Siguiendo las últimas entradas de la sección, Pensamiento, del blog Ancile, traemos el post titulado, Conciencia y Dios: El impulso creativo de la idea de Dios a la luz de otras explicaciones de la realidad del mundo.
Tomász Alez Kopera |
CONCIENCIA
Y DIOS: EL IMPULSO CREATIVO DE LA IDEA
DE
DIOS A LA LUZ DE OTRAS EXPLICACIONES
DE LA REALIDAD DEL MUNDO
DESDE la explicación de la teoría de la causación ascendente de la
conciencia[1]
hasta la fecha, la cuestión común entre materialista positivistas y aquellos no
tan convencidos de la originalidad de los fundamentos de dicha conciencia según
sus presupuestos, parecen debatir que, en cualquier caso, aquella, la
conciencia, es un punto compartido en su importancia para cualquier debate
sobre el origen y necesidad de lo trascendente en el devenir existencial de la
humanidad. La irrupción de la teoría cuántica y los principios deducibles de
ella (no localidad[2], por
ejemplo) vendría a colocar el concepto y dinámica de la conciencia en un lugar
bastante más complejo e interesante, en el de los dominios de la potencia
trascendente (que diría el propio Heisenberg), teniendo en cuenta esta potencia
en el ámbito conceptual aristotélico de potencialidad.
La actualidad de
los hechos y su incuestionable realidad frente a cualquiera otra alternativa de
conciencia y de realidad consciente (y objetiva), tiene otra alternativa que
responde a la potencia de lo que puede ser en un dominio no temporal y que,
curiosamente. Se emparenta con el sentir de lo
trascendente que comparten muchos físicos con el barruntar e intuir de los
místicos de todos los
tiempos. La descripción estanca y plenamente diferenciada
de Comte[3]
en relación a los tipos de conocimiento queda del todo en entredicho a luz
también de estos parámetros tan singulares como fascinantes expuestos por la visión cuántica de la materia y, sobre
todo, por el papel de la conciencia en la realidad del mundo de lo
infinitamente pequeño.
¿Es la esencia de
lo sagrado –heideggeriana- la única vía de pensar la esencia de la deidad?[4]
Si bien la religión afirma que hay un mundo distinto al que vemos, no obstante,
aquello que podemos constatar por vías no religiosas parecen querer ofrecer un
dictado en determinados ámbitos del saber no religiosos que apuntan hacia una
intuición de aquella trascendencia solo asequible por la fe,
La imaginación
tiene el sentido en esta propuesta nuestra de creación –creatio, acción y efecto de crear- , y sobre todo de poiseis, (Platón la consideraba como la
causa que convierte cualquier cosa que consideremos de no ser a ser), amparada
por ser conocimiento, más también iluminación (así la advertía el propio
Heidegger). Vemos que, más allá del
argumento ontológico[6],
la idea de Dios persiste bajo algo más que una facultad cognitiva natural –dada
por la divinidad misma-. El ejercicio creativo en general (y el matemático en
particular) da las claves para que la idea de un concepto –de Dios, pongamos
por caso-, sea posible, así, imaginemos un pentágono, su existencia o no, no
tiene la mayor importancia para el concepto (geométrico) en sí mismo. La idea
del Dios geómetra no es nueva (Platón y traída hoy por la nueva física) pero
expone, sobre todo desde la óptica de la matemática aplicada a la física, un
discurso cuando menos fascinante para su reflexión, y acaso deberíamos de
partir del hecho y del concepto de existencia.
La existencia –exsistentia, conformado por ex (hacia fuera) y sistere (estar fijo o tomar posición en algún sitio), conlleva en
su etimología unos poderosos rasgos de significación que extraídos del existir
–exsistere (aparecer, emerger, ser),
arraigan fuertemente con el sentido creativo poiético que nos separan de la
jerarquía radicalmente separadora de Kant[7]
entre lo existente y el concepto , por lo que la existencia como la posición absoluta de una cosa, nos la
proporciona la
experiencia, mas esta experiencia proviene no solo de la
percepción mística, también de la limitación científica a la hora de expresar
más allá del concepto –puro- matemático la existencia, no ya de la idea de
Dios, de la misma certeza de otras dimensiones y mundos paralelos al nuestro,
se me viene a la cabeza uno de los ejemplos más célebres cual es de la teoría
de cuerdas como teoría explicativa del todo, son memorables los inconvenientes
para su comprensión fuera del mundo conceptual matemático en el que está
construida. Es más creo, con toda modestia, que no hubiese hecho falta la
aceptación de una existencia moral kantiana para verificar la viabilidad de la
idea de Dios. En consecuencia, los límites de nuestra razón pueden ser
argumento racional en sí (quoad se)
que dirían los escolásticos, aunque resulte irracional para nosotros (quad nos).
Es inevitable
tras el argumento creativo expuesto para fundamentar la idea de Dios recordar a
Sébastien Faure[8] en su
negación del Dios de las religiones (no el de la realidad última inabordable o
el de la filosofía). Cosa que haremos en la siguiente entrega de esta
exposición nuestra.
Francisco Acuyo
[1] Dícese que las partículas elementales componen los átomos y estos
las moléculas, aquellas las células (neuronas) y que estas componen el cerebro
y que, al fin, este, crea la conciencia.
[2] Cuando los objetos cuánticos se vinculan adecuadamente, diríase
que encuentran influencia entre ellas de manera no local, o lo que es lo mismo,
sin la mediación de señales que vayan a través del espacio tiempo
[3] El conocimiento teológico que llevaría al metafísico y finalmente
al científico positivo, no casa en modo alguno con la realidad interaccionante de todos ellos a lo
largo de la historia de la humanidad.
[4] Torres Queiruga, A.: Heidegger y el pensar actual sobre Dios,
Revista española de teología, nº 50, 1990.
[5] Popper advertía de que el fundamento último de la razón misma no
dejaba de ser una suerte de fe en la misma razón.
[6] Recordemos a San Anselmo de Canterbury y la aceptación de dicho
argumento por San Buenaventura, Descartes, Leibniz e incluso el mismísimo Hegel
llega a avalarlo (No es la pretendida
razón humana, con sus límites, la que conoce a Dios, sino el espíritu de Dios
en el hombre; Lecciones sobre las pruebas de la existencia de Dios, Madrid,
1970, p. 70)
[7] Establece Kant en su Crítica de la razón pura que la esencia de
un ser es una cosa y la existencia del mismo otra muy distinta, por lo que no
es posible una percepción de Dios.
No hay comentarios:
Publicar un comentario