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Los versos del poeta zamorano Juan Manuel Rodríguez Tobal en la sección de poesía del blog de La noche en blanco de Granada.
JUAN MANUEL RODRÍGUEZ TOBAL Y SU POESÍA
EN LA NOCHE EN BLANCO DE GRANADA
Juan Manuel Rodríguez Tobal (Zamora, España, 1962).
Poeta, traductor y profesor de lenguas clásicas. Ha publicado los libros Dentro del aire (1999, XVII Premio de Poesía Ciudad de Badajoz), Ni sí ni no (2002), Grillos (2003, Premio Internacional de Poesía San Juan de la Cruz), Los animales (2009) e Icaria (2010). Sus traducciones de los poetas líricos grecolatinos conocen varias reediciones en España. Destacan entre ellas las de Catulo, Ovidio, Virgilio, Safo, Anacreonte y Teognis. Preparó una amplia selección de la lírica arcaica griega titulada El ala y la cigarra, así como de la poesía popular del mismo periodo. Ha traducido también a Philippe Jaccottet.
LOS NIÑOS DE MOMPAYO
En primavera mueren los lagartos,
los enfermos de amor
y ciertos árboles.
Los niños de Mompayo,
en primavera,
levantan breves tumbas junto al río
con sus cóncavas manos sin leyenda.
Nunca esperan milagro
de primavera
los niños.
También mueren los pájaros.
(de Dentro del aire)
TUS OJOS
En la orilla del sueño
soñaba yo un paisaje de cigüeñas,
alzadas espadañas y sed rosa.
Bajo el puente del sueño yo soñaba
tus ojos sobre el río, la mirada
del río deshaciéndose en tus ojos,
y el súbito aleteo de la nieve,
y la ronca ansiedad de las colmenas.
En la orilla del sueño
(no la orilla de cal ni de la infancia,
sino orilla del hombre tercera e insegura)
dije adiós a tus ojos como aquel olmo muerto
que agitaba sus ramas a los trenes del sur.
A la orilla del sueño, junto a la vía muerta,
apenas me miraron, tan azules, tus ojos
cuando yo me volvía sin mundo hacia las flores
y era un alba la tierra de savia y carbonilla.
(de Dentro del aire)
LA NIEVE
Miras la nieve ahora
desasida del frío y sus cortezas
y ya no ves paisaje.
Como quien desaprende los aromas
miras su largo hastío,
sus pájaros ilesos,
su asombro en la inminencia del sonido.
Miras
como quien aligera el corazón.
Pero no ves paisaje.
No remontan tus ojos
su lenta soledad inacabada,
su insomne lasitud sin impaciencia,
su amarillo de bienes y abandonos.
Miras la nieve ahora
y miras una brecha en tu mirada.
Nadie la abrió.
El canto se hace en ella.
Un pico que del aire sólo espera
el poso dulce de las lejanías.
(de Grillos)
EL ALA
Inmensa es la extensión
del ala herida.
Tú te adentras en ella.
Atiendes la palabra
que no será por nadie allí escuchada.
Tú dices la ceguera,
la blancura sin lindes
que no conoce sombra de la lluvia.
Saberse así perdido
en esta llama horizontal del canto.
Saberse no encontrado
por más que este sonido,
ebrio de soledad y de certeza,
en la oquedad del cielo
acaso exista.
El ala o el desierto.
Decir.
La huella apenas
que prepara el camino
para los pies del frío.
(de Grillos)
VEÍAMOS CRECER EL FUEGO ENTRE SUS MANOS
Veíamos crecer el fuego entre sus manos.
Era hermoso decir adiós al fuego
como si nunca el fuego fuera a volver a casa.
Era hermoso no arder, no iluminar
con nuestra llama el aire:
era la piedra de la soledad.
Entonces sí era hermoso no saber
ninguna de las formas de la misericordia
para darnos calor.
Felicidades al poeta zamorano!
ResponderEliminarUn cordial abrazo desde Miami.
Jeniffer Moore