Para la sección, Ciencia, del blog Ancile, traemos un nuevo post que abunda sobra la cuestión de la nada y la información, y que lleva por título: Entropía, energía, materia y el vacío informático.
ENTROPÍA, ENERGÍA,
MATERIA
Y EL VACÍO INFORMATIVO
Decíamos que la nada (el vacío)
era negado por la filosofía griega –desde sus inicios hasta los siglos VI y V
a. C.-, tendrían que ser con los atomistas –con Lucrecio a la cabeza- quienes
sugerirían la necesidad de dicho vacío para que fuese posible cualquier cambio
en el ámbito de los átomos que, en última instancia, componían la materia. Con
Epicuro se establece la primera discusión entre la división infinita matemática
–deducible de la concepción del vacío-[1]
y si esta fuese o no posible en la realidad material. Pitágoras, para quien
todo era reducible al número, reconocía el vacío matemático. Los estoicos
rechazan estaba premisa sobre la realidad material, pues para ellos todo era un
contiuum entrelazado y, finalmente,
la opinión filosófica de Aristóteles sobre la inexistencia del vacío habría de
pesar hasta el mismo renacimiento[2].
Vemos,
con insistencia, que la controversia sobre el concepto y realidad de la nada
viene de antiguo. Más cercano a nosotros proviene la idea de relacionarlo con
el fenómeno y concepto de la entropía[3],
que también contemplará la cuestión de si se trata de un fenómeno material o si
es un producto de la abstracción, en tanto que el orden o desorden requiere de
manera inevitable de la [4]
Si la energía se conserva (1ª ley), y si no puede perder cantidad, sí puede perder calidad (2ª ley)(entropía), lo
cual nos pone de nuevo ante la realidad de la incertidumbre de nuestras
aproximaciones sobre el estado de un sistema, y pone en evidencia la facilidad
del desorden como tendencia natural, y la dificultad del orden (en el que está
implícita la conciencia el que lo observa) por ser altamente improbable.
Pero,
¿qué tiene que ver, en primera instancia, la nada, la información, con la
entropía y el orden de un sistema? Recordamos que la información es
conocimiento, y que la entropía lo que hace es devaluar en su desorden
cualquier tipo de conocimiento. Decíamos que en la nada era posible la
existencia potencial o real de información, poníamos el ejemplo de la
disolución de los agujeros negros, en cuyo proceso de extinción diríase
conservarse la información. Pero lo más curioso y paradójico de todo esto es
que cuanto mayor sea la entropía de un sistema (ocupando el vacío donde se
produce) son más numerosas las posibilidades de orden que pueden realizarse.
Vemos que tanto la idea (oriental) de vacío y la de entropía están ligadas a la
idea de diversidad. Parece que en la potencialidad del vacío –del cero-, de la
nada, es más variada la posibilidad de encontrar (realizar) orden.
De
lo anteriormente expuesto cabe deducirse que, no en vano, la entropía ha sido
emparentada con la muerte (doctrina freudiana del ansia de la muerte)[5]
y de la nada. Así las cosas, si la entropía es incertidumbre, cuanto mayor sea
aquella, mayor será el conocimiento que podamos tener sobre aquello que la
afecta. ¿Es el vacío –la nada, la muerte- la manifestación máxima de entropía
(de incertidumbre) y, no obstante, de potencialidad creativa? ¿Acaso en la
nada, es desde donde menos se puede separar el ruido entrópico y los mensajes
coherentes de información que aspiran a un orden coherente?
Hoy
sabemos que para interpretar el orden dentro del ruido entrópico se precisan de
unas reglas de interpretación (véase el ámbito de las letras y la reglas
ortográficas y gramaticales de una lengua) para hacerlo coherente, comunicable
y comprensible. ¿Es por eso que el vacío, la nada, emparentada con el concepto
de muerte, son indescriptibles, en tanto que para su interpretación necesitamos
de reglas para su entendimiento y que acaso por ahora no entendemos? La
cuestión es que un mensaje se hace comprensible dentro de un orden y cuando
implica redundancia –redundancia
expuesta, por ejemplo decíamos, en los preceptos
gramaticales, ortográficos, siguiendo el ejemplo del idioma- y que al final es
la que reviste de complejidad a cualquier sistema.
SI
la nada era el olvido a que eran condenados (según Agustín de Hipona) los
adversarios de Dios, y aquella era el estado inmediato a Dios mismo, y si,
posteriormente, Tomás de Aquino (en su rechazo, influido por Aristóteles, a la
nada) emparenta negativamente a esta con los procesos creativos, y ahora
nosotros la emparentamos con el estado en el que los procesos caóticos
–entrópicos- acontecen para crear algo, acaso podemos decir que la nada tiene
que ser algo muy singular. Y parafraseando a Shakespeare, podríamos decir que: nada es // sino lo que no es.[6]
Ante
lo expuesto en los anteriores párrafos de esta nueva entrada podemos constatar
que la nada y su extraña singularidad tiene unas propiedades abstractas,
incluso matemáticas, y otras de vital importancia desde el punto de vista de la
física (como vacío), en tanto que en este reducto inaudito puede almacenarse nada
menos que la energía, Blaise Pascal sería acaso el primero que con fundamentos
científicos plantea esta posibilidad última, en tanto que a partir de este
almacenamiento de energía podríamos estar en condiciones de hablar de materia
–luminosa u oscura[7]-
contenida en esta nada. Sobre cómo la información se mantiene en el espacio
vacío después de la supuesta disolución de su componente material (recordamos los
agujeros negros), sigue siendo una cuestión fascinante que ofrece una gran
cantidad de conjeturas sobre la naturaleza de ésta y de la misma nanidad. De
esto seguiremos hablando en posteriores entradas de este blog Ancile.
Francisco Acuyo
[1] Acuyo,
F.: Ancile, De la nada a la energía, el
caos y la información, http://franciscoacuyo.blogspot.com/2018/10/de-la-nada-la-energia-el-caos-y-la.html
[2] Barrow,
J.D.: op. Cit. pág. 85.
[3] Magnitud
de incertidumbre en la teoría informática, o grado de desorden molecular en
física, concretamente ne termodinámica.ñ
[4]
Campbell: op.Cit. pág. 42.
[5] Brush,
S. : The Temperatura of History: Phases of Sciencie and Culture in The
Nineteenth Century, Nueva York , Burt Franklin, 1978.
[6]
Shakespeare, W.: Macbeth, I, III, Aguilar, Madrid, 1983, p.141-142.
[7] Materia
oscura es la que no emite luz –radiación electromagnética- y no puede
detectarse y que compone el 80% de la materia del universo.
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