógica y matemática (y por qué no, poética) en la construcción de los modelos metodológicos para su comprobación experimental?, o lo que es más inquietante para el acérrimo cientifista[1], ¿es posible un conocimiento de la realidad más allá de los sentidos y del método empírico? De hecho, ¿significa que cualquier vivencia, interpretación, deducción o inferencia de algo que trascienda el ámbito positivo material es una mera ilusión si no tiene una explicación materialista?

            Estas y otras muchas interrogantes se plantean a la hora de sacar conclusiones sobre la manera que conocemos o creemos conocer el mundo. La propia ciencia reconoce que es imposible tener certezas absolutas sobre la propia percepción experimental y del conocimiento deducible de aquella, en cualquier caso, no se cortan un pelo los más radicales cientifistas para negar todo aquello que sea estrictamente deducible de un conocimiento que ellos mismos reconocen parcial y siempre superable.

            La aceptación de que la estructura íntima de la materia (que necesita de la superación de la ciencia clásica para su comprensión) solo puede ser descrita por sus valores discretos,[2] lo que quiere decir que la determinación de sus elementos constitutivos no es posible (es la denominada función de onda)[3] sino en virtud de probabilidades que, en fin, acaban demoliendo cualquier certidumbre al respecto de una posible determinación, nos parece muy digna de tener en seria consideración a la hora de valorar lo que sea o no la realidad. Las consecuencias y significado de esta realidad –cuántica- basada en la incertidumbre se están todavía valorando y debatiendo, sobre todo cuando constatamos que el estado cuántico se colapsa o toma realidad material cuando está sometido a la observación y se obtiene un resultado concreto en la medición de aquel análisis y examen obtenido.

            Puede parecer algo bastante perturbador, sobre todo para el irreductible cientifista, en tanto que aparece un elemento inquietante en el conocimiento e interpretación de la realidad íntima de la materia: el observador.

            Pero, ¿la medición que acabará por dar forma material a lo más íntimo de la materia, si requiere un observador, es preciso que sea portador de algún tipo de conciencia? Para la ciencia de la mecánica cuántica, en líneas generales, no se admite la posibilidad de conciencia alguna, y por tanto la realidad no tiene por qué estar conformada ni activa ni pasivamente, ni total ni parcialmente por la conciencia. Nosotros, con toda humildad no lo vemos tan claro, pero de esta cuestión hablaremos en próximas entradas.




Francisco Acuyo




[1] Término acuñado con toda modestia por nosotros para referirnos a la postura radical positivista y materialista para la explicación y conocimiento del mundo.
[2]  Se puede medir la posición de una partícula, y también su velocidad, pero de manera discreta, es decir, o bien medimos posición o bien velocidad, pero no ambas a la vez, como sí podía hacerse en el ámbito de la mecánica clásica –newtoniana- y de los objetos de la vida cotidiana
[3] Se dice que el estado de un sistema será el resultado de una superposición de todos los resultados posibles de las potenciales mediciones.



El sueño de la materia produce monstruos, Francisco Acuyo

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