sábado, 9 de febrero de 2013

EL ANTIGUO VALLE DE ROBERTO THEMIS SPERONI, UN FRAGMENTO DE ETERNIDAD, POR ALFREDO JORGE MAXIT







  Traemos, después de la reciente entrada sobre el poeta Roberto Themis Speroni en este blog Ancile, concretamente en la sección de poetas invitados, un trabajo muy interesante sobre el mismo autor llevado a cabo por Alfredo Jorge Maxit, quien nos llevará de la mano para un mejor entendimiento de algunos aspectos de la obra del poeta de La Plata. Nos complace pues traer nuevamente a Speroni por vía de nuestro amigo y también poeta Alfredo Jorge Maxit para todos los interesados en el inmarcesible ámbito de la poesía del que forman parte sin duda estudioso y estudiado.
 

El antiguo Valle, de Roberto Themis Speroni, fragmento de eternidad, Ancile


EL ANTIGUO VALLE 

DE ROBERTO THEMIS  SPERONI,

UN FRAGMENTO DE  ETERNIDAD


El antiguo Valle, de Roberto Themis Speroni, fragmento de eternidad, Ancile


UN HOMENAJE MONUMENTAL A LA PALABRA



El Antiguo Valle de Roberto Themis Speroni fue publicado por Sudamericana-Planeta en 1985, por decisión familiar y con un breve prólogo de Marcos Aguinis. Una nota del Editor aclara que el autor no pudo corregir el contenido de esta obra, que ha sido respetada en su intocada versión original. Se trata de una edición póstuma, concretada dieciocho años después de la muerte de su creador. Sin fecharlo con precisión, Aguinis nos asegura que Speroni escribió este deslumbrante poema en prosa  <>esta ofrenda a la poesía de nuestro tiempo- son sus palabras valorizadoras y clasificatorias- mucho antes de fallecer. Y, textualmente, suma un invalorable dato que revela la confidencia familiar: Esta obra, sin embargo, no fue escrita con exceso de cuidado, sino con inspiración desenfrenada. Atornillado a su mesa de trabajo durante tres meses, sólo interrumpía el desgranamiento incesante de imágenes para beber café. La belleza se vertía en hojas de papel estraza.

Son 33 cantos en prosa. Los primeros 24 conforman el primer libro o primera parte. Están precedidos de una breve introducción sin título, pero con epígrafe del escritor filandés Alexis Kivi: Vete de viaje, hijo querido, y recuerda siempre mis consejos. Los 9 cantos finales llevan de epígrafe unos versos de Rabindranath Tagore: Ven otra vez a mi casa con aquellos preciosos modales anticuados.
Es el tema-tópico del viaje (ida-vuelta) y de los vitales aprendizajes -en este caso- del personaje protagónico,Vasler Cra, quien desea comunicar a los oyentes el himno de la laboriosa y apacible vida que él ha experimentado. La obra se vuelve transcripción escrita de una enseñanza oral. No se trata, sin embargo, de la importancia de las peripecias exteriores de  una historia personal, sino de su evolución interior y de su interpretación del mundo.

Escribió Roberto Themis Speroni en El Antiguo Valle: Artista es quien de su trabajo consigue un fragmento de eternidad, llevando a los demás alegría, no aquellos que destruyen creyendo que edifican y cuyas obras mueren antes que sus vidas. (Canto 22)
Existe consenso en cuanto al valor artístico de su labor poética conocida. Hoy me propongo mostrar, aunque sea parcial e insuficientemente, que en su obra póstuma, también nos dejó su autor otro fragmento de su eternidad creadora. De este modo deseo contribuir -en el homenaje por sus ochenta años- al conocimiento, difusión y valoración de su obra, esperando que esta breve exposición sea, sobre todo, una invitación a la lectura o la relectura de sus escritos, particularmente los puestos en boca de Vasler Cra, su personaje poético y , en más de un aspecto, su otro yo. Bien lo dijo Aguinis: su lectura nos pone frente a un homenaje monumental a la palabra.


