martes, 7 de enero de 2020

DE LA RELIGIÓN SIN DIOS: DEL SUPERHOMBRE A LA POESÍA




Para la sección; Pensamiento, del blog Ancile, traemos una nueva entrada que lleva por título: De la religión sin Dios: del superhombre a la poesía.




DE LA RELIGIÓN SIN DIOS:

DEL SUPERHOMBRE A LA POESÍA





De la religión sin Dios: del superhombre a la poesía. Francisco Acuyo




No a todo el interesado en la cuestión del saber, orígenes y sus fundamentos, en la actualidad, parece preocuparle la cuestión no resuelta (como cree el materialismo más recalcitrante) de la inclinación humana hacia lo religioso. Parece que queremos olvidar que la manifestación en forma de creencia, experiencia de lo sagrado implican las nociones fundamentales de ser, de significación y de verdad[1].

            Sería absurdo rechazar que la noción de significado está estrechamente vinculada a lo sagrado. No obstante, y por increíble que parezca, se ha unido a la necesidad de emancipación del ser humano sobre la superstición, y a la gran confusión de aquella con el irresoluble e inevitable instinto de lo trascendente en el ser humano. La idea emancipadora hegeliana de lo divino entendida como tragedia de la necesidad de los dioses por el hombre habría de ser cuestionada gravemente por el cristianismo que situaba en otro mundo el sentir y el significado de la existencia humana.

            Hoy es algo manifiesto que somos hijos de esta visión hegeliana del mundo en el que la historia (como veía María Zambrano) ocupa el lugar de lo divino[2]. Compte y Marx, herederos incorruptibles del pensamiento histórico positivo de la historia hicieron franco el camino hacia este error, salvo excepciones, acaso muy poco valoradas en nuestro tiempo.

            LA revelación cristiana del hombre íntimamente unida a lo trascendente no parece haber sido suficiente para afrontar una cuestión, a nuestro juicio, de grande interés y de consecuencias todavía  no lo suficientemente bien ponderadas para entender su trascendencia.
De la religión sin Dios: del superhombre a la poesía. Francisco Acuyo

            El hombre como obrero (marxista) de la historia marcará el nacimiento de una nueva religión sin Dios, el cual habría de ser inevitablemente sustituido por el hombre mismo. El vacío de otro mundo acabaría ocupándolo esa idea del hombre capaz de llenar este o cualquier otro de manera fundamentalmente heroica, trágica (Nietzsche). Sin embargo, es muy interesante como este movimiento intelectual y filosófico nietzschiano  surge entre el misterio y la potencia del hecho creativo ejemplificado en la poesía.

            La oposición de los genetistas a esta realidad incuestionable de lo sagrado no hace sino poner una vez tras otra la tozudez humana en negar una realidad intrínseca que no tiene discusión: que cualquier idea o conciencia de realidad y de significado está vinculada de manera inevitable a lo trascendente. Reiteramos, en fin, que la conciencia (y el insondable ámbito de lo inconsciente) es imposible de entender y menos de estructurar para explanación razonable de su extraordinario fenómeno.

            Habría que denunciar al menos cómo, desde una óptica materialista, se enmascara una visión profundamente idealista de la realidad de lo humano que venía a nutrirse precisamente de ese deseo de emancipación de Dios, que en realidad no sería sino otra forma de deificación de un conocimiento total accesible al ser humano en todas las cuestiones vitales y existenciales que le conciernen y que, al fin, llevaron a ese entusiasmo (efímero) de lo humano a chocar frontalmente con la realidad de lo sagrado, de lo trascendente, de lo divino, donde el inquirir y razonar como instrumentos fundamentales no hacen sino mostrar una vez tras otra su fracaso.

            La poesía, ocupa un lugar extraordinario en esta tesitura humana, que sobrepasa la de lo meramente epistemológico anclado a una realidad netamente explicada por la ciencia. La poesía y la religión tienen nexos de comunicación que son irrenunciables para el verdadero poeta (así lo entendía Santayana)[3] que se siente elevado por ese bien irrenunciable de verdad y de belleza al que, con cierta razón, temía profundamente Platón, si es que poeta ya no hablaba (como hombre emancipado) sino embargado por el dios que lo inspiraba.

            Sobre estas y otras cuestiones de interés hablaremos en próximas entradas del blog Ancile.




Francisco Acuyo



[1] Eliade, M.: Historia de las creencias y de las ideas religiosas, Vol. 1,  RBA, Barcelona, 2004, p.17.
[2] Zambrano, M.: El hombre y lo divino,  Fondo de Cultura Económica, Madrid 1993, pág. 15.
[3] Santayana, G.: Poesía y religión, Cátedra, Madrid, 1998.



De la religión sin Dios: del superhombre a la poesía.Francisco Acuyo

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