martes, 29 de septiembre de 2015

IA: DE LA NATURALEZA DE LA CIENCIA Y LA INTELIGENCIA ARTIFICIAL: ALGUNAS CUESTIONES TERMINOLÓGICAS

Algunas aproximaciones sobre el discurso utilizado en relación a la ciencia computacional respecto de otras disciplinas, en el blog Ancile, para la sección De juicios, paradojas y apotegmas, bajo el título; De la naturaleza de la ciencia y la inteligencia artificial, algunas cuestiones terminológicas.

IA: de la naturaleza de la ciencia y la inteligencia artificial: algunas cuestiones terminológicas., Francisco Acuyo


DE LA NATURALEZA DE LA CIENCIA 
Y LA INTELIGENCIA ARTIFICIAL:
 ALGUNAS CUESTIONES TERMINOLÓGICAS



IA: de la naturaleza de la ciencia y la inteligencia artificial: algunas cuestiones terminológicas., Francisco Acuyo




CUANDO está tan en boga y vigor la cuestión –nada sencilla para ser sujeta a una mera descripción aproximativa- del avance de los procesos tecnológicos en la denominada inteligencia artificial, se pone sobre la palestra aspectos que van desde la identificación, definición y naturaleza de aquella, siempre con no pocas controversias, equívocos e indefiniciones, acaso porque todas aquellas exposiciones y dictámenes al respecto provienen de muchas y muy diversa áreas del saber científico y filosófico. También porque no parece en modo alguno relacionarse la inteligencia con el no menos peliagudo problema de la conciencia (del que hablaremos en otra ocasión próxima). Añadamos el hecho perfectamente constatable de que tanto la inteligencia proveniente de un ingenio informático o cibernético, en las analogías llevadas a cabo en relación con la inteligencia humana, se han hecho casi siempre bajo los auspicios de la terminología de la máquina como ingenio computacional, estableciéndose entre una y otra este grado de semejanza e incluso de igualdad, que considera la inteligencia artificial hija de la máquina, y la humana con idéntico grado de parentesco mecanicista e incluso parecido proceso (¿vital?) evolutivo.
                Véase que la inteligencia se entiende, según la RAE, como: Capacidad de resolver problemas. Conocimiento, comprensión, acto de entender. Sentido en que se puede tomar una sentencia, un dicho o una expresión. Habilidad, destreza y experiencia, e incluso como sustancia puramente espiritual.[1] Para la disciplina de la inteligencia artificial, la inteligencia es un programa capaz de ser ejecutado independientemente de la máquina que lo ejecute, sea computador o cerebro. Algunos psicólogos de relieve[2] aceptan con más o menos matices la noción de racionalidad como un proceso derivado de la computación – de cálculo-. No es extraño que algunos otros profesionales
IA: de la naturaleza de la ciencia y la inteligencia artificial: algunas cuestiones terminológicas., Francisco Acuyo
de la psicología crean que nuestros cerebros son el resultado de una evolución ¡¿emparentada con la de las máquinas inteligentes?! hasta convertirse en una máquina viva, y de paso establecer una suerte evolución, entiendo que  mecanicista, en referencia a las propias máquinas artificiales,  supuestamente dotadas de la  pensar –cosa harto discutible a día de hoy.
                La inteligencia, del latín intelligentia,[3] cabe entenderse, por su etimología, como aquella cualidad, en fin, para escoger correctamente entre diversas opciones. En cualquier caso, habría que saber leer entre líneas, puesto que, si legere (escoger, leer…) porta la raíz indoeuropea leg, que significa acumular, dicha raíz también está presente en griego –legein- y significa escoger, leer, y que nos parece fundamental distinguir. El discurrir –escoger lo más idóneo- y el memorizar, acumular información, son procesos que necesitarían diferenciarse, y de cuya diferencia pueden deducirse múltiples formas de inteligencia: abstracta, concreta, social, emocional… de todo lo cual cabe inferirse la complejidad del tema en la cuestión terminológica que debatimos.
                No estaría demás establecer algunos parámetros adecuados en relación al origen de una y otra inteligencia (artificial y o humana o natural), y que creo que se debate, con toda modestia, de manera equívoca, ante todo por el poderoso influjo de las ciencias de la computación, la informática o la cibernética, de las que se extrapola inadecuadamente el concepto de artefacto, máquina al ser humano, al que sin duda, humildemente, casa mucho mejor el de organismo vivo e inteligente. Así pues, la inteligencia artificial sería la rama de la ciencia de la computación dirigida a la automatización de la conducta inteligente. De esta definición, aceptada por aquella disciplina, ya cabe distinguirse claramente los procesos automáticos y mecánicos del artificio inteligente, de aquellos que proceden del complejo orgánico biológico (sin contar todos los referentes que influyen muy directamente en la conducta inteligente del individuo: culturales, sociales, psicológicos, genéticos….)
                No debemos obviar otro fundamento de la inteligencia artificial en su procedimiento para la resolución de problemas y acumulación de datos, a saber: su inicial dependencia algorítmica para llevar a término estas actividades inteligentes. Estas reglas para la consecución de cualesquiera supuestos suponen en el ámbito de la eficacia nemotécnica un avance inigualable e incomparable en el que la máquina tiene todas la ventajas sobre el ser humano, mas este procedimiento matemático del ingenio inteligente queda fuera de tantos parámetros en los que se encuentra influido la inteligencia humana, que no sé si pueden ser siquiera comparables.