LOS LÍMITES DEL VALLE


 Speroni, creador de El Antiguo Valle, cuidó con precisión los límites de su mundo poético. Se podría hablar, en este sentido, de una serie de restricciones que contribuyen  a la clara delimitación de la construcción imaginaria.
Y la primera es la de la voz del cantor o narrador, Vasler Cra. Se trata de un pastor, de un hombre simple que ha tenido la singular experiencia de un encuentro: <...> yo, Vasler Cra, llegué al valle de Nir, después de duras y largas jornadas de marcha. <> De pie sobre un risco, apoyado en mi cayado de boj, crecida la barba y seco el rostro por los vientos vagabundos, vi, a treinta tiros de fusil, el más hermoso lugar de la Creación. (1, p. 15)
Aunque existe una segunda voz narradora, ésta es sumamente  débil y actúa como apéndice del protagonista. Vasler Cra es un pastor que ha vivido y se dirige a los demás como un narrador o un maestro o un predicador, oralmente, y desde la autoridad que va de su primera persona emisora a la segunda persona plural receptora. Habla desde las alturas vitales del aprendizaje.
La segunda restricción es la de los receptores. ¿A quién, a quiénes, se dirige?
El antiguo Valle, de Roberto Themis Speroni, fragmento de eternidad, Ancile
Soy libre y voy a cantar para vosotros, hijos de la tierra, hermanos del trigo, mayorales del agua, cosechadores de sueños y leyendas. (p. 13)
Oíd y callad, porque sólo canto para los hombres y mujeres que tienen el alma limpia como el lino y saben gustar de la leyenda. De este modo les cantaba los domingos, hace muchos años ya, a los sencillos habitantes de Nir, pero ahora es diferente pues lo hago por vosotros, pastores y guardabosques del Universo, hijos de la tierra, labriegos, campesinos y hortelanos; canto para vosotros porque la ancianidad ha puesto sabiduría en mis labios y he aprendido que solamente vale el espíritu de los rústicos, de los que dialogan con el surco y la semilla, y aman a los tranquilos animales y a los insectos pequeños de la Creación. (3, 23-4).
La tercera, la del valle encontrado y su significación vital.
Mucho me habían hablado de aquel valle en mis andanzas, mas nunca esperé encontrar región de tanta fertilidad y colorido. Ante mí se extendía una herbosa comarca surcada de arroyelos y dividida por un gran río. Aquí y allá grupos de árboles protegían el descanso de pastores y bestias, y lejos, cerca del antepecho de la montaña, las casitas blancas se amontonaban como un rebaño. Huertas y sembrados, montecillos frutales y parcelas recién aradas respiraban el aliento de Dios, y de todo se desprendía, lento y sereno, un himno de laboriosa y apacible vida.. (1, 15)
La cuarta restricción es la de los contenidos a transmitir, a valorizar.
Voy a cantar las viejas maravillas que cantaran mis abuelos y la historia de ese valle que se posa bajo las constelaciones del Sur.(p. 13)
¡Alabemos todo lo puro y lo noble, lo simple y cotidiano de los seres que labran el contorno de Dios! Cantemos, pues, su verdadera esencia, y vosotros, hombres que me escucháis, sabed que por boca de un anciano solamente hablan la experiencia y lo digno de imitarse, y nunca la maldad y la ignorancia. (2,17).
Quinta restricción, las de las formas literarias: cuentos, leyendas, fábulas, parábolas. A lo que se suma la intención didáctica.
Echad más leña y volved a cargar vuestras pipas y acercad al rescoldo el tazón de vino para que hierva, que yo he de continuar con mis historias de provechosa trama...(3, 23-4).
Speroni vuelve una y otra vez sobre estos límites en ejercicio de trabajada coherencia. Son cantos ficcionalmente orales, que es preciso determinarlos por  repetición. 


