martes, 25 de junio de 2024

EL MUNDO MÁS ALLA DE LA REPRESENTACIÓN VOLITIVA: LA SINESTESIA

 Para la sección de Ciencia del blog Ancile, traemos un nuevo post en el que se insiste sobre las muchas singularidades de la sinestesia, y todo bajo el título: El mundo más allá de la representación volitiva: la sinestesia.


EL MUNDO MÁS ALLA DE LA REPRESENTACIÓN

VOLITIVA: LA SINESTESIA



El mundo más allá de la representación volitiva: la sinestesia. Francisco Acuyo


 

Recuerdo que al inicio de mis modestas investigaciones sobre el fenómeno sinestésico, hubo de venírseme a la memoria una apreciación de uno de mis filósofos predilectos, Schopenhauer, que advertía que lo apreciado como objeto (discreto) por nuestros sentidos (en lo que hoy entendemos como continuo espacio tiempo), no era sino una representación voluntaria y subjetiva de aquel que observaba; de lo puede inferirse, que la conciencia no solo se manifiesta de manera personal, sino que en el trasfondo original es transpersonal. Al margen de que se pueda o no estar de acuerdo con esta singular apreciación del mundo, es muy interesante caer en la cuenta de que las percepciones son realmente paradójicas, sobre todo si las atendemos a través de la sinestesia, porque llegan incluso a fundirse o trasponerse con emociones o estados similares que ya no se distinguen claramente en el dominio de lo netamente sensorial de los colores o de los sonidos. Muchos pueden ser los ejemplos en poesía que identifican experiencias profundamente abstractas (el amor, el miedo, el deseo...)  con determinadas experiencias perceptivas sensoriales.[1]

El mundo más allá de la representación volitiva: la sinestesia. Francisco Acuyo
                Que la apreciación inexacta del mundo que tenemos favorece nuestra propia supervivencia, es un hecho, por lo que reconocemos que en modo alguno se nos muestra la realidad del mundo de manera veraz. Cuando surge la experiencia sinestésica, aquellos signos e iconos de aproximación a la realidad, dejan de funcionar y la codificación perceptiva (convencionalmente aceptada) se diluye en un magma aparentemente difuso, donde la fusión y la transformación y la proyección de un sentido en otro es la norma no escrita que rige nuestra cognición de lo que nos rodea. Aquellos indicadores sensoriales que nos representan se decodifican para mostrarnos una realidad no sujeta a aquellos patrones convencionalmente aceptados, ofreciendo una ventana, inopinada muchas veces, sobre la realidad que hay ahí fuera, más allá de los ajustes convencionales que estructuran nuestros códigos de interpretación del mundo.

                Por todo esto, en cuanto vi lo que proporcionaba la sinestesia para el entendimiento de la propia conciencia, pude darme cuenta que lo que exponía dicho fenómeno, era algo insólito, al menos a primera vista, a saber: que el entorno representado y que consideramos común, no era ni es tan sustancial como imaginamos. La representación de nuestros signos convencionales no debe considerarse como la realidad misma que representan. Esto no es nuevo. Pero sí lo es, que sea una apreciación aparentemente caótica (como es la de la sinestesia), la que nos ponga acaso en el lado más verídico de la realidad.

El mundo más allá de la representación volitiva: la sinestesia. Francisco Acuyo
                Hay quien afirma, y nos puede sorprender su apreciación, que cuando se extrema en el intento de apreciar la realidad surgen semblanzas extravagantes, sobre todo si  el que intenta acceder a ella es matemático: donde será dicho aparato aparato es el que aporte la realidad del mundo, desde luego más que la supuesta estructura material (átomos, protones, neutrones…).[2]  Aceptar esta afirmación supone  convenir que el universo no es más que una suerte de entidades abstractas que interaccionan entre sí, y por lo tanto, que en realidad, el cosmos en última instancia es información. Será pues la materia un producto que surge del mero procesamiento de la información.

                La visón anteriormente referida, hubo de chocar, a mi juicio, frontalmente con la fenomenología muy singular que ofrece la sinestesia, la cual, en su peculiar percepción y asistencia para el entendimiento de nuestra propia conciencia y su lugar en el mundo, expone que, en realidad aquella información no es una entidad en sí misma, pues, eludir el elemento percibido (como mera proyección abstracta de información) es sin duda una contradicción inconsistente: es como decir que hay olas pero no hay mar ni viento que la consista. Las cualidades de nuestra experiencia son las que dan consistencia y sentido y significado a aquellas percepciones que, no obstante, avisan no solo de una mente personal del que observa y percibe, acaso de algo más, consciente o supraconsciente, que interactúa en la percepción.

