Otro título de la Editorial Polibea es protagonista de la nueva entrada de la sección, Editoriales amigas, del blog Ancile. En esta ocasión toca al escritor Toni Montesinos con el título La suerte del escritor viajero, crónicas literarias de Europa y América, dentro de la colección de prosas titulada La espada en el ágata, con un prólogo de José María Conget, el cual nos introducirá en los instantes y espacios más relevantes del autor y del libro que presentamos para esta sección. Recomendamos su lectura que le garantizarán muy buenos momentos de placer viajero y literario. Ofrecemos como breve muestra el capítulo que lleva por título: New York-Baltimore connection.
TONI MONTESINOS,
O,
LA SUERTE DEL ESCRITOR VIAJERO
NEW YORK-BALTIMORE
CONNECTION
A Raquel
ME digo, sentado en el avión que vuela hacia Nueva York, que
el trabajo es amar la ciudad, y lo que salga
al paso. En 1948, E. B. White apuntó que nadie va
allí si no espera ser afortunado, así que el viajero,
el diarista, el amante, el solitario, el que huye para encontrar un orden nuevo, todos en uno -el que ha dejado por escrito su
sudoroso esprín por el aeropuerto Charles de Gaulle para hacer la escala a tiempo-,
sienten de forma inconsciente ese deseo íntimo y previsible. Uno es tan parecido a los demás que hasta el alma se sonroja y la mirada rebosa de timidez; uno es, en definitiva, el mismo visitante
que, diez años atrás, manipulaba su presente
sin futuro y para quien la Gran Manzana representó un paréntesis de euforia y dicha. En aquel junio, en la primera noche en el
hotel Belvedere, a una calle de Broadway y a dos bloques del Rocke-feller
Center, los ojos cansados luchaban por no cerrarse frente al televisor para ver
a Michael Jordan ganar su quinto campeonato de la NBA; pocos días después,
Manhattan parecía una relajada fiesta pueblerina con todo el mundo en la calle
casi hasta la madrugada: familias enteras con sus hijos,
atravesando Times Square en medio de una cabalgata de personajes de
Disney. En el inmaculado Wall Street, las Torres estaban intactas en su doble
autopista hacia el cielo, el hermano gemelo de Woody Allen permanecía dentro de
mi cámara de fotos cruzando una calle y, unas
cuantas millas hacia el sur, Mónica se agachaba en busca de los óvalos de Bill
en el despacho de su imperio. Todo, pues,
seguía el guion imprevisto.
Toni Montesinos, de La suerte del escritor viajero
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