Bajo el título, Una sombra, una ficción, que es el mismo del último libro editado por nuestra querida amiga y admirada poeta Rosaura Álvarez, traemos un nuevo post para la sección, Editoriales amigas, del blog Ancile. Título editado impecablemente por la editorial de la Fundación Jorge Guillén de Valladolid, para su colección Cortaelaire, en su número 90, y que desde aquí recomendamos por la excelsitud de sus poemas y por la primorosa edición con la que nos acostumbra esta querida editorial vallisoletana. Una brevísima muestra damos con estos pocos pero hermosos poemas.
UNA SOMBRA, UNA FICCIÓN,
DE ROSAURA ÁLVAREZ
ATARDECIDA
Porque le hurta la tarde
lo que dice la mañana.
Luis de Góngora
Como espesa humareda en mi retina
que no me deja ver lo ya vivido
y fuese todo un lienzo desvaído
donde el trazo de nada se adivina.
Como orquesta que infausta desafina,
olvidadas las magias del sonido
de un tiempo que es pasado y pulso herido,
de un presente abocado a toda ruina.
Mas tengo los sentidos tan abiertos
al goce de la luz, al suave tacto
de las rosas, el tono en dulcedumbre
de una voz..., que hago duelo los inciertos
y es abismo sin fondo el día exacto
en que mude mi tarde a podredumbre.
TIEMPO ANIQUILADO
(GLOSA)
Impresión de Tigres en el jardín
de Antonio Carvajal
«Al tiempo aniquilado de la quieta hermosura»
me entrego. Puede tanto la palabra ignescente
que me quemo en su llama, mas déjame fulgente
el pasmo de tu verbo, sin sombra ni fisura.
Después, es un silencio de laurel en altura
que solo el ave sabe —clausurada la fuente
que mana de tu mano — , pues no puede la mente
penetrar ardimientos de amor con su cordura.
RITUALES
Para José Manuel Ruiz
Así ruedan los días, alrededor de un gesto.
Rafael Juárez
Cada mañana, me levanto
solícita por un quehacer que oficie
el culto sacro de saber que existo,
disponiendo para ello
los viejos medios superlativos:
memoria, entendimiento, voluntad,
que, sumisos, ayudan
al cotidiano menester:
arreglos del jardín,
paseos alhambreños,
por algunas desposeídas horas
guisados de manjares deliciosos
o, en lirismo endiosado,
leer a Proust o a Juan Ramón,
manchar con lunas de mis noches
los lienzos impolutos;
en el crepúsculo, por la nostalgia,
— sobre piano antiguo — ,
ensoñaciones de Granados.
Y en álgido esplender de mi silencio
—huyendo de mi propia muerte —
buscar el verso puro
que nunca encontraré.
ALTOS MUROS
Para Francisco Acuyo
Muros..., mis altos muros,
mis altas tapias, sois
cerrazón en la carne;
la no luz que enceguece
y duele, y a tientas camino
con ulcerado tacto, sin
saberme,
sin saberos,
sin saber.
Rosaura Álvarez
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