                Todo esto nos lleva a una necesaria interrogación: ¿cómo es que el razonamiento lógico, matemático, se proyecta en el universo, en la naturaleza que reconocemos y en la que vivimos? Esta interrogante, muy antigua, por cierto, se presenta hoy a ¿la luz nueva? de una posible respuesta que conecta el mundo de la abstracción y el de la percepción, y de la que da muy buena cuenta la sinestesia en momentos estelares, por ejemplo, en ámbitos como el de la poesía.

                De esto iremos dando cuenta en próximas entregas de este blog Ancile.

 

 

Francisco Acuyo



[1] Acuyo, Fisiología de un espejismo

[2] Tegmark, Max: Nuestro universo matemático: en busca de la naturaleza última de la realidad, Bosch, Barcelona, 2018.



El mundo más allá de la representación volitiva: la sinestesia. Francisco Acuyo


viernes, 21 de junio de 2024

LA NOCHE Y EL ESPÍRITU EN LOS CAUCHILES DE LA ALHAMBRA

  Para la sección de Poesía del blog Ancile, traigo un poema inédito que porta el título de: La noche y el espíritu en los cauchiles de la Alhambra.


 LA NOCHE Y EL ESPÍRITU 

EN LOS CAUCHILES DE LA ALHAMBRA



La noche y el espíritu en los cauchiles de la Alhambra. Francisco Acuyo



   Esta voz familiar que entre los cauchiles canta
y que, de un cuerpo impuro diríase escapó nueva
y para siempre blanca, no es de nadie pues, garanta
belleza más allá de cualquier voz que se atreva
a fingir cristalina ser de agua su garganta.
   
    El no ser de tu voz es pureza en el defecto
de aquello que existe pues, aspira a ser fuente
que corre de belleza: que viaja y será efecto 
sin causa, si en el agua brilla y suena corriente
que el límite infinita dibujó en su trayecto.

    Reciben el caudal las acequias de señales llameante,
y retratos dibujan de fuego sobre el agua
las estrellas que enciende vivas su semblante:
de azur y de oro ardientes el espíritu fragua
y moldea en el yunque de un tiempo sin instante.

   


Francisco Acuyo



La noche y el espíritu en los cauchiles de la Alhambra. Francisco Acuyo





martes, 18 de junio de 2024

LA SINGULAR ORGANICIDAD (ANALÓGICA Y RELACIONAL) DE LA SINESTESIA

 Como es del todo ostensible, mi interés por el fenómeno sinestésico no decrece, más bien al contrario, cada vez que más atención se le presta, más fascinación produce, por eso, este nuevo post para la sección de Ciencia del blog Ancile, ocupa este espacio, bajo el título: La singularidad organicidad (analógica y relacional) de la sinestesia.


LA SINGULAR ORGANICIDAD 

(ANALÓGICA Y RELACIONAL) DE LA SINESTESIA


 




Si bien las hipótesis puestas en boga por la mecánica cuántica, contradicen las intuiciones científicas que no aceptan la existencia del mundo físico como resultado de nuestras propias mentes, el fenómeno sinestésico parece advertirnos de lo contrario. Podemos deducir de su fenomenología que, en realidad, las cantidades físicas absolutas no existen como tales, aunque todo ello nos lleve a participar de un mundo nuevo de incertidumbres sobre la misma estructura de la realidad.

                Si la percepción sinestésica nos advierte que la información que aporta una sensación de estas características es relativa, debemos plantearnos ¿a qué es relativa?: de un color  a un sonido, de un sabor a una sensación táctil…. Si la propia sinestesia evidencia que no hay absolutos para cuantificar la intensidad de una percepción y su fusión o derivación a otra, nos deriva a la necesaria consideración de que las cantidades de dichas cualidades (cualias) no son reducibles a cantidades absolutas físicas, de donde cabe una deducción cuando menos asombrosa: el conocimiento de la realidad del mundo no puede comenzar en lo que entendemos ordinariamente por materia, sino que deviene de nuestras propias percepciones.

                Infería en alguna ocasión anterior,[1] que si bien la percepción es algo real, también lo son los pensamientos y abstracciones de ellos deducibles y que, inevitablemente, las denominadas abstracciones sinestésicas, no son más que manifestaciones de la relación de la percepción con el pensamiento, exponiendo una cuestión también muy interesante, a saber, que ambos, pensamientos y percepciones, deben ser por deducción lógica en esencia mentales.

