jueves, 1 de noviembre de 2018

LA GATODICEA: PROTAGONISTAS

Caprichos de la voluntad y de la intuición creadora, o necesidad emocional acaso, después de una larga temporada en el infierno (que dejará sin duda su huella para siempre),  que nunca  es fácil sobrellevar la muerte de un padre. Decía que, inesperadamente,  habrían de surgir una suerte de poemas que pueden situarse entre el divertimiento festivo y la reflexión profunda, y todo ello aderezado de no poca ironía, humor y reticencia en relación a las capacidades de entendimiento sobre nuestra propia existencia. Así las cosas, tras redactar un texto lleno de angustia, tristeza e inclusión desesperación en forma de hondas reflexiones existenciales (Hermanos en la soledad:  de la soledad y la muerte, publicado en Polibea), habrían de aparecer estos versos,  en franco contraste, pero acaso no menos emparentados en lo esencial, la estupefacción del sentido de nuestras trayectorias vitales.

                Surgieron, insisto, una serie de poemas, en realidad uno solo, pues conforma (aparte de los dos sonetos iniciales que aquí reproduzco para quien interesar pudiere) un largo poema en el que la figura del gato es el protagonista total del mismo. Lo será porque en su figura se encierra mucho de lo enigmático  e incomprensible de este mundo y porque he sido y soy un declarado amante de los animales en general, y particularmente de todos los felinos. Es así que en este(os) poema(s) desfilan todos aquellos félidos que en mi vida han tenido particular incidencia. Cada uno de ellos es, en estos versos, un extremado filósofo (no en vano el título genérico del poema es: De feles dignitate: La Gatodicea. O el coloquio de los gatos) que, con la gracia singular de estos animales unas veces, otras con la profundidad inspirada en sus gestos y miradas, y en todas con un sincero respeto y amor hacia el gato, se ha conseguido llevar a término este singular y a veces extraño –para mí mismo lo es- resultado final poético. No puedo sino sentirme muy orgulloso de dos de las grandes influencias –paratextuales en algunos casos- de estos versos, a la sazón dos obras enormes de nuestra literatura española y universal, a saber, La gatomaquia, de Lope de Vega, de la cual, no obstante, y como es totalmente razonable, hay una distancia enorme espacio temporal, temática e inspiradora, aun con su deuda inevitable, como es la de los dos nombres protagonistas de este poema, que  a posteriori acabarían por dar apelativo y seña de identidad a dos de mis más amados compañeros felinos: Marramaquiz y Zapaquilda; y el diálogo de Cipión y Verganza, archiconocido como el Diálogo de los perros, de Miguel de Cervantes, del que también con grande y lógica distancia, no puedo, sin embargo, sino reconocer su hipnótico y fascinante  influjo como punto de arranque para una parte de estos versos.

                Dejo aquí esta Gatodicea, por si sirven de inspiración sus pensamientos, anécdotas y personajes como sirvieron sin duda al modestísimo poeta que suscribe aquí estas líneas y aquellos versos.

La gatodicea: protagonistas, Francisco Acuyo


LA GATODICEA: PROTAGONISTAS




[…] por parecerme que el hablar nosotros pasa
de los términos de naturaleza.

Miguel de Cervantes
Cipión y Berganza.



[…] con tiernos singultos relamidos […]

Lope de Vega.
La Gatomaquia



  

La gatodicea: protagonistas, Francisco Acuyo
Marramaquiz




I

MARRAMAQUIZ


A mi mujer, Conchi, y a mi hijo Jorge,
que tanto querían a Marramaquiz



                                                 De lamerse después en el tejado,
Marramaquiz prudente, sabiduría
de lo celeste y lo profano hacía
en honda ontología ensimismado.

   Abundante y profunda en lo innombrado
agenda hiciese y diligente guía
de ciencia: intelectual orfebrería
donde quedó el saber a su cuidado.

   Acuden en tropel, no obstante, dignos,
serios, disciplinados pensamientos
que hablan sobre el silencio de los signos

   inveterados de sapiencia viva,
que levantan, diríase, monumentos
de conciencia felinos reflexiva.


 
La gatodicea: protagonistas, Francisco Acuyo
Zapaquilda







II

ZAPAQUILDA

A Marta Valsero, que tanto le gustan los gatos



   La sabia Zapaquilda, a su cuidado
conyugal, desde el mismo caballete
del consorte, después cola y copete
de lamerse, de un salto hacia su amado

   filosofía y ciencia ha conjurado.
De su sabiduría gabinete,
si fruncida y mirlada no el bonete
del todo descuidada acicalado,

   hacía de lo más alto del culto
tejado o cumbre o célico reflejo,
más sapiente pináculo que oculto

   nada de él queda que sabiduría
no fuese, y en él se veía,  que de espejo 
su mismo pensamiento le servía.





                                                                                                    Francisco Acuyo




La gatodicea: protagonistas, Francisco Acuyo



1 comentario:

  1. Preciosa palabra, nunca mejor expresada. Gracias, Francisco!
    Un fuerte abrazo.
    Jeniffer Moore

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