LAS TRAMAS DE VASLER CRA



Libre soy. Hijo del viento y de los pájaros, mi corazón ha de cantar para vosotros las viejas maravillas, los sucesos hechizados y simples de la vida feliz.
Con estas palabras comienza El Antiguo Valle. Desde el principio queda en claro que Vasler Cra es un hombre de voluntad que sabe muy bien qué ha de hacer con su libertad. Sus narraciones mostrarán las historias de los habitantes simples del valle y la del propio Vasler Cra, una historia que continúa haciéndose, canto a canto.
Encended vuestras pipas, acomodad el largo vigor de vuestros jóvenes cuerpos y escuchad con atención que voy a comenzar... ( P.13)
Sí, las famosas pipas de Speroni, trascendiendo la utilería de sus relatos.
Una tarde, luego de las tareas, Hilmar Gaz, con quien acostumbraba mantener largas conversaciones, me contó su historia, sentados los dos bajo una opulenta vid y fumando nuestras pipas. (2,18)
Vasler Cra principia así sus historias, de las que elijo sólo tres para esta noche. Sus receptores son aquellos, a quienes en su mundo ficcional llama pastores del Universo. Como conocedor del oficio, va esparciendo, mientras cuenta o canta, muchas indicaciones narrativas. Digamos  algunas.
Y para reforzar lo que digo os narraré, como última historia de la noche, lo que sucedió a Iro Papermil, el robusto herrero de Nir...(3, 25). <...> y si estáis dispuesto oiréis la historia de Orco, el ermitaño que habitó los pantanos que se extendían al oeste de Nir...(4,28) Conocedor de los hombres, de sus virtudes y defectos, procuraba que sus narraciones, algunas aparentemente ilógicas, llegaran primero al corazón y luego a la inteligencia, para quedar allí como los granos bajo la piedra amoladera. (12, 72-73) Habíame dispuesto a narraros la historia de un carpintero de Nir, pero no sé si vosotros estaréis de acuerdo. (22, 111).
Para comprobar el control de Vasler Cra-Speroni creador, sobre la construcción de su mundo expresivo, ninguna anotación tan importante como la siguiente: <...> no tardó en referir, como era su costumbre, un hecho acaecido un tiempo atrás, entre los tejedores de mimbre del valle de Nir; porque Vasler Cra, aunque las cosas hubieran sucedido en otro valle o lugar del universo, gustaba siempre ubicarlas dentro del sitio donde viviera tantos años, demostrando de esta manera que el mundo de los hombres cabe en un valle, en una lágrima o en una muerte de un insecto. (10, 58)
Cada historia son los sucedidos de un personaje, calificado -según el viejo modelo homérico- con un epíteto definidor. Además, a su tiempo, Vasler Cra nos da la clave de su cosmovisión.. Todo en un bosque es puro y primitivo, y todo está sujeto a leyes que el hombre no consigue alterar desde el comienzo del mundo. <..>El hombre es el único que modifica la historia de la existencia, equivocando con frecuencia sus actos.. (11, 71)
El antiguo Valle, de Roberto Themis Speroni, fragmento de eternidad, Ancile
Allí está la historia de Orco, un alegre pillo, pendenciero y jugador, amigo del vino y la holganza, (4, 28) que fue vencido en una pelea con hondas por Daniel Val, quedando con una profunda herida que le partía el entrecejo <...> Al siguiente día salió de la aldea con las primeras luces del alba, rumbo al oeste, a los pantanos de Nir, célebres por sus miasmas y traicioneras aguas...(4, 30) Tiempo después -siempre el tiempo en la vida del hombre -la mayor narración- , en un invierno, el más crudo de todos que conserva mi memoria  los lobos mataron innumerables ovejas. Las gentes acudieron a mí, y yo, Vasler Cra, organicé la cacería de bestias, pues era bien sabido que mi fusil no fallaba jamás. El relato gana en tensión que no podemos transcribir aquí. Lo cierto es que después de haber matado algunos lobos, entre ellos el lobo cenizo, el lobo jefe, de un bosquecillo cercano vimos salir -es otra vez la voz de Vasler Cra- una treintena de animales. Cuando ya se juntaban el miedo y la desesperanza, escuchamos desde el pantano un grito extraño, como un lamento triste y prolongado que se estiró en la nieve. Miramos en esa dirección, y nuestros ojos quedaron desorbitados: marchando hacia los lobos, Orco Mau, blancos los largos cabellos y la barba, semidesnudo y descalzos los pies, caminaba lanzando de tanto en tanto su misterioso grito. Las bestias estaban inmóviles, vueltas las ásperas cabezas y temblorosos los flancos. El ermitaño detúvose a un tiro de honda, luego levantó su mano descarnada y, señalando el bosque, pronunció aquellas palabras que jamás olvidaríamos. "!Volved a los cubiles, ladrones de carroña, verdugos del cordero; volved antes que la ira del Cielo os quiebre los espinazos y seque vuestras lenguas y pudra vuestros dientes. Volved, que la muerte está cerca y puede cogeros como el halcón a la desprevenida paloma, como el anzuelo al confiado pez! ¡Marchad, os digo!