                En virtud de lo inferido, no nos queda más que volver a interrogarnos sobre qué es la realidad y cuál su estructura. Lo que ciertamente me estimula en mis indagaciones sobre el fenómeno sinestésico en su amplio campo de manifestaciones (artísticas, sobre todo), de que las magnitudes de las que nos preciamos de ser conscientes no pueden ser sino relativas para el observador. ¿Supone esto que necesariamente vivimos en un ámbito físico ilusorio? Para el sinésteta, en cierto modo, es así. Pero lo más interesante es que para el artista sinésteta no hay ningún problema o contradicción, porque acepta el mundo como algo no es describible cuantitativa y absolutamente.

                Para el científico esto plantea, sin embargo, una problemática, al menos en la convención de su metodología, porque sería aceptar que la cualidad física no será más que una representación cognitiva. El mundo como representación, que una vez describió el gran Arthur Schopenhauer, viene a ser una referencia muy interesante. La voluntad del sinésteta será la que haga realidad esta relación, transposición de lo que convencional y absolutamente percibimos. Serán, en fin, estados (enigmáticos) mentales los que producen la realidad del fenómeno sinéstesico que, no puede separarse de una conciencia que no acabamos de entender en el mismo ámbito científico. El proverbial problema difícil de la conciencia, toma una perspectiva muy singular desde la óptica del sinésteta.

                Pero, ¿qué tiene de real la sinestesia en el mundo de la objetividad convencional, materialista, positiva de la realidad? ¿Encierra algo digno de considerar para el mejor entendimiento de lo que entendemos por realidad y conciencia del mundo?

                Intentaremos dar alguna noción al respecto en próximas entregas del blog Ancile.

 

 

Francisco Acuyo

 

 

 

 


 

 



[1] Acuyo, F.: Fisiología de un espejismo,

viernes, 14 de junio de 2024

LA REALIDAD SINÉSTESICA Y LA NO CONTEXTUALIDAD DE LA OBSERVACIÓN

 Sobre el siempre fascinante mundo de la sinestesia, traemos un nuevo post para la sección de Ciencia del blog Ancile, bajo el título de : La realidad sinestésica y la no contextualidad de la observación.



LA REALIDAD SINÉSTESICA 

Y LA  NO CONTEXTUALIDAD DE LA OBSERVACIÓN






Las categorías conceptuales que codifica nuestro lenguaje están vinculadas a la percepción del mundo, y acaso se ven expresas de manera especialmnte evidente en el ámbito del lenguaje poético, a través de las analogías, las metáforas… y sobre todo en la sinestesia. Las categorías relacionadas a las convenciones que acabarán implicadas en el ámbito de los mismos cualias, sean colores, sonidos, expresiones faciales…., pone claramente en duda la objetividad de lo dado por hecho en relación a aquellos por la misma ciencia.

La sinestesia ofrece un panorama (a través fundamentalmente del lenguaje poético) que resultará inquietante para el positivista científico, cuya objetividad de los objetos observados (y sus valores deducidos), ya no parecen tan claramente determinados, la percepción, o lo que es lo mismo la observación bien puede dar al traste con la exactitud y determinismo ilustrado que se ha conformado como estructura fundamental de la realidad.

Para el poeta (también para otros artistas), no parece tan claro que el resultado de una observación -percepción- no deba depender de otras observaciones separadas pero simultáneas en el resultad artístico de sus creaciones. Una percepción convencionalmente relacionada a un determinado color, sabor, sonido…  puede también ser la fusión o entrelazamiento- de varios sentidos, quizá a la búsqueda de uno solo, globalizador, que ponga de relieve la realidad creativa, que bien pudiera estar en un ámbito distinto al convencional: pues pone en cuestión la realidad causal misma, donde el espacio y el tiempo perceptivo no comparten las mismas cualidades fenoménicas que deducen la ciencia y filosofía positivistas y  tradicionales.

Resulta fascinante que el fenómeno sinestésico sea una muestra del perturbador aviso que hace la mecánica cuántica sobre la naturaleza de la realidad, haciéndonos una no menos inquietante sugerencia sobre la propia naturaleza de lo que percibimos, si es que en verdad la realidad depende de la mente, de la conciencia que percibe.

De hecho, el que interpreta el fenómeno sinéstesico se resiste a una explicación naturalista del mundo, pero con la singularidad de que el sinésteta participa de una conciencia que es una respuesta a sus propias observaciones que, acaso, va un paso más allá de lo que entendemos como una conciencia particular, identitaria, personal o individual. O lo que es lo mismo, que las observaciones del sinésteta ponen en evidencia que dichas observaciones no son deterministas e impredecibles, el fenómeno sinestésico se sitúa en un espacio causal indeterminado manifestando en la fusión o el entrelazamiento de la percepción de los sentidos una suerte de sincronicidad que da origen, a través del proceso creativo aleatorio, de un orden psíquico manifiesto en la obra de arte sinestésica.

