jueves, 20 de febrero de 2025

EL MAL, AROMA DE LA NADA. EL PROBLEMA DEL MAL EN EL MUNDO, DE FRANCISCO ACUYO

Para la sección Editoriales amigas, del blog Ancile. traemos un texto de reflexión que porta el título que la publicación a la que se refiere este post:  El mal, aroma de la nada, el problemas del mal en el mundo, a la sazón último libro publicado de quien suscribe estas líneas y administra este blog. Libro, digo, primorosamente editado por Polibea para su colección La espada en el ágata, y que supervisa Juan José Martín Ramos, a quien le estoy sinceramente agradecido por sus desvelos. Esta título será presentado  en la librería Picasso (Obispo Hurtado, 5) el viernes, 21 de febrero, a las 19.30 horas.
En el acto intervendrán
el editor, Juan José Martín Ramos, que acude a Granada para la ocasión; el catedrático de la Universidad de Granada, Antonio Sánchez Trigueros; y el propio autor del libro, Francisco Acuyo.



 EL MAL, AROMA DE LA NADA.

(EL PROBLEMA DEL MAL EN EL MUNDO)






 

Si para Ana Arendt, una de las manifestaciones del mal en el mundo (el exterminio de judíos en la 2ª guerra mundial), no era sino una muestra evidente de la banalidad del mal en, El mal, aroma de la nada, el sufrimiento abarca un espectro mucho más amplio y se arraiga en las profundidades de la conciencia humana, no tanto en la imposición de este por otro ser humano, como en la presencia inevitable del sufrimiento en el mundo. Es este un ejercicio, en cierto modo, de ingenuidad filosófica: es un poeta el que reflexiona sobre el dolor en el universo en sus diversas y muy complejas manifestaciones.

            Para quien les habla, el sufrimiento es acaso uno de los más grandes misterios con los que tiene que confrontar la estirpe del hombre. Misterio que arraiga en los más hondo de nuestras conciencias y que, paradójicamente, habilita para la aprehensión de otros de los más extraños enigmas como es el fenómeno de la belleza. ¿Cómo pueden convivir el dolor con la realidad incontestable de la belleza manifiesta en la propia naturaleza, tan cruel, muchas veces, en el impulso creativo del artista para generar hermosura en su producto artístico, y un largo etcétera de maneras de presentarse entre tanto dolor esta apreciación consciente de la belleza?

         Conciencia, creación, dolor, belleza, aparecen vinculadas de manera extraña en nuestro tránsito existencial. El dolor parece afinar el sentido, la sensibilidad de nuestra conciencia hacia la profundidad de otros ámbitos de nuestra misma conciencia: la belleza aparece más nítida, la capacidad creativa en no pocos casos, se desborda para buscar una razón de ser, un sentido, incluso una trascendencia. El dolor nos pone alertadel supuesto exterminio de nuestras respuestas naturales del espíritu para evolucionar, crecer e incluso ser creativos ante las adversidades que, sin duda, llegan y llegarán a nuestras vidas de muy diferentes maneras. La poesía, el arte, nos enfrentan y nos inducen de manera integradora, sutil e inherente a nuestra naturaleza y, a un tiempo, transigente a las problemáticas inevitables del sufrimiento, pues nos ayudan confrontar con serenidad el devenir de todas ellas.

Aprendemos del sufrir que, la creación es acción, por lo que resulta tan eficaz y nos ayuda a mantenernos firmes en la aceptación de nuestro dolor o de nuestra felicidad.

 

Decía el poeta Novalis que, cada desastre de la naturaleza es el recuerdo de una patria superior; es por eso que el sufrimiento, en su extraña intercesión, muchas veces es el que inspira a la humanidad a hollar caminos superiores y trascendentes, acaso sea ese el significado más profundo del dolor, que es precisamente, el que fortalece la voluntad para cumplimiento de alivio o de curación.

