martes, 23 de diciembre de 2025

SOBRE LA SINGULARIDAD (¿INMATERIAL?) DE LA CONCIENCIA

Bajo el título: Sobre la singularidad (¿inmaterial?) de la conciencia, retomamos esta fascinante manifestación fenoménica de la conciencia, para reflexionare sobre ella a la luz de los nuevos descubrimientos de la neurociencia, la física, la filosofía o la ciencia cognitiva, y todo ello para la sección de Ciencia del blog Ancile.


SOBRE LA SINGULARIDAD 

(¿INMATERIAL?) DE LA CONCIENCIA



Sobre la singularidad (¿inmaterial?) de la conciencia, Francisco Acuyo



Ilustres investigadores del difícil problema de la conciencia (David Chalmers), preconizan que esta (la conciencia), responde de manera natural a una lógica singular que se ha de asentar en aquellos organismos dotados con complejos sistemas nerviosos, producto de un proceso evolutivo que tendría como beneficio espectacular la inteligencia (Antonio Damasio). No puedo dejar de advertir a nuestros amables lectores que, ya de inicio, se me plantean serias dudas sobre la conciencia como una manufactura más o menos intrincada de la evolución. Así mismo, que aquella conciencia sea necesariamente un beneficio único de entidades orgánicas dotadas con un sistema nervioso (que habría de culminar en el maravilloso y, por descubrir en muchos aspectos todavía, órgano cerebral, siendo aquella conciencia pues, un epifenómeno de cerebro). Daremos cuenta de la motivación y del razonamiento de estas dudas más adelante. Previamente, me gustaría indagar sobre conceptos que atañen al propio fenómeno de la conciencia que me hacen dudar, creo, que muy razonablemente.

Sobre la singularidad (¿inmaterial?) de la conciencia, Francisco Acuyo
        El origen de aquellos procesos que podemos considerar genuinos de organismos y criaturas dotadas de un cerebro con el procesar no solo la inteligencia, también emociones y sentimientos, radica en la capacidad de tener conciencia. La definición de conciencia no es algo que haya sido definitivamente clarificador por propios y extraños a este fenómeno ciertamente fascinante cuando no enigmático. El mismo diccionario de la RAE lo demuestra en sus variadas acepciones.(1)  No tardó mucho en trasladarse, con no poca controversia, este problema difícil de la conciencia al ámbito de la Inteligencia Artificial (IA). El ingenio artificial, dotado de programas lo suficientemente sofisticados y complejos podría dar lugar a una conciencia artificial. No son pocos los que niegan esta posibilidad, al menos por ahora. No obstante, mucho se discutido si es posible que una computadora pueda dar lugar a algo en su procedimiento de datos, que sea indistinguible de la conciencia. El célebre test de Turing, en 1950, dio numerosos argumentos para establecer una discusión, cuando menos harto animada. Si en 2014 se creó un bot(2)  conversacional que logró confundir a los que dialogaban con la máquina, no debemos perder la perspectiva de que dicho test lo que pretende no es generar una conciencia, sino emular a esta. 

    En cualquier caso, si está fuese posible en el ámbito de la IA, pondría en jaque las afirmaciones de ilustres neurocientíficos que afirman que la conciencia es un producto netamente orgánico o biológico, o más concretamente, derivado de procesos homeostáticos manifiestos en los sentimientos (según Damasio), a mi juicio percepciones propioceptivas, derivados de aquellos procesos.(3) 

    Que la conciencia sea únicamente un proceso biológico que nos permite sentir y sentirnos, sigo insistiendo, me parece una aproximación parcial de lo que la conciencia en realidad sea. Es más, que la conciencia encuentre fundamento en la evolución biológica para garantizar la supervivencia, es una afirmación a sí mismo bastante pobre de lo que en realidad la conciencia supone como fenómeno, aunque hablemos de una conciencia estrictamente personal.

    El hecho de vincular la conciencia a la vida es algo en principio del todo lógico, pero que en modo alguna explica su naturaleza y finalidad. De hecho, ¿cómo puede la materia (biológica en este caso) generar conciencia? Es esta una interrogante nada nueva.(4)  Y que pone en cuestión que aquella, la conciencia, pueda ser un epifenómeno del cerebro, aunque exista una reacción perceptible en la actividad eléctrica, magnética y química cuantificable en determinadas áreas del cerebro.(5) 

    Científicos de primera magnitud nos advierten de que en realidad no es posible localizar un área del cerebro en la que la actividad neuronal, corresponda con la imagen del mundo que tenemos ante nosotros (Francis H. C. Crick). No es, en este caso, ninguna atrocidad intelectual teórica que la propia actividad neurológica o cerebral sea producto de la propia conciencia.

    Cuando en tantas ocasiones escribía un poema, o hacía una determinada reflexión sobre un tema de investigación cualesquiera, intuía que el contenido de dichos pensamientos y emociones no podían explicarse por la mera activación neurológica. Es más, me daba la sensación que aquello que el poema hacía consciente en mis versos de determinadas emociones, sentimientos, ideas incluso de trascendencia, no podían ser sino un impulso de la conciencia en sí, que, como singularidad, hace que mi cerebro posibilite patrones(6)  con los que interactuar en una dinámica particular interactiva.

    Entonces, ¿debe tener la conciencia, según lo expuesto hasta ahora, una función determinada? ¿Acaso la única conciencia reconocible aquella que nos garantiza la supervivencia, a tenor de las ventajas que con ella se obtiene, según la teoría de la evolución? ¿La interocepción proveniente de la conciencia está solo por para atender a la homeostasis del cuerpo? ¿Es, en fin, la conciencia un oportuno efecto secundario del indispensable proceso de la regulación de la vida?(7) Veremos en próximas entradas del blog Ancile, si esta interrogante tiene o no algún sentido.



Francisco Acuyo




 (1)   f. Conocimiento del bien y del mal que permite a la persona enjuiciar moralmente la realidad y los actos, especialmente los propios.
Sin.: conocimiento, consciencia, discernimiento, entendimiento, reflexión, percepción, pensa-miento.
f. Sentido moral o ético propios de una persona. Es gente sin conciencia.
Sin.: moralidad, remordimiento, escrúpulo, pesar, reparo, recato, ética.
f. Conocimiento espontáneo y poco reflexivo de una realidad. No tenía conciencia de haber ofendido a nadie.
f. Conocimiento claro y reflexivo de la realidad. Aquí hay poca conciencia ecológica.
f. consciencia (capacidad de reconocer la realidad circundante). Por fin recobró la conciencia.
Ant.: inconsciencia.
f. Psicol. Facultad psíquica por la que un sujeto se percibe a sí mismo en el mundo.
(2)  Bot, aféresis de robot.
 (3)  Damasio, A.: Inteligencia natural y la lógica de la conciencia, Destino, Barcelona, 2025
  (4) Lommel, P. V.: Consciencia, más allá de la vida, Atalanta, Gerona, 2023, pág. 227.
  (5) Ibidem.
  (6) Noë, A.: Out of Our Heads: Why you Are Not Your Brain, and Other Lessons From the Biology of Consciousness, Hill and Wang, Nueva York, 2009
(7) Damasio, A.: ob. cit. pág. 50.




Sobre la singularidad (¿inmaterial?) de la conciencia, Francisco Acuyo


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