Abundando sobre la fascinante cuestión del vacío y la nada, ofrecemos un nuevo post para la sección, Ciencia, del blog Ancile, bajo el título: La nada en los límites de la ciencia.
LA NADA EN LOS
LÍMITES DE LA CIENCIA
Cuando Einstein afirmaba que ni todo lo que existe se puede demostrar, ni
todo lo que se puede demostrar existe, nos ponía en claros antecedentes de
las limitaciones de la ciencia respecto a determinadas cuestiones, que incidían,
además, en el ámbito de los estudios que afectan a la ciencia misma (en la
física, en la matemática…), y a otros que la exceden (filosóficos, religiosos,
místicos…). Parece que el vacío –la nada- o la misma muerte de cualquier
sistema que acaba abocando a ella(s), muy bien pudieren estimarse como el
extraño nexo de conexión, por paradójico que pudiera parecer, entre todo lo que
existe en el mundo y se manifiesta a nuestros sentidos y entendimiento (que
existe digo, de forma material o no material, entendiendo esta última como
aquellas consideraciones que atañen a las matemáticas puras, pero también a
aquellas otras que inciden en lo más profundo de nuestras conciencias y que se
refieren a lo trascendente). No en vano todo aquello que vinculamos a lo
material diríase explicarse con los métodos deductivos e inductivos propios de
la razón, la lógica y la misma ciencia; mas hay conceptos y realidades
¿físicas? que parecen trascenderlos, y que se relacionan con el dominio de los
significados. ¿Pude ser la nada uno de estos significados entre los que no cabe
explicación racional para su estudio en el método plenamente científico? ¿Es la
nada causa –o efecto- de algo material? ¿Es más, puede afirmarse que la
información –recuerden las definiciones llevadas a cabo en anteriores
entradas-, si se conserva en entornos de disolución material –recordamos los
agujeros negros y la radiación de Hawking-, tiene plenamente un carácter
material? ¿Y la consciencia, capaz de sacar consecuencias de conocimiento sobre
esa información?
Se
dice que en virtud del Principio
Cosmológico es imposible obtener un lugar de privilegio en el universo,
contenga o no materia. Esta indeterminación –estadística- nos muestra que el cosmos
crea novedad mientras avanza[1],
pero siempre de manera impredecible y que en el mundo cuántico, de manera
extraña, parece prescindir del tiempo mismo. Si la información necesita de un
lenguaje para su correcta interpretación, hemos de reconocerla en virtud de ese
lenguaje como un sistema vivo y complejo que garantiza cierta estabilidad
–frente a la entropía- para no depender de cualquier aleatoriedad que impida su
correcta intencionalidad y comprensión. Todo parece indicar que incluso en los
procesos más caóticos de disolución o muerte de los sistemas dinámicos,
permanece un grado discreto de información reconocible que, al fin, acaba por
tender a conformarse en estados cada vez más complejos y organizados. Inferimos
de esto que el desequilibrio detectado en los momentos de caos tendentes al
vacío, que el desequilibrio o entropía de todos estos sistemas dinámicos,
abiertos, son fuente fascinante de orden que se emparenta especialmente con el
fenómeno de la vida.
Colegimos
de todo lo anteriormente expuesto que será a través del vacío y los conceptos
de nada y de muerte como lleguemos también a la idea de la inconclusión, de lo
no acabado, a tenor sobre todo, de aquellas tendencias al final entrópico manifiestas
en los sistemas abiertos anunciados que, no obstante, tienden al equilibrio, la
organización y la complejidad; pueden incluso emparentarse, desde el ámbito de
la lógica matemática, a aquella percepción en la que se dice que un sistema no
es completo en virtud de los axiomas que lo componen (teorema de la
incompletitud de Goedel), y que se hace extensible a sistemas formales de
conocimiento como son, por lo ejemplo, los lenguajes que interpretan cualquier
tipo de información que aporte conocimiento. Mas, también, inevitablemente, nos
habla de los límites de ese conocimiento. Si las reglas de inferencia de un
sistema (pongamos matemático, como el de la aritmética) no serán nunca
suficientes para explicar la innumerable cantidad de afirmaciones cierta que
conlleva, en realidad lo que nos está mostrando es que la riqueza de este
sistema matemático (como el de otros muchos) no podrá ser descrito de manera
exhaustiva nunca.
Surgen
más interrogantes de todo lo anteriormente expuesto en relación a la realidad y
el concepto de nada, insistimos, sobre todo a raíz del descubrimiento de este
flujo Lambda que diríase llenar el universo todo. Las plantearemos y
responderemos en la medida de nuestros muy humildes conocimientos en próximas
entradas del blog Ancile.
Francisco Acuyo
[1] Campell.
J.: op. Cit. p.121.
[2] Fuerza
Lamda (u oscura), en cosmología , es la energía que llena el universo e impide la autoatracción de la materia hacia
el Big Crunch o gran implosión que haría que colapsase bajo su propia gravedad,
y que Einstein ideó como Constante Cosmológica. En la teoría cuántica se
refiere al mínimo de energía que subyace en cualquier vacío cuántico.
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