 

Cuántas veces la ciencia ha impuesto un severo correctivo a la superstición y a la intemperancia de no pocas creencias y folclores varios, pero, antes de proseguir deberíamos hacer una seria reflexión: ¿Es cierto que la edad de los milagros ha pasado, y, por tanto, es menester que admitamos que las cosas se perfeccionan y componen y se realizan por sus propios medios obligados a la ley de la causa y el efecto? Puede que esto no esté tan claro como en el juicio de la razón científica prevalece.  Más allá de la eterna cuestión de si la vida tiene o no sentido, o si merece la pena vivirla en virtud del significado que encontremos en ella, subyace un impulso arrollador que no debe y no puede reprimirse, pues, es paralelo a la dinámica de la vida misma que se resuelve creativamente: debemos realizarnos, conformarnos, en definitiva, ser, y la senda del crecimiento creativo es esencial. Esto nos lo enseña precisamente el mal del sufrimiento.

 

La crisis de la enfermedad y toda la progenie de males que proviene y se engendran de diversas e inconscientes querellas y disensiones, pueden manifestarse en la crisis del creador dando forma a su obra, y esta, resultando auténtica catarsis con la que afrontar su trastorno o la de enfrentar la obra de arte como alivio potencial. Esta energía creativa, que puede ser terapéutica, está fundada en lo más hondo de la conciencia (concepto amplio en el que nosotros incluimos los infamantes procesos inconscientes).

Es en verdad paradójico que, con argumentos más o menos razonables, se haya dicho que el sufrimiento ha sido el que inspiró a la humanidad el sentimiento religioso. Sobre todo, cuando, por otra parte, ha sido el dolor de los justos e inocentes el argumento más utilizado para negar la existencia de Dios. De hecho, desde antaño, el sin sentido del sufrimiento, pongamos de la enfermedad, ha estado en manos de los dioses procurarlo o eliminarlo. Dicho esto, cabría reflexionar si, a día de hoy no nos ata todavía un ancestral vínculo hacia una potencial y enigmática curación natural, que sobrepuja ¿inconscientemente? sus expectativas frente al restablecimiento por mor del método netamente científico.

Este librito no pretende sino dar cuenta de la lógica del dolor y la irracionalidad del mal que, a mí, como a todo ser consciente, ha castigado mi devenir existencial, pero que también ha iluminado aspectos de la vida que permanecían inconscientes. Pero no se  llamen a engaño, si esperan ver en es este título una posición de optimismo metafísico que por cierto ridiculizaba Voltaire en su espléndido Cándido), porque en el discurso del mismo, traslucirá su presencia la angustia, la incomprensión y el sufrimiento porque están patentes y, aunque no se aceptan, sí, sin heroísmo, trato de afrontarlos con la dignidad que me da el poder y la conciencia de distinguir la capacidad de deducir un ethos, una ética, para confrontarlos y superarlos en la medida de lo posible.

No puede ser este un libro de filosofía, fundamentalmente porque no soy filósofo, ni aspira a sistemática de pensamiento alguno tras estas reflexiones, de hecho, es el fundamento poético en el que se radican todos y cada uno de estos pensamientos, aunque incidan lógicamente en el ámbito de la filosofía.

Tengo que confesar, finalmente, que, sin creyente convencido, ha sido la percepción del caos, del sinsentido, del dolor que desgarra nuestras vidas, del hundimiento nihilista más profundo, navegando sin rumbo en las procelosas aguas de la nada, donde he atisbado las hondas contradicciones del discurso racional y de los propios límites inevitables que debe afrontar la ciencia a la hora de dar respuesta a estas inquietantes preocupaciones, las me han llevado, desde su profunda sima, a intuir la luz de una trascendencia que no sé explicar sino es a través del mito y de la indagación de la poesía.

He aquí una semblanza muy resumida de lo que el lector podrá encontrar en la brevedad de estas páginas que conforman este libro y que no quieren sino ser compartidas sin ningún anhelo erudito sino más bien, profundamente poético, que es decir emocional, pero también inocentemente investido con un aura de cierta y muy ingenua trascendencia.

 

 

Francisco Acuyo

 

 

 



2 comentarios:

  1. Felicidades querido amigo. Eres poeta por naturaleza y de gran excelencia. Que esta obra sirva de inspiración y crecimiento estético y espiritual para muchos. Abrazos

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  2. Amigo, el comentario de arriba es mio

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