Entonces, ante nuestros ojos, hízose el milagro: una a una las bestias trotaron en dirección al bosque, los rabos entre las patas y caídas las macizas cabezas. Una a una, como os digo, fuéronse dispersando en el frío de aquella mañana inolvidable, ante el mandato de Orco Mau, el ermitaño del pantano de Nir. (5, 34)
¿Cómo habrán respondido emocionalmente aquellos campesinos ante el caso de una conversión, que es el valor al que apunta el narrador? ¿Cómo responderían ante otro relato sencillo y simbólico? El  de Aro Bovo, un tejedor al que apodaban el silencioso, el que buscó -como solución a su vejez- la creación de un muñeco de mimbre que lo reemplazara en sus quehaceres. Aquel que quiso ser igual que Dios y que fuera castigado a morir en la horca. Y, sin embargo, es el mismo personaje, que -como otros- también fuma mientras piensa, relata que la propuesta le vino desde el sueño. Tejía en el sueño, como os digo, y millares de muñecos me miraban formando un extenso círculo, esperando que yo, Aro Bovo, les colocase el mecanismo que los hiciera marchar como humanos. <...> Súbitamente, cuando el agotamiento paralizaba mis brazos, un genio diminuto saltó ante mis pupilas, y señalándome con su torcido dedo exclamó: "!Basta ya, Aro Bovo! ¡Tu hombre hará lo que le  ordenes: yo le he puesto corazón!" Y así diciendo desapareció envuelto en una nube pequeña. (10, 65-66) Pero el asunto fue que, al despertar con el día y desestimar lo soñado, ocurrió lo que  sigue contando. De pronto escuché un débil crujido, como si alguien moviera una silla en mis espaldas. Volví mi cabeza rápidamente y pude ver algo que me erizó los pelos de la nuca: el muñeco había cruzado las piernas y me observaba con sus pupilas opacas...(10, 66)
El antiguo Valle, de Roberto Themis Speroni, fragmento de eternidad, Ancile
El tema del sueño reaparece en el caso de una disputa entre hermanos. Después que vendicieran una cosecha,  el  mayor -Luga Colde- abofeteó públicamente al menor, Titu, quien se marchó sin decir palabra. Cuando Luga Colde vuelve, borracho, a su casa, no encuentra a Titu. Se duerme, y entonces sueña. El sueño le condujo a través de una rara pesadilla: veíase dentro del hueco tronco de un abeto horadado por el rayo, imposibilitado de moverse. La nieve caía copiosamente y cuatro osos enormes rondaban muy cerca, erizadas las fuerzas de pelambres. Por más que llamaba, nadie acudía en su ayuda, y ya las fieras, que lo habían olfateado, se dirigían hacia él dispuestas a tumbar el precario refugio con sus pesadas garras. Acordóse entonces de su hermano y acomodando la boca convenientemente, imitó el canto del urogallo, pues ésa era la señal que tenían en los momentos de caza. Poco tardó en aparecer aquél, con su fusil empuñado y las pupilas brillantes. Los osos, al verlo, gruñeron espantosamente aprestándose al ataque. Sonó un disparo, y un macho descomunal rodó con la frente rota; los tres restantes embistieron al muchacho, cuyas armas ahora quedaban reducidas al cuchillo de caza. Con la espalda apoyada en un pino aguardaba valientemente la carga de los animales, sabiendo que el resultado sería su muerte. A todo esto, Luga, aún aprisionado por el tronco, pugnaba angustiosamente por salir en su ayuda, siendo vanos todos los intentos por lograrlo. Horrorizado, iba a presenciar el fin del intrépido mozo, y las lágrimas mojaban sus mejillas y el corazón le quemaba el pecho como una llama enloquecida. Tanspirando y con el rostro descompuesto logró despertar. (16, 87-88)
La historia se vuelve como de espejo. Es Luga quien, internado en el bosque en busca de su hermano- escucha el canto del urogallo. Ahora esTitu quien está aprisionado en el hueco tronco de un pino, sitiado por dos osos de oscuro pelaje. Entonces se produce una pelea cuerpo a cuerpo entre Luga y un oso, una hembra fornida. ¿No nos recuerda al Soneto a Paula el final de este canto, el decimo sexto: ellos sonreían y mostraban una gran cabeza de oso que aparecía en una de las paredes de la granja, junto a un fusil y un cuchillo de caza de mango de alerce?(16, 89)
Claro que hay más historias. Como la del Barba Elbe, el molinero que murió por alcanzar unas trenzas de la Primavera. La de Orca, el campanero giboso, que murió al no ser amado por la bella Ani Silve, a la que había salvado. La del pescador Trove Uld, el del  estentóreo grito marino, que un día regresó, caído en su barco y loco. ¿Por qué? Nadie lo sabría nunca, y sólo la leyenda cantaría una posible verdad, pero para mí, Trove Uld había muerto, a pesar de su risueño carácter, de soledad y de tristeza, como esos árboles aislados que crecen en los hombros de las colinas que sueñan alcanzar alguna vez el misterioso mundo de los bosques. (9, 56) Claro que hay más historias.


