martes, 21 de enero de 2020

CREACIÓN POÉTICA: LA DESTRUCCIÓN O EL AMOR

Para la sección, Pensamiento, del blog Ancile, traemos el post que lleva por título: Creación poética: la destrucción o el amor.



CREACIÓN POÉTICA: 

LA DESTRUCCIÓN O EL AMOR



Creación poética: la destrucción o el amor. Francisco Acuyo






EL lector atento de poesía (también el poeta ¿inspirado?) sabe(n) que el impulso creativo poético va más allá de la razón, cuando no busca en verdad abolirla, se presenta como una fuerza destructora -creativa- que pretende ser  (o volver a ser) tras lo destruido, renacer entre las ruinas de la razón misma.

                Late, pues, en el discurso poético la energía de la disolución que aparece en los contados momentos (¿inspirados?) de la más vivificante poesía. Los principios de la razón dialéctica son brutal o sutilmente trasgredidos, según el carácter del poeta. No se plantea el poeta advertir o participar de ninguna trascendencia porque acaso forman parte de aquella en esos momentos creativos.

                Bebe la poesía verdadera más que del discurso de la razón, e incluso de las fuerzas primigenias de la naturaleza, de los espíritus que habitan lo más hondo del corazón y de nuestras conciencias, la idea creativo-poética es acción que trasciende las realidades de nuestro mundo para ofrecer una intuición de la verdadera realidad donde habita el olvido de los principios de razón, lógica y conceptualismo.
Creación poética: la destrucción o el amor. Francisco Acuyo

                El producto de su destrucción razonable está más allá de cualquier fantasía, si radica en lo vital, en lo natural que aspira a un ethós (que vincula la moral y la naturaleza de las cosas) que lo trasciende y que, no obstante, integra todas la formas de vida natural, traspasando la emoción, el sentimiento y por supuesto cualquiera clase de superstición.

                Acaso el mejor poeta sea el que se sumerge en los primigenios instinto de creación por ser aquél el que con más potencia y efectividad destruye los artificios de la razón, el sentimiento y el sentido. Sin embargo, paradójicamente, será el número, la medida (el metro) lo más cercano a cualquier constructo métrico, por muy prístino que sea, al fin y al cabo será lo que lo vincule con más profundidad a la verdad y a la belleza.

                Será el número el que trasluzca tras la destrucción necesaria para la creación verdadera, pues será el elemento que lo constituya al verso (y al poema) como un auténtico organismo vivo. Añadidos los valores simbólicos del genuino poema, veremos que también forman parte de la eufonía imprescindible de todo poema.

                Así las cosas, si alguna vez se dijo (Aristóteles) que la poesía es más filosófica que la historia, cabe decir que también es la poesía más filosófica que la prosa[1], acaso por el aporte numérico eufónico de su constructo.

                La poesía auténtica (no, o menos literaria) sería precisamente aquella que destruye no solo el artefacto lógico de los juicios discursivos, también los de la misma experiencia para elevarse más allá de las convenciones y aspirar a la construcción de aquél ethós que anunciábamos y que solo es posible a través de la creación más genuina como es la poesía. Pero no olvidemos que el número poético será el baluarte del orden singular sobre el que se construye  el poema sobre los que crear, construir los valores –morales, estéticos, gnoseológicos, trascendentes…- que el poeta aprehende y expresa de forma concisa, concreta, invistiendo su forma de manera rigurosa para la construcción de sublime argumento que posibilite la potencia superior (como poeta o como lector atento) de nosotros mismos.






Francisco Acuyo
               




[1] Santaya, G.: Interpretaciones de poesía y religión, Cátedra, Madrid, 1993, p. 207.



Creación poética: la destrucción o el amor. Francisco Acuyo

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