Ofrecemos para la sección de Poesía del blog Ancile, el poema de Antonio Carvajal intitulado: Desde un mar de tejados.
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Vista de Antequera desde la colina de su alcazaba |
DESDE UN MAR DE TEJADOS,
DE ANTONIO CARVAJAL
con añoranzas de Edmond Cross
Plácidamente la ciudad sestea.
Recostada en el monte, por el llano
se expande y hacia el río sus pies tiende
movidos más ahora por codicia
que por necesidad. Tiene el dinero
en su aleación algo de azogue y mucho
de avaricia en sus vuelos controlados
de mano a banca y números de cuenta,
pájaro de papel que anida en pechos.
Huecos los aires, un reloj proclama
las horas. Marca el tiempo del trabajo,
de los ocios, los sueños; no la vida
ni en dobles toques tácita la muerte
sino, con dejadez, no tiempo: oficios.
Y aún es bella la ciudad.
Se yerguen
las altas torres de ladrillo esbelto,
tan moldeadas, que parecen dóciles
al suave toque de una mano lenta,
arboladuras de veleros quietos
sobre las olas y las tejas.
Se alza
más arriba la vieja fortaleza
cuyo vacío es signo de otros modos
de vivir, como quedan los conventos
vanos, las grandes casas silenciosas
y los escudos pretenciosos mudos
o borrados, que callan de sus dueños
con los nombres las vidas, y pregonan
el abandono de una gloria antigua
que nada significa aunque se escriban
libros que son la muerte de la muerte,
que no suenan, no dicen bajo el polvo
de las estanterías y los años nada
que permita saber cómo la muerte
pasa a la flor los dones del vivir,
cómo el techo tranquilo de palomas
entre los pinos fulge, entre las casas,
y si despierta el viento sólo llega
un vago aroma seco del estío.
Antonio Carvajal