UN FRAGMENTO DE ETERNIDAD 


El Antiguo Valle es una obra nacida de la inspiración fecunda y del trabajo modelador de un auténtico artista de la palabra. Speroni cuidó la estructura de estos treinta y tres cantos. Se advierte en ellos un buscado y logrado juego de correspondencias, consecuente con la naturaleza simbólica de la composición.
De pie sobre un risco, apoyado en mi cayado de boj, crecida la barba y seco el rostro por los vientos vagabundos, vi, a treinta tiros de fusil, el más hermoso lugar de la Creación. (1, p. 15) De pie sobre un risco, apoyado en su cayado de boj, blanca la barba y los cabellos, vio ante sí su antigua comarca. (32, 137)
Así andaba yo y así llegué a la aldea, y los chiquillos corrían a mi lado y gritaban: ¡Un hombre de barba, un forastero ha llegado al valle...!(1, 16) Y todo aconteció como antaño. Gritaron los chiquillos la llegada del forastero. (32, 138)
Marchaban delante de él las mariposas, las libélulas y los grillos. Siete alondras y siete palomas precedían a sus ojos.<...>En las alturas, sobre su cabeza de lino, las águilas y los halcones dibujaban círculos de sereno trazado, y las nubes alzaban sus torres en el azul radiante del espacio (12,75). Descendieron las águilas al verlo, y las aves fuéronse con él. Delante de sus pasos volaban las mariposas, y los insectos lo seguían dulcemente, describiendo musicales círculos a su lado. (24, p.116).
 Encended vuestras pipas, acomodad el largo vigor de vuestros jóvenes cuerpos y escuchad con atención que voy a comenzar<...> Ahora, pues, voy a comenzar. (Comienzo de la obra. Pp. 13-14. Ahora que la muerte puede llegar a mis huesos como un huésped elegido y la paz me sostiene y la sabiduría señala mis palabras. Ahora, pues, voy a comenzar. (33, 139. Últimas palabras de la obra.)
El antiguo Valle, de Roberto Themis Speroni, fragmento de eternidad, Ancile
Estas correspondencias llevan también a algunos personajes de los relatos, como al del hacedor del muñeco humano, al sembrador infatigable, al hombre que perdió la memoria o al músico lisiado. Y llevan, sobre todo, al personaje protagónico, el Pastor Vasler Cra.  Vasler Cra utilizaba con provechosa capacidad lo que para cualquier hombre hubiera pasado inadvertido. Una piedra, un tallo, el paso de un buey, un nudo de la madera servíanle para reflexionar a sus anchas, llegando a la verdad por el camino de la meditación. El propio cantor, que había  señalado la identidad última entre un valle, una lágrima y un insecto, retoma y amplía la posibilidad asociativa: Cabe el cielo en la semilla de un fruto y el mar en la lágrima de un niño y la sed en la gota del rocío, y hasta la misma muerte puede habitar el orificio de un cabello en el polvo; en consecuencia un hombre noble cabe en otro hombre hasta que no demuestre lo opuesto, y si lo hace, su actitud ya no me pertenece. (27, 126)
Y es en el hombre simbolizado por Vasler Cra en quien Speroni centra el mundo del valle, sencillo paraíso del hombre. El resultado es, precisamente, un hombre de verdad, tanto que resulta difícil caracterizarlo con plenitud, porque siempre hay más para decir y no decir.
Obligado a ser sintético y esquemático se podría decir que Vasler Cra es un pastor y peregrino que llegó al valle de Nir a los 26 años y se quedó allí durante las cincuenta floraciones de los almendros. Quiso después hacer conocer fuera de los límites la noticia de la felicidad vivida y anduvo unos cinco años predicándola, hasta emprender -a los ochenta años- el camino del retorno. Su vida y prédica fuera del valle comprende todo el libro primero con sus 24 cantos. En esta primera parte, la más extensa de la obra, hay un canto, el duodécimo, en el que Speroni pone en manos del narrador omnisciente el trazado biográfico del protagonista. A partir de ese canto, los cuentos, fábulas, parábolas o leyendas pasan a segundo plano, porque lo que en realidad importa es el crecimiento espiritual de Vasler Cra. Se trata, en definitiva, de la historia de un espíritu rozado por la naturaleza. De un alma se trata.  Puro por naturaleza, silencioso por costumbre e ingenioso por necesidad, fue creciendo al amparo de su alma magnífica, como un árbol que con su propia sombra defiende las raíces. (12,73)
