De nuevo indagando en el inquietante mundo de la IA, traemos un nuevo post para la sección de Ciencia del blog Ancile. esta vez bajo el título de: Vida, existencia: los símbolos activos y el número poético.
VIDA, EXISTENCIA:
LOS SÍMBOLOS ACTIVOS Y EL NÚMERO POÉTICO
La poesía vive y se desarrolla a través de símbolos activos que rigen en la propia existencia, en el dominio de las experiencias vitales del artista ¿Podrá la IA llegar a transmitir y desarrollar algo similar esto? La poesía usa el número porque instintivamente se sabe entre el cielo y el infierno, y debe usar el número paras establecer los límites. El orden numérico no hace sino tener en cuenta la medida fundada en el ritmo, que es el número mismo que, paradójicamente, conduce al continuo, al infinito que supera lo numerable. ¿Puede la IA llevar a cabo algo así? El poeta sabe, en fin, que su impulso creativo no está dirigido por él mismo, aunque esté traducido tanto en el número poético como en la singularidad de su discurso, ya que están sustentados por la intuición del poeta a la búsqueda de la verdad que no está determinada, sino en continuo proceso de creación.
No sé hasta qué punto la IA aspira a recuperar el sentido del antiguo concepto de automaton, que anhela a un dinamismo propio que en realidad huye de todo determinismo, como lo hace el número y el lenguaje poético, incluso en el manejo de determinadas formas canónicas del metro (véase el caso extraordinario del soneto), que se procesa en lo imprevisible y no se sujeta a un formalismo cerrado, mecánico y axiomático.
Si con los conceptos de indecibilidad e incompletitud de Gödel la matemática, y concretamente la aritmética, son en realidad un producto abierto, consecuencia y desarrollo de un trabajo creador, ¿tal vez la IA pueda emular con mejor eficiencia el complejo, no lineal y dinámico del lenguaje artístico en general, y particularmente el poético, que trascienden todos cualquier sistema estático y mecánico formal? Como vemos las interrogantes se suceden sin continuidad lógica de una respuesta clara y definitiva.
Si es cierto que el alma es en cierto sentido todas las cosas,(1) y sustituimos el alma aristotélica por la conciencia, podemos entender cómo el discurso y el número poético, ambos siempre al límite del lenguaje y del cálculo, como lo hace también la intuición matemática, nos habla de que todo fenómeno está comprendido en una red de infinitas conexiones con el mundo circunstante.(2) ¿Podrá dar constancia la IA
de esta singularidad integrante e integradora del mundo?¿Podrá, en fin, la IA, emanciparse de la tiranía del dato? ¿Podrá sacar rédito, como lo hace el artista en su ejercicio de inventiva, imaginación, de la ignorancia de muchas cosas? ¿Hasta qué punto no será que estemos enfrentado la inteligencia con la conciencia cuando hablamos de IA? Todo parece indicar que, cuando un ordenador emula eficazmente el proceso de información que se produce en las redes neuronales, no aparece una experiencia interior privada,(3) y esto es así porque la emulación de un fenómeno, no es el fenómeno mismo.
Cuando decía Claude Debusy que: las obras de arte producen reglas, pero las reglas no producen obras de arte, acaso sin saberlo estaba poniendo en el dominio de las ciencias de la cognición un problema, cuya controversia, ahora cómo nunca, afecta a las potenciales capacidades de conocer y entender el hombre, frente a las nuevas tecnologías, sobre ante el despliegue de posibilidades que ofrece la IA, y que afecta a los procesos creativos, hasta la fecha, genuinos y propios del ser humano. Si la IA fuese capaz de crear, ¿indicaría que existe un código fuente accesible también a la máquina? Por esto, ¿se puede afirmar que la creatividad es o puede ser un proceso algorítmico?
Francisco Acuyo
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