El mundo de los cualia, donde se mueve la sinestesia, pone de relieve que no hay cantidades absolutas y determinadas, porque depende del observador sinésteta su traducción observacional.

Todo esto que se ha relatado infiere consecuencias que no solo afectan al ámbito de dicho fenómeno sinestésico, sino que tiene mucho que decir sobre la consideración que tengamos sobre la realidad y la conciencia, de esto seguiremos indagando en próximas entradas del blog Ancile.




Francisco Acuyo





miércoles, 12 de junio de 2024

LUNA DE ABRIL, UN LIBRO DE DUELO Y LITERATURA

Me complace ofrecer para la sección de Editoriales amigas la noticia de la reciente aparición del libro: Luna de abril, un libro de duelo, editado por la editorial Tleo, bajo los auspicios de Teléfono de la Esperanza de Granada. Publicación que nos opone de manifiesto cómo la literatura puede ser una herramienta  terapéutica de primera magnitud. En este ejercicio de arteterapia, los autores ponen de manifiesto que, a pesar del dolor de la pérdida, es posible trazar un camino de significado en sus vidas. Adjuntamos un texto orientativo de los contenidos y la tarjeta de presentación del libro, que tendrá lugar el viernes, 14 de junio a las 19.00 horas, en el Cuarto Real de Santo Domingo, en la Plaza de los Campos, 6, 18009 Granada.


LUNA DE ABRIL, UN LIBRO DE DUELO Y LITERATURA





El duelo, la reacción de nuestra mente a la pérdida, el proceso psicológico que sigue a la muerte de un ser querido, es la materia en la que se sustenta “Luna de abril”, un libro de cartas, versos y prosas en el que participan Bárbara Lázaro Esparcia, Esther Nievas, José María Medina, Juan Vellido, Lourdes Villegas, Paola Rueda Rodríguez y Rosa Martínez Pintor. Todos ellos integrantes de un grupo de duelo dirigido por la psicóloga Cristina Morales del Castillo, del “Teléfono de la Esperanza” de Granada.

Se trata de breves testimonios, textos en prosa y poemas, que cada uno de los autores  ha dedicado a su familiar fallecido, a modo de terapia creativa y curativa y, a la vez, como sentido y hondo homenaje a los ausentes.

Asimismo, el periodista Juan Vellido, coautor de estos textos, dedica parte de su prosa y poética a cada uno de los familiares homenajeados en este volumen.

El libro, de 52 páginas a todo color, se completa con fotografías de las personas a las que se rinde homenaje, y se acompaña de una dedicatoria firmada por los siete autores, así como de un prólogo de la psicóloga Cristina Morales del Castillo, del “Teléfono de la Esperanza” de Granada.

Publicado en edición no venal por el sello granadino Editorial Tleo, con diseño de cubierta y maqueta a cargo de TADIGRA, e impreso en los talleres de “La Madraza”, este volumen debe su título, según explican los autores, al carácter etimológicamente “luminoso” de la luna, como metáfora del renacimiento constante de la noche y el día, de lo que se queda y de lo que se transforma; y abril como alegoría del tiempo en que la tierra deja brotar las plantas, la flores y la vida; una parábola, pues, de superación del duelo, de vuelta a la vida tras la pérdida.



De izquierda a derecha: José María Medina, Juan Vellido, Cristina Morales (psicóloga), Bárbara Lázaro,
Rosa Martínez, Esther Nievas, Lourdes Villegas y Paola Rueda, autoras del libro.


De izquierda a derecha los autores del libro:: Rosa Martínez, Paola Rueda, Esther Nievas, Bárbara Lázaro,
Cristina Morales (psicóloga),Lourdes Villegas José María Medina y Juan Vellido.





Duelo y homenaje

 “Luna de abril” es un homenaje a Antonio Pineda, David Medina, Esther Huertas, Jerónimo Rodríguez, María Jesús de Sande, María del Carmen Rodríguez, y Pepi Esparcia.