Vasler Cra es un hombre vigoroso, alegre, sabio y virtuoso; un hombre que pospone su propia felicidad por la del prójimo. Vale un hombre por lo que puede prometer de provechoso a los demás y por su rectitud.(23, 111) Su secreto fundamental está en que ha descubierto las leyes de Dios en el mundo, las que cumple religiosamente la naturaleza y que sólo el hombre es capaz de transgredir, equivocando sus actos. Por eso existen para él dos tipos de personas: los que siguen las leyes y los que se equivocan. Pero no se trata de un espíritu puramente especulativo. Su sabiduría reside en el aprendizaje obtenido a través de la experiencia y de la meditación: mucho caminaron mis ojos y aprendieron <...> (9, 52) Él es el que ha logrado captar la lección de las cosas. Gran felicidad es poder ver el alma de lo que nos es puesto a nuestro alcance! (13, 76) Atónitos y respetuosos escuchaban los pastores las narraciones de Vasler Cra, pues era éste hombre famoso por sus viajes y memorias.
También, a medida que Vasler Cra se va encontrando con los hombres y conversando con ellos,  va creciendo su sabiduría. Como pastor sensible, se estremece ante el canto de los ruiseñores.  Escuchaba Vasler Cra esa música de extraordinarias variantes, y su alma en ella separábase en millones de partículas, restituyéndose a la eternidad, polvo del principio, fragmento de lo pretérito, instante de los siglos. (29, 130). En realidad, sus caminos son los del canto, los trabajos y la meditación. Speroni nos lo muestra como amigo de los seres sencillos -segadores, leñadores, carboneros, pescadores, tejedores...- y conocedor y amador de sus tareas. Es frecuente que el narrador destaque la pericia de sus manos. Yo, Vasler Cra, he de comer con vosotros la sabrosa anguila y el grueso barbo, y habré de medir y arreglar anzuelos y brazoladas, trasmallos y rotas redes, pues todavía mis manos no han perdido el vigor y su habilidad es la misma de antiguos días. (9, 51). Su admiración llega al máximo en la contemplación del bosque, el lugar más puro de la naturaleza. Cuando el cazador solitario siente que la tristeza lo unge con su tibio aceite, distráela contemplando las maravillas que lo circundan y el bosque de velludo brazo palpita como si el mismo Dios le prestara sus músculos celestes<...> el bosque es el templo mas viejo de la humanidad y anterior a los hombres, y en él la vida conserva el albor de las edades primeras. (11, 71) Y su propuesta o su deseo es recuperar la vida original, sencilla, purísima. ¡Oh, si aquellos que viven a la espaldas del mar respiraran una sola vez en la campiña y rieran ante el sol y los animales; si sus cuerpos de pálido vidrio se robustecieran junto al trigo y los árboles antiguos, cuánta felicidad cabría entonces en el mundo! ¡Veríamos abrirse los cielos, y el rostro de Dios bajaría con las alas del águila a disfrutar de un nuevo amanecer! (19, 97)
Cristiano profundo. Para él Dios era Dios, y allí acababa todo principio y discusión. Un árbol es un árbol - decía - ¿qué otra cosa puede ser...? (12, 73)
El antiguo Valle, de Roberto Themis Speroni, fragmento de eternidad, Ancile
Es sumamente conmovedor seguir a Vasler Cra en su caminos interiores y detenerse a escuchar sus revelaciones, porque sabréis que yo, Vasler Cra, no fui solamente un hombre sino que también estaba facultado por el misterio y el sueño, como los seres que circulan las sendas de la sombra.  Es en sus encuentros con los sucederes humanos como resulta envuelto alguna vez por un ángel impreciso o es momentáneamente ganado por la tristeza. Mírame, tristeza: anciano estoy; desde mi corazón a la tumba sólo dista el pie de una noche, la distancia que va del tallo a la flor, ¿qué puedes entonces esperar de mí, sino reflexión y paciencia, serenidad y paz...? ¡Déjame, entonces, y vete del mundo, salta sobre las estrellas y piérdete para toda la eternidad, látigo tenue del tiempo, verdugo de la meditación! (20, 101)
A medida que avanza en edad le crecen las preguntas. ¿No se escucha la voz hermana de Antonio Machado - otro meditador- (¿Y ha de morir contigo el mundo mago?) en las reflexiones siguientes? ¡Oh Dios -decíase Vasler Cra-, cuando yo desaparezca, ¿desaparecerá de mis ojos toda esta belleza que hoy me circunda como un anillo de colorida libertad...? Amargo sería perder lo ganado en la Tierra, aunque en el Cielo nos aguarde la sublime paz de la bienaventuranza. Nada hay comparable a estas cosas que Dios ha puesto con pródiga mano a nuestro lado para solaz del espíritu, dándonos una prueba indiscutible de su bondad y pureza. Viejo estoy ya, y sin embargo cada día que escapa de mi vida déjame un nuevo deslumbramiento y una nueva verdad, y hasta la misma muerte antójaseme delicada y azul como una gota de agua suspendida en el tiempo. Pero prevalece en él, más allá de las humanas cavilaciones, la aceptación del orden  natural de la vida. Pero, en fin; nada se gana con tales ideas, y lo que Dios ha dispuesto bien dispuesto está. Flaquear no es error importante sino humana debilidad, y, yo Vasler Cra, no estoy exceptuado de tales defectos.(18, 94-5)