                La máquina de Turing, acaso, no hace sino poner nuevas interrogantes y problemas nuevos a la posible relación impuesta por el discurso de los seguidores de la IA[4] entre la inteligencia natural o artificial. Existirá inteligencia artificial cuando seamos capaces de distinguir entre un ser humano y un programa de computadora en una conversación a ciegas[5].
                Pueden contrastarse opiniones diferentes sobre esta temática en lugares especializados como la revista edge. org, a la sazón sede de la Edge Foundation, Inc.[6], lugar en el que podrán
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considerarse estas cuestiones que nos parecen algo más que meras disquisiciones semánticas entorno a las definiciones en las que se mueven los especialistas e interesados, singularmente estigmatizados por la adopción irregular de terminologías anglosajonas adaptadas a otros idiomas, incluidos el español y, sobre todo, en la afiliación descuidada de terminologías propias de los lenguajes especializados de la IA a discursos de otras disciplinas que resultan cuando menos irregulares e inexactas, llevando a confusiones como las que marcan el discurso de  autores como de George Church, eminente profesor de  Harvard cuando dice, y no metafóricamente, […] solo soy una máquina que piensa,[…] y como máquina humana aprendemos a ampliar nuestras capacidades a través de la simbiosis con otras máquinas…. que se suponen otros seres humanos, animales, plantas, etc…
 Máquina, del latín machina y este del griego dórico majana, mantiene las acepciones en nuestro idioma de: Artificio para aprovechar, dirigir o regular la acción de una fuerza. Conjunto de aparatos combinados para recibir cierta forma de energía y transformarla en otra más adecuada, o para producir un efecto determinado. Agregado de diversas partes ordenadas entre sí y dirigidas a la formación de un todo,[7] que creo da una muy clara referencia en su diferentes acepciones a lo que es una artefacto de lo que se supone es un organismo, como conjunto de órganos regido por leyes específicas que caracterizan a un ser viviente[8]. No pretendo llevar esta disquisición a la platónica y tan traída deus ex machina platónica, aunque vendría al pelo, si atendemos al significado literal de la misma, que hacía referencia al teatro griego cuando se utilizaba una grúa –máquina- para introducir una deidad en el escenario para resolver cualquier situación dramática de la obra en cuestión representada.  Pues bien, así viene usándose. Lo mismo para un roto que para un descosido, el término, indistintamente se usa para lo que la máquina realiza inteligentemente, y lo que con inteligencia puede realizar un ser humano como organismo peculiar, creemos que siempre diferente del de la máquina.
                Es interesante comprobar que el designio semántico de la palabra organismo (como conjunto de órganos que conforman un ser vivo) derivada del organum latino y del organon griego (instrumento, herramienta, útil, órgano) deja entrever la concepción de un sistema singular.
IA: de la naturaleza de la ciencia y la inteligencia artificial: algunas cuestiones terminológicas., Francisco Acuyo
 A fuer de parecer algo tiquismiquis en esta relación etimológico-lingúistica, insisto en utilizar el lenguaje con propiedad a la hora de establecer analogías, no entraré en este post sobre las cuestiones que relacionan o diferencian a la inteligencia artificial de la que se supone que no lo es (por ser humana), sobre todo porque en principio se establece una diferencia fundamental entre la máquina inteligente y el organismo dotado así mismo de inteligencia y en continuo cambio, y es que hasta la presente aquel organismo evolucionado que llamamos hombre (con conciencia de sí mismo y de lo que le rodea) es el que posee la inteligencia creativa capaz de generar entidades nuevas, como es el caso de la propia máquina portadora de inteligencia artificial. Habrá ocasión para adentrarse en esta cuestión capital y verdaderamente fascinante. Quédense ahora con las aproximaciones terminológicas que deben usarse con mayor propiedad, sobre todo porque llevamos a la confusión no sólo del lego en cuestiones computacionales, sino también del avisado que intenta contrastar con garantías de buen entendimiento las relaciones entre la máquina que calcula, procesa o  acumula información, y el ser humano que, en su ámbito de interacción interpersonal y ambiental bien distinto, es capaz de tener conciencia y de crear, por lo que requeriría de terminología más apropiada; es preciso una seriedad discursiva que, sin duda, irá en beneficio tanto de los investigadores



                                                                                                          Francisco Acuyo






[1] Diccionario de la RAE: Espasa Calpe, edición 22ª, Madrid, 2014.
[2] Nos referimos a psicólogos evolutivos como es el caso de Steven Pinker.
[3] Se compone de inter –entre-, del verbo legere –escoger, separar, leer…, del sufijo, nt, que indica agente, y del sufijo ia, que viene a indicar cualidad.
[4] Acrónimo de Inteligencia Artificial.
[5] Así lo definía Turing tras elaborar su célebre Test (Test de Turing) en el que un juez humano se encuentra en un lugar aislado mientras que en otro se encuentra una máquina y un humano, dicho juez debe descubrir quién es el humano y quien la máquina a través de respuestas escritas que ambos hacen a sus preguntas, estando autorizados a mentir y a equivocarse en sus respuestas.
[7] Diccionario de la RAE, ver nota 1.
[8] Véanse las diferentes acepciones en nuestra lengua.





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