 Los autores señalan en la dedicatoria:

 “Este libro ha sido escrito por y para nuestros familiares ya ausentes. Para nuestros familiares fallecidos, pero no desaparecidos ni lejanos ni ajenos  a nuestra existencia o a nuestros anhelos de cada día. Va por ellos esta memoria y estas palabras y estas lágrimas. Y este llanto inagotable que nos surge de sabernos vivos, a pesar de que se nos ha ido acaso lo más importante de nuestras vidas. Va por ellos el silencio obligado, cuando nuestra voz tiembla y hemos de callar hasta que se nos deshaga el nudo que nos oprime. Va por ellos, por lo que nos hicieron sentir y percibir, por hacernos partícipes de su mundo, de su ideario, de sus emociones y de la certeza de vivir en plenitud. Va por ellos, porque nos hicieron ver los misterios de la vida y de la muerte. Va por ellos, porque por ellos nos hemos conocido, por ellos rubricamos esta dedicatoria y por ellos firmamos estas epístolas y estos versos y estas palabras entregadas y vencidas". Luna de abril" surge, pues, a partir de la experiencia ejercitada durante doce semanas en un grupo de duelo del "Teléfono de la esperanza". Y en la certeza, -aseguran los autores de este libro- de que la escritura, dirigida o canalizada hacia las personas fallecidas, puede actuar como elemento curativo o, al menos, paliativo del sufrimiento que el duelo acarrea a quienes lo padecen".  







 



martes, 11 de junio de 2024

LA AGONÍA DEL PENSAMIENTO Y LA FILOSOFÍA Y LA IRRUPCIÓN DE LAS TECNOLOGÍAS DE LA INFORMACIÓN

 Bajo el título de: La agonía del pensamiento y la filosofía y la irrupción de las tecnologías de la información, traemos una nueva entrada para la sección de Ciencia del blog Ancile.


LA AGONÍA DEL PENSAMIENTO Y LA FILOSOFÍA

Y LA IRRUPCIÓN DE LAS TECNOLOGÍAS 

DE LA INFORMACIÓN


 




Si es cierto, como decía Sloterdijk, que la filosofía, desde hace un siglo, se está muriendo, pero que no puede hacerlo porque todavía no ha cumplido su función,[1] y si en verdad los grandes temas que poblaron los dominios que parecían inmarcesibles de la filosofía, ahora no son sino vuelos que ensayan sólo los marginados, que deben incluir al filósofo, al teólogo, al sociólogo (¿puede que también al poeta verdadero?), nos enfrenta ahora a la irrupción de la mayor potencia de registro de datos traducidos a conocimiento que jamás a conocido la humanidad, y cuyo referente más ilustre y también más inquietante es la IA.

    La philia, el amor al saber, producto de la reflexión y la indagación intelectual y emocional, parece diluirse para socavar los fundamentos más profundos de nuestras conciencias indagadoras de la verdad, pues esta ya no tiene relevancia si, al final, como todo indica, lo interesante es el poder. Hoy empezamos a caer en la cuenta de algo acaso nunca antes siquiera imaginado; que ese poder derivado del conocimiento bien podría estar ya en manos que no son humanas.

    Pero esto no es lo peor. Puede que lo catastrófico devenga de que dicho poder está en las cínicas manos de las ideologías que gobiernen ese poder. ¿Cuándo, como ahora, hemos estado en tamaño peligro de que todo el aprendizaje de ese inmenso acervo conocimiento vaya inevitablemente a la nada? Cada vez son más los que presuponen que no hay necesidad de saber nada y de indagar en la verdad de ese saber, la escolástica ha llegado a su fin, los problemas serán solucionados por quien tiene todo el conocimiento, la IA.

    Aquella época ilustrada que encontraba su fundamento en la célebre dialéctica del entendimiento y la sensibilidad hasta el desgarro[2], está ya en muy serio peligro de extinción. De hecho, el proceso de pensar lo sensible tiene construido el patíbulo perfecto para la ejecución final de la conciencia perceptiva y experimental. No es que no haya ruptura entre pensamiento y sensibilidad, es que ambas quedan diluidas en el procedimiento de datos que nos ¿facilitan la vida?, ¿para qué acarrear el dolor por la comprensión de lo indagado intelectual o emocionalmente, si todo ya está elaborado, masticado y prácticamente engullido por el procedimiento de prácticamente infinito número de datos que nos han de trasladar un supuesto conocimiento? Bien es cierto que, si reflexionamos un poco, el peligro no radica tanto en que tengamos que hacer un esfuerzo por distinguir la vida y su realidad experimental con la virtualidad de la IA, sino que esta última engulla definitivamente el ser y el estar del que quiere saber por sí mismo.