Hombre de la naturaleza, habla con sus mismas imágenes: Poco vuela el ánade de lleno buche, y más fácil se atrapa el oso después de cebarse con los espesos panales que ocultan las encinas de su tronco. (4, 28) Sabido es que el pastor gusta de la música como el pájaro de su vuelo y la cabra de su libertad entre las peñas y roquedales. (7, 42) ¡Oh niñez!, mi corazón guarda tu máscara de luz, como guarda el viejo tronco del abeto su primera cicatriz en la corteza. (10, 63) Quien ha nacido para pájaro no puede ser reptil, campesinos. (16,93)  Me place hablar de las cosas porque de ellas sale la verdad como la mariposa del turbio gusano... (23, 111)
El antiguo Valle, de Roberto Themis Speroni, fragmento de eternidad, Ancile
¿Pero qué ha acontecido con las pipas, las compañeras de los relatos y personajes? Hablando de uno de ellos, Gasto Val, el sembrador infatigable, cuenta Vasler Cra: Mas todo resultó vano: la muerte llegó una noche estrellada y sentose a fumar su pipa de granizo, cerca del lecho donde soñaba el viejo campesino. (21, 103) Después es el propio cantor el que reflexiona y enseña de este modo: Muere el que no sabe morir, y no aquel que se ha habituado a saludarla diariamente y que conoce sus suaves ademanes y el tabaco de su nevada pipa. (29, 113) Si en la juventud hubo cuidado, preocupación por la muerte, el definitivo problema del hombre, ya no lo hay cuando el narrador adquiere el soberbio relieve que le cinceló la vida en el valle. Yo, con ochenta años en los hombros, sonrío ante la mujer de los cabellos escarchados y ella lo sabe y dice: Vasler Cra se irá conmigo a segar otros trigos; Vasler Cra andará con seguro paso a mi lado, y sus padres lo aguardarán en el centro del tiempo, porque Vasler Cra siempre vio mi rostro desde niño, y el miedo está tan lejos de él como el pez de la red y el sueño de la realidad. Esto dice la muerte de mí, y la tranquilidad se ovilla en mi pecho como la cría del tejón en la redonda cueva, fortaleciendo el tronco vacilante de mi ancianidad. Infinidad la he visto cruzar el ancho río de la noche en su barca de niebla para echar sus redes de fino mármol en las aguas del reposo, y otras tantas he podido contemplarla a mitad del día, correr sobre la hierba con un fusil de nieve entre las manos, en pos de la existencia de algún ser. Vióme ella también, y su blanca mirada rozaba mi corazón como una golondrina el frescor de la onda. (23, 114). Por eso la obra concluye casi con sereno convencimiento: Ahora que la muerte puede llegar a mis huesos como un huésped elegido y la paz me sostiene y la sabiduría señala mis palabras. (33, 139)
Para terminar esta exposición insuficiente y poner en ustedes la respuesta sobre si Speroni nos dejó o no otro  fragmento de su eternidad  con El Antiguo Valle, transcribo los finales de algunos cantos que manifiestan las delicadas pinceladas de luz y misterio con que el creador amorosamente persigue a su personaje y a su  valle? ¿Pero, acaso el valle no es el símbolo de la vida, así como las águilas y las mariposas lo son de la altura espiritual y de la atracción hacia lo luminoso? ¿Y Vasler Cra?
Vasler Cra, de pie como una sombra de cristal, tenía los ojos puestos en la lejanía, y su alma estaba llena de fulgores insospechados. (23, 114) El Creador allí mora y  Vasler Cra
Oh, sí, avisad que ha vuelto el narrador de historias y leyendas, el defensor de las hermosas mentiras, el amigo de las estrellas, de los insectos y los duendes, de la libertad terrible y hermosa y de la compleja ciencia del amor,  el hijo del viento y de los pájaros. Avisad que ha vuelto el inefable lo afirma a medida que la muerte se le acerca como un monarca de frías pestañas, y el valle de Nir, el hermoso y alegre valle, espera el arribo del anciano pastor cuya frente está poblada de astros y mágicas palabras. (25,120) El peregrino de Nir habíase dormido, y el color de la lumbre bañábalo en bronce rojizo, como una estatua yacente mojada por la aurora. (26, 124) Meditaba así el anciano, y en su alma cantaban las campanas del tiempo y la razón. (28, 129) Vasler Cra, fumando reflexivamente, pensaba en su arribo al valle de Nir, y una sonrisa dichosa, leve como el peso de un grillo en la hoja del aciano, iluminaba su rostro octogenario dorado por las llamas. (29, 131) Reía el sol, cantaban las aves, y el cielo ceñía la sombra del peregrino con laureles de oro. (30, 134) "¡Vasler Cra está entre nosotros...!" "¡Avisad al campanero que suelte el bronce de la capilla; la gente de la montaña debe bajar a saludar al apóstol que regresa..." sembrador. Avisad a los músicos. Avisad que, con su espléndida vestimenta de metáforas y parábolas, ha vuelto Roberto Themis Speroni y que - de pie sobre el risco perdurable de su poesía - nos canta: Ahora, pues, voy a comenzar...      

