Abundando en la temática de las corrientes utópicas traemos una nueva entrada para la sección, Microensayos, del blog Ancile, con el título: La escuela Sansimoniana: El padre: Prosper Enfantin, del filósofo Tomás Moreno.
LA ESCUELA SANSIMONIANA.
EL
PADRE: PROSPER ENFANTIN
El gran
historiador de la Escuela de Saint-Simon, Sébastien
Charlety, inicia su relato histórico con estas certeras palabras: “Poco menos
que desconocido durante su vida, pese haber pensado y escrito mucho, se hizo
mundialmente famoso después de su muerte, cuando un grupo de hombres recabó el honor de tenerle por maestro único y revelador de
verdades ignoradas, considerándole como un mesías. En su nombre, formularon y
difundieron doctrinas políticas y sociales e incluso una nueva religión. Para
ellos no sólo su vida fue un ejemplo y sus escritos una enseñanza, sino que su
pensamiento les pareció una revelación divina y sus actos tuvieron un valor
simbólico cuya interpretación era de suma importancia para la humanidad”[1].
En efecto, inmediatamente después de
la muerte de Saint-Simón, sus fieles
amigos decidieron realizar el proyecto que había formulado durante a lo largo
de su vida y “predicación”: para ello se dispusieron a crear una publicación
destinada a dar a conocer las nuevas teorías y doctrinas del desaparecido
Maestro. En torno a una revista, “Le
Producteur”, y luego en torno al diario “Le Globe”, se reunieron todos los futuros fundadores de la escuela
sansimoniana (o saint-simoniana), convertida enseguida en “Secta” o “Iglesia”. P.Enfantin (1796-1864) y A.
Bazard (1791-1832), autor de La
doctrina saint-simoniana (1828-1832) manifiesto de la Escuela, fueron sus
primeros guías o dirigentes y un grupo de economistas y de científicos,
procedentes de la “Ecole Polythechnique” en su mayoría, entre los que se
hallaban Auguste Comte, Adolphe Blanqui, Philippe Buchez, Michel
Chevalier, los hermanos Rodrigues, Prosper Enfantin, sus primeros miembros
o seguidores.
A historiar la formación y
vicisitudes de la Escuela sansimoniana dedicó Sebastian Charléty –rector de la Universidad de París de 1927 a
1939 y discípulo de Langlois y Seignobos- una apasionante Histoire du Saint-Simonisme[2], en la que además de pergeñar el
perfil, la figura y personalidad del Precursor de la Escuela, dedica cuatro
libros y más de una docena de capítulos a relatar el origen, desarrollo y
características de la Escuela, así como a exponer sus múltiples avatares, la
esencia de la doctrina y su transformación en Iglesia o Secta, con unos
sacerdotes, un orden jerárquico, una dogmática, un culto, unos rituales y
ceremonias, además de uniformes, divisas, himnos e incluso una especie de
sacramentos (iniciáticos, funerarios,
matrimoniales). La Escuela Sansimoniana
se fundó en 1828-1829 con el objetivo de difundir sus tesis y doctrinas no sólo en Francia, sino
fuera de ella hasta aproximadamente 1870. Sus miembros, dirigidos por “El Padre”,
Prosper Enfantin, y por A. Bazard,
asumieron actitudes sectarias, espectaculares y extravagantes que les restaron
arraigo popular y simpatía social: promovieron numerosos viajes al Oriente,
establecieron una liturgia y unas ceremonias
pintorescas (inspiradas en los ritos masónicos y carbonarios).
Adoptaron, como distintivo del grupo una especie de llamativo uniforme
(chaqueta azul clara, pantalón blanco, chaleco blanco abotonado por la espalda,
que implicaba la necesidad de contar con la “colaboración de los demás hombres”).
En el chaleco escribían sus nombres con letras rojas, con el fin de establecer
que cada individuo era responsable de sus actos.
La figura más estrafalaria,
excéntrica y atractiva de la Escuela-Secta fue, sin duda, El Padre, el
Pontífice-Máximo, Prosper Enfantin, un
joven discípulo de Saint-Simon “de
frente despejada, negra barba, cabello largo y mirada magnética”, como
nos lo describe Dominique Desanti[3]. Procedente de la Escuela
Politécnica, puede considerársele una especie de partidario de la no violencia, “precursor del “flower power” y
de los hippies que aproximadamente 130 años más tarde se extenderán por las
orillas del Pacífico, en la región más opulenta de Estados Unidos. Organizador
del Colegio-Escuela, fue partidario decidido del valor del esfuerzo y del
trabajo, que permiten el progreso y la comunicación entre los hombres y opuesto
a cualquier forma de ociosidad. Impulsó, como antes señalábamos, numerosas
empresas filantrópicas y altruistas por Oriente y el norte de Africa para hacer progresar a la Humanidad, fomentando el amor, la paz, la comprensión
y comunicación entre los pueblos, sin estar
financiados por gobierno alguno (como las ONG actuales). El movimiento
sasimonista fue, en consecuencia, pródigo en mártires. La lista de víctimas del
cólera entre sus miembros fue espantosa: cuatro médicos, once ingenieros o
técnicos, todos competentes y muy conocidos.