    La vieja dicotomía entre razonar y sentir está perdiendo su sentido, y aunque algunos sabemos que ambos son inseparables, también comprendemos que dicha dicotomía está apunto de desaparecer por no por el reconocimiento de que la physis y el logos operen conjuntamente, sino porque han sido absorbidos por la mayor máquina de mendacidad nunca antes conocida que ofrece el monstruo de la base de datos y emulación de realidad que amenaza con disolver lo más genuino de cualquier criatura consciente, la crítica como útil fundamental para la búsqueda de la verdad. Me parece evidente que nunca antes hemos tenido un momento en la historia de la humanidad en que este juicio crítico este más ausente y por tanto en peligro. ¿no estamos ya en un proceso de autorrenuncia a este fundamental ejercicio crítico? ¿qué factor ejercerá estas tecnologías de la información en aquella autorrenuncia?

    Veremos en próximas entregas del blog Ancile algunas nuevas aproximaciones a esta peligrosa situación.

 

 

Francisco Acuyo



[1] Sloterdijk, P.: Crítica de la razón cínica, Siruela, Madrid 2019, pág. 13.

[2] Ibidem, pág. 19.




viernes, 7 de junio de 2024

EL IMPERIO DEL DATO QUE GOBIERNA EL PROCESO DEL CONOCIMIENTO: LA DISOCIACIÓN DE LA CONCIENCIA VIVA EN LA MECÁNICA DEL DATO.

Creí que dejaría las reflexiones sobre las nuevas tecnologías en relación a la irrupción inusitada de la IA en el ámbito del conocimiento en la actualidad, pero debido a algunas preguntas y dudas de lectores de este blog, consideré oportuno abundar un poco más sobre todo esto. Así, para la sección de Ciencia del blog Ancile, traigo un nuevo post que lleva por título: El imperio del dato que gobierna el proceso de conocimiento: la disociación de la conciencia viva en la mecánica del dato.


EL IMPERIO DEL DATO QUE GOBIERNA

 EL PROCESO DEL CONOCIMIENTO: LA DISOCIACIÓN

 DE LA CONCIENCIA VIVA EN LA MECÁNICA DEL DATO



El imperio del dato que gobierna el proceso de conocimiento: la disociación de la conciencia viva en la mecánica del dato. Francisco Acuyo


Que vivimos una suerte de peculiar disociación de la conciencia personal con la irrupción extraordinaria de información en la actualidad, es algo que a mi juicio empieza a ser indiscutible. La IA, en los ámbitos del conocimiento y de la creación, están imponiendo su ley a través de la ilusión de la emulación de procesos creativos y emocionales que acaban traduciéndose en los algoritmos supuestamente capaces de generar poesía, pintura, música… diluyendo el ingente acervo de datos que procesan con el espíritu de la emoción y la experiencia vital que impulsan el verdadero proceso creativo, y que se funda en la propia vivencia personal del individuo.

            La IA como un proceso disociativo del pensamiento y de la conciencia que trasciende la emulación de lo vivo y que lo refiere a lo mecánico que configura la máquina de datos, es algo que está tomando forma, a mi jucio, peligrosamente. ¿Llegaremos a confundir la personalidad humana con la manifestación de la mímesis del algoritmo que quiere emular la mente?  ¿O, acabaremos, con mucha suerte, de aceptar dos identidades mentales, cuya existencia dual estará sostenida por el desarrollo de la propia IA? ¿O, acaso, acabaremos por no distinguir la identidad mental natural, absorbida por la IA?

El imperio del dato que gobierna el proceso de conocimiento: la disociación de la conciencia viva en la mecánica del dato. Francisco Acuyo
            No sabemos ciertamente si el propio materialismo científico estará en condiciones de distinguir la inteligencia que, en su momento, edificó el constructo monumental que la separa o la distingue de la mente, o, acabará por diluirse en la inteligencia del proceso de datos, donde será ya indistinguible del proceso físico que produce el propio cerebro como mente natural capaz de una propia inteligencia, olvidando lo esencialmente humano:  la experiencia subjetiva  que le lleva a apreciar los colores vivos de la rosa y la emoción experimentada en su contemplación, o el dolor de la pérdida, o el sabor de una exquisita fresa, si todas ellas son cualidades inexplicables no solo en su disposición y naturaleza en la propia materia, si no de la configuración misma del algoritmo emulador de dichas experiencias.

            Estas apreciaciones e interrogantes planteadas pueden parecer abstrusas y extraordinariamente complejas, pero serán las que se impongan al que realmente le preocupe la manipulación de la conciencia por parte de una vertiginosa tecnología que crece hasta solapar nuestras propias apreciaciones del mundo, llevándonos a una suerte de datopsiquismo que nos traslada, a su vez, a la peligrosa ilusión de que la IA se ofrece como una suerte de conciencia universal, no teniendo siquiera esta una conciencia experimental que la configure de tal guisa.