                                                                         

                                                               Alfredo Jorge Maxit
                                            (La Plata, Viernes 27 de septiembre de 2002)




El antiguo Valle, de Roberto Themis Speroni, fragmento de eternidad, Ancile


3 comentarios:

  1. Un nutriente estudio que nos permite posicionarnos mejor para la lectura y relectura de El Antiguo Valle, que con mucha alegría tengo en mis manos, recientemente adquirido.
    Felicitaciones para el Prof. Alfredo Maxit y un agradecimiento especial para Francisco Acuyo por su generosidad.

    Saludos cordiales.

    Jeniffer Moore
    Miami, FL USA

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  2. Precioso trabajo del Profesor Alfredo Maxit .Tuve la dicha de leer El Antiguo Valle de la edición original que llevó a cabo la familia del prestigioso autor , lo recibi de uno de sus ex alumnos en préstamo , y lo leí con paciente fervor ,conociendo cómo fue que el autor hizo la obra, cuántos días demoró en crear esa maravilla . Inspirada por su obra hice un poema El valle del Poeta que obsequié al amigo ex alumno . El libro El Antiguo Valle es obra magna que honra al autor de La Plata Roberto Themis Speroni, gracias por dar a conocer su obra , agradezco a Francisco Acuyo y a distintos recopiladores nacionales que están haciendo un gran trabajo para permitir la divulgación de tan perdurable obra que es un legado a la cultura de nuestro tiempo.

    Saludos cordiales
    Marisa Aragón Willner
    Buenos Aires, Argentina

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  3. Sin dudas Speroni estaba tocado por las musas, y era un poeta congénito. Este es un libro de singular belleza donde la imaginación florece con libre albedrío. Gracias por este regalo, amigo. Abrazos.

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