Coexistió en la doctrina o ideología
sansimoniana una mezcla de ciencia y de fantasía, de predicción científica y de
profetismo mesiánico e iluminado: los sansimonianos alternaron experiencias
utópicas y monacales con iniciativas empresariales y actividades políticas;
alentaron ideales humanitarios y reivindicativos, como la emancipación de la
mujer, que según Enfantin se encontraba
por aquel tiempo “en una situación de
inferioridad intelectual, moral y física”; y, sobre todo, emprendieron
proyectos y empresas “científico-técnicas” de gran calado y ambición como la Fundación de la “Societé
d'Etudes du Canal de Suez” (1840), la colonización de Argelia (1840-42), o la
construcción de ferrocarriles, canales, carreteras por Europa y Oriente (El Cairo y el Alto
Egipto). Intentaron, a la vez crea/fundar una nueva Religión (mediante la
transformación de la Escuela o Colegio
sansimoniano originario en una auténtica Iglesia), anunciando incluso la
llegada de la Mujer-Mesías (tal vez influencia del culto comtiano a la mujer
como “Prêtesse spontanée de l’Humanité”). En muy poco tiempo se difundieron por
doce circunscripciones obreras en París, cinco Iglesias en Francia; Bélgica y
Argelia e Inglaterra, también las tendrán. A partir de la segunda mitad del XIX
las ideas de Saint-Simón y de la Secta sansimonista eran ya conocidas y
comentadas en Alemania, en los países del Mediterráneo, Italia, Suecia y en
América del sur (Brasil), Las Antillas. Su influencia llegó hasta Rusia.
Miembros notables de la Iglesia
fueron los banqueros Rodrigues (Olinde y Eugène) y los Pereire, el poeta León Halévy, el político Hippolyte
Lazare-Carnot el periodista Michel Chevalier, el industrial Armand Bazard, el
matemático y Politécnico Abel Transon, el músico Felicien David autor del himno
de los Industriales y del de la secta (en Menilmontant), el abogado Duveyrier,
el banquero Arlés Dufour y numerosos ingenieros, científicos, empresarios,
financieros etc. También pertenecieron a la Escuela y luego a la Secta-Iglesia
mujeres –fascinadas por el Padre- desde Claire Bazard, Cecile Fournel, Aglaé
Saint-Hilaire o Jeanne Deroin, hasta Pauline
Roland, Eugénie Niboyet y Suzanne Voilquin.
La unidad y cohesión de grupo empezó
a resquebrajarse en el seno del Consejo Supremo (Enfantin-Bazar-Rodrigues y
Claire Bazard) a partir de 1831 como consecuencia de profundas discrepancias
doctrinales relativas a la moral sexual y prácticas relacionadas con escándalos
o aventuras amorosas en el seno del Colegio, protagonizadas preferentemente por
“El Padre” Enfantin. Claire Bazar y su esposo Armand abandonaban
definitivamente a causa de ello la
Iglesia. Entre finales d 1831 y principios de 1832, los discípulos más notorios
abandonaron ruidosamente al Maestro.
Se les
abrió un proceso judicial y Enfantin, Chevalier y Duveyrier fueron condenados a
un año de prisión, Olinde Rodrigues y Barrault sólo fueron multados. Los
restantes miembros del grupo perdieron su cohesión interior y se dispersaron.
Dominique Desanti concluye su
evaluación de la influencia de la Secta/Iglesia y su legado y proyección
histórica con estas palabras: “En consecuencia, Saint-Simon tuvo una doble
posteridad, por una parte, desde los financieros y consejeros del Imperio a los
“neo-radicales” de 1970; por otra (aunque estos discípulos constantemente
llevaron a cabo una síntesis entre Saint-Simon y Fourier) desde la familia y el
Colegio a los matrimonios colectivos de Escandinavia y las comunidades
no-violentas de california. Aunque unos y otros con el tiempo han sufrido la
influencia de los cooperativistas anarquistas, de Proudhon y de los comunistas
que enlazan con Babeuf, Buonarroti y Cabet. Toda esta abigarrada y múltiple
descendencia, desde finales del siglo XIX hasta la segunda mitad del siglo XX,
fue contrarrestada por al descendencia de Marx”[4].
TOMÁS MORENO
.
[1] Sèbastien Charléty, Historia del Sansimonismo, Alianza
Editorial, Madrid, 1969, p. 9.
[2] Ibid.,
[3] Dominique Desanti, Los socialistas utópicos, op. cit., p.
123.
[4] Dominique Desanti, Los socialistas utópicos, op. cit., p.
124-125.
No hay comentarios:
Publicar un comentario