            ¿Nos llevará esta irrupción extraordinaria de la IA a tener como apariencia la vida, el pensamiento, la conciencia, y por tanto a todo ello a meros procesos disociativos de la propia IA? Si bien el número (el algoritmo, al fin) es extremadamente útil para contener las propiedades cuantitativas de la materia y describir la diferencias relativas de aquello que contiene la percepción, no puede describir y ocuparse de las cualidades mismas (en el fenómeno de la sinestesia podemos dar constancia de esta insuficiencia). Al final, ¿no resultará que nuestra conciencia será un producto de la apariencia extrínseca que puede ofrecernos la IA?

            Cómo pueden observar nuestros lectores son continuas las dudas, suspicacias y temores entorno a las nuevas tecnologías y su irrupción inopinada en prácticamente todos los ámbitos del conocimiento, expondremos algunas más en los siguientes posts del blog Ancile.

 

 

 

Francisco Acuyo




El imperio del dato que gobierna el proceso de conocimiento: la disociación de la conciencia viva en la mecánica del dato. Francisco Acuyo

martes, 4 de junio de 2024

¿ALGORITMOS? PARA UNA ÉTICA ¿Y ESTÉTICA? DEL SUFRIMIENTO

Traigo aquí un fragmento del libro El mal, aroma de la nada, en su capítulo titulado La lógica del dolor y la irracionalidad en el mal, que verá la luz a no tardar mucho, y que aprovecho ahora para cerrar las reflexiones sobre la potencia de las nuevas tecnologías, sobre todo en el ámbito vertiginoso de la informática, y la impotencia de esta para hollar los senderos más profundos de la existencia humana como es la del dolor, y todo esto para para la sección de Pensamiento del blog Ancile, y todo bajo el título para la ocasión: ¿Algoritmos? para una ética y ¿estética? del sufrimiento.


¿ALGORITMOS? PARA UNA ÉTICA 

¿Y ESTÉTICA? DEL SUFRIMIENTO



¿Algoritmos? para una ética y ¿estética? del sufrimiento. Francisco Acuyo


Aprendí del discurso filosófico de la razón (el cual, por cierto, se ha conducido de manera desigual y no siempre pacífica a través de siglos de pensamiento–occidental-), que este asunto del mal encontraría resolución y resultado, si ello fuere posible, en la indagación personal (¿ética?, siempre meditada y profunda, cuando no en el intento voluntario de afrontar racionalmente nada menos que la idea de Dios -con todas las reservas del escéptico, advierto, que siempre hubo en mí-). 

    La ausencia de Dios (9) y de sentido -o significación- ofrecía una salida heroica a algunos denodados y memorables filósofos (entre ellos, el torturado y genial Nietzsche). Pensaban, con ese esforzado y audaz enfrentamiento al mal, otorgar significado y dignidad al devenir existencial y sus amarguras. En cualquier caso, y en contraste a esta postura, hubo otros en persecución (búsqueda o intención) de la felicidad, que no se cansaban en mostrar el difícil y casi siempre efímero acceso a aquella, y lo que es peor, cuanto mayor o intenso es el esfuerzo e intencionalidad por alcanzarla, la felicidad digo, con o sin sentido heroico, más difícil se hacía de encontrar: constatamos que esa dinámica de búsqueda es una fuente continua y aún más atribulada de desdicha e infelicidad; haciendo, en fin, del mal, tanto al intelecto como a la emoción, idea e impresión algo harto desagradable. No hace falta acogerse a un razonamiento oriental –budista- del asunto de la realidad lacerante y dolorosa del mal para ver la cuestión con claridad(10),  y pensar por ello que se va a caer en juicio tan nihilista como razonablemente temerario.

Racionalmente, y esto es una propuesta ¿diabólica? incontestable, ¿no nos queda, inferimos, más remedio que aceptar la existencia del problema del mal sólo y únicamente, si Dios existe?(11)  Sin esta idea es imposible –lógicamente- aceptar que es posible tal problema. En consecuencia, esta aceptación nos conduce a otra interrogante, por cierto, bastante peliaguda: por qué Dios nos deja ser desgraciados con tanta frecuencia […] (12) Así las cosas, todo parece indicar que la realidad del problema del mal tiene que ser una racional –y necesaria- consecuencia de la existencia de Dios.(13) 

