Para la sección de Ciencia del blog Ancile, traemos un nuevo post que lleva por título: La cantidad medible y el entendimiento de la realidad, para seguir con anteriores reflexiones sobre la naturaleza de la realidad.
LA CANTIDAD MEDIBLE
Y EL ENTENDIMIENTO DE LA REALIDAD
En tiempos donde la verdad de lo
que presuponemos real reside únicamente en el factor contable, y cuyas
cantidades se expresan y entienden como el exclusivo lenguaje del verdadero conocimiento, no obstante, parece no concluir o satisfacer las necesidades del espíritu del que indaga con
el celo suficiente para satisfacer su afán, más profundo, más genuino de
significados y de entendimiento. Así puede decirse que en esta inquietud tiene
su origen este nuevo espacio de reflexión que ofrecemos en este lugar de cavilación y advertencia.
En
otros momentos y espacios de este soporte hubimos de cuestionar los conceptos y
presupuestos convencionales de la materia misma, fundamento de todo
conocimiento científico, cuyo basamento primordial serán las estructuras abstractas
de la matemática y de la misma física. Que dichos fundamentos sean
estructurados y explanados desde la abstracción no deja de resultar paradójico,
en tanto que será la conciencia, la mente, la(s) que en definitiva den fe de
vida a través de sus datos estadísticos y contables de los supuestos objetos
que se sitúan fuera de la conciencia misma.
Se
nos dice que la ciencia, sin embargo, funciona a la perfección para la
descripción y medida del mundo, que se nos ofrece como algo exclusivo e
independiente de la conciencia misma, abstracta, que mide y estructura en
modelos matemáticos y físicos para su comprensión y correcta medición, cuyos
datos, decimos, son fundamentales para la comprensión de lo que la realidad
(¿objetiva?) natural sea.
Entonces,
visto lo anteriormente expuesto, ¿por qué restringimos o reducimos todo al
ámbito espacio temporal? Acaso para poder tener unos parámetros contables
mediante los que medir lo que supuestamente sea la materia como estructura de
la realidad organizada estadísticamente, donde el sentido y los significados no
tiene ninguna relevancia.
Este
reduccionismo es muy gráfico en lo que estimamos como realidad humana que, como
todos creemos saber, es una entidad material biológica estructurada a través del
ADN, módulos cognitivos, masa cerebral, neuronas, sinapsis o señales eléctricas,
etc… que serán, en definitiva, el origen del fenómeno más extraño inmaterial, la conciencia.
En
verdad que cuando tratamos de expresar mediante nuestras herramientas
lingüísticas la realidad del mundo, encontramos no pocas dificultades para
entender cómo es posible, no ya que reconozcamos la realidad a través de las
diversas computaciones y cálculos de la más diversa índole, sino que no nos
interroguemos sobre la funcionalidad de aquél adminículo fundamental mediante
el que contamos y con el que podemos hacer muchas más cosas, claro esta que es
la conciencia y su enigmática naturaleza.
El
positivismo empírico racional ha impuesto sus directrices de interpretación en
datos, datos sensoriales cuantificables que se imponen linealmente en los
parámetros de la triunfante ciencia contable moderna.
La cuestión ha
debatir será, si en verdad estamos ante una herejía para la supuesta infalibilidad
de la ciencia si planteamos tan sólo la intención de explicar algo material y
no tan claramente material como la conciencia, fuera de los parámetros de la
estadística y la medición reduccionista de la materia, olvidándonos que esta
contabilidad pretende ante todo ofrecer una realidad pragmática que, no tiene
por qué ser exacta o exhaustiva, que sitúan a la conciencia (como herramienta
de interpretación estructural y estadística) al margen de los parámetros
contables fundamentales como son el espacio y el tiempo.
De todo ello
trataremos de dar cuenta con más detalle en el siguiente post del blog Ancile.
Francisco
Acuyo
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