¿Algoritmos? para una ética y ¿estética? del sufrimiento. Francisco Acuyo
Insistimos, aquí no planteamos, en principio, una resolución del problema del mal por una vía indistinta a la de la fe, sino que evocamos una constatación obvia de que éste no sería una evidencia sin la realidad racional no menos necesaria de una trascendencia invocada al fin en Dios mismo. No obstante, la respuesta al problema es una cuestión difícil, comprometida, si no inaccesible. ¿Qué clase de Dios hace admisible el genocidio o el sufrimiento de inocentes sin ofrecer favor y ayuda? Esta dramática interrogante (con posibles interpretaciones razonables al albur de la idea del libre albedrío), parece claro que no acaba de encontrar (¿humana?) respuesta. Una dialéctica plenamente racional sobre tal problema ha de desembocar, necesariamente, en mi incapacidad para dar un veredicto razonable y, por tanto, la de mostrar mis inevitables carencias para entender el problema –si es que existe- y dar sentencia definitiva al respecto. Sólo cabe la rebelión ante la realidad incomprensible de un Dios (no menos entendible) que ofrece para ¿miseria? de todas las criaturas, en forma del mal, el sufrimiento inevitable.

Desde luego, el planteamiento gittoniano es revelador. No obstante, para caer en la cuenta de la profunda dimensión del mal(14) , es harto interesante, y creo que fundamental, afrontar la presencia de éste también desde la óptica e interpretación del ateísmo, donde, la ausencia de Dios, invitaría a un mundo aleatorio (donde impera el azar y la necesidad (15)): el azar sería el dueño y señor de nuestras vidas y marcaría (o desmarcaría) los designios de las mismas: gobierna el absurdo, el sin sentido y, como consecuencia de ello, lo que consideramos mal, no es ni puede ser bueno ni malo, simplemente, es una realidad. Por lo que no debería plantear ningún problema intelectual, ni siquiera ético o de conciencia. Pero, como decía al inicio, el mal, el sufrimiento, el dolor… sea acaso la piedra de toque insistente y resistente, no solo de la fe, también de la propia razón y, desde luego, veremos que también de la idea y realidad misma del amor, y de la imagen que, de un modo u otro, todos tenemos de lo que en verdad la vida, el mundo, debería ser. Contemplaremos que, para esto, quizá haga falta no sólo una nueva manera de pensar, de filosofar, también, por qué no, de hacer ciencia; una nueva forma de afrontar y aceptar los límites de una y otra manifestación de razón ante las grandes cuestiones, entre las que se encuentra, preponderante, la del sufrimiento humano –y acaso también el de todas las criaturas-. (16)



Notas

 (9) En principio invocamos nosotros al concepto de Dios radicado en la etimología griega theos, recogida por el cristianismo primitivo, y no a la latina deus (ser de luz), sobre todo porque afrontaremos la idea del mal en virtud del campo semántico theos; verán a lo largo de la exposición, no obstante, su vinculación con ateo (sin Dios), que pretende en estos planteamientos discutir el hecho del mal sin la idea de Dios, si esto fuera siquiera racionalmente posible. De hecho, desde una óptica simbólica, espíritu equivale al principio masculino o padre, en estrecha imbricación con el femenino o madre (materia). El espíritu, por tanto, no desaparece, como la energía física tampoco lo hace, y se manifiesta inconscientemente en nuestras emociones.

  (10) El origen de todo sufrimiento, según el budismo, radica en el apego y el deseo, o lo que es lo mismo, en lo que consideramos, acaso sin mucha reflexión, que puede hacernos felices.

  (11) Véase más abajo la reflexión y notas al respecto de la impecable deducción lógica de Jean Guitton al respecto.
  
(12) Guitton, J.: Mi testamento filosófico, Ediciones Encuentro, Madrid, 1998, p. 98.

 (13)  Recordemos el epígrafe que encabeza estos textos y su impecable razonamiento: Ni Dios, ni el más allá. Si esto es así, ¿de qué quejarse? Las cosas no tienen ni intención, ni sentido, ni lenguaje. No son en sí mismas ni buenas ni malas, son lo que son y nada más. ¿Dónde está el mal?

  (14) De hecho, el dolor físico, y como una manifestación más del mal,  es una de las experiencias sensoriales más extrañas y de las que menos se sabe. (Ramachandran, V.S. y Blakeslee, S.: Fantasmas en el cerebro, Debate, Madrid, 1999, pág. 83).

  (15) Monod, J.: El azar y la necesidad, Tusquet, Barcelona, 2002.

  (16) Y no humano, creemos que necesario resaltar que el sufrimiento es susceptible de afectar a cualquier criatura consciente.




Francisco Acuyo


¿Algoritmos? para una ética y ¿estética? del sufrimiento